UNA CATÓLICA (EX)PERPLEJA
14 septiembre 2024
He ido tomando conciencia muy despacio de esta realidad. Comencé dándome cuenta de que, en la parte de la Misa llamada “liturgia de la Eucaristía” en el Misal de Pablo VI, el sacerdote no estaba hablando a los fieles, sino a Dios Padre. No es tan fácil darse cuenta, puesto que se trata de disociar la actitud usual de la mayoría de sacerdotes, con miradas constantes a los fieles, de las palabras que pronuncia.
A muchos les parecerá una perogrullada, pero no creo que fuera la única en mi parroquia que vivía tranquilamente en esa inopia. A la toma de conciencia de que el sacerdote hablaba con Dios Padre llegó enseguida la perplejidad de ver cómo hablaban muchos sacerdotes con Dios: alterando las palabras dadas por la Iglesia, despreocupadamente o a la velocidad de la luz, etc. A ello se sumó el pensar que, de hecho, es muy incoherente que el sacerdote tenga que estar mirando a la congregación cuando está hablando con Dios, puesto que cualquier pequeño movimiento desde los bancos puede distraerle.
En un momento determinado comencé a asistir a Misas celebradas por el vetus ordo, donde pude contemplar, Misa tras Misa, a diferentes sacerdotes profundamente inclinados sobre la forma y el cáliz durante el canon, susurrando, arrodillándose repetidamente, y elevando la Hostia consagrada y el Cáliz. Y entonces comencé a pensar en el sacerdote ofreciendo al Padre el sacrificio de Cristo en el Calvario, puesto que no fue hasta que descubrí la tradición de la Iglesia que no supe que la Misa es la actualización incruenta del sacrificio de Cristo en la cruz. Hasta entonces, pensé que se trataba de un memorial, una especie de recuerdo, de la institución de la Eucaristía en la Última Cena.
Sólo muy recientemente caí en la cuenta de que no es el sacerdote quien ofrece a Cristo al Padre, sino que es Cristo mismo quien se ofrece al Padre, en la actualización de aquel acto que ocurrió una vez para siempre. Y Cristo, víctima y sacerdote, está ofreciéndose inmolado sobre el altar en la persona del ministro ordenado por la Iglesia.
Una vez comprendido así, todo cobra sentido, por una parte (la unión de la Última Cena y el Calvario), y aparece entonces la pena ante los sacerdotes que tanto se esfuerzan por mostrar su personalidad y su creatividad durante la celebración de la Misa, puesto que eso significa que no son conscientes de que actúan in persona Christi.
Huelga decir que a esto contribuye el empobrecimiento que supone el Misal de Pablo VI respecto a las oraciones que reza el sacerdote durante la Misa en comparación con el vetus ordo, así como el empleo de la lengua vernácula y el desconocimiento del latín; la estructura misma de la Misa, sustituyendo la “Misa de los fieles” por la “liturgia de la Eucaristía” y el ataque perpetrado sobre el Ofertorio en la reforma litúrgica de los años 1960 – de la que espero hablar la próxima semana. Con todo esto, los reformadores escamotearon no sólo a los fieles, sino también a los sacerdotes, el sentido y significado de la Misa. Recuerdo el impacto que me produjo recientemente el descubrimiento de la etimología de la palabra Hostia: en latín, la hostia es la víctima para el sacrificio. Estoy recibiendo clases particulares de latín solamente con el objetivo de comprender la liturgia, y pocas semanas atrás leíamos el salmo 95: “Tóllite hóstias, et introíte in átria eius”; la traducción al español dice “entrad en sus atrios trayéndole ofrendas”. Aquí, de nuevo, aparece otra constante actual, que son las malas traducciones a las lenguas vernáculas: el texto en español no especifica qué ofrendas, cuando la palabra en latín “hostia” ya significa en sí misma, específicamente, víctima para el sacrificio. ¿Saben eso la mayoría de sacerdotes, que tienen incluido en su programa de estudios la lengua latina?
