El domingo 18, Paulo Araújo da Silva, un joven sacerdote brasileño, a punto de cumplir 32 años, se convirtió en el personaje principal de los medios de toda América del Sur.
La policía del estado de Amazonas, lo detuvo en la casa de la parroquia de San Pedro en Coari, una pequeña ciudad y diócesis próxima al río Amazonas. Fue detenido acusado de grabar y producir escenas de sexo explícito con una adolescente, explotación sexual, aborto y amenazas.
La Policía Civil también requisó un teléfono móvil y un ordenador en la residencia del sacerdote. El abuso ocurrió en septiembre de 2023 y la víctima era una adolescente de 17 años. Ella misma denunció al sacerdote.
Según la policía, la joven denunció que el sacerdote grabó las relaciones sexuales y guardó los videos en un ordenador. También dijo que quedó embarazada, pero tomó medicamentos para abortar. Según la policía, la víctima denunció que el sacerdote la amenazó y la obligó a tener relaciones sexuales con él. El jefe del operativo policial declaró que la adolescente mantuvo relaciones sexuales con el sacerdote desde los 14 años y a los 17 quedó embarazada. “Hubo un momento en que quedó embarazada que fue el año pasado [2023]. Y durante este embarazo, el sacerdote la obligó a abortar. El cura contó con la colaboración de Francisco Rayner, un amigo personal quien le proporcionó el medicamento llamado Misoprostol y la obligaron a tomar este medicamento» para acabar con la vida del bebé. El feto fue enterrado en el patio trasero de la casa del amigo del cura.
La policía confirma que cuando detuvieron al sacerdote se encontraba en la cama con una mujer que acababa de cumplir 18 años. “Significa que ella era menor de edad y ya tenía relaciones con el sacerdote”. La policía confiscó 30.000 reales en efectivo en la habitación del sacerdote, 260 vídeos de escenas de sexo con adolescentes en su teléfono celular, así como el cuaderno del sacerdote.
Comunicado de la diócesis de Coari
Ante semejante escándalo de tal alto calibre, la diócesis brasileña de Coari quiso manifestar a través de un comunicado su «repudio a toda forma de abuso y explotación».
«La diócesis de Coari expresa su solidaridad con las víctimas y sus familiares, poniéndose disponible para ayudar a superar el trauma causado por los abusos cometidos por el padre Paulo Araújo da Silva», se lee en la nota difundida por el obispado.
La diócesis asegura que tomaron todas las medidas canónicas necesarias, según lo establecido por el derecho de la Iglesia, apartando al citado sacerdote de todas las funciones que desempeñaba en la Iglesia Católica.
«Y la diócesis también está plenamente disponible para colaborar con las autoridades civiles para que se puedan esclarecer los hechos. Reiteramos así nuestro compromiso con la justicia y la verdad», agregan.
Por último, ruegan a los fieles de la diócesis de Coari, que acudan al Señor «rogando su perdón ante el grave crimen que atenta contra la dignidad humana y escandaliza la fe de los más pequeños».
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