El obispo de Ciudad Real se marca como objetivo conseguir más seminaristas para no tener que unificarse con otras diócesis

Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real
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Monseñor Gerardo Melgar, obispo de la diócesis de Ciudad Real, sigue preocupado por la escasez de vocaciones en la diócesis manchega.

Durante estos últimos meses, Melgar, quien ya presentó hace meses su renuncia al Papa Francisco, ha ido escribiendo varias cartas en las que pide rezar y tomar conciencia sobre el problema de la falta de vocaciones.

Con motivo del nuevo curso que arranca en septiembre, Gerardo Melgar, vuelve a insistir en promover la vocación sacerdotal en la diócesis durante este nuevo curso para «que los jóvenes puedan descubrir que Dios sigue llamando hoy a algunos de ellos a su seguimiento por el camino del sacerdocio y quieran responder positivamente».

Además, Gerardo Melgar no esconde que si consiguen nuevas vocaciones podrán tener el número de seminaristas que se les pide desde el Dicasterio del Clero y así «poder mantener en la diócesis de Ciudad Real el Seminario Diocesano y no vernos obligados a unirnos a otros seminarios fuera de la diócesis». De no ser así, no sería descabellado pensar que los seminaristas de Ciudad Real puedan acabar en Toledo.

Objetivo que depende de todos

El obispo de Ciudad Real vuelve a repetir que este objetivo «depende de todos». Por un lado hace un llamamiento a los padres cristianos a que apoyen que sus hijos se planteen «la vocación sacerdotal como el camino por el que Dios puede llamarlos, y desde el que pueden ser felices, que es el camino del sacerdocio».

«Depende de las comunidades cristianas, que han de valorar positivamente la necesidad de la presencia de los sacerdotes en las parroquias, lo mismo que la valoración positiva de su tarea para que haya jóvenes que vean ese camino como el camino mejor por el que puedan servir a Dios y a los hermanos», añade monseñor Gerardo Melgar.

También señala que esta tarea depende de los sacerdotes «que con su ejemplo de alegría y talante sacerdotal, además de con su palabra, hagan la propuesta positiva a algunos jóvenes de cada parroquia para que puedan seguir su mismo camino vocacional».

No obstante, Melgar enfatiza que «depende de los mismos jóvenes que, desde la fe y desde estos estímulos anteriores, puedan descubrir que Dios sigue llamando hoy a jóvenes como ellos a que, desde la fe, se planteen la vocación con sinceridad y puedan descubrir si Dios los llama por este camino del sacerdocio».

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Comentarios
11 comentarios en “El obispo de Ciudad Real se marca como objetivo conseguir más seminaristas para no tener que unificarse con otras diócesis
  1. Los fieles agonizando y ellos buscando sus intereses.

    Que haga lo mismo que la diocesis de Getafe que, por no unificarse metieron al seminario a chicos sin vocación. Luego les recibe el Papa y todos felices, aunque Ginés y los palmeros bien saben que las cosas no están bien. Y no están bien gracias a los malos pastores que tiene en puestos importantes, porque los tiene buenos y están escondidos o misioneros.

  2. Ya estamos con la tabarra conciliar de conversión por osmosis de alegria, que vean su alegria y se convenzan, la sonrisa permanente. Todo menos decir la verdad y doctrina a las claras. Seguireis echando el cierre.

    1. Es cierto, predicar a Cristo, resucitado de entre los muertos, es primera cosa, luego está toda la doctrina católica con su exigencia y su cuota de aventura, y cuidar a los monaguillos, menos chicas en ese lugar, más varones, así surgían las vocaciones antes.

  3. La diocesis de Ciudad Real ha cambiado bastante y para bien. Que Don Gerardo haya preferido a los sacerdotes de las nuevas generaciones, relegando a los aseglarados de los 70 y los 80, fruto de Torija y de Algora, dice mucho a su favor. Creo que deben plantearse qué modelo sacerdotal ofrecen a los candidatos, si el cura asistente social, aseglarado a tope, o el Cura que hable de Dios y que invite a acercarse a Dios. Cáritas y Proyecto Hombre e instituciones de ese estilo no pueden ser lo MAS importante (y lo único) en las parroquias.
    El miedo que tienen es que sus seminaristas, si son formados en Toledo, puedan ser de los segundos. Pero hay que ser justos y reconocer que haber abierto dos capillas de la adoración eucarística perpetua, que muchos de los curas jóvenes ya usen clerigman y que hablen del Corazón de Jesús, era impensable apenas hace unos años. Y lo mismo, que existan ya algunas parroquias germinantes, que están siendo referencia para otras en otras diócesis.

    1. Ahí está la cuestión!!
      No nos dejemos confundir.
      Qué quiere decir con el «que no se vayan a Toledo»? Que no se dejen influir por lo poco que queda de ortodoxia?
      Algora preguntaba más si había fieles en los mítines de CCOO que aspirantes al seminario…
      Ejercí en Ciudad Real en la primera década de este siglo y en la juventud no había nadie creyente. No exagero. Ojalá cambie.

  4. Cuando todas las diócesis se limitan a «demoliciones controladas», hay que reconocer la valentía de don Gerardo: sólo se sale de la crisis hacia adelante.

    Dios le bendiga.

  5. Tengo una sinodalidad que va a molar a los jóvenes y les va a llenar el seminario, Monseñor. La copié de los amazonos esos y su rito de estreno otoño-invierno. Verá, usted gira a los seminaristas para que den la espalda a los vejetes, digo a los fieles. Empieza bien, ¿eh? Pues se pone aún mejor cuando en la Consagración eleva la Sagrada Hostia hacia el Cielo en ofrecimiento. Es como lo de la Pachamama pero con un toque alternativo, ya sabe, cielo en lugar de tierra, para que nunca digan que somos aburridos. Y no se olvide de darle un toque de misterio, que eso a la chavalería los vuelve locos. Ah, y que el sacerdote diga las oraciones en silencio durante la mayor parte de la misa. En plan misterio de fe o así. Eso va enloquecer a la audiencia. Verá verá verá verá que de esta llenamos. ¡Mucha m…!

  6. La piedra de toque de la calidad de un obispo es el aumento de ingresos en el seminario, no me cabe la menor duda así que le deseo éxitos a este buen señor, por lo demás tan anodino como el resto del episcopado español.

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