Esa pérdida del sentido de la Misa y de la conciencia de que el sacerdote actúa in persona Christi durante el santo Sacrificio del Altar lleva a Martin Mosebach a reflexionar en su obra “The heresy of formlessness” sobre la pregunta que se hacen muchas personas de si no es posible todavía celebrar digna y reverentemente la nueva liturgia del Papa Pablo VI. “Naturalmente que es posible – responde Mosebach -, pero el mismo hecho de que sea posible es el argumento de más peso contra la nueva liturgia. Se ha dicho que la monarquía muere cuando se hace necesario que un monarca sea competente: esto se debe a que el monarca, en el sentido antiguo, está legitimado por su nacimiento, no por su talento. Esta observación es aún más cierta en el caso de la liturgia: el toque de difuntos de la liturgia suena una vez que se requiere un sacerdote santo y bueno para llevarla a cabo. Los fieles nunca deben considerar la liturgia como algo que el sacerdote hace con su propio esfuerzo. No es algo que suceda por buena fortuna o como resultado de un carisma o mérito personal. Mientras dura la liturgia, el tiempo se suspende: el tiempo litúrgico es distinto del tiempo que transcurre fuera de los muros de la iglesia. Es el tiempo de la Gólgota, el tiempo del único y solo Sacrificio; es un tiempo que contiene todos los tiempos y ninguno. ¿Cómo se puede hacer ver a un hombre que abandona el tiempo presente si el espacio en el que entra está totalmente dominado por la presencia de un individuo concreto? Qué sabia era la antigua liturgia cuando prescribía que la congregación no viera el rostro del sacerdote, ni su distracción o frialdad, ni (lo que es aún más importante) su devoción y emoción”.
En el Antiguo Testamento, Dios instituyó a los sacerdotes de entre la tribu de Leví – y, dentro de ésta, en concreto a Aarón y sus hijos varones -, separándolos del pueblo, como «mediadores» entre Dios y los hombres, para presentar los sacrificios de los hombres ante Dios, ofrecidos para la purificación de los pecados del pueblo judío. Este sacerdocio era incapaz de lograr la santificación definitiva del pueblo; era un sacerdocio imperfecto, en que el mismo sacerdote, pecador también, debía expiar primero sus pecados y después, los del pueblo. Jesucristo fundó un sacerdocio en el que participan los sacerdotes de la Nueva Alianza, basado en el principio Sacerdos alter Christus: el sacerdote es otro Cristo. La grandeza del sacerdote radica en el hecho de que posee, por el carácter sacerdotal, una participación en el mismísimo sacerdocio de Cristo. La consideración de Cristo-Sacerdote es la única forma de acceder a la verdad y grandeza del sacerdocio católico. Jesucristo es el sacerdote por excelencia, y hasta el fin de los tiempos, los sacerdotes de este mundo solo recibirán una parte de Su poder: Él es la fuente única de todo el sacerdocio. A diferencia de cualquier otro sacrificio, y especialmente de los sacrificios del Antiguo Testamento, en el sacrificio de la Nueva Ley, el sacerdote también es la hostia ofrecida. El sacrificador y la víctima están unidos en una sola y misma persona.
Por todo lo dicho, insisto en que siento pena por los sacerdotes que necesitan ser creativos y mostrarse simpáticos en Misa, pero también por aquellos que seleccionan a su antojo las vestiduras litúrgicas, prescindiendo de algunas de ellas para la celebración de la Misa, y por los sacerdotes que no celebran la Misa diariamente; por los sacerdotes que consideran normal (como consecuencia de las enseñanzas en los seminarios en los últimos sesenta años) la administración de los sacramentos sin reverencia alguna, la comunión en la mano y el hecho de que la gran mayoría de fieles no pasen nunca por el confesionario (con la posibilidad que ello implica de dar comuniones sacrílegas). Porque, bien sea porque no tenían vocación al sacerdocio o porque se la han deformado en el seminario, no saben quiénes son. No saben qué significa ser sacerdote: ser apartado del pueblo, ser el puente entre Dios y los hombres, ser el sacrificador.
En el libro del que hablábamos hace unos días, “Una renovación divina”, el sacerdote canadiense James Mallon explicaba cómo procedía cuando un joven venía a consultarle sobre su posible vocación al sacerdocio. El P. Mallon identifica como un signo de la llamada al sacerdocio el deseo ardiente de predicar la Palabra de Dios, su anhelo de celebrar la Misa y de administrar a los fieles los sacramentos. Y argumenta creo que muy certeramente que no se puede considerar vocación al sacerdocio católico el deseo de una vida más intensa de oración o de realizar tareas de apostolado, de anunciar a los jóvenes el mensaje católico, etc, puesto que éstas son tareas que puede realizar cualquier bautizado. ¿Creen ustedes que se siguen estos criterios en la admisión a los candidatos al sacerdocio en los seminarios diocesanos?
Un varón que ingresa en el seminario creyéndose llamado por Dios para estar con los jóvenes y evangelizarlos está confundido con respecto a la esencia de la vocación al sacerdocio. Y lo peor es que en la mayoría de seminarios no sólo no corrigen ese error, sino lo que amplifican. Por eso, insisto, siento pena por los sacerdotes confundidos. Pero no me malinterpreten: siento pena porque, en el fondo, estos sacerdotes confundidos no saben lo que hacen, porque están totalmente confundidos en su sacerdocio y, en muchos casos acaban frustrados. Pero también siento indignación ante los malos pastores, a los que la ignorancia de su condición no les libra de la culpa de la negligencia y la mala predicación; y ante los obispos que deforman y en ocasiones ahogan la verdadera vocación al sacerdocio de los candidatos y, además, permiten que muchos de sus sacerdotes cometan abusos litúrgicos y no los sancionan, pero luego vigilan con lupa a los sacerdotes buenos, abnegados y que sí saben qué significa su sacerdocio.
El bloggero Wanderer se preguntaba el pasado 2 de septiembre si la Iglesia se acaba. La clave para acabar con la Iglesia es la destrucción del sacerdocio ordenado. Si se quiere destruir la Iglesia, “sólo” hay que destruir al sacerdote. Una manera de destruirle es no enseñando a los seminaristas qué es ser un sacerdote; no decirle lo que es la Santa Misa, hacerle ver que no está obligado a celebrar la Misa diariamente, hacerle creer que es uno más, un coach, un líder de jóvenes y otras mil cosas para las cuales no necesitaría ser un ministro ordenado. Enseñarle todas las cosas, menos su identidad real. Asusta pensar en que esto no son solamente las malas intenciones de masones infiltrados desde hace décadas en la Iglesia, sino que hay una inteligencia superior detrás de este apuntar certero hacia lo que hace que, si cae, se desmorone todo el edificio de la Iglesia. El consuelo y la esperanza es que Nuestro Señor nos prometió que las puertas del Hades no prevalecerán.
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Desde el momento en que los clérigos se subieron al presbiterio, vueltos todo el tiempo hacia la gente como para presidirla, y se arrellanaban en escaños como senadores romanos, ya se posesionaron de los misterios del Señor. El miércoles pasado un jesuita ensayó conmigo su nueva técnica para erradicar del todo la comunión en la boca: me exigió una vez que sacara (más) la lengua; todavía le pareció poco y repitió el seco imperativo. Llegué a oírme exhalando un sonido inarticulado de aceptación y con el húmedo apéndice totalmente fuera… Y entonces sentí vergüenza: ahí, en pie delante de la nave central de un templo enorme, aunque, gracias a Dios, sin demasiada gente. Él terminó su misa todo guay, repartiendo recomendaciones demagógicas a los presentes. Y yo me fui de esa iglesia céntrica (a la que los murcianos hemos ido siempre y comulgado en la boca sin alteración alguna), reflexionando cabizbajo sobre la «Revolución de la ternura»…
Y el tema de no haber reclinatorios para comulgar. Una vez me desequilibré tontamente, ahí quedó la cosa, pero vaya apuro…
Por fin he encontrado una misa Novus Ordo (la misa tradicional diocesana sólo está los domingos y algunos preceptos) donde ponen reclinatorio para comulgar, y tampoco he visto guitarreo escandaloso desafinado, así que me voy quedando ahí.
Alguna vez, algún párroco piadoso coloca reclinatorios bien ostensibles aprovechando que son antiguos y artísticos, pero la gente está tan ahormada mentalmente en escatimar toda reverencia a Dios, que prefiere alargar más las palmas antes que doblar la rodilla en el nombre de Jesús, como ordenaba San Pablo.
Pero eso porque esta cultura es muy soberbia y quieren gente soberbia. Antiguamente en otros tiempos la gente se arrodillada para dar gracias a un benefactor… para suplicar algun favor….. si eras niño dar amor a tus padres… Veremos como acaba la sociedad.
Es inexplicable la razón por la que los eclesiásticos combaten la postura genuflexa ante Dios, que tanto nos humaniza, tanto nos abre a las necesidades del projimo y tanta soberbia y malos instintos arranca de nuestra alma. Bueno, explicable es, pero la razón produce pavor…
*prójimo
Entiendo la frustración de la católica ex-perpleja por los abusos litúrgicos. No obstante, estos también sucedían abundantemente cuando se celebraba con el misal de S. Pío V. En un sentido distinto, pero sucedían. Además parece culpar al misal de Pablo VI de la ignorancia litúrgica en la que vivía. No obstante, toda esas iluminaciones que tuvo en el Vetus Ordo, eran cosas para mí sabidas y vividas desde pequeño, asistiendo con mis padres a la Santa Misa según el misal de S. Pablo VI en un movimiento neocon (como diría ella). Alliyhe conocido a muchos sacerdotes con una vida entregada totalmente a predicar la Palabra de Dios y Distribuir los sacramentos a sus hermanos (no como marcianos en la comunidad eclesial) como hizo el Señor Jesucristo que no rehusó llamarnos hermanos como dice la Carta a los Hebreos (2,12). Creo que habla desde su experiencia particular y con juicios muy severos contra los sacerdotes en general y contra la liturgia reformada por mandato del CV II.
«…estos también sucedían abundantemente cuando se celebraba con el misal de S. Pío V»
Las mentiras no mutan en verdad por repetirlas muchas veces, ¿sabe?
«…la liturgia reformada por mandato del CV II»
El novus ordo no es ninguna «liturgia reformada» (además de que no se puede reformar lo que no se ha deformado), sino una creación ex nihilo para sustituir al Rito Romano (del que sólo conservó el nombre y poco más, pues se eliminó el 80% de las oraciones del misal, incluido el Ofertorio, sustituido por berajás judías), contradiciendo lo decretado por el CVII para «atraer» a los herejes protestantes (un fracaso) eliminando del misal las verdades que no aceptan. La misa que mandó el CVII fue la «Misa Normativa» de 1965 (que duró bien poco), que es la sigue al pie de la letra la Constitución Apostólica del CVII «Sacrosanctum Concilium» sobre la Liturgia, a diferencia del novus ordo, que se pasa lo decretado por el forro.
Desconozco el motivo, pero ánimo a Infovaticana a explicar por qué la única columna de opinión que no aparece como blog sino como noticia es la de una apologeta de la invalidez de la misa refrendada por el concilio y por los seis últimos papas. Si se han hecho lefebvristas lo suyo es avisarlo a los lectores, para evitarnos disgustos.
«.. la misa refrendada por el concilio»
Para volver a contar la misma mentira no necesita cambiar de nick. Deje de ser tan supersticioso, que la verdad no cambia mediante fórmulas mágicas o la repetición de mantras.
«Si se han hecho lefebvristas…»
¿Y eso qué es? Igual se refiere a esa fraternidad sacerdotal (no agrupa seglares) de la que Francisco ya ha recordado varias veces que es católica, por lo que le ha dado licencia indefinida para administrar los sacramentos (por escrito y en documento público y promulgado para conocimiento de toda la Iglesia, aunque usted finja no haberse enterado). Si no le gusta el Rito Romano, o sea, la misa de origen apostólico celebrada en Roma desde hace dos milenios, y tampoco acepta la autoridad de Francisco (al que llama mentiroso por decir algo cierto que a usted no le gusta ni acepta), funde su propia secta progre-modernista e interprete en ella el rito que prefiera; con sacerdotas, si lo prefiere.
ELDELBAR
Esta columna de opinión, plantea hechos, y cuestiones trascendentales. Y además con lógica, y precisión. Acusara a alguien de Lefebrista por exponer cuestiones ciertas, es una deformación importante. Debería leerlo mas despacio e informarse mas.
Mientras no coja un poco mas de criterio no debería llamarse Eldelbar, sino Eldelchiringuito, que es un escalon mas bajo.
Ese mismo drama es el de rectores y formadores de seminarios no aptos, y el obispos no solo no aptos, sino ineptos/necios. Y ya se sabe lo que Jesús dice sobre los necios (que la traducción ha desaparecido en la biblia y lecturas de la conferencia episcopal española.
Mi más sincera y profunda gratitud a esta herrmana nuestra católica experpleja como modestamente me confieso a mí mismo.
Es una verdadera lástima, ni punto de comparación con el drama, por ejemplo, del autónomo que tiene que bajar la persiana.
EL PF
¿De verdad que no te das cuenta de que eres, te haces absolutamente imprescindible? ¿O es que es culpa nuestra que no etendemos tus gracietas banales sobre cuestiones tan importantes, y por eso somos culpables de tu triste vida? Va a ser eso, te vas a condenar por culpa nuestra. Pero que malos malisimos somos.
Por cierto sabes el chiste ese de dos mariquitas que van a una oficina de empleo…puestos a hacer gracietas anda que no tienes en tu propia casa.
Uff, vaya fallo, es prescindible, pero bueno se sobreentiende.
Lo que se sobreentiende es EL RIDÍCULO UNIVERSAL que hiciste el otro día intentando chivar en otro portal un comentario mío en este que por lo visto te había hecho un daño espiritual ¡gravísimo! JAJAJA
¿Eras tú el que acusabas a los demás de buscar que les hagan casito? NO TE RESPONDIÓ NI BLAS, JAJAJAJA
De verdad, Juanito Mle rD4. Reconoce tu vergüenza, trabaja tu sentido del ridículo y haz alguna vez honor a tu apellido de película soporífera.
Una infusión relajante también te ayudará y es muy económica para ti.
Por hoy no haré más sangre. Cuídate, hermano.
PF
Te encanta revolcarte en tu insustancialidad.
No se de que peliculas me hablas, ¿estas bien?.
Veo que no sabes el chiste…
El chiste lo estoy viendo ahora mismo en DONDE MUY BIEN SABES, 11/09/24 2:51 PM
Lo sé, a mí también me daría una vergüenza bochornosísima, me solidarizo caritativamente contigo.
Pero te comiste una DAMIER como el sombrero de un picaor JAJAJAJAJAJAJA
Da gusto no tener sentido del ridículo como Gay MostrencoPF, que le espeta a Juan Nadie con todo desparpajo, tratando infructuosamente de hacer de la necesidad virtud:
«el ridículo universal que hiciste el otro día […] No te respondió ni Blas»
¿A qué cosa le iban a «responder», si no era ninguna pregunta? Los pocos que estuvieran engañados con usted (algo prácticamente inverosímil), y que no lean sus deposiciones en IV (que es justo a la inversa: lo leen casi todos), se enteraron de lo mala actriz que es usted. A don Bruno Moreno jamás le ha engañado, de ahí la ojeriza que le tiene y el cuidado que se gasta para no extralimitarse y que le borre, lo cual queda aún más patético. Actitud tan vergonzante (no vergonzosa, que es otra cosa), sólo se explica por su conocido masoquismo y el hecho de que viva en un mundo paralelo en el que usted es bueno, listo, ocurrente y engaña a todos. Como siempre digo: usted es Antoñita la FantasticaPF.
«He ido tomando conciencia muy despacio de esta realidad. Comencé dándome cuenta de que, en la parte de la Misa llamada “liturgia de la Eucaristía” en el Misal de Pablo VI, el sacerdote no estaba hablando a los fieles, sino a Dios Padre. »
A mí me ha pasado lo mismo. Considero que no por esto hay que descalificar a la misa de Pablo VI, pero creo que es una experiencia bastante común.
