El Vaticano ha dado luz verde al rito maya de la Misa, el cual incluirá danzas tradicionales, participación de mujeres en el uso del incienso y un papel destacado para laicos en la dirección de algunas oraciones litúrgicas.
El anuncio fue realizado por el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel en un artículo publicado en Exaudi, quien ha sido uno de los principales impulsores de esta iniciativa. En su columna semanal del 13 de noviembre, Arizmendi expresó con satisfacción que el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con la autorización del Papa, concedió el 8 de noviembre el tan esperado reconocimiento para las adaptaciones litúrgicas de la Santa Misa en las comunidades indígenas tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal y zoque de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
“El reconocimiento del Vaticano valida estas adaptaciones como parte legítima de la liturgia de la Iglesia”, escribe Arizmendi en su columna. Según sus palabras, estas adaptaciones “no son simples costumbres vistas con sospecha, sino una expresión válida del rito romano en contexto cultural indígena”.
El cardenal subrayó la relevancia de este logro, señalando que es el segundo rito de este tipo aprobado desde el Concilio Vaticano II, junto al rito de Zaire en África. Al igual que el Papa Francisco, Arizmendi destacó que estos ritos representan una encarnación de la fe adaptada a expresiones culturales locales, subrayando que no se trata de innovaciones ajenas, sino de prácticas ya existentes que se integran al rito romano.
Danzas rituales y expresión cultural en la Misa
El rito maya aprobado incluye la incorporación de danzas rituales en momentos específicos de la celebración, como el ofertorio, la oración de los fieles y la acción de gracias después de la comunión. Arizmendi explicó que estas danzas consisten en movimientos sencillos y contemplativos, acompañados por música tradicional indígena, los cuales buscan expresar el mismo significado que los gestos del rito romano, pero adaptados a la cultura local. “No se altera el contenido de la Misa, sino su expresión”, afirmó el cardenal.
Otra novedad destacada es que las mujeres asumirán el ministerio de incensar el altar y otros elementos de la liturgia, un rol tradicionalmente reservado al sacerdote. Según Arizmendi, esta práctica responde a una costumbre indígena donde son las mujeres quienes manejan el incienso en momentos de oración. “Después de que el sacerdote bendiga el incienso, la mujer incensará el altar, las imágenes, el libro del Evangelio, los ministros y la asamblea”, utilizando un incensario propio de la cultura maya.
El nuevo rito también permitirá que laicos de reconocida importancia moral dirijan ciertas partes de la oración comunitaria, aunque bajo la supervisión del sacerdote. Estos momentos incluyen la introducción a la Misa, la enumeración de intenciones, la petición de perdón, la oración de los fieles y la acción de gracias después de la comunión. Arizmendi aclaró que esta innovación “no desplaza al sacerdote como presidente de la celebración, sino que permite una mayor participación de la comunidad”.
En palabras del cardenal mexicano, “el líder laico guía y promueve la oración de todos, sin orar solo en su nombre”, destacando que “esto no cambia el contenido del rito romano, sino que lo adapta a una expresión cultural específica”. El objetivo, afirmó, es facilitar una mayor integración de las tradiciones indígenas en la liturgia católica, ayudando a estas comunidades a alcanzar una plenitud en Cristo y en la Iglesia.
Con esta decisión, el Vaticano vuelve a mostrar su doble vara de medir. Mientras censura y prohíbe la Misa tradicional, acepta y promueve nuevos ritos de la Misa de corte pagano que nada tienen que ver con la tradición. Una nueva manifestación de cómo la Santa Sede busca amoldarse a los tiempos presentes en detrimento de mantener y defender la liturgia y la tradición de siempre.
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