Valentín Aparicio Lara, sacerdote diocesano de Toledo, ha concedido una entrevista para El Español en la que habla de su labor evangelizadora.
Este sacerdote es de los que además de sus múltiples encargos pastorales, se ha sumergido en las redes sociales para evangelizar a través de distintas plataformas. El padre Valentín cuenta con 55.000 seguidores en Youtube y 17.000 en Instagram y ofrece cada día un rato de meditación y reflexión sobre el Evangelio mientras desayuna.
Actualmente es Vicerrector del Seminario Mayor diocesano y Secretario General de Estudios del Instituto Teológico. Combina su labor formativa con la divulgativa a través de su canal de YouTube @curadetoledo.
El padre Valentín considera que Dios puede comunicarse incluso a través del algoritmo de las redes sociales. Según explica, ha sido testigo de cómo su contenido llega a personas que necesitaban escuchar un mensaje específico en momentos clave de sus vidas. «Dios es mi canal de distribución», asegura, destacando la increíble coincidencia de que su mensaje llegue justo cuando es más necesario.
Este fenómeno, según el sacerdote, responde a una sed espiritual latente en muchas personas. «Vivimos en una cultura secularizada donde Dios no está presente, y la gente está rota, buscando sentido y propósito», explica. A través de sus vídeos, muchos han encontrado esa paz y alegría que no lograban en otros aspectos de su vida.
Redes sociales: ¿Un patio o una puerta al templo?
El papel de las redes sociales en la vida de los fieles no está exento de desafíos. «Las redes a veces son un lugar donde la gente escupe su ira», señala, reconociendo que el ambiente tóxico de algunos espacios virtuales puede dificultar el acercamiento a la fe. Sin embargo, subraya que para muchas personas, las redes son una ayuda para iniciar ese camino hacia Dios. No obstante, insiste en que el teléfono móvil solo debe ser un medio, no el fin: «No vas a encontrar a Dios en una pantalla, sino en la iglesia».
Uno de los retos más complejos para un sacerdote en las redes es luchar contra la vanidad y enfrentar a los llamados «haters». El padre Valentín tiene claro que la clave está en la oración diaria: «Lo importante es vivir bajo la mirada de Dios y no bajo la mirada de los demás». Esa dependencia de la opinión ajena, tanto positiva como negativa, puede ser perjudicial, por lo que él busca centrarse en su misión sin dejarse influir por los aplausos ni por las críticas.
El desafío de predicar en tiempos difíciles
Como figura pública en redes sociales, el padre Valentín ha tenido que enfrentarse a temas sensibles como el matrimonio o el aborto, siendo siempre fiel a su doctrina. «No puedo llamar a lo blanco negro, y viceversa», afirma con convicción, señalando que, aunque respeta todas las opiniones, no puede traicionar las enseñanzas del Evangelio.
El sacerdote también reflexiona sobre el contraste entre el cuidado físico y la falta de atención al bienestar espiritual en la sociedad actual. «Nos preocupamos mucho por el físico, pero dentro de nosotros hay una relación con Dios que, si no cuidamos, terminamos pagando un peaje», advierte, aludiendo a la «anemia espiritual» que percibe en muchos de sus seguidores. Esta desconexión con la fe se agrava en una sociedad cada vez más individualista y egoísta.
La juventud y la iglesia del siglo XXI
Sobre los jóvenes, el padre Valentín destaca su sensibilidad hacia los problemas sociales, pero advierte sobre la creciente desorientación que sufren. «Se les ha enseñado a vivir el momento, pero no a enfrentar las dificultades», lo que genera una fragilidad emocional que, según él, es preocupante en una sociedad cada vez más frágil.
Cuando se le pregunta si la Iglesia debe evolucionar para adaptarse a los tiempos, el sacerdote es claro: «La Iglesia no es un partido político y no tiene que adaptarse a los tiempos, sino volver a los orígenes»**. Para él, el mensaje de la Iglesia es eterno y no debe cambiar, aunque sí considera que la forma de comunicarlo puede adaptarse a los nuevos medios.
En este sentido, reafirma su compromiso con el celibato y su rechazo a la bendición de uniones homosexuales, sosteniendo que la fidelidad a la palabra de Dios debe ser inquebrantable. «No puedo amar a nadie como amo a Dios», asegura, expresando la intensidad de su relación con la divinidad.
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Facta, non verba.
Es verdad. Hace falta decírselo a Su Sinodad.
Próximamente…»misericordiado» de acuerdo a los usos actuales que bajan desde la colina vaticana.Ejemplos abundan y sobran.( Sacristía de la Vendée,P.Olivera Ravasi,etcetc )
A veces creo que se ha perdido el fin trascendental de las cosas espirituales!!!!! Confunden hostia consagrada con un pedazo de pan que salió de la panadería para repartir a los comercios del barrio !!!!!
Gracias, Padre, Dios bendiga su apostolado y su vida!
como al pelota correveidile y baboso mayor del papa se entere de lo que ha comentado, ira corriendo derrapando y babeando darle la novedad a su santidad, y proceder a hacerle la vida imposible hasta hundirlo humillarlo y defenestrarlo.
Recemos y recemos por los pocos sacerdotes verdaderamente católicos, como este sacerdote Valentin de Toledo..
Éstos son los presbíteros que necesita la Iglesia. Nuestra fe ha de fundamentarse en los orígenes. La comunidad cristiana ha de ser fiel al Evangelio y no convertirse en una ONG, como muchos obispos y curas predican.