UNA CATÓLICA (EX)PERPLEJA
10 agosto 2024
Un gran amigo sacerdote me recomendó hace unos años el libro del Dr. Peter Kwasniewski “Resurgimiento en medio de la crisis: sagrada liturgia, Misa tradicional y renovación en la Iglesia”. Mi amigo sacerdote sabía que mi vuelta a la Iglesia Católica años atrás había ido de la mano del papa Benedicto XVI, básicamente por su defensa de la verdad, su profundidad teológica y su denuncia de la deriva de Occidente.
También sabía que yo no sólo no entendía bien lo que significaba Summorum Pontificum, sino que no estaba dando a la liturgia la consideración central que posee, y que leería el libro de Kwasniewski porque me interesa la historia de la Iglesia y porque lo primero que puede leerse en la obra es la dedicatoria a S.S: el Papa Emérito Benedicto XVI, “por habernos enseñado, con su palabra y su ejemplo, el espíritu de la liturgia, y por haber promovido la recuperación de nuestro patrimonio hereditario”.
La lectura de esta obra fue uno de los momentos importantes en mi camino hacia la Tradición de la Iglesia, tanto doctrinal como litúrgica, por el descubrimiento que supuso. De Benedicto XVI, dice Peter K (como le llama mi amiga NSF para simplificar, debido a su impronunciable apellido) que Joseph Ratzinger participó vigorosamente en el Concilio Vaticano II y que, “aunque en un principio sus simpatías se inclinaron hacia el sector liberal, lamentó posteriormente el modo como las enseñanzas del Concilio fueron manipuladas y distorsionadas por el espíritu, antinómico, de un Concilio ´virtual´ o ´mediático´. Y pidió, acertadamente, como lo hubiera hecho cualquier católico, que el Concilio fuera leído según una ´hermenéutica de la continuidad´ con todo lo que tuvo lugar antes de él y con las aclaraciones hechas posteriormente. De acuerdo con el papel esencialmente protector – continúa Kwasniewski-, propio del oficio papal, Benedicto XVI procuró rectificar algunas, o muchas, de las cosas que se hicieron mal en las últimas décadas”.
Desde entonces, he seguido de cerca a Peter K y he aprendido mucho de él sobre la Tradición litúrgica. Incluyendo su propio camino personal – es un hombre que no ha cumplido aún los cincuenta años-, a medida que ha seguido investigando, y que se ve reflejado en un libro posterior, “El rito romano de ayer y del futuro. El regreso a la liturgia latina tradicional tras setenta años de exilio”, publicado en 2023. El núcleo de esta obra es una serie de conferencias y artículos escritos alrededor del quincuagésimo aniversario de la promulgación y entrada en vigor del Novus Ordo Missae en 1969. Es decir, es una obra rumiada a lo largo de cuatro años, en los que el autor no cesa de investigar sobre la liturgia. En este momento, el autor parece haber alcanzado, tras años de estudio, una visión matizada de lo que expresaba en la anterior obra mencionada, que había sido publicada en 2014. En esta segunda obra, más reciente, Peter K quiere “demostrar que, de hecho, existe sólo un rito romano, y que éste no es el Novus Ordo; o, dicho de otra forma, que el Novus Ordo no es parte del rito romano, sino otro rito enteramente diferente”. Al considerar que el Novus Ordo Missae constituye una ruptura con los elementos fundamentales de todas las liturgias de origen apostólico y que, en consecuencia, viola la solemne obligación de la Iglesia de recibir, atesorar, conservar y transmitir los frutos del desarrollo litúrgico”.
Sobre esta cuestión, por una parte, explica Kwasniewski que no está aportando novedades: ya Klaus Gamber planteó que el nuevo rito no podía ser llamado “ritus romanus”, sino que debía llamarse “ritus modernus”. Y muchos otros plantearon el tema de igual manera, como Michael Davies, Bryan Houghton, Roger-Thomas Calmel, Raymond Dulac y Anthony Cekada, entre otros. En la misma línea habría ido el Breve Examen Crítico del Ordo Missae de los cardenales Bacci y Ottaviani. Y vuelve entonces a hablar sobre Joseph Ratzinger con las siguientes palabras: “Joseph Ratzinger escogió, diplomáticamente, una forma diversa de expresarse, pero muchas de las cosas que escribió antes de convertirse en papa se acercan muchísimo a la fórmula de Gamber”.
Completa esta afirmación con una nota al pie en que podemos leer lo siguiente: “Fueron los escritos de Ratzinger lo que por primera vez me hicieron maravillarme ante el misterio de la liturgia y despertaron en mí el deseo de comprender qué es lo que le ha acontecido en nuestra época, así como el celo por recuperar lo que se perdió. Ratzinger me inició en el camino que empezó con ´las verdaderas intenciones del Vaticano II´, siguió con la Reforma de la Reforma, se detuvo brevemente en aquello del ´mutuo enriquecimiento´ de las ´dos formas´ y, finalmente, giró hacia un tradicionalismo sin atenuantes (o restauracionismo, si se prefiere). Por cierto, en esta última etapa del camino, dejé atrás a Ratzinger, quien parece haberse quedado en la tercera etapa. Pero nunca dejaré de agradecerle el haber encendido en mi alma un tremendo entusiasmo, y por haberme acompañado en el camino con sus magníficas intuiciones”.
Es decir, y aquí está el quid de la cuestión: Kwasniewski explica su propio camino en cuatro fases: 1) las “verdaderas intenciones” del Concilio Vaticano II, 2) la reforma de la Reforma, 3) el mutuo enriquecimiento de las dos formas y 4) el giro hacia un tradicionalismo sin atenuantes (o restauracionismo). Sería esta cuarta fase del camino la que, como dice el autor, le separó de Benedicto, porque el papa se había quedado en la fase tres; y lo que Benedicto XVI consideraba dos formas (ordinaria y extraordinaria) de celebrar un mismo rito, Kwasniewski lo considera dos ritos distintos: uno, el novus ordo, en ruptura con toda la Tradición del anterior, el vetus ordo o Misa de siempre.
