En una curiosa muestra de desinterés por 19.000 euros, Cáritas Burgos ha decidido no suscribir con el Ayuntamiento la prórroga del convenio de acogida temporal para inmigrantes a menos que se incluya en el presupuesto de 2025 a otras ONG como Burgos Acoge, Accem y Atalaya, dejadas fuera del acuerdo a petición de Vox en las negociaciones presupuestarias.
Parece que, al fin y al cabo, esa suma debe ser demasiado poco para una organización que, en otros contextos, se desvive por cada céntimo para atender a los más vulnerables. La renuncia, anunciada a bombo y platillo, se produjo tras una reunión entre representantes de las organizaciones, la alcaldesa Cristina Ayala, el portavoz de Vox Fernando Martínez Acitores y la concejala de Servicios Sociales, Andrea Ballesteros.
Desde Cáritas han dejado claro que este desplante es fruto de la solidaridad entre ONG, una causa más elevada que los «míseros» 19.000 euros que estaban sobre la mesa. Porque, claro, ¿qué son 19.000 euros comparados con la posibilidad de hacer un gesto heroico? En el comunicado enviado a los medios, la organización se muestra firme en su propósito de no aceptar el convenio mientras las demás entidades no sean reintegradas en el presupuesto municipal. El mensaje está claro: solidaridad sí, pero solo si estamos todos.
Por su parte, Andrea Ballesteros, concejala de Servicios Sociales del PP, ha señalado que los trabajadores sociales del Ayuntamiento han solicitado una reunión para evaluar cómo esta postura afectará al trabajo diario. No cabe duda de que valorar el impacto de perder este apoyo «mínimo» es una cuestión delicada, pero mientras tanto, Cáritas se reafirma en su «renuncia ejemplar» como la muestra más pura de unidad y principios… aunque cueste algunos miles de euros.
Todavía muchas personas de buena voluntad creen que Cáritas es una ONG católica, y se ha convertido ya en un ariete ideológico de la izquierda más radical.