Francisco: «El Espíritu Santo es la fuente siempre caudalosa de la esperanza cristiana»

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En la última catequesis de su ciclo sobre el Espíritu Santo, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje del Apocalipsis que proclama: «El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!».

El Pontífice destacó cómo el Espíritu Santo impulsa a la Iglesia a clamar por la venida de Cristo, no solo al final de los tiempos, sino también en cada momento presente de su peregrinaje. Este clamor, que conecta al Espíritu con la esperanza cristiana, ha evolucionado a lo largo de la historia, y hoy también se dirige al Espíritu Santo como el «alter ego» de Cristo, quien mantiene viva la expectativa y asegura su presencia en la vida de la Iglesia. El Papa subrayó que esta esperanza no es pasiva, sino activa, siendo el Espíritu la fuerza que impulsa a los creyentes a transformar el mundo con valentía y fe.

El Santo Padre resaltó la misión del cristiano como sembrador de esperanza, particularmente en tiempos de incertidumbre. Inspirándose en la carta de San Pedro, exhortó a dar razón de la esperanza con dulzura y respeto, destacando que el amor es la herramienta más poderosa para la evangelización. Además, hizo un llamamiento a confiar en el Espíritu Santo como fuente de fuerza y guía, especialmente en contextos de sufrimiento, como el de Siria. Finalmente, invitó a todos a mirar a Nuestra Señora de Guadalupe, cuya fiesta se celebra mañana, para aprender de ella a confiar en Dios y llevar esperanza al mundo.

Les ofrecemos la catequesis completa del Papa Francisco de este miércoles:

Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza 17. «El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!». El Espíritu Santo y la esperanza cristiana»

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos llegado al final de nuestras catequesis sobre el Espíritu Santo y la Iglesia. Dedicamos esta última reflexión al título que hemos dado a todo el ciclo, es decir: «El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo conduce al Pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra Esperanza». Este título se refiere a uno de los últimos versículos de la Biblia, en el libro del Apocalipsis, que dice: «El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven!”» (Ap 22,17). ¿A quién se dirige esta invocación? Se dirige a Cristo resucitado. De hecho, tanto San Pablo (cf. 1 Cor 16:22) como la Didaché, un escrito de la época apostólica, atestiguan que en las reuniones litúrgicas de los primeros cristianos resonaba en arameo el grito «¡Maràna tha!», que significa precisamente «¡Ven Señor!». Una oración a Cristo para que venga.

En aquella fase más antigua, la invocación tenía un trasfondo que hoy diríamos escatológico. Expresaba, en efecto, la ardiente espera del regreso glorioso del Señor. Y este grito y la expectación que expresa nunca se han desvanecido en la Iglesia. Incluso hoy, en la Misa, inmediatamente después de la consagración, proclama la muerte y resurrección de Cristo «¡Ven, Señor Jesús!». La Iglesia está en espera de la venida del Señor.

Pero esta espera de la venida última de Cristo no es la única. A ella se ha unido también la espera de su venida continua en la situación presente y peregrinante de la Iglesia. Y es en esta venida en la que la Iglesia piensa principalmente cuando, animada por el Espíritu Santo, clama a Jesús: «¡Ven!».

Se ha producido un cambio -o mejor dicho un desarrollo- lleno de significado con respecto al grito «¡Ven!», «¡Ven, Señor!». Éste no se dirige habitualmente sólo a Cristo, ¡sino también al mismo Espíritu Santo! Aquel que clama es ahora también Aquel a quien se clama. «¡Ven!» es la invocación con la que comienzan casi todos los himnos y oraciones de la Iglesia dirigidos al Espíritu Santo: “Ven, oh Espíritu Creador”, decimos en el Veni Creator, y “Ven, Espíritu Santo”, “Veni Sancte Spiritus”, en la secuencia de Pentecostés; y así en muchas otras oraciones. Y es justo que así sea, porque, después de la Resurrección, el Espíritu Santo es el verdadero «alter ego» de Cristo, Aquel que ocupa su lugar, que lo hace presente y operante en la Iglesia. Es Él quien «anunciará lo que ha de venir» (cf. Jn 16,13) y lo hace desear y esperar. Por eso Cristo y el Espíritu son inseparables, también en la economía de la salvación.

El Espíritu Santo es la fuente siempre caudalosa de la esperanza cristiana. San Pablo nos dejó estas preciosas palabras: «Que el Dios de la esperanza los colme, creyentes, de todo gozo y paz, para que abunden en esperanza por la fuerza del Espíritu Santo» (Rom 15,13). Si la Iglesia es una barca, el Espíritu Santo es la vela que la impulsa y la hace avanzar en el mar de la historia, ¡hoy como ayer!