El caso es que Joseph Ratzinger, como teólogo y como papa, ha sido un personaje incómodo para casi todos: para los progresistas en primer lugar, que se rasgaron las vestiduras cuando fue nombrado papa (“el día más triste de mi vida”, dijo el obispo Casaldáliga), porque era un “conservador” que iba a seguir la línea de su predecesor; como para los tradicionalistas, que lo consideran un modernista sin paliativos y uno de los grandes responsables de lo que ocurrió en el Concilio Vaticano II. Respecto a los conservadores, no sé muy bien cómo consideraron el papado de Benedicto. Creo que celebraron la continuidad con Juan Pablo II y su defensa de los principios no negociables; pero en la cuestión litúrgica, parece que la mayoría de institutos y movimientos conservadores decidieron ponerse de lado, ignorar o directamente no obedecer Summorum Pontificum; porque en algunos de ellos se prohibió la celebración pública de la Misa Tradicional. La obediencia a prueba de bomba de los conservadores al papa topó aquí con el tema tabú por excelencia: la Misa vetus ordo. De esto será interesante hablar otro día.
Tengo la sensación de que se trata de un tema que necesitaría mayor investigación, dado que la aportación de Ratzinger / Benedicto XVI a la rehabilitación de la Misa tradicional no se suele encontrar entre los trabajos del gran número de estudiosos de la vida y la obra del papa alemán. Así que me gustaría hacer una muy humilde aportación, repasando brevemente de dónde venía Ratzinger y su evolución únicamente en la cuestión litúrgica y su consideración sobre el Concilio Vaticano II, centrándome hoy en una obra muy conocida, “Informe sobre la fe”, aparecido en 1985; y continuar la próxima semana con la misma idea de dejarle hablar a él mismo, a través de su autobiografía, “Mi vida”, publicado en 1997 y que abarca desde su año de nacimiento (1927) hasta su nombramiento como arzobispo de Múnich y Frisinga (1977); y rescatando citas en obras que ha prologado o a las que ha contribuido de diversas maneras y que son mucho menos conocidas que estos dos libros.
Recordemos, como decía Peter K, que Joseph Ratzinger había participado en el Concilio Vaticano II cuando contaba solamente 35 años como perito del Cardenal Josef Fringgs de Colonia, Alemania, y era considerado uno de los teólogos progresistas. Veremos lo que él mismo dice sobre aquellos acontecimientos. Y cómo llegó, cuarenta y dos años después de la conclusión del Vaticano II, a emitir un motu proprio que le ganó aún más enemigos de los que ya tenía, en el que liberalizaba la celebración de la Misa tradicional, afirmando que nunca había sido prohibida y que nunca podría ser prohibida, y que es seguramente el principal legado de su pontificado. Con el paso de los años, tras finalizar el Concilio, Ratzinger, amigo personal de von Balthasar, de Lubac, se dice que discípulo de Rahner, había sido acusado por el infame Hans Küng de ser algo así como un traidor a la causa progresista. Ratzinger, por su parte, siempre afirmó que él no había cambiado, sino que habían cambiado los demás. Pero en un vídeo del canal “Conoce, ama y vive tu fe”, de Luis Román, el P. Charles Murr, en conversación con Mons. Isidro Puente, realizaba una muy interesante afirmación: que Joseph Ratzinger había vivido una conversión desde el progresismo al ser nombrado en 1977 obispo de Múnich y pasar de vivir en una burbuja intelectual a vivir la realidad de una diócesis.
Para mí, que sé poco de teología y poco también de liturgia (ya les dije que estudié Ciencias Religiosas en el ISCREB de Barcelona), pero que volví a la Iglesia Católica leyendo a Joseph Ratzinger y, sobre todo, tras su elección como sucesor de Pedro en 2005, Benedicto XVI fue sobre todo un hombre de profunda fe y un hombre honesto, que efectivamente vivió una evolución en su pensamiento sobre lo que aconteció en el Concilio Vaticano II y la posterior reforma litúrgica y que no dudó en expresarlo con palabras muy claras.
En el célebre libro-entrevista de Vittorio Messori al cardenal Joseph Ratzinger “Informe sobre la fe”, aparecido en el año 1985 y que tantísimo revuelo levantó entre el progresismo eclesial, se tratan ambos temas: el Concilio Vaticano II y la liturgia. Veinte años después de la clausura del Concilio, Ratzinger defendía su postura de que el Vaticano II “estaba en la más estricta continuidad tanto con el Vaticano I como el Concilio de Trento” y que estaba sostenido por la misma autoridad, el papa y el colegio de los obispos en comunión con él. Para el teólogo alemán, “no son el Vaticano II y sus documentos lo que es problemático”, sino las interpretaciones de los documentos, que han llevado a muchos abusos en el periodo postconciliar. Ratzinger afirmaba ya entonces cómo “a pesar de buscar la unidad, se había llegado a un disenso que – en palabras de Pablo VI – había pasado de la auto-crítica a la auto-destrucción”. Y decía también que “una reforma verdadera de la Iglesia presupone un rechazo inequívoco de los caminos erróneos cuyas catastróficas consecuencias eran ya incontestables” en los años 1980s. El entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe mantenía en ese momento lo que siguió afirmando hasta el final de su vida: que “defender la verdadera tradición de la Iglesia hoy significa defender el Concilio Vaticano II (…), pues existe una continuidad que no permite un retorno al pasado ni un vuelo hacia adelante. Para Ratzinger, no puede hablarse de una Iglesia “pre-conciliar” y una “post-conciliar”, pues no habría ruptura, sino continuidad.
