El gobierno de Nicaragua ha expulsado al obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, de 75 años.
Según medios locales, la expulsión se produjo después de que monseñor Herrera calificara de «sacrílego» el acto de colocar música a alto volumen frente a la Catedral San Juan Bautista durante una eucaristía celebrada el 10 de noviembre. En su homilía, el obispo expresó: «Esto es un sacrilegio lo que están haciendo el alcalde y todas las autoridades municipales». Además, instó a los fieles a «pedir perdón a Dios por ellos y por nosotros».
Monseñor Herrera se encuentra actualmente en Guatemala, alojado en una casa de la Orden de Frailes Menores. Su destierro se suma al de otros prelados nicaragüenses: monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa, y monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, obispo de Siuna, quienes fueron expulsados el 13 de enero de 2024. En 2019, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, también se exilió tras recibir amenazas de muerte.
La Iglesia católica en Nicaragua ha sido objeto de múltiples ataques por parte del gobierno. Se han registrado 879 incidentes contra la institución, incluyendo la prohibición de 9.688 eventos religiosos y la reciente restricción a los sacerdotes para administrar la unción de enfermos en hospitales y clínicas.
La comunidad internacional y organizaciones eclesiásticas han expresado su preocupación por la situación en Nicaragua, instando al respeto de los derechos humanos y la libertad religiosa en el país centroamericano. La diplomacia vaticana tiene de nuevo una ardua tarea por delante para resolver este nuevo atropello contra miembros de la Iglesia.
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