Una manera de hacer más comprensible la realidad del sacrificio ofrecido a Dios Padre es que en la liturgia eucarística el sacerdote se sitúe entre el altar y los fieles, mirando al altar, Ad Orientem. Esto lo permite, de hecho, lo supone, el orden de la misa.
O por lo menos poner una cruz en el centro del altar.
Y liberalizar otra vez la forma extraordinaria del rito romano.
«El drama del Papa que no sabe quién es». Ah, eso también pasaba antes, dirán algunos pero… NO. Se están viendo y oyendo cosas no vistas ni oídas en dos mil años.
Qué bueno ver que cada tanto hay algún comentario católico, como el de M. Codax. No juzgo la intención ni de la autora ni de los demás, sólo Dios es capaz de conocer los corazones y por tanto de juzgar a los fariseos como tales, y perdonar desde la cruz, cosa que no se ve actitudes de varios que alzan el estandarte de la Cristianidad, contradiciendo su nombre de cristianos. Se podrían discutir varios argumentos de lo expuesto en el artículo y comentarios, solo quiero dejar dos observaciones.
No se puede hacer teología, ni por tanto teología de la liturgia, a partir de experiencias subjetivas sino a partir de las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio, dicho sea de paso «vivo» de la Iglesia.
Segundo, habría que profundizar según estas fuentes la autenticidad de los ritos y la validez de la promulgación. Si la Iglesia con su autoridad divina y bimilenaria establece la posibilidad de un nuevo rit ¿se puede disentir? ¿no sería romper con el sujeto, garantía de la continuidad?
No Jodax, se inventa lo de los abusos vetus ordo y te parece católico, eso es majaderia
Enhorabuena a la autora. Animo para continuar por que nos está abriendo los ojos a temas y detalles en este caso de la liturgia de la misa que no conocíamos en detalle. Con respecto a los sacerdotes, para mí es evidente que las reformas del concilio y en especial de las disposiciones del Pablo VI estaban encaminadas y lo siguen estando con Francisco, en que el sacerdote deje de ser el otro Cristo. Por eso lo quieren convertir en un payaso sin formación, en un charlatán modernista a imagen del heresiarca de Roma. Por eso empezaron cargándose la misa antigua, le quitaron la sotana, la tonsura, ya no se le besa la mano, en fin un proceso al mismo nivel que el sufrido por el propio Cristo, cuando fue destronado en su reinado social por la estafa conciliar. Cuando los sacerdotes dejen de ser los otros Cristos, desaparecerá la iglesia, por eso persiguen a los Tradicionales que se resisten.
Animo a la Catolica perpleja o a quien quiera, que haga una encuesta a la salida de cualquier Misa Novus Ordo, con la sencilla pregunta: ¿Que es para usted la Misa? Las respuestas serán un termómetro de la ignorancia o cultura de los catolicos. Me temo que las respuestas seran muy preocupantes.
De nuevo muchas gracias y enhorabuena por otro gran artículo, señora católica.
Quién escribe estos artículos supuestamente firmados por “una católica perpleja, ahora ex- perpleja? “ Se nota claramente que esa persona desprecia a los sacerdotes católicos y, bajo una actitud supuestamente inocente y pietista a ultranza, muestra su ignorancia, que también utiliza para introducir confusión, criticarlo todo: Concilio Vaticano II, Papas (ni los ya proclamados Santos se salvan), curas, obispos, etc. Ahora el Latín resulta ser necesario para la salvación. Todo lo que el Concilio hizo tiene para “ella?” trastienda de mala intención; haberse declarado pastoral y ecuménico no lo legitima, tenía que ser dogmático para ser válido, etc… Yo soy sacerdote desde hace 52 años, viví el Concilio con entusiasmo y alegría y ese fue el espíritu que predominó entre los fieles según íbamos recibiendo los documentos conclusivos y aplicándolos. La Iglesia nos dió tarea y ésta dió frutos. En un mundo cambiante fue entendido por la Iglesia como una gran bendición providencial de Dios.