Sobre la reforma de la liturgia que siguió al Concilio, el Cardenal Ratzinger afirmaba con contundencia cómo no se trata de una cuestión periférica en la Iglesia, sino que la liturgia es el centro mismo de la Iglesia, y que distintas concepciones sobre la liturgia implican distintas concepciones sobre la Iglesia, Dios y el hombre. Y recordaba cómo ya en 1975 había escrito sobre la degradación litúrgica, su banalización y la falta de calidad artística en la música, ornamentos y arquitectura. Afirma el cardenal que muchos de quienes a mediados de los 1970s se mostraron contrarios a sus palabras, diez años después estaban totalmente de acuerdo con él. En el momento en que se realizó la entrevista que daría como resultado el “Informe sobre la fe” hacía poco tiempo que se había publicado la decisión de san Juan Pablo II, firmada el 3 de octubre de 1984, sobre el “indulto” permitiendo a sacerdotes celebrar la Misa de acuerdo al misal de 1962. El indulto implicaba que quienes lo recibían aceptaban el Misal de Pablo VI y celebrarían en templos nombrados por los obispos diocesanos, y no en parroquias. En ese momento, Ratzinger veía el indulto como un “pluralismo legítimo” y no como una “restauración” a una Iglesia preconciliar, concepto que negaba.
Al margen de estar de acuerdo con él o no en cuanto a la continuidad o ruptura que supuso el Concilio Vaticano II, las palabras de Ratzinger sobre la liturgia son tan luminosas que merecen ser citadas literalmente: el cardenal afirmaba que “lo que necesitaba ser descubierto de una manera completamente nueva era el carácter dado, no arbitrario, constante e inquebrantable del culto litúrgico (…). La liturgia no es un espectáculo que requiera productores brillantes y actores talentosos. La vida de la liturgia no consiste en agradables sorpresas e ideas atractivas, sino en repeticiones solemnes. No puede ser expresión de lo que es transitorio, porque expresa el Misterio de lo sagrado. Muchas personas han dicho que la liturgia debe ser “hecha” por la comunidad entera si debe pertenecerles. Tal actitud ha llevado a que se mida el “éxito” de la liturgia por su efecto y el nivel de entretenimiento. Eso es perder de vista lo que es distintivo de la liturgia, que no viene de lo que nosotros hacemos sino del hecho de que algo está ocurriendo ahí que todos nosotros juntos no podemos “hacer”. En la liturgia hay un poder, una energía en acción que ni siquiera la Iglesia puede generar: lo que manifiesta es lo Totalmente Otro, viniendo a nosotros a través de la comunidad (que es por tanto no soberana sino sierva, puramente instrumental). La liturgia, para los católicos, es el hogar común, la fuente de su identidad. Y otra razón por la que debe ser “dada” y “constante” es que, por medio del ritual, manifiesta la santidad de Dios. La revuelta contra lo que ha sido descrito como “la antigua rigidez rubricista” ha convertido a la liturgia en un conjunto de retazos de estilo “hazlo tú mismo” y la ha trivializando, adaptándola a nuestra mediocridad. Por eso no puede abandonarse la solemnidad en la celebración litúrgica, porque “en la solemnidad del culto, la Iglesia expresa la gloria de Dios, el gozo de la fe, la victoria de la verdad y la luz sobre el error y la oscuridad”.
Ratzinger se lamenta de la pavorosa pobreza que acompaña el abandono de la belleza en los templos y la liturgia y se sustituye por el utilitarismo. “La experiencia ha demostrado – afirma – que el refugio en la inteligibilidad para todos tomado como único criterio, no convierte a la liturgia en algo que se entienda más, sino que la empobrece. “Liturgia ´sencilla´ no significa liturgia pobre o barata: existe la simpleza de lo banal y la sencillez que viene de la riqueza espiritual, cultural el histórica”. El cambio en la liturgia implica además prácticamente un cambio antropológico. Para el cardenal, la belleza humaniza y, por tanto, “si la Iglesia ha de continuar transformando y humanizando el mundo, no puede prescindir de la belleza en la liturgia, esa belleza en tan íntima relación con el resplandor de la Resurrección.
Solamente leyendo estas palabras dichas por Joseph Ratzinger hace cuarenta años y observando la trayectoria de la Iglesia Católica después del Concilio Vaticano II, parece un milagro que Ratzinger, que pasó de ser considerado un progresista a ser visto como un radical reaccionario, fuese elegido Papa en el cónclave de 2005.
Continuará, Dios mediante.
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Es necesario corregir los errores del Concilio Vaticano II y de la reforma litúrgica (que contradicen la doctrina de la Iglesia en algunos puntos).
Su Santidad Benedicto XVI, fue un buen papa, que hizo un tímido intento para esa corrección, pero se quedó corto.
Magnífico, magnífico. He disfrutado mucho leyendo este artículo, muy bien trabajado por la autora del mismo. Enhorabuena. La liturgia ha ido cambiando a lo largo de los siglos. Desde la Cena de Pascua en la que Cristo instituyó la Eucaristía hasta hoy con el Novus Ordo Missae, la Iglesia ha celebrado y celebra en infinidad de rotos litúrgicos. La multiplicidad no es el problema, si no la falta de solemnidad con la que se celebra la Santa Misa en algunos templos.
Hola estimada autora:
A mí me interesa mucho el tema de la liturgia.
Quería plantearte una pregunta a modo de reflexión: qué pensaría un cristiano del siglo I, si le trasladas en el tiempo y le pones en una celebración de la S. Misa del siglo, pongamos, XVI ?
Supongo que reaccionaria con una perplejidad absoluta y diría algo así como «esto no es lo que yo he vivido»
Creo que sería mucho más fuerte que para una persona muy arraigada en el liturgia tradicional al ver una misa del nuevo misal…
Me parece que las Formas liturgicas (siendo importantes) son reflejo de una manera de expresar un fondo en un determinado momento histórico con sus características propias de mentalidad, cultura, arte, filosofía… Y, en cualquier caso, no son indicaciones divinas inmutables (como sí lo son el fondo). El relato evangélico y Paulino es totalmente escueto: la mesa, el mojar el pan, el tomad y comed, tomas y bebed, el lavatorio… Y poco más.
