El pasado 1 de octubre, monseñor Erik Varden cumplió cinco años como obispo de la diócesis de Trondheim, en Noruega.
Hace escasas semanas, los obispos escandinavos le eligieron como presidente de la Conferencia Episcopal nórdica. Converso al catolicismo, ingresó como monje en la Orden Cisterciense hasta que el Papa Francisco le nombró obispo en el año 2019.
Desde entonces, la figura de Erik Varden ha ido destacando por sus valiosos escritos, libros y conferencias llenas de fe y de esperanza. Cuando Varden estuvo de gira por España el año pasado, tuve la oportunidad de asistir a un par de conferencias suyas. A pesar de ser del norte de Europa, es una persona cercana, sonriente y con gran sentido del humor. Es -sin duda- uno de los obispos que está llamado a ser referente para el episcopado europeo por su labor pastoral e intelectual.
Les ofrecemos la entrevista con monseñor Erik Varden:
P-Como el Cardenal Arborelius, usted es un converso al catolicismo, ¿cómo descubrió la fe?
R-Cuando crecí en los años 70 y 80, todavía quedaba un vestigio del cristianismo en Noruega. Por lo tanto, conocía las enseñanzas cristianas, aunque mi comprensión de ellas era simplista y equivocada. Mis asociaciones eran principalmente negativas. Descubrí la fe como algo real a través de la lectura, la música, ciertos encuentros y mis primeras experiencias con la oración litúrgica y en silencio. Mi propia historia me lleva a reflexionar que la rápida secularización de Europa podría ser una bendición disfrazada. A medida que nuestro continente se aleja cada vez más de la fe, puede dejar de lado muchos estereotipos falsos. Esto podría allanar el camino para nuevos descubrimientos, preparando a las personas para la frescura y novedad de la fe, que ofrece respuestas coherentes, inspiradas y humanitarias a las cuestiones de nuestro tiempo.
P-Es obispo de Trondheim desde 2020, ¿qué significó para usted este nombramiento?
R-Fue una transición difícil. Soy monje cisterciense y, cuando llegó el nombramiento, era abad de mi comunidad. Amo la vida monástica y la vocación monástica. La idea de desarraigarme fue dura. Igualmente, fue complicado dejar una comunidad a la que cuidaba y por la que sentía responsabilidad. Necesité tiempo para procesar estos sentimientos profundos, para hacer duelo. Una vez completado ese proceso, pude mirar hacia el futuro y abrazar con alegría la providencia de esta nueva situación. Sigo encontrando una gran alegría en ello. Hay una oración en la liturgia de la Iglesia que llama a la providencia de Dios «infalible». Percibo algo de ese misterio en mi vida, lo cual me llena de asombro y gratitud.
El mayor y principal desafío es uno perenne e inmutable: vivir vidas cristianas coherentes, creíbles y fieles
P-Recientemente, los obispos le eligieron presidente de la Conferencia Episcopal Nórdica. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la Iglesia en estos países?
R-El mayor y principal desafío es uno perenne e inmutable: vivir vidas cristianas coherentes, creíbles y fieles. La propuesta cristiana es inmensa. Nos invita a reconsiderarlo todo, a vivir en el presente con el corazón puesto en la eternidad, a descubrir cada vez más un amor que exige una entrega total y, al mismo tiempo, permite una plenitud de vida inimaginable. Luego están los desafíos más inmediatos: acompañar a una Iglesia local que está creciendo; apoyar a las familias; educar a los jóvenes y hacerles comprender lo que realmente es la vida en Cristo; proporcionar un testimonio cristiano en el discurso cultural y político de tal manera que nuestra voz sea clara, firme, amable, respetuosa y vivificante.
P-El año pasado realizó una gira por España presentando su último libro llamado ‘Castidad’. ¿Por qué decidió escribir sobre este tema?
R-Creo que todos percibimos que nuestra sociedad está confundida en cuanto a las cuestiones de la sexualidad. A menudo, el discurso sobre este tema va acompañado de ansiedad y enojo. Pensé que debía haber un enfoque más constructivo, y partí de una exhortación en la Regla de San Benito, donde el Padre del monaquismo occidental simplemente nos dice: «¡Ama la castidad!» ¿Puede la castidad ser algo digno de amor? Sí, puede serlo. Si se entiende correctamente, no se trata de una negación de la sexualidad, sino de la integración de la naturaleza humana en todos sus aspectos, de una reconciliación de los sentidos. La persona verdaderamente casta es íntegra. ¿Y quién no quiere ser íntegro?
