La tripa seguía doliéndole. No había manera; el ibuprofeno que le había dado Tomás no servía para nada. Mientras se sentaba en su sitio y dejaba la mochila de cualquier manera en el suelo, decidió que pasaría por la farmacia a por algo más fuerte después de clase.
–Oye, Nur, ¿qué te pasa, tía? Llevas una cara hoy de coña. ¿Estás bien? –le preguntó su amiga Andrea.
–Nada, tía, que me he tomado dos ibuprofenos y no me hacen nada –se quejó, inclinándose sobre la mesa para intentar aliviarse un poco.
–Puff, el ibuprofeno no es tan fuerte. Espera, creo que tengo un naproxeno por aquí –contestó Andrea, rebuscando en las profundidades de su bolso–. Sí, aquí está. Toma, ya verás, a mí me va genial.
Sin muchas esperanzas, Nuria se tragó la pastilla entera.
–Buenos días, chicos, ¿dónde lo dejamos ayer? –preguntó la profesora de Biología nada más entrar.
–Buenos días, profe. Hoy tocaba la parte del abdomen.
–Perfecto, Javi. ¿Y alguien puede decirme qué tenemos en el abdomen?
–Claro, profe, comida y caca –dijo el gracioso del fondo.
–Genial. ¿Algo más?
–Intestinos, estómago, vejiga… y las chicas, el útero y todo ese rollo.
–¿Ese rollo? ¿A qué te refieres?
–Ya sabe, profe, a todo el tinglado femenino.
–¡Ah! ¿Te refieres al útero, los ovarios, las trompas de Falopio y la vagina?
–Sí, profe, eso he dicho, todo ese rollo –respondió el gracioso con una sonrisa, lo que provocó que todas las chicas se pusieran rojas mientras los chicos estallaban en carcajadas.
–Pero qué pringadas que son –se oyó desde el fondo.
–Si es que, solo sirven para eso: el útero es quién manda ahí –contestó otro entre risas.
De repente, Andrea no aguantó más y explotó sin venir a cuento, poniéndose en pie:
–¡Ya está bien! ¿Se puede saber qué coño os pasa a todos? Sin ese “útero” del que tanto os reís no estaríais ninguno aquí. Así que un poco más de respeto, que el cuerpo de la mujer hace cosas que el cerebro del hombre no es capaz de imaginar. ¡Callaos ya! Ignorantes, patéticos. Seguro que del útero de vuestra madre nadie se ríe. ¡Qué asco de testosterona, por Dios!
Ante este discurso, se vieron obligados a callarse. Por lo visto, nadie estaba dispuesto a reírse de su propia madre, y mucho menos a decir nada sobre cómo habían llegado al mundo. Todos guardaron un incómodo silencio por el espectáculo de hormonas e inmadurez que habían dado.
–Bien dicho, Andre –le susurró Nuria a su amiga cuando se sentó, entre los aplausos de todas las chicas de la clase.
–Bueno, bueno, con calma, chicos –interrumpió la profesora–.
Nuria pasó el resto de la clase en una bruma absoluta. Se encontraba fatal y apenas podía escuchar nada. Solo deseaba que terminara la clase para poder irse y meterse en la cama.
–Bueno, chicos –dijo la profesora por fin–, para mañana necesito que os leáis todas las fases de la reproducción. Y sin chistes, por favor.
Justo en ese momento sonó el timbre, y Nuria se levantó de un salto.
–Andre, me voy –le dijo mientras cogía la mochila.
–Espera, te acompaño.
Salieron juntas, pero Nuria no estaba para nada y solo quería irse a casa.
–Andre, me voy a casa. Me encuentro fatal. ¿Le dices al profe que me he ido, vale?
–Claro. ¿Seguro que no quieres que te acompañe o algo?
–No, tranquila, le he dicho a Tomás que venga.
–¡Joder, tía! ¿Qué pasa, que no tiene nada que hacer o qué?
–No empieces otra vez. Ya sé que no te cae bien, pero disimula un poco.
–Lo siento, Nuri, pero es que no creo que te convenga. Te lo he dicho mil veces, pero no quiero pelear otra vez.
–Mira, Andre, no tengo tiempo ni ganas de discutirlo otra vez. Estoy con él ahora y me quiere… tú no… tú no sabes nada –le dijo, cansada.
–Vale, no te pongas así. Solo sé que estás distinta, más alejada de tus amigas. Incluso tu hermana está preocupada. No sé, solo llevas tres meses con él y te has distanciado de todos. Ya siento preocuparme por ti, pero pensaba que eso es lo que hacíamos: cuidarnos la una a la otra.
–Joder, Andre, no seas exagerada. Cualquiera diría que estás celosa.
–¿Celosa? ¿Estás loca? ¿Lo dices porque yo te lo presenté? Eres una niñata, ¿lo sabías? ¿En qué puto momento? Te lo juro, me arrepentiré siempre. Te lo dije el mismo día: no es un tío para salir con él. Por muy amigo mío que sea. Y no es por celos. No me conoces nada si piensas así.
–Vale, vale. Mira, no me digas nada más. Allí está. Acuérdate de avisar al profe. Luego hablamos.
–Sí, sí. Tranqui. Cuídate y relájate.
Nuria se metió en el coche. Tomás no decía nada, solo conducía. Pensativo, miraba de reojo a su novia.
En cuanto salieron del parking, Nuria empezó a derramar lágrimas silenciosas. Tomás no era bueno enfrentando problemas femeninos, en realidad no era bueno enfrentando nada. A pesar de su apariencia fuerte y decidida, nunca en su vida se había hecho responsable de nada, ni rendido cuentas a nadie. Tampoco era consciente de que tuviera alguna responsabilidad o de que necesitara explicarle algo a alguien. «Un espíritu libre», le gustaba pensar. Aunque últimamente no lo tenía tan claro. Nuria le hacía replantearse las cosas y, por primera vez en su vida, tenía miedo. Un miedo atroz.
«¿Se estaría equivocando? Nuria parecía cambiada»
–Oye, estás muy callada. ¿Pasa algo? –se atrevió a preguntar.
–No, solo me duele la tripa. Llévame a casa, por favor, necesito meterme en la cama.
–Claro, pero ¿por qué lloras? ¿Te has peleado con Andrea? Os he visto salir juntas.
–No sé de qué hablas, estamos bien –Nuria empezaba a enfadarse.
–Conozco a Andrea desde hace mucho y sé cómo piensa. No creo que no te haya dicho nada.
–Pues te equivocas. Me quiere, y no me ha dicho nada.
–¡Venga ya! Sé de sobra que no está de acuerdo. Joder, sé cómo piensa. Siempre discutimos. No creo que le guste que salgas conmigo sabiendo cómo pienso.
–Pues no sé, ella no se mete en eso. Respeta mis decisiones.
Al llegar a la calle de Nuria, se quedaron otra vez en silencio. Nuria no tenía ganas de otra discusión, ni fuerzas para nada más que dormir. Subió a su casa, se metió en la cama y, sin previo aviso, las lágrimas salieron a borbotones. Se le estaba empezando a romper el cuerpo. Se le estaba rompiendo el alma. Había sido un día de mierda, pero la clase de Biología había sido devastadora. ¿Cómo podían pensar así? ¿Cómo se podía ser tan cínico? ¿Pensaban así todos los profesores de Biología?
Nuria no podía parar de llorar. Le dolía todo. Pero sabía que las lágrimas que salían eran de rabia, sufrimiento, tristeza y frustración. Tenía que sacar todo lo que tenía dentro. Ese nudo no iba a desaparecer solo. Cogió la almohada, se la puso en la cara y gritó con todas sus fuerzas hasta quedarse sin aliento. Intentaba liberar la pena y la rabia que habían ido creciendo en las últimas semanas: semanas de cabreo y hastío.
Por fin, después de mucho llorar, se quedó dormida.
Unas horas después, su madre entró en la habitación para ver cómo estaba. Era raro que Nuria se pusiera mala y, más raro aún, que faltara a clase.
–Hola, mamá. No te preocupes, estoy bien. Solo tengo un cólico de tripa. Mañana estaré perfecta.
–Ay, me has asustado. Esto no te suele pasar. ¿Vas a querer cenar?
–Puff, creo que voy a pasar. Quiero quedarme así. ¿Te importa?
–Claro que no. Descansa. Mañana hablamos. Buenas noches.
Su madre la dejó sola y, como se había desvelado, cogió el móvil. Tenía cuatro audios de Andrea y un mensaje de Tomás.
Andrea:
–Nuri, ¿cómo estás? El señor Contreras ha puesto cara rara cuando le he dicho que te habías ido, pero sin más. Ya sabes, los chicos no entienden nada.
–Oye, siento lo de antes. Bueno, ya hablaremos de eso cuando no te estés desangrando. De todas formas, a mí me duele un montón el primer día. Mañana estarás genial. Ánimo, tronqui. ¿Quieres que te pase los apuntes? Espera, te los paso por aquí.
«Qué manía tenía Andrea con los audios y las fotos. Qué pesada era a veces», pensó Nuria, aunque dudaba de que pudiera sobrevivir sin ella. Ahora mismo la echaba terriblemente de menos.
En cambio, Tomás solo preguntaba si necesitaba algo. Muy en su línea.
Nuria rompió a llorar otra vez, sin ningún motivo, sin control, sin sentido. Se sentía desgraciada y, en el fondo de su corazón, había hastío y rabia que no sabía de dónde venían. ¿Era culpa? ¿Era odio? ¿Andrea tenía razón? ¿Tomás no era bueno para ella? No, no y no. Tomás la quería, lo había demostrado. Estaba con ella, eran un equipo. Juntos. La apoyaba, la entendía, la animaba. No tenía ningún sentido pensar así. Era absurdo, irracional y muy injusto. ¿Verdad?
Con esos pensamientos, se volvió a dormir entre lágrimas y suspiros.
A la mañana siguiente se encontraba mejor, mucho más animada. Con los calmantes de la farmacia, se veía con fuerzas para ir a clase.
–Hola, tía, ¿cómo estás? ¿Recuperada? –le dijo Andrea nada más verla–. ¿Te dio tiempo a leer lo de Biología?
–¿Había que leer algo? No me enteré. Pero, por lo menos, ya estoy mejor.
–Me alegro. Bah, solo unas páginas del capítulo nuevo. Es alucinante lo que nuestro cuerpo es capaz de hacer.
–¿A qué te refieres?
–Pues a lo que hemos leído. Ah, calla, que no lo has leído. Me refiero a todo el tema de la concepción y todo eso. Las fases del óvulo y el esperma hasta que se forma el feto… es magia.
–Ah, puff, la verdad es que no me interesa mucho el tema. Yo solo sé que las mujeres lo tenemos jodido –dijo Nuria sin ganas.
–Puede ser, pero nuestro cuerpo es una pasada. Está muy bien pensado.
–Sí, eso díselo a todas las mujeres que tienen problemas por culpa precisamente de lo «bien pensado» que está. Si lo piensas bien, no está tan bien pensado. En realidad, es una trampa.
–¿Una trampa? ¿A qué te refieres?
–Pues a que a los chicos nada les afecta. No tienen consecuencias, ni ciclos, y todo el tema reproductivo no les trastoca ni les afecta en nada. Es de lo más injusto –estalló con furia.
–En eso tienes razón, pero por eso las mujeres tenemos que poner más cabeza que los hombres, por mucho que no queramos verlo. Nosotras tenemos mucho más que perder con todo esto; en cambio, ellos no tienen nada que perder. A no ser que pongan el corazón, pero casi nunca lo hacen o no les da tiempo.
–Ya, puede ser, pero aun así no me parece bien. Es una mierda. No lo entiendo.
Nuria se sentía tan asqueada que no podía seguir hablando del tema; en realidad, no podía hablar de nada. Miró hacia delante, donde la profesora estaba explicando algo.
Empezó a notar cómo la rabia se hacía más grande, y el odio y el rencor luchaban por salir a la superficie en forma de lágrimas, sin poder ser controladas. No había manera de esconderlas, al igual que no había manera de esconder sus sentimientos. No en esa clase, y no ante su amiga. Estaba agotada, cansada y muy asustada.
–Nuria, ¡estás llorando! ¿Qué te pasa?
–No lo sé. No puedo dejar de llorar. Está siendo demasiado duro… Tomás…
–Nuria, ya te lo dije. Tomás no es bueno para ti. No lo entiendo –gritó Andrea sin controlarse.
Nuria se quedó helada por el grito de su amiga. En realidad, podía tener razón. Se levantó y salió corriendo sin ni siquiera pararse cuando la profesora la llamó. Se metió en el baño y se sentó en el suelo, controlando la puerta para que nadie pudiera entrar.
Al cabo de pocos segundos, oyó que alguien se metía en el baño de al lado. Miró por el hueco entre el suelo y la pared y vio los cordones rosas inconfundibles de Andrea.
–Oye, Nur, perdona. No sé qué es lo que me pasa, pero te quiero y no quiero que te hagan daño. Tomás es buen tipo, pero tiene unas ideas que no…
–¡Vale! Ya sé lo que me vas a decir. Ya no hace falta que me digas nada más –dijo Nuria entre moqueos y sorbos–. Ya me lo ha hecho. Me ha hecho daño.
–¿Qué ha pasado? Cuéntamelo. Siempre nos lo contamos todo… Bueno, antes, por lo menos, lo hacíamos. Nur, venga. Soy yo. Siempre a una, ¿te acuerdas?
–No sé qué hacer… Andrea, he sido tan tonta… Yo… Tomás… Yo…
–Venga, Nur, tú puedes. Te vas a sentir mejor. Suéltalo y ya. Te prometo que no me voy a enfadar ni a escandalizar ni nada.
–Eso no lo puedes prometer –contestó Nuria–. He hecho algo terrible. No sé por qué en ese momento no me parecía tan mal. Era lógico, supongo, no sé.
–¡Joder, Nur! ¿Te has acostado con él? –exclamó Andrea, incrédula.
Nuria se derrumbó del todo. El pecho le dolía, la cabeza le dolía, el cuerpo se le estaba rompiendo en dos. El corazón se le resquebrajó. ¿Por qué le costaba decirlo en voz alta? ¿Por qué le costaba tanto encontrar las palabras? Cada palabra que pensaba dolía como fuego sobre la piel, cada recuerdo vivido eran llamaradas que escocían y ardían. No se veía capaz de afrontarlo. No se veía capaz de expresarlo. No se veía capaz de seguir respirando. La realidad le traspasó como una espada. Estaba perdida. Sola. Abandonada.
–¡No sé qué hacer! –empezó a sollozar, desesperada y llena de culpa.
–Nuria, perdona. Es solo que siempre has sido muy prudente con esto y nunca lo habías hecho tan pronto. Quiero decir, que sueles esperar, no sueles separar el amor del sexo. Hija, me ha sorprendido. No es propio de ti. Pero no sé… Tampoco es para ponerse así. ¿Te ha puesto los cuernos o qué? No sabía que Tomás fuera de esos. Bueno, tranquilízate
Andrea se había subido al váter y se asomaba por encima de la pared, mirándola con cara de agobio.
–Hay algo más, ¿verdad? No estarías así si no fuera por algo más. Mira, Nur, te conozco. Sé que algo está pasando. Dímelo.
–No puedo decírtelo… Me… Me vas a odiar.
–¿Odiar? ¿Estás loca? Venga, joder.
–No puedo. Yo… No sé cómo… No entiendo cómo pasó…
–¡Me cago en la puta, Nuria! Por favor. Vas a volverme loca. Nunca te había visto así.
–Andrea, me he quedado embarazada… Yo… –empezó Nuria en un susurro.
Nuria no podía decir nada más. Algo le atascaba las palabras, un nudo en la garganta que no le dejaba sacarlas. Al decir por primera vez esas cuatro palabras en voz alta fue consciente de la realidad. Embarazada. Un bebé. Embarazada. La imagen del embrión de ocho semanas que había visto en la pantalla de la clase no se le iba de la cabeza. Dos meses de embarazo. Nuria no podía respirar.
–Nuria, déjame pasar. Te juro que si no paso, entro por el techo…
Nuria se rindió y se alejó de la puerta para que su amiga pudiera pasar. Andrea se sentó en el suelo junto a ella y la abrazó fuerte. Muy fuerte. Nuria se fundió en el abrazo y, con ella, también las palabras. Y lloró. Lloró como no había llorado jamás. Lloró por ella, por sus decisiones, pero, sobre todo, lloró por ese niño, por esa imagen de la pantalla, por ese ser perfecto, por esas manitas, esos ojos, ese cuerpo. Lloró por ese bebé que había visto en la pantalla. Y lloró y lloró por el suyo, por su bebé que no vería jamás, al que no le había dado la más mínima oportunidad.
Convencida con palabras y falsas sensaciones de seguridad y confianza, lloró por tantas mentiras y tantas falsas frases para sentirse mejor. Lloró porque nadie, nadie, le había dicho la verdad. Nadie le había explicado nada. Solo le habían contado mentiras para no sentir la culpa, para poder seguir con su vida. Solo le habían ayudado a resolver un problema.
¿Un problema? ¿El problema de quién? ¿De su novio? ¿De sus padres? ¿Suyo?
¿Cómo es posible que nadie le contara nada? ¿Un grupo de células? ¿En serio se lo había creído? Pero todo eso ya daba igual. Se había ido. Ya no había vuelta atrás. No había más oportunidades, no se iba a despertar. No iba a poder volver a empezar. No podía hacer nada, solo podía aprender a vivir. Aprender a vivir con la culpa, con la desesperanza, con la ira, la rabia y la frustración por no poder cambiar las cosas.
Se había deshecho de su corazón y nada ni nadie se lo podría devolver. No había salvación. Se había roto, junto a ese niño que había abandonado, que había perdido, que había matado.
Nota: hoy, 28 de diciembre, recordamos a tantos niños víctimas del terrible crimen del aborto.
Natividad Echániz
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De San Lucas …
El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo será llamado Hijo de Dios…….
He aqui la esclava del Señor..
De San Juan….
Y el Verbo se hizo carne y habito entre nosotros..
Woaw ! desde el preciso instante de la anunciación , que Marìa dio su si al Señor y que bajo el Espiritu Santo sobre la Virgen Marìa , desde ese preciso momento fue la concepción de Jesús …. y el verbo se hizo carne y habito entre nosotros .
Asi que la biblia reconoce la vida del ser humano y ya con una mision desde el preciso instante de la concepcion.
Por eso los cristianos catolicos respetamos al bebe al no nacido como alguien sagrado desde ese preciso instante en el que el espermatozide fecunda al ovulo , alli ya hay vida , alli ya hay un ser humano en crecimiento .
Por eso el aborto es un asesinato en cualquiera de sus etapas.
Respetemos la vida. Si no respetamos la vida desde su concepcion no respetamos al
El relato muestra la realidad de un sector de las mujeres que abortan.
Lamentablemente si vamos a las estadísticas, más del 25%de aquellas que lo hacen, lo utilizan como medio anticonceptivo, recurriendo a el en varias ocasiones. E incluso hay quien se siente orgullosa de ello. En esta línea, hay varias del famoseo o con proyección mediática que así lo manifiestan. A cara descubierta, sin filtros.
En estas últimas décadas, en mi opinión, se a trivializado este tema, y esto se ha conseguido con un ferreo silencio y mediante la desinformación. En el relato queda de manifiesto como esta chica se rompe al contemplar un embrión de 8 semanas.
Y sobre a donde van estos niños, yo me agarro a 1 Tim 2 (4-6) «Dios quiere que todos los hombres se salven». Si es capaz de perdonar a una madre que hace esto a sabiendas de lo que es, como no va a ser misericordioso con aquel que sufre las consecuencias de su acción.
Hasta y corazón duro como el nuestro, y tb injusto ve que Dios en su perfección, su infinita misericordia y justicia los no los deja, ni se desentiende de ellos. Por eso hay que pedírselo, en cierta medida todos somos responsables de este genocidio. Porque es un genocidio.
Ahora incluso, el aborto, es un medio para detener el cambio climático.
La primera vez que oí esto fue a Sanders, político de EEUU que se presentó a las primarias del Partido
Demócrata. Pero no es el único. La agenda 2030 lo recoge en sus objetivos, dentro de los «derechos reproductivos».
Actualmente primera causa de mortalidad en el mundo. Es un genocidio en toda regla
Continuación…..
Por eso los cristianos catolicos respetamos al bebe al no nacido como alguien sagrado desde ese preciso instante en el que el espermatozide fecunda al ovulo , alli ya hay vida , alli ya hay un ser humano en crecimiento .
Por eso el aborto es un asesinato en cualquiera de sus etapas.
Respetemos la vida. Si no respetamos la vida desde su concepcion no respetamos al ser humano y no respetamos la profunda mision que Dios le ha encomendado a la mujer como madre.
Como hablamos de respetar la madre naturaleza y no podemos respetar a la mujer como madre del nuevo ser humano del ser que se esta formando en su vientre.
Abortar es anti natural y es ir contra la misma especie humana.