A partir de ahí se va desarrollando todo (1l
«qué pensaría un cristiano del siglo I, si le trasladas en el tiempo y le pones en una celebración de la S. Misa del siglo, pongamos, XVI»
Pensaría: vaya, por fin un templo exento en el que puede celebrarse la misa en un altar que no esté en un arcosolio, que en las catacumbas hay mucha humedad.
El mismo cristiano trasladado a hoy en día: ¿Y esto qué es? ¿Qué hace el cura del revés? ¿Y qué hace una mujer dando una charla o estos cantos espantosos?
«las Formas liturgicas (siendo importantes) son reflejo de una manera de expresar un fondo en un determinado momento histórico con sus características propias de mentalidad, cultura, arte, filosofía…»
¿Un reflejo de qué? De la mentalidad subversiva de los creadores del novus ordo sesentero que se impuso a todo el mundo. No reflejaba nada y espantó (literalmente) a miríadas de fieles.
Y no hay mesa en ningún relato paulino (I Cor 11), ni el lavatorio (de los pies) forma parte de la misa.
… el rito, en sus diversas versiones que añaden gestos… Hasta llegar a la forma de cada momento histórico. Pretender «fosilizar» ese rito es ir contra la dinámica histórica y humana.
Todo esto con independencia de que cada persona es libre de que le guste/llegue/ toque/eleve un determinado modo de expresar la fe más que otro.
Gracias y saludos
El dogma del progresismo es que todo lo nuevo es mejor que lo antiguo, y así vamos progresando hasta el desastre total.
Es el mismo dogma de los tradicasposos con todo la antiguo. La tradición debe ser guia y fuente, pero no nunca ha sido rígida.
¿Pero no nunca ha sido rígida? ¿Qué significa esa frase, Tradingenioso? Para antiguo, la progremisa defendida por auténticos dinosaurios (los que no han estirado aún la pata). Esos sí que están rígidos como la mojama (y en este caso igual de rígidos antes que después de estirarla).
«Fosilizar ese rito es ir contra la dinámica histórica y humana…», ¡cómo me recuerdan esas palabras marxistoides al conocido «non serviam»!
Y por supuesto, la «dinámica de Dios», el rito eterno que se ha ido perfeccionando y NO CAMBIANDO a lo largo de los siglos, para usted no cuenta.
Es solo hecho de que el CV2 diese pie al «espíritu del concilio» muestra q fue un mal concilio, pero es que además se hizo a propósito para conseguir ese resultado desastroso
Ratzinger fue culpable, luego en los 70 fundó una revista de teología con otros herejes del concilio, que después abandonó porque según él los herejes habían cambiado: hace falta tener geta para decir eso, los herejes no cambiaron en nada.
Ratzinger fue un modernista, algo bueno siempre con un regalito envenenado, si hablamos de liturgia, en su ‘Espiritu de la liturgia» ahí anda a vueltas con el gran hereje masón De Chardin.
Fue un neocon, como su predecesor, esto es, un girondino sionista, hermenéutica de la continuidad lógicamente. No cuela.
«modernista, hereje, masón, neocon (sic), girondino, sionista…». Le ha faltado anunnaki. Era un anunnaki.
Es solo hecho de que el CV2 diese pie al «espíritu del concilio» muestra q fue un mal concilio, pero es que además se hizo a propósito para conseguir ese resultado desastroso
Ratzinger fue culpable, luego en los 70 fundó una revista de teología con otros he rej es del concilio, que después abandonó porque según él los he rej es habían cambiado: hace falta tener geta para decir eso, los her ejes no cambiaron en nada.
Ratzinger fue un modernista, algo bueno siempre con un regalito envenenado, si hablamos de liturgia, en su ‘Espiritu de la liturgia» ahí anda a vueltas con el gran her e je masón De Chardin.
Fue un neocon, como su predecesor, esto es, un girondino sionista, hermenéutica de la continuidad lógicamente. No cuela.
«modernista, hereje, masón, neocon (sic), girondino, sionista…». Le ha faltado anunnaki. Era un anunnaki.
El Novus Ordo (N.O.) va en contra de varios puntos de la Constitución sobre liturgia del CVII: la Sacrosantum Concilium (S.C.):
En la S.C. se pide una revisión PRUDENTE de la Liturgia. En N.O., en palabras de B XVI significa destruir un edificio para construir otro.
En la S.C. se pide que nadie añada ni quite nada a la Liturgia. El N.O. está abierto a múltiples originalidades.
En la S.C. se pide que se mantengan los silencios Litúrgicos. En el N.O. han desaparecido en la práctica.
En la S.C. se pide conservar el latín. En el N.O. ha desaparecido en la práctica.
En la S.C. se afirma que el gregoriano es la música propia de la Liturgia. En el N.O. ha desaparecido en la práctica.
En la S.C. se afirma que el órgano es el instrumento propio de la Liturgia. En el N.O. ha desaparecido en la mayoría de Iglesias.
En la S.C. no se dice nada de la Misa cara al pueblo, ni de la comunión en la mano, ni que los laicos lean lecturas, ni monaguillas, etc. etc.
Me parece que BXVI se dio cuenta del desastre del N.O, quiso salvar los muebles, pero su postura resultó ser ambigua y débil, y no se dio cuenta de que los destructores de la Liturgia son mayoría, como se ha visto con el Traditores Custodes. En el prologo de su libro «Teología de la Liturgia», afirma que el oscurecimiento de Dios en la Liturgia es el origen de la crisis de la Iglesia, pero siendo consciente del grave problema, solo implantó tímidas reformas como fue el Summorum Pontificium, que ha sido derogado por Francisco.
Lo más cínico del asunto, es que los obispos y curas que piden obedecer a Francisco con el Traditores Custodes, pasaron olímpicamente de BXVI, cuando promulgó el Summorum Pontificium, y luego se rasgan las vestiduras cuando alguien dice una Misa Tradicional sin permiso del obispo, cuando en la Bula «Quo Primum Tempore», establece que esta Misa es a perpetuidad, que no puede ser revocada, y que todos los curas tienen permiso para celebrarla siempre que quieran.
Exacto Fred, es que ni siquiera el modernismo fue capaz de cumplir con el propio concilio. El concilio tuvo cosas aberrantes como el decreto de libertad religiosa, y cosas buenas como las que citas, pero una vez terminado fue el pistoletazo de la revolución modernista en la iglesia. Esta revolución no necesitó concilio alguno, se lo sacó de la manga Pablo VI y los demás renegados. Fueron dos golpes con un solo propósito, cargarse la iglesia tradicional y convertirla en un engendro modernista y protestante, a imagen u semejanza de la mosonería. Lástima que los papas posteriores no tuvieron la valentía necesaria para reconocer los hechos. Solo se conformaron con echar la mierda modernista debajo de las alfombras. Craso error, antes o después tendría que salir de nuevo, y salió con mas virulencia que nunca. Ahora quien el pone el cascabel al gato al antiCristo. Carlismo Rebelde
«Lástima que los papas posteriores no tuvieron la valentía necesaria para reconocer los hechos».
Estimado, Caradeplata.
Ellos fueron parte activa en lo peor de ese Concilio.
Juan Pablo II en toda la basura relativa a la libertad religiosa y el maníaco ecumenismo; Benedicto XVI, como asesor del cabeza de los obispos liberales (Cardenal Frings), en toda la porquería modernista.
No piense que llegaron a Papa porque pasaron por ahí en ese momento, fueron elegidos precisamente para aplicar las ideas erróneas que ellos defendieron en el Concilio.
«fueron elegidos precisamente para aplicar las ideas erróneas que ellos defendieron en el Concilio»
¿Cuáles?
El catolicismo está más arruinado que las monjas de Belorado; hay que ser Rompetechos para no ver la nulidad religiosa, social, cultural y vital en que lo han convertido sus (ir)responsables, nombrados precisamente por no creer en nada. Sólo tienen asidero en él (pero simplemente material) quienes aprovechan las estructuras eclesiásticas para dar curso a la homosexualidad y otras aficiones. Ver encima a Cáritas intentando mutar en Greenpeace es ya la pera limonera. Y los culpables son los que todo el mundo sabe: los de los faldones del papa abajo y sus cuatro repelentes palanganeros, más solos ya que la una.
La liturgia es todo lo que ayuda a que en el culto Dios se muestre, y desaparezca todo lo demás.
Cualquier acto que conlleve un lucimiento de cosas o personas distintas de Dios, es contrario a la verdadera liturgia.
En la misa tradicional, Dios resplandece. En la misa moderna, si se hace correctamente, Dios resplandece mucho menos. Si se hace mal, Dios desaparece. Como en el 80% de los templos se hace mal, se puede decir que la misa moderna está consiguiendo que Dios desaparezca. Por eso la apoyan todos los modernistas, porque lo que quieren, realmente, es cargarse la Iglesia Católica, y saben, que la misa, que la liturgia, es la mejor manera de hacerlo. El Papa F, vamos a decir que por su profunda ignorancia, el que más está favoreciendo la desaparición, de esta manera, de la Iglesia a la que tiene que defender.
Repito y termino: La liturgia es todo lo que ayuda a que en el culto Dios se muestre, y desaparezca todo lo demás.
¡Bien visto! Estoy muy de acuerdo en que lo esencial de la liturgia es aquello “que ayuda a que en el culto Dios se muestre, y desaparezca todo lo demás.” Y atendiendo a ese criterio, también coincido con su valoración/comparación de las misas tradicional y moderna.
Me alegro mucho. Un abrazo fuerte!
El Concilio Vaticano II en realidad fue el surgimiento de una nueva iglesia que se nos metió con engaño a los católicos, con su propia liturgia pro testantizada (aprobada por los protestantes), nuevos supuestos sacramentos despojados de toda sacralidad, y la e xpulsión del clero católico (cientos de miles abandonaron la Iglesia nada más acabar). Durante décadas casi nadie habla de esto y todos contemporizan, pero resulta que el supuesto Concilio contiene varias her ejía s gordas de base, entre las cuales destaca la de la supuesta libertad religiosa donde todas las religiones son iguales. De esta forma el CVII enterró el auténtico Depósito de Fe católico y con él, el único Camino de salvación de las almas que era la razón de ser de la Iglesia Católica. Por eso la sola manera de que la Iglesia Católica sobreviva sin quedar en mínimos es un auténtico Concilio futuro, un Trento dos, donde se anule el «pastoral» CVII (más bien trampa maestra del Enemigo), y volvamos a ser católicos.
El Concilio Vaticano II en realidad fue el surgimiento de una nueva iglesia que se nos metió con engaño a los católicos, con su propia liturgia (aprobada por los *rotestantes), nuevos sacramentos despojados de toda sacralidad, y la expulsión del clero católico (cientos de miles abandonaron la Iglesia nada más acabar). Durante décadas casi nadie habla de esto y todos contemporizan, pero resulta que el supuesto Concilio contiene varias her ejías gordas de base, entre las cuales destaca la de la supuesta libertad religiosa donde todas las religiones son iguales. De esta forma el CVII enterró el auténtico Depósito de Fe católico y con él, el único Camino de salvación de las almas que era la razón de ser de la Iglesia Católica. Por eso la sola manera de que la Iglesia Católica sobreviva sin quedar en mínimos es un auténtico Concilio posterior, un Trento dos, donde se anule el «pastoral» CVII (más bien golpe de Estado del ángel caído), y volvamos a ser católicos.
Que en el rito N.O. Dios desaparece es una auténtica falsedad.
Sí, todo es falso en el NO-rito. Hasta el supuesto nombre…
Cuénteselo a otro!
El domingo pasado oí misa en la iglesia vienesa de San Miguel, junto al palacio Hofburg de Francisco José y Sissí. Allí se oyeron por primera vez los acordes del Requiem de Mozart en memoria del genio muerto cinco días antes. Estaba a reventar de turistas, hasta el momento justo de la misa en que quedaron las cuatro Rottenmeyer de siempre haciéndolo todo y nosotros dos en el templo semi-desierto. El cura sesentón en pie a un lado como un reverendo, diciendo cosas cansinas en alemán y entonando para las paredes los estribillos de una hoja que no soltaba. Sin un solo reclinatorio en la maravilla barroca que únicamente evocaba pasado. Sin nadie de aquellos cuatro monos consciente de lo que se comía con las manos, algo que jamás haría con un invitado en casa. Y que a todo eso le llamen «nuevo» es el mayor sarcasmo que quedaba por oír…
Gracias, Católica (Ex)Perpleja por este artículo tan esclarecedor sobre el propósito continuado de J.Ratzinger de llevar la Liturgia al lugar que merece en la Iglesia. Las propias palabras de J. Ratzinger recogidas en » Informe sobre la Fe» en 1985 lo dicen todo sobre la deslumbradora visión que él tenía de lo que representa la Liturgia (algo dado!) en la vida de la Iglesia, y de la dignidad con que debería celebrarse. Algo muy a tener en cuenta, como principio, cuando se disputa sobre ritos liturgicos.
Espero con impaciencia su próximo artículo sobre el tema.
Lector
No està cayendo en lo mismo que los discípulos de Juan Bautista?
PD: ese desprecio con el que ud habla de los demàs no es el Amor con que Dios les ama.
Lector,
Si ud tuviera auténtica conciencia de que cuando va a misa, està en el Calvario, al ver a personas que (según ud) no estàn actuando correctamente se uniría a Cristo en su mismo sacrifício, sufriría con Él su dolor, se lo ofrecería por esas mismas almas y le pediría al Padre el perdón para ellas y al Esp. Santo el don de entendimiento para que actuaran según la voluntad divina.
Pero criticar a esos «monos»…y estando ante el Sacrificio de Cristo por ellos… eso no es tener conciencia de lo que està viviendo en la misa.
Siempre es mejor mirar la paja en nuestro ojo, de verdad, no se crece en santidad mirando el ajeno.
No somos monos.Somos hijos de Dios, amados por Él y que le amamos también.
Dios le guarde.
Peor es ser serpiente que un simpático monito. Peor es manipular demagógicamente las palabras y pervertir el lenguaje haciéndose uno el puro.
Claramente! el q se hace el puro es el que siempre ve y critica la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo como en la paràbola del fariseo y el publicano.
Feliz domingo 🙏🙏🙏
Usted ha enseñado la patita, y resulta que es pezuñita. Con otros pardillos podrá: yo soy perro viejo…
Lector,
» mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio» no es una frase mia, es de Jesús.
La paràbola del fariseo y el publicano no es una paràbola mia, es de Jesus. Es Palabra de Dios.
Entonces, donde ve la pezuñita?
Argumento ad hominem, eso es todo
Le dejo.
Dios le guarde
Otro excelente artículo de la Católica antes perpleja.
La mención al padre Charles T. Murr, muy bien traída. Dentro de la cuestión litúrgica, Murr explica, ahora no recuerdo dónde, el origen de la Plegaria Eucarística II, la más popular debido a su brevedad. No es una historia muy edificante.
Asimismo, también se revela como una de las críticas dirigidas hacia el Opus Dei, su gran fidelidad a los documentos producto del Concilio Vaticano II y no al «espíritu del Concilio», no deja de ser una alabanza.
¿Pero cómo es posible que se permita comer a Dios con las manos, como si fuera un espárrago, y de pie, como si se estuviera en un burguer King? ¿Qué liturgia es esa, sino es la liturgia de la basura? ¡¡¡Nadie en sus cabales, puede pensar que para comulgar no hay que arrodillarse!!! Solo quien no quiere a Dios, puede comulgar de pie y con las manos. Ni en casa del más inculto y maleducado se comen los manjares con la mano.
La misa nueva, o misa moderna, es una falta de respeto a Dios en la gran mayoría de los templos. Se quiera ver o no. Esa es la realidad.
En muy pocas iglesias se puede comulgar arrodillado. Eso sí, suele coincidir que son las que mejor doctrina tienen, las que están más llenas y las que mejor cuidan la liturgia de la misa moderna. Lugares en los que se imparten los sacramentos, sobre todo la confesion. A diferencia, de aquellos otros, la mayoría, en los que no se puede comulgar arrodillado, donde suele coincidir que no hay ni concesionarios.
Todo va unido.
Benedicto XVI siempre fue un liberal. En materia litúrgica está claro que no era progresista, pero tampoco dió mucho por la restauración de la misa tradicional: como Papa no se dignó a celebrar ni una sola vez públicamente la misa tradicional, lo que dice mucho de sus intenciones y valentía por restaurarla. En cuestiones como libertad religiosa y ecumenismo, por mucho que él hable de una «hermenéutica de la continuidad», su pensamiento es totalmente rupturista. Por último, sigo esperando esas supuestas declaraciones de Benedicto retractándose de su pasado progresista, porque no existen… Él siempre fue progresista y murió progresista, si bien no llegó a límites tan extremos como compañeros suyos. En cualquier caso, Summorum Pontificum fue un gran bien para la Iglesia, aunque su discurso de que no fue nunca abrogado es algo injusto atendiendo a los tiempos persecutorios de Juan Pablo II contra la misa tradicional
¿Cuál fue el «pensamiento totalmente rupturista» de BXVI en lo que a ecumenismo se refiere? ¿Obligar a todos los representantes de las religiones falsas a rezar en los encuentros de Asís ante el Santísimo expuesto en una custodia, por ejemplo? Tire de buscador y vea las fotos. ¿O se refiere a la creación del Ordinariato Anglocatólico, que hizo que miles y miles de anglicanos volvieran a la Iglesia? ¡Hay que ver qué liberal y rupturista era BXVI! Si alguna vez vuelven a eligir a otro papa la mitad de «liberal y rupturista» que él, nos podremos dar con un canto en los dientes.
«sigo esperando esas supuestas declaraciones de Benedicto retractándose de su pasado progresista»
¿De qué cosa en concreto?
Y JPII no sólo no sólo no persiguió ninguna misa tradicional (que entonces tenía cuatro fans), sino que la liberalizó en 1984. No voy a volver a repetir la misma canción cada vez que a alguien le dé por contar la misma trola. Tire de buscador.
Benedicto XVI era una buena persona, un hombre íntegro. Karol Wojtyla y Bergoglio han hecho mucho daño a la Iglesia.
Comparar a JPII con Francisco no se le ocurre ni al que asó la manteca. Es como comparar a Felipe II con Pinocho Sánchez o a Santa Teresa de Jesús con La Veneno. ¡Menuda ocurrencia!
La Iglesia no puede equivocarse en materia de fe y costumbres, y el Concilio Ecuménico, aprobado por el Papa, representa a la Iglesia, por eso, tampoco puede equivocarse en cuestiones de fe y costumbres, defina dogmas o no. Los documentos del Concilio fueron aprobados por la casi totalidad de los Padres conciliares (Mons. Lefebvre entre ellos) y aprobados y promulgados por el Papa entonces reinante, Pablo VI, y luego por todos los Papas siguientes, y todos los Obispos en comunión con ellos, y los fieles en comunión con esos Obispos, que son la totalidad moral de la Iglesia Católica, hasta el día de hoy. La Iglesia es infalible también, no sólo en enseñar, sino en recibir lo enseñado, como fue recibido el Concilio hasta el día de hoy, por los Papas, Obispos y fieles. Es por lo menos imprudente, por tanto, decir que el Concilio tiene errores, pues hay una probabilidad grande, por lo menos, de estar diciendo una herejía. Y digo «por lo menos».
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Realmente se pueden borrar ambos. Pero se van a quedar ambos.
Lo mismo decir que la Misa que se celebra hoy día en la Iglesia no es católica, o no es valida, o es herética, o es blasfema, o es satánica. No se puede decir eso sin negar la indefectibilidad de la Iglesia, que es dogma de fe, porque la Misa que se celebra hoy día en la Iglesia, la llamada «Novus ordo», más allá de todo lo que sería bueno mejorar en ella, ha sido aprobada por todos los Papas y Obispos en comunión con los Papas hasta el día de hoy.
Ahora bien, éste es un punto tan importante, que se debe ser muy claro en ello, e Infovaticana no hace un favor a los fieles si se limita a sugerir que dicha Misa no es válida, o no es católica, o es herética, etc. Levantar una duda en materia de fe y no aclararla es escandalizar a los pequeños del Señor. Y en un punto así, sólo se puede ser claro: o felizmente para sentir con la Iglesia, o desgraciadamente para sentir contra ella.
En vez de tanta cháchara, ¿por qué no nos explica usted por qué no se celebra la Misa Normativa (la decretada por el CVII, que duró dos telediarios), y en cambio sí se celebra un rito inventado casi un lustro después de terminado el CVII, que contradice la Constitución Apostólica sobre la Sagrada Liturgia, y que encima ni siquiera se sigue su correspondiente misal (el de Pablo VI) que establece la posición del sacerdote ad Orienten y el uso del latín? ¿Pasarse las normas por el Arco de Trajano es «sentir con la Iglesia»? ¿En serio?
La Iglesia no puede equivocarse en materia de fe y costumbres, y el Concilio Ecuménico, aprobado por el Papa, representa a la Iglesia, por eso, tampoco puede equivocarse en cuestiones de fe y costumbres, defina dogmas o no. Los documentos del Concilio fueron aprobados por la casi totalidad de los Padres conciliares (Mons. Lefebvre entre ellos) y aprobados y promulgados por el Papa entonces reinante, Pablo VI, y luego aprobado por todos los Papas siguientes, y todos los Obispos en comunión con ellos, y los fieles en comunión con esos Obispos, que son la totalidad moral de la Iglesia Católica, hasta el día de hoy. La Iglesia es infalible también, no sólo en enseñar, sino en recibir lo enseñado, como fue recibido el Concilio hasta el día de hoy, por los Papas, Obispos y fieles. Es por lo menos imprudente, por tanto, decir que el Concilio tiene errores, pues hay una probabilidad grande, por lo menos, de estar diciendo una herejía. Y digo «por lo menos».
¿Qué está usted diciendo? ¡Pero si ese concilio pastoral del siglo pasado dice que no hay nada que creer de él, sino sólo lo definido por la Iglesia de forma expresa previamente! (Declaración de la Comisión Doctrinal del Concilio Vaticano II, adjunta a la «Lumen gentium»). A ver si hablamos menos y leemos más.
«decir que el Concilio tiene errores…»
¿Por qué pone «el Concilio», con artículo determinado y mayúscula? En la Iglesia ha habido 21 concilios ecuménicos (el último no doctrinal), por lo que el «el» sobra. Y concilio se escribe con minúscula, al ser un nombre común. Por otro lado, sus textos contienen auténticas perogrulladas, como que no se salvarán quienes sabiendo que la Iglesia es necesaria para salvarse no quieran entrar en ella. ¿Quién profesa una religión sabiendo que es falsa o se niega a profesar la que sabe verdadera? En fin…
«La verdad padece, pero NO perece» .Santa Teresa de Jesús
Un verdadero concilio no necesita hermeneutica. El mismo concilio ES la hermeneutica
Repito: Un Concilio ES la hermeneutica.. Un concilio se hace para aclarar, fijar, condenar, establecer interpretar definitivamente lo que estaba confuso. ESO es Hermeneutica.
El Vaticano II NO LO ES. No es un Concilio. Antes no habia confusion y si después. No fijo nada, no definió. El Vaticano fue una revolución un golpe de poder en la Iglesia y como toda revolución provoca desorden y confusión y destrucción. Necesitamos un futuro verdadero Concilio Vaticano que fije, defina, condene, restablezca a la Iglesia de la enfermedad de estos 60 años
Lo que nos pierden son los respetos humanos y el gusto por las florituras propio del moderno. Las enciclicas de los papas anteriores al Vat II eran de unas pocas páginas. Ahora cualquier teologuillo rellena posts de 15 paginas dando vueltas a lo mismo y los papas componen mamotretos enormes que no dicen nada. BASTA YA. Eso solo esconde la intención de adular, medrar, masajear, cuando no insertar veneno. Yo no quiero panegiricos sobre este o aquel papa si se dio cuenta de lo que habia antes o después. La iglesia no es un club social donde se charla. Yo voy a la Iglesia para que me hablen del pecado del infierno, de la salvación de como llevar mi vida de acuerdo con lo que Dios quiere. La mayoria de la producción moderna de la Iglesia es chachara y basura sin aprovechamiento alguno. Basta ya
1) La Iglesia no puede equivocarse en fe y costumbres. 2) El Concilio Ecuménico aprobado por el Papa (el Concilio que sea) representa a la Iglesia. 3) Por tanto, el Concilio Ecuménico aprobado por el Papa (el Concilio que sea) no puede equivocarse en fe y costumbres. – «Pero el Concilio Vaticano II no define dogma alguno» – El Concilio Ecuménico aprobado por el Papa representa a la Iglesia por eso mismo, más allá de que defina dogma o no lo defina.
Por tanto, para decir que el Concilio Vaticano II contiene errores, hay que negar que la Iglesia sea infalible en fe y costumbres, o bien, que el Concilio Ecuménico aprobado por el Papa represente a la Iglesia, o bien, que el Concilio Vaticano II haya sido un Concilio Ecuménico.
Y como todos los Papas desde Pablo VI han aprobado el Concilio Vaticano II y lo proclaman Concilio Ecuménico, hay que sostener entonces que todos ellos cayeron en herejia y no son verdaderos Papas: hay que ser sedevacantista.
«Por tanto, el Concilio Ecuménico aprobado por el Papa (el Concilio que sea) no puede equivocarse en fe y costumbres»
Claro que no puede equivocarse: acepte ya la Declaración de la Comisión Doctrinal del CVII, según la cual los católicos no están obligados a creer nada dicho en ese concilio; sólo lo anteriormente definido expresamente por la Iglesia. Ya sabe: no puede equivocarse en esta declaración. Debería usted aceptarlo de una vez.
Pero no para ahí la cosa, porque si todos los Papas y los Obispos desde Pablo VI han caído en la herejía aprobando el Concilio Vaticano II , y han arrastrado detrás de sí a todos los fieles que han estado en comunión con ellos, entonces hay que negar finalmente que la Iglesia sea infalible en fe y costumbres, porque ¿dónde está la Iglesia, fuera de los Papas y los Obispos de todo el mundo en comunión con los Papas y los fieles de todo el mundo en comunión con esos Obispos?
Es irrisorio e impresentable decir que la Iglesia subsiste en algunos grupúsculos que reúnen en las casas de Pedrito o de Juancito y que además se excomulgan mutuamente entre ellos.
Así que al final las dos opciones lógicas son: o se acepta el Concilio Vaticano II, o se es protestante, aunque se sea protestante de San Pio V.
¿Es usted protestante? Acepte ya el último concilio (además de los 20 previos), que declaró que los católicos no están obligados a creer nada dicho en él, sino sólo lo anteriormente definido expresamente por la Iglesia.
Así que, al final, las dos opciones lógicas son: o acepta usted los 21 concilios ecuménicos, incluido el Concilio Vaticano II, o es protestante, aunque sea protestante del Trucho o del que le firma los documentos (Francisco).
Y con la Misa lo mismo. Decir que la Misa actual es protestante, herética, blasfema o diabólica, o «intrínsecamente mala», y sostener al mismo tiempo que la Iglesia no puede errar en fe y costumbres, es querer dibujar el círculo cuadrado, a no ser, repito, que se diga que la Iglesia es la que se reúne en la casa de Pedrito y excomulga a los que reúnen en la de Juancito, que a su vez los excomulgan a ellos.
¿De qué habla? Primero, deje de repetir como un loro que «la Iglesia no puede errar en fe y costumbres». Los que yerran, siempre, son los seres humanos, no la Iglesia. Los papas NO son la Iglesia, aunque formen parte de ella. Y el resto de la jerarquía, de ahí hacia abajo, igual. Y salvo cuando transmiten la Revelación (eso es la «fe y costumbres»: enseñar de acuerdo con ella y no salirse ni medio milímetro de ella) o definen ex cathedra, hasta los papas pueden errar. Y de hecho lo hacen. Y el novus ordo no es obra de «la Iglesia», sino una creación ex nihilo de los años 60 que contradice lo decretado por el CVII en materia litúrgica, y que encima nadie cumple (no hay ni un solo cura que siga siempre el misal). Se le ve a usted muy «cafetero», pero siento desilusionarle: el novus ordo tiene bastante poco futuro, al no ser de origen apostólico, a diferencia del Rito Romano. Por supervivencia de la Iglesia será abrogado más pronto que tarde.
La Iglesia, efectivamente, no puede errar en materia de fe y costumbres, porque es la «columna y fundamento de la verdad» (1 Tim. 3, 15). Y el Concilio Ecuménico representa a toda la Iglesia y tiene su misma autoridad.
Dice Melchor Cano en «De Locis Theologicis»:
“Además, Martín V, en el Concilio de Constanza, propuso entre otras preguntas con las que se debía examinar a los sospechosos en la fe, si creían que cualquier Concilio General representa a la Iglesia universal. Por tanto, si el Concilio general tiene la autoridad de la iglesia universal, el que la quita del medio disuelve por el mismo acto toda la autoridad de la Iglesia. Por tanto, es preclaro aquello de Agustín en el libro primero sobre el Bautismo contra los Donatistas, cap. 18: la sentencia del Concilio plenario es el consenso de toda la Iglesia.”
Es claro que el Concilio Ecuménico se compone de seres humanos. Por tanto, si éstos, como Concilio Ecuménico, erran en la fe, erra la Iglesia, lo cual es contra la fe.