Esperanza no es una palabra vacía, ni nuestro vago deseo de que las cosas vayan bien: la esperanza es una certeza, porque se fundamenta en la fidelidad de Dios a sus promesas. Y por eso se llama virtud teologal: porque está infundida por Dios y tiene a Dios como garante. No es una virtud pasiva, que se limita a aguardar que las cosas sucedan. Es una virtud sumamente activa que ayuda a que sucedan. Alguien que luchó por la liberación de los pobres escribió estas palabras: «El Espíritu Santo está en el origen del clamor de los pobres. Es la fuerza que se da a los que no tienen fuerza. Él dirige la lucha por la emancipación y la plena realización del pueblo de los oprimidos» [1].

El cristiano no puede contentarse con tener esperanza; también debe irradiar esperanza, ser un sembrador de esperanza. Éste es el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a la humanidad entera, especialmente en los momentos en que todo parece incitar a arriar las velas.

El apóstol Pedro exhortó a los primeros cristianos con estas palabras: «Adoren al Señor, Cristo, en sus corazones, estando siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes.». Pero añadió una recomendación: «Sin embargo, háganlo con dulzura y respeto.» (1 Pe 3,15-16). Y esto porque no es tanto la fuerza de los argumentos lo que convencerá a las personas, sino el amor que sepamos poner en ellos. Esta es la primera y más eficaz forma de evangelización. ¡Y está abierta a todos!

Queridos hermanos y hermanas, ¡que el Espíritu nos ayude siempre, siempre, a «abundar en esperanza en virtud del Espíritu Santo»!

[1] J. Comblin, El Espíritu Santo y la liberación, Asís 1989, 236.

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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Mañana celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Pidámosle a nuestra Madre del cielo que nos enseñe a confiar en Dios y a ser sembradores de esperanza en el camino de la vida. Que Jesús los bendiga y la Virgen Morenita los cuide. Muchas gracias.
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Llamamiento

Sigo cada día lo que está ocurriendo en Siria, en este momento tan delicado de su historia. Espero que se alcance una solución política que, sin más conflictos ni divisiones, promueva responsablemente la estabilidad y la unidad del país. Rezo, por intercesión de la Virgen María, para que el pueblo sirio pueda vivir en paz y seguridad en su amada tierra, y para que las diferentes religiones puedan caminar juntas en amistad y respeto mutuo por el bien de esa nación, afligida por tantos años de guerra.

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Comentarios
13 comentarios en “Francisco: «El Espíritu Santo es la fuente siempre caudalosa de la esperanza cristiana»
          1. Si no supiera a quién escribo no lo habría corregido inmediatamente, «avispao». Más ha tardado usted en darse cuenta de tan «divertido» error del sistema (que salta cuando le da la gana). Bueno, lo de «divertido» es un decir, dada su histriónica risa fingida, pues sólo podría resultar divertido en una guardería o en un psiquiátrico. Y usted ya no tiene edad de ir a la guardería. En fin, ¿eso es todo lo que se le ocurre decir para seguir trolleando? Pues eso sí que denota algún trastorno. ¿Se ha ido usted a hacer ese supuesto test? Supongo que no: ya sabe el resultado (y los demás también).

        1. Si hicieras el PVT0 FAVOR de estarte QUIETO, además de superar esa incontinencia de responder tipo metralleta, no andarías luego pidiendo perdones y añadiendo la consabida fe de Ratas.
          Explosiva mezcla, fariseísmo, proyección psicológica, soledad erótica y TDAH. Menudo cromo humano estás hecho, criaturita del copón.
          No te quiere ni san Dios.

          1. Gay MostrencoPF, ahorre letras (que además escribe muy mal y luego mete 40 y tantas faltas ortográficas en una sola deposición): perpetrar actos homosexuales sigue siendo pecado y si no se arrepiente se irá al infierno. Además de no interesarle otra cosa, no precisa saber nada más. Ahórrese el esfuerzo, a ver si en una de sus pataletas se le vuelve a estrangular la hernia; o peor: hinca el pico… y al averno.

  1. «¿Cómo no voy a nombrar al camarada José Comblin? Los otros eran todos rígidos y cuenta rosarios. Pero este, che, fue un rebelde.
    Cualquier día cito a los Quila-Pallún para hacer rabiar a todos.
    ¡Oh también!»

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