El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha sido el encargado de presentar las conclusiones del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.
La sesión final se celebró en la nave del Crucero, donde se colocó el paso de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder en el trascoro, acompañado por otras devociones que participarán en la procesión de clausura de esta tarde.
Bajo el lema “Una audaz renovación de la mirada”, el documento que recoge las conclusiones del congreso se organiza en cuatro líneas principales de acción y siete propuestas concretas. Durante su intervención, el arzobispo agradeció a los asistentes su participación y las valiosas aportaciones realizadas, destacando que el congreso ha cumplido su propósito como espacio de diálogo y crecimiento mutuo. En sus palabras, el evento ha sido una invitación a renovar la mirada de las hermandades y cofradías para que sean fermento en el mundo actual.
El primer eje destacado ha sido el encuentro, entendido como un espacio para acercarse a Dios en comunidad. Recordó las palabras del legado pontificio, Edgar Peña, sobre la fraternidad como antídoto frente al aislamiento contemporáneo y como base para superar la soledad. Subrayó que la pertenencia a una hermandad tiene un fuerte vínculo con el núcleo familiar, por lo que estas organizaciones van más allá de simples asociaciones caritativas o de ayuda mutua.
La reflexión fue el segundo punto clave, un ejercicio que proporciona luces para el presente y una hoja de ruta para el futuro. Partiendo de los pilares de las reglas de las hermandades -culto, formación y caridad-, se destacó la necesidad de abordar sus funciones desde perspectivas antropológicas, históricas, teológicas y eclesiológicas. Además, se resaltaron dos grandes temas de reflexión: la evangelización y la identidad de las hermandades, ambas entendidas como caminos para testimoniar una fe vivida, celebrada y compartida.
La contemplación, tercer eje del congreso, fue presentada como un aspecto urgente en una sociedad acelerada que deja poco espacio para el silencio. Monseñor Saiz invitó a los asistentes a reflexionar sobre la importancia de la mirada en las imágenes sagradas, que no solo inspiran veneración, sino también un encuentro con lo trascendente. Citando al papa Francisco, pidió que nunca se pierda de vista la humanidad de Cristo reflejada en esas imágenes.
El último eje, la misión, subrayó la importancia de traducir la piedad popular en acciones concretas de amor y servicio. Las hermandades, arraigadas en sus comunidades de fe, tienen un papel esencial en la evangelización y en la acción social de la Iglesia. Este compromiso social no debe entenderse como una respuesta a demandas externas, sino como una dimensión intrínseca de la espiritualidad de las hermandades.
En cuanto a las conclusiones prácticas, el arzobispo presentó siete propuestas que incluyen el redescubrimiento de la mirada transformadora de Dios, la comunión eclesial como fundamento de las hermandades, la liturgia como fuente de santificación, el testimonio valiente del Evangelio, la creatividad en la caridad para responder a las necesidades actuales, la prioridad de la formación cristiana y la creación de un observatorio que analice los desafíos contemporáneos de las hermandades.
Monseñor Saiz concluyó destacando que las hermandades están llamadas a ser escuelas de santidad, depositarias de una rica tradición y protagonistas de una evangelización que conecta fe y vida, siendo un reflejo de una Iglesia comprometida con el servicio a la humanidad.