The Australian sacó un artículo señalando las extrañas circunstancias de la muerte del cardenal George Pell tras una operación rutinaria de cadera, y su colega el defenestrado cardenal Angelo Becciu ha saltado para defenderse de una acusación que nadie ha formulado.
Paola Totaro, en The Australian, planteó como un misterio la muerte del cardenal australiano George Pell, que fuera responsable de Economía en el Vaticano y más tarde preso durante un año por una falsa acusación de abusos pedófilos. Y casi simultáneamente, el auditor defenestrado por el Vaticano Libero Milone, hablando del mismo asunto, declaraba que «su muerte sigue siendo un misterio».
Y el cardenal Becciu, recientemente condenado por malversación en el caso de la compraventa de un bloque de apartamentos en Londres, ha saltado. En declaraciones a Il Giornale. El defenestrado cardenal sardo cuestiