La persecución religiosa en Nicaragua continúa. La Policía Nacional, bajo el control del régimen Ortega-Murillo, se presentó en la catedral Nuestra Señora del Rosario en Estelí, dirigida por el padre Frutos Constantino Valle Salmerón, para prohibir la ordenación sacerdotal de los diáconos Kelin José Martínez Rayo, Wendell Fuentes Chavarría y Ervin Joel Hernández Umanzor, programada para el pasado 27 de julio.
La ceremonia iba a ser oficiada por el obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Herrera. La policía justificó la prohibición alegando que «cualquier actividad de esa naturaleza» estaba prohibida, sin proporcionar más detalles.
El 26 de julio, el padre Valle Salmerón, de casi 80 años, fue trasladado al Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima en Managua, donde está bajo vigilancia, según la abogada e investigadora Martha Patricia Molina. Molina, autora del estudio «Nicaragua, una Iglesia perseguida», señaló que otros tres sacerdotes en Estelí también están siendo vigilados, y expresó preocupación por su posible encarcelamiento.
Valle Salmerón, con 50 años de sacerdocio, fue nombrado administrador ad omnia de la diócesis de Estelí el 11 de enero de 2024, tras la destitución y exilio al Vaticano del obispo Rolando José Álvarez.
La ordenación de los diáconos en Estelí iba a ser la primera desde el destierro de monseñor Álvarez. Ante la cancelación, el diácono Wendell Fuentes expresó su pesar y esperanza de que pronto puedan servir como presbíteros.
En Managua, los padres de 15 jóvenes diáconos que se ordenarán el 16 de agosto bajo la supervisión del cardenal Leopoldo Brenes, están preocupados por posibles obstáculos similares y piden oraciones para que la ceremonia se realice sin problemas.
El Grupo de Expertos de Naciones Unidas sobre Nicaragua ha denunciado torturas y otros abusos contra sacerdotes católicos, así como restricciones a las procesiones religiosas, violando así los derechos a la libertad religiosa y de conciencia en el país. La prensa local habla incluso de secuestro. El sacerdote está siendo vigilado y controlado por el régimen de Ortega.
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Pase por delante que no tengo ni muchas ni pocas simpatías por el comunismo. Por la Iglesia fiduciaria tengo alguna simpatía más, en cuanto a individualidades, no en cuanto a su dirección. Me parece absolutamente injusta la persecución a la Iglesia en Nicaragua, pero el comunismo es así, no hace nada que no esté en su ADN y sólo quien no quiera verlo se puede sentir sorprendido e incluso rasgarse las vestiduras. Pero hay un poco de justicia en tanto sufrimiento y no quiero ofender a tantos devotos cristianos que leen y escriben aquí. La Iglesia nicaragüense está recogiendo lo que sembró. Desde los años sesenta, cuando el comunismo se infiltró en la Iglesia hispanoamericana con la «teología de la liberación», no hubo país de la América hispana o lusófona en la que el virus de «luchar por un mundo mejor» no infectase hasta el último rincón. Durante décadas, la Iglesia en Hispanoamérica fue la tonta útil del comunismo y hoy, en Nicaragüa, está cobrando por los servicios prestados.