En su tradicional discurso navideño dirigido a la Curia Romana, el Papa Francisco hizo un llamado a cultivar la humildad y evitar el mal hábito de criticar o hablar mal de los demás, destacando la importancia de «bendecir y no maldecir» en la vida cristiana.
El Santo Padre agradeció al Cardenal Giovanni Battista Re por sus palabras iniciales y expresó su preocupación por las recientes tragedias en Gaza. El Pontífice denunció que el viernes no se permitió al Patriarca Latino de Jerusalén entrar en Gaza y denunció que se bombardeó a niños, calificando estos hechos como una crueldad desgarradora.
El Papa estructuró su mensaje alrededor del consejo de San Pablo en su Carta a los Romanos: «Bendecid y no maldigáis” (Rm 12,14), señalando que esta actitud debe comenzar por hablar bien de quienes nos rodean, ya sea en el ámbito laboral o comunitario. Subrayó que este comportamiento no es solo un acto moral, sino una expresión de humildad profundamente vinculada al misterio de la Encarnación, que se celebra en Navidad.
La importancia de la humildad y la autocrítica
Para ilustrar su mensaje, Francisco recuperó las enseñanzas de Doroteo de Gaza, un maestro espiritual de los primeros siglos del cristianismo. Según este santo, el primer paso hacia la humildad es aprender a acusarse a uno mismo antes de criticar a los demás. “Cuando vemos un defecto en alguien, debemos comentarlo solo con Dios, con la persona implicada o, si no es posible, con quien pueda ayudarle en la comunidad. Y nada más”, insistió el Pontífice.
El Santo Padre destacó además que la humildad no es únicamente una virtud moral, sino un don teologal que refleja el movimiento de Dios al humillarse en la Encarnación. En este sentido, animó a los fieles a acudir con frecuencia al sacramento de la Reconciliación y a evitar los chismes, que “destruyen la vida social y enferman el corazón”.
Bendecir como misión eclesial
Francisco también recordó que la Encarnación es la manifestación más clara de que Dios no maldice, sino que siempre bendice. Inspirándose en las palabras de San Pablo en su Carta a los Efesios, afirmó: “Somos bendecidos, y como tales, podemos bendecir”. Este llamado a bendecir, incluso a quienes nos resultan difíciles o nos han tratado mal, encuentra su modelo perfecto en la Virgen María, a quien definió como “la Bendita entre las mujeres”.
El Pontífice describió la Curia Romana como una “gran oficina de bendición”, donde cada tarea, incluso las más ocultas, contribuyen a transmitir la gracia de Dios. Al referirse al trabajo de los minutantes, quienes redactan cartas para personas enfermas o necesitadas en nombre del Papa, elogió su dedicación como un ejemplo de “artesanos de bendición”.
Un mensaje de esperanza para la Navidad
Al concluir, el Papa Francisco animó a todos los miembros de la Curia a ser coherentes en sus palabras y acciones, asegurando que no se puede “escribir bendiciones y luego hablar mal del hermano o la hermana”. Finalizó con un deseo para estas fiestas: “Que el Señor, nacido para nosotros en la humildad, nos ayude a ser siempre hombres y mujeres benevolentes. ¡Feliz Navidad a todos!”.
Con este discurso, el Santo Padre subrayó una vez más su visión de una Iglesia guiada por la humildad, el servicio y la misericordia, especialmente en tiempos de sufrimiento y división.