El cardenal Anders Arborelius lleva al frente de la Iglesia sueca desde que san Juan Pablo II le nombró obispo de Estocolmo en 1998.
Este próximo 24 de septiembre el cardenal Arborelius cumplirá 75 años, por lo que deberá presentar su renuncia al Papa tras más de 25 años liderando la Iglesia en Suecia. El cardenal Anders Arborelius, el primer sueco en la historia en ser nombrado cardenal, ha desempeñado un papel crucial en la vida de la Iglesia Católica en Escandinavia.
Desde su nombramiento por el Papa Francisco en 2017, ha guiado a la comunidad católica de Suecia con una profunda espiritualidad y un enfoque pastoral cercano. En esta entrevista, Arborelius reflexiona sobre su experiencia como líder de una minoría religiosa en un país secular y su visión sobre el futuro de la Iglesia.
P-Usted procede de familia luterana, ¿cómo fue su proceso de conversión al catolicismo?
R-Nunca fui muy activo en la iglesia luterana, pero siempre rezaba en casa con mi madre. De niño y joven conocí a las Hermanas de Santa Brígida, que me impresionaron por su fe y su preocupación amorosa. Poco a poco, me sentí cada vez más atraído por la Iglesia católica. Al terminar el bachillerato, empecé a seguir la instrucción en la fe católica durante medio año en Malmö, mientras estudiaba lenguas modernas en la Universidad de Lund. Fue un largo proceso de crecimiento en la fe.
P-¿Qué le motivó a ingresar a la orden de los carmelitas descalzos?
R-Mi primer contacto con la tradición carmelita fue a través de Santa Teresa del Niño Jesús, leí su Autobiografía y me impactó su visión de vivir en el corazón de la Iglesia, en una contemplación fecunda para la misión de la Iglesia.
P-Lleva usted al frente de la Iglesia en Suecia desde 1998, ¿cómo ha evolucionado el catolicismo en su país en estos últimos 25 años?
R-Poco a poco, la Iglesia católica ha sido cada vez más aceptada como parte del paisaje religioso de Suecia. Muchos de los antiguos prejuicios anticatólicos parecen desaparecer. Aunque la gente no acepte todo lo que hay en nuestra fe y tradición, hay un cierto respeto y aceptación de que la Iglesia puede unir a personas de distinta nacionalidad y origen social. La gente respeta al Papa y a la Iglesia por promover la paz y el diálogo.
P-El próximo 24 de septiembre cumple 75 años por lo que tendrá que presentar su renuncia al Papa. Cuando nombren a su sucesor, ¿qué retos cree que tendrá por delante?
R-Mi sucesor debe intentar unir a los diversos grupos de nuestra Iglesia: diferentes nacionalidades, ritos, opiniones. También debe encontrar nuevas formas de evangelización en nuestro entorno secular y continuar el diálogo ecuménico. En algunas partes del país se necesitan nuevas parroquias e iglesias. Cada vez es más importante ayudar a las segundas generaciones de inmigrantes a permanecer en la Iglesia.
P-¿Qué consecuencias cree que ha tenido en Suecia la ideología de género o una mentalidad excesivamente individualista?
R-Por desgracia, en nuestro país reina un ambiente muy individualista. A la gente le cuesta aceptar que la verdad es algo universal y objetivo. Al mismo tiempo, vemos los resultados: muchos se sienten solos y aislados, las familias se rompen. Muchos hablan de «mi verdad y tu verdad». La ideología de género está muy extendida, pero también hay más voces críticas.
P-¿Qué cree que debe hacer Europa para frenar la secularización del continente?
R-Oración y santidad, conversión y penitencia, evangelización y caridad.
P-En marzo del año 2023 los obispos escandinavos publicaron una carta pastoral, que tuvo mucho éxito, sobre la sexualidad humana. ¿Qué les motivó a escribir esta carta?
R-Hay demasiada confusión. La revolución sexual ha destruido muchas cosas. La castidad es necesaria, y si se explica de la manera adecuada, los jóvenes están encantados.
P-El año pasado también mostró públicamente su preocupación porque se pudiera producir un posible cisma en Alemania. ¿Cree que parte de la jerarquía eclesiástica alemana mantiene un pulso al Vaticano?
R-Tenemos que confiar en la ayuda del Espíritu Santo y en las oraciones de tantos católicos piadosos ocultos, silenciosos y corrientes de Alemania. Muchos podrían marcharse, pero muchos permanecerán fieles a la Iglesia y al Vicario de Cristo.
P-Este próximo mes de octubre tendrá lugar en Roma la última sesión del Sínodo, ¿qué resultados espera de todo este proceso?
R-Espero que la Virgen ayude a la Iglesia a escuchar más la Palabra de Dios y a ser más fiel al Evangelio, que prevalezcan la esperanza, la fe y la caridad, que haya una conversión a la pobreza y al servicio, a la verdad y a la unidad.
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Ha destruido el matrimonio, la familia, la juventud, la infancia… Todo aquello que era protegido como pilar de nuestra civilización. Por eso deben ser restituidas, beligerantemente recuperadas frente a sus adversarios.
Este prelado sueco está a mil millas de cualquier ceporro de la CEE, parece mentira que desde el país mas promiscuo de Europa se vuelva a defender la Santa pureza y la castidad de nuestra infancia, aniquilada por el modernismo eclesial. Y es que mientras algunos países van por el buen camino de la fe, otros como España han tocado fondo en el oprobio de la apostasía mas repugnante, habiendo provocado la destrucción del patrimonio espiritual del pueblo español.
Caradeplata ,estoy completamente de acuerdo con usted. el mayor destructor de la iglesia es el modernismo eclesial de España.
Pues de momento ha destruido la est úp ida creencia ancestral de que practicar s e x o es un asquito, en lugar de un precioso Don de Dios si se lleva a cabo en consentimiento, fidelidad y madurez.
Guimemo, a ver si lo próximo a destruir es su proverbial diletancia osada, porque NUNCA la sexualidad se contempló como tal en la Tradición y Magisterio eclesial, sino como camino de santificación entre marido y mujer, y vehículo natural para generar la prole, que por definición, son dones de Dios (no la sexualidad en sí misma, como su hedonismo invertido quiere dar a entender).
Como con paciencia cristiana le recomiendo catholicvs, sométase con urgencia a un exorcismo, farsante, y deje de proyectar sobre los católicos sus propias obsesiones enfermizas.