El ex vicario general de la diócesis de Bilbao, José Ángel Ubieta, ha fallecido a los 98 años en el Hogar sacerdotal de San Vicente, en Bilbao.
Nació en la capital vizcaína el 21 de marzo de 1926. Fue, entre otras cosas, formador del Seminario, Vicario General, Director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral o responsable del Servicio Vicarial del Clero, además de su trabajo en parroquias y participación en numerosos Consejos y Comisiones diocesanas. Fue condecorado con la Mención Honorífica Carmelo Etxenagusia en 2018.
La diócesis de Joseba Segura se despide de él asegurando que «fue una persona buena, sabia, amable, humilde, educada y detallista», aunque la realidad es que no es oro todo lo que reluce.
Entre 1968 y 1980 este sacerdote fue vicario general de la Diócesis de Bilbao. En abril de 1969 se produjo el asesinato del taxista Fermín Monasterio, primera víctima mortal de ETA en Vizcaya. Días más tarde fueron detenidos primero varios curas, acusados de facilitar la huida del terrorista, y poco después José Ángel Ubieta, que quedó en libertad tras tres días de arresto.
En aquel momento, el Administrador Apostólico denunció la violación del Concordato a raíz de las detenciones, defendió el secreto profesional en el caso de su vicario y arremetió contra los medios que acusaron a su vicario de proteger al pistolero de ETA.
Pedro Ontoso en su libro Con la Biblia y la Parabellum recoge que casi 48 años después del crimen, Dori Monasterio se entrevistó con el que era en 1969, año del asesinato, vicario de la diócesis de Bilbao, José Ángel Ubieta, a quien varios curas llegaron a señalar como el hombre que amparó la cobertura del asesino de Monasterio. «No perdono a quien asesinó a mi padre. Él no tuvo nunca ningún interés por la familia que rompió», explicó Dori al autor del libro.
Caso Añoveros
Este sacerdote también estuvo envuelto en el caso Añoveros. El 24 de febrero de 1974, se leyó en las parroquias de Vizcaya una pastoral del obispo Antonio Añoveros titulada “El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos”, a favor de la independencia de Vascongadas. Esto provocó la mayor crisis entre la Iglesia y el régimen de Franco. José Ángel Ubieta era entonces el vicario general de la Diócesis.
Uno de los puntos del texto decía lo siguiente: «El pueblo vasco, igual que los otros pueblos del Estado español, tiene derecho a conservar su propia identidad, cultivando y desarrollando su patrimonio espiritual, dentro de una organización sociopolítica que pueda reconocer su justa libertad».
El Gobierno de España liderado en aquel momento por Arias Navarro reaccionó con firmeza ante ese desafío, acusando al obispo Añoveros de haber atacado la unidad de España. Así, el 27 de febrero, el obispo de Bilbao y su vicario, José Ángel Ubieta, fueron obligados a permanecer bajo arresto domiciliario, sin poder moverse de su residencia habitual.
Posteriormente, el Gobierno envió un avión al aeropuerto de Sondika para trasladar expulsar a ambos eclesiásticos rebeldes fuera del país. Sin embargo, el obispo Antonio Añoveros manifestó que no abandonaría la diócesis de forma voluntaria, y que solo lo haría, si el Gobierno utilizaba la fuerza, o si el Papa Pablo VI le pedía que dejara el obispado. El cardenal Tarancón convocó entonces el Comité Ejecutivo del episcopado, y redactó una nota donde se recordaba la pena de excomunión para aquellos que «directa o indirectamente impidiesen la jurisdicción eclesiástica de un obispo«.
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores llegó a preparar una nota de ruptura de les relaciones con el Vaticano. Finalmente, el “caso Añoveros” se solucionó por una intervención personal de Franco, que no quiso enfrentarse a la Iglesia.
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Menudos pájaros
En qué habría ofendido el taxista a la sacrosanta e implacable patria vasca…
Que la tierra te sea putrefactiva.
Que bien, van cayendo, van cayendo!!!
A ver cuando le toca el turno al cura etarra Treviño al que Prado Ayuso ha nombrado arcipreste.
Gran error de Franco, no haber puesto en su sitio a Tarancón y de paso a Montini.
El que da primero da dos veces y, como dijeron los teólogos de Salamanca ante la consulta de Carlos I, cuando el Papa (o el obispo) se pone el casco se quita la mitra.
Qué se lo pregunten al obispo Acuña.
Un hijo de la gran puta menos. Pertenece al amplio número de eclesiásticos que contribuyeron a diezmar la Iglesia en España.
¡Y vaya con la tardanza en morirse!
Uno más en el infierno
Llegó el juicio de Dios. Ojalá se haya arrepentido del mal cometido. Misericordioso es Dios pero para los que se arrepienten y eso sí, el Purgatorio no es una broma para pagar por los pecados, aún salvándose.
Que Dios lo tenga en su gloria y que le perdone el mal que haya podido hacer. Una cosa es enjuiciar determinados actos o actitudes y otra es hacerlo sobre la persona.
Luis H, ¡otro que tal baila!. Dios NO quiere a los tibios en el cielo
Un HdP menos. Qué buena racha llevamos, el «tovarich» Gutierrez y este «aberzao»; bien, bien, bellacos no faltan, menos mal que ya los van entresacando.
Si,los » van entre sacando»pero qué longevos son los jodíos!.»Otro que se les va»diría D.Paco Pepe .A ver si estamos en racha y se van yendo a pares ,mejor,a cientos y se regenera esta pobre Iglesia.
DIOS MÍO, VEN EN NUESTRO AUXILIO, ¡SEÑOR DATE PRISA EN SOCORRERNOS!. AMÉN