P-Cada vez hay más voces dentro de la Iglesia que buscan cambiar la moralidad sexual. ¿Por qué cree que esta virtud está siendo tan atacada?
R-La moralidad sexual no es en sí misma, estrictamente hablando, una virtud; su objetivo es indicar cómo vivir de manera virtuosa. Creo que lo primero que debemos hacer es centrarnos en el objetivo: redescubrir cuáles son las virtudes, comunicarlas de manera que su poder liberador y su potencial embellecedor se hagan evidentes. Entonces será más fácil hablar inteligiblemente sobre el camino que lleva a ese objetivo. La enseñanza católica sobre la sexualidad a menudo se presenta de manera terriblemente reduccionista, a veces, hay que decirlo, dentro de la propia Iglesia. En realidad, la Iglesia tiene una visión extremadamente matizada, realista y esperanzadora de la naturaleza sexual de la humanidad. Es una gran tarea —una tarea que todos compartimos— redescubrir ese gran patrimonio y darlo a conocer. Se lo debemos a los hombres y mujeres, y especialmente a los jóvenes, de nuestro tiempo.
P-¿Existe cierto miedo a predicar y hablar honestamente sobre la castidad y la sexualidad humana desde una perspectiva antropológica cristiana?
R-Si hay miedo, supongo que es principalmente porque las personas no saben qué decir. Mi ensayo sobre la castidad fue un intento, por lo tanto, de recuperar un vocabulario esencial con la esperanza de que pueda ser útil para otros como base para conversaciones genuinas.
Mi cuerpo no es solo un envoltorio incidental para un yo esencial imaginado
P-En la carta pastoral publicada por los obispos escandinavos en marzo de 2023, se afirma, en referencia al movimiento LGBT, que «no estamos de acuerdo cuando este movimiento propone una visión de la naturaleza humana separada de la integridad corporal de la persona, como si el género físico fuera algo accidental». ¿Podría profundizar un poco más en esta idea?
R-Ser humano es existir en una gran tensión. Es ser polvo llamado a la gloria. Es estar desgarrado entre apetitos animales y aspiraciones angélicas. Dios, según leemos en Génesis, sopló su Espíritu en nuestra carne cuando nos hizo a su imagen. Por eso un Salmo puede proclamar: «Mi carne te anhela». ¡Es una declaración extraordinaria! Y señala uno de los principios fundamentales de nuestra fe: «Creo en la resurrección de la carne». Mi cuerpo no es solo un envoltorio incidental para un yo esencial imaginado. Yo soy mi cuerpo. Es un error reducir la personalidad a una abstracción, como si fuera solo una idea en nuestra mente, potencialmente cambiable a voluntad. Nuestra gran tarea es abrazar el potencial de bondad de lo que realmente somos, creer que somos amados de esta manera, llamados a amar de esta manera, y que de esta manera, por la gracia, podemos alcanzar la santidad.
P-¿Cuál es el papel de los obispos en cuanto al depósito de la fe?
R-Me encanta el relato de la visita de Giovanni Battista Montini al Papa Pío XII cuando este último lo nombró arzobispo de Milán. Cuando Montini se marchaba, el papa simplemente le dijo: Depositum custodi (“guarda el depósito”), que es una línea de la Primera Carta de San Pablo a Timoteo. Habla de la importancia de recibir la plenitud de la fe, transmitida por los apóstoles, y asegurarse de que lo que entregamos a otros, a la siguiente generación, no sea menos que esa plenitud. Es un desafío que nos afecta a todos. Pero es evidente que la responsabilidad de los obispos en este sentido es especialmente grande. Es una responsabilidad pesada, pero también feliz, a medida que descubrimos cada vez más la maravillosa riqueza de la fe.
P-¿Cree que la Iglesia necesita cambiar y transformarse?
R-La Iglesia está llamada a reflejar a Cristo en el mundo, es decir, a manifestar lo que los Padres llamaban la «forma Christi». Para ello, es semper reformanda. Lo cual no quiere decir que deba ocuparse siempre de cambiar muchas cosas. Quiere decir, fundamentalmente, que debe asegurarse de parecerse a Cristo y tratar activamente de convertir cualquier aspecto de sus hábitos o prácticas que comprometa su semejanza con Él. A todos nos gusta fijarnos en los defectos de otras personas o grupos. Pero este trabajo de conversión debe empezar siempre por uno mismo. Un periodista preguntó una vez a la Madre Teresa de Calcuta: Madre, ¿qué debe cambiar en la Iglesia? Ella le miró fijamente y le dijo: «Yo debo cambiar», y luego añadió, con una sonrisa, creo: «Y tú…» Aquí tenemos el esquema de los términos de una vida cristiana fructífera.
P-Finalmente, ¿qué mensaje daría a los católicos de todo el mundo cuando pierden la fe y la esperanza al ver la compleja situación que les rodea?
Recuerden: vivimos en un mundo infinitamente amado. Nosotros mismos, personalmente, somos infinitamente amados. Vivan de una manera que corresponda al amor. Si sienten que no tienen amor, intenten actuar como si lo tuvieran: movilicen su voluntad y propósito. Si lo hacen en nombre de Cristo y mantienen su corazón abierto a recibir su gracia, entonces se les dará amor. Y comenzarán a descubrir, de maneras pequeñas y ordinarias pero maravillosas, lo que significaban las palabras finales del Señor el día de la Ascensión: «Yo estoy con vosotros siempre».
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Señor,ten Piedad de mí;
ten Piedad de mí, Señor.
Mira que Es tu Ser Amor,
y estoy recurriendo a Ti.
Mira que por mí te vi
en Gólgota y en Tabor;
y me acerco con temblor
buscando escucharte: SÍ.
Mira que un día tus Llagas
Manaron Sangre Preciosa,
con la que puedo lavarme.
Te pido,Señor,que Hagas
que llegue a ser una rosa
que ya no pinche al cortarme…
Santa María,Atanudos …………………………………………. Meditando en lo bien que pinta este obispo,reflexiono en que siempre-y hoy más que nunca-,El Señor y su Madre Tienen que estar atando nudos. En cada persona;en la sociedad;en la Iglesia… Han de llevar a cabo esa figura jurídica conocida como «reanudación del tracto». Porque el tracto-de cada uno,de la sociedad,de la Iglesia- lo estamos rompiendo a cada momento. Santo Tomás nos asombra al afirmar que El Señor-por ser tal de sus Sacramentos-,Está por encima de ellos,y Puede puentearlos cada vez que Quiera.Y en nuestras vidas-particulares,sociales, y eclesiales-,pienso que Hace otro tanto. Me quita el sueño pensar cómo del futuro conclave pueda salir un papa válido,y reanudar así el tracto sucesorio.Pero pienso que,en dos mil años de historia,más de una vez tal validez ha estado muy comprometida. ¿Cómo se ha salido adelante?.Pues creo que con una anudación misteriosa e inefable,de la que ni siquiera somos conscientes,y no lo seremos hasta el Día del
Queremos mas de estos obispos en el mundo . Dios nos escuche .
Creo que Mons Varden debió ser nombrado cardenal este año.
Digno sucesor de Pedro si el puente de mando de la Barca de Pedro no estuviese en manos de los bárbaros.
Y le dijo Pio XII a Montini, guarda el depósito, de la fe, . Tranquilo, no se preocupe santidad contestó Montini, y cuando fue nombrado papa, el deposito custodi se lo pasó por el arco del triunfo. Y el depósito de la fe es ahora es una tómbola sinodal democracia diabólica donde cada majareta echa sus ocurrencias al bombo y esperar que salga un disparate mas. Esa es la iglesia modernista, esa es la que manda, esa es la que nos está aplastando, mientras contemplamos el dantesco espectáculo con ojos estúpidos, esperando un milagro que no va a llegar. Goretsi Jainkoa.
Cada vez resulta mas claro que se vislumbran en los sacerdotes jóvenes un principio de restauración del auténtico sacerdocio. Ya tiene que morir esa generación de viejos prematuros, nefastos, que fueron todos los del Concilio.
La virtud de la castidad es tan íntegra, para quienes la aprecien como algo valioso para su espiritualidad, como la virtud de la práctica se xual es igual de íntegra para quienes la quieran vivir en libertad y fidelidad, como regalo de Dios que es.
MONSEÑOR VARDEN, DIOS LO GUARDE POR SIEMPRE. QUE DISTINTO A LOS 21 CARDENALES QUE NOMBRÓ EL PAPA. HAY SACERDOTES Y GENTE BUENA MUCHA. AMÉN