La reciente Procesión Magna celebrada en Sevilla, que congregó a más de un millón de personas, ha puesto de relieve, una vez más, el inmenso potencial evangelizador de las hermandades y cofradías.
Estas agrupaciones, tan arraigadas en la tradición religiosa de Andalucía, desempeñan un papel clave en acercar a Cristo y a su Madre a millones de fieles a través de manifestaciones de fe pública cargadas de simbolismo y emoción.
Es imposible negar el impacto espiritual y cultural de estas expresiones de piedad popular. Las calles llenas de devotos que portan pasos de Cristo crucificado o de la Virgen Dolorosa son un recordatorio potente de la fe cristiana y un testimonio que puede conmover hasta al más escéptico. Ahora bien, después de la emotiva procesión, cabe preguntarse: ¿es esto fe madura o una especie de «spa espiritual» con tambores y velas?
La piedad popular, rica en emoción y tradición, corre el riesgo de quedarse en una religiosidad sentimental si no está acompañada por una formación espiritual y doctrinal sólida. No basta con llevar a hombros una imagen o rezar fervientemente durante la Semana Santa si esa fe no se traduce en una vida cristiana coherente durante el resto del año. Como alguien podría argumentar, “más vale eso que nada”. Y es cierto. Pero también lo es que los sacerdotes y obispos tienen una oportunidad única para aprovechar este fervor y transformarlo en algo más que un fervorín de primavera.
El reto de los párrocos y obispos
Los párrocos y obispos, como pastores de estas comunidades, tienen la responsabilidad de guiar a los fieles más allá de la emoción pasajera de las procesiones. Podrían, por ejemplo, ofrecer formación teológica que ayude a los cofrades a comprender profundamente el misterio que representan las imágenes que portan con tanto amor. Podrían recordarles que cumplir el precepto dominical y participar en la misa es esencial para la vida cristiana, mucho más que el orgullo de ser costalero de su Virgen o Cristo. ¿O acaso creemos que Dios premia más los pasos que los actos?
Asimismo, es fundamental educar en la idea de que el amor a Dios no siempre viene acompañado de emociones agradables o de fervores desbordantes. Un ejemplo claro de esta piedad madura es la madre que se levanta cada noche para cuidar a su bebé, no porque lo sienta, sino porque lo ama. O el padre que renuncia a sus vacaciones para atender las necesidades de su familia, sin que ello le produzca necesariamente una sensación de plenitud inmediata. La verdadera devoción, la verdadera fe, no depende del sentimiento, sino del compromiso, del sacrificio y de la voluntad de amar incluso en la sequedad espiritual.
Piedad sin adornos
Imaginemos por un momento una fe vivida sin la música, los tambores o las saetas que embellecen las procesiones. Una fe silenciosa, vivida en la misa diaria, en la confesión regular, en la oración mental y en el trato cotidiano con la familia. Este tipo de piedad, menos visible pero más profunda, es la que los pastores están llamados a fomentar entre los fieles.
Recordar que existe el pecado, los mandamientos de la ley de Dios y la necesidad de la confesión no es algo accesorio; es esencial para una vida cristiana plena. Porque, al final, ¿qué vale más: cargar con la cruz en la procesión o cargar con la propia cruz diaria?
Aprovechar el viento del sentimiento
Eso no significa que debamos rechazar las emociones o el fervor que acompañan a las manifestaciones de piedad popular. Al contrario, cuando el viento del sentimiento sopla a favor, debemos aprovecharlo para acercarnos más a Dios. Y cuando sopla en contra, utilizarlo como ocasión para unirnos más a la cruz de Cristo, aunque no haya lágrimas ni saetas que nos acompañen en ese momento. Porque una fe que solo se alimenta de «gustirrinines» es como un barco que solo navega con viento a favor: en cuanto hay tormenta, zozobra.
La riqueza de las hermandades y cofradías en Andalucía es un tesoro que no podemos subestimar, pero que necesita una mayor profundización espiritual y doctrinal para desplegar todo su potencial evangelizador. En última instancia, depende de los sacerdotes y obispos recordar a estos fieles fervorosos que la verdadera fe no está solo en lo que se siente, sino en lo que se vive y se ama, con o sin adornos. Así, las hermandades no solo serán clave en la evangelización, sino también en la santificación de quienes las integran y de quienes las contemplan.
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«La reciente Procesión Magna celebrada en Sevilla, que congregó a más de un millón de personas…»
No. Según Diario de Sevilla, capillita y pepero relamido, se estima que fueron entre quinientas mil y setecientas mil personas las que se tragaron la cabalgata.
«Las calles llenas de devotos que portan pasos de Cristo crucificado o de la Virgen Dolorosa son un recordatorio potente de la fe»
Tampoco. Las calles se llenan de gente como la playa de Conil en agosto pero lo que recuerdan no es la Fe sino el desmadre de la neoiglesia: su ignorancia en cuestiones doctrinales y morales, su modernismo en los cultos y su cambio de la caridad por la acción social.
«Una fe silenciosa, vivida en la misa diaria, en la confesión regular, en la oración mental y en el trato cotidiano con la familia»
Ni van a misa ni tienen intención de hacerlo, la confesión regular la consideran propia de beatas, la oración mental no saben lo que es y en cuanto a la familia, el divorcio está terminando con todas.
Tu comentario rezuma ignorancia del mundo cofrade.
Usted no es el más indicado para hablar de ignorancia, ¿verdad, Probe Migue? Póngase a recoger lodo en su ciudad y no dé la turra.
Tu estarás muy intruido pero la ignorancia sobre las vidas ajenas es inmensa
Su «vida ajena» no le interesa a nadie. Recoja lodo en silencio y no nos lo cuente.
Eso de la oración mental me ha llamado la atención. Es que se enseña eso en algún sitio? O han naceñido sabiéndolo? Porque me parece raro que esa turba lea mucho a Santa Teresa.
No interesa.
Dónde habéis ido a pescar a esta señora, que pontifica de lo que, presumiblemente no conoce? No sé qué piedad popular tendrá en mente, pero ciertamente no se corresponde con la de Sevilla. Para conocer en profundidad el fenómeno hay que ser de aquí o llevar muchos años viviendo aquí.
No interesa.
Ya sabemos con frecuencia no te interesa la verdad, solo TU verdad
No interesa.
Impresionante Catholicus, su “no interesa” hasta ha conseguido atraer a uno de sus principales rivales dentro de la tribu antifrancisquista, el lefe lector, una inigualable victoria que evidencia la primacía neocon.
Es único e irrepetible, hasta marca tendencia, digno de un estudio sociológico.
Un “no interesa” de sacerdote multinicks seria el acabose, la culminación de su obra, el discípulo supera al mentor.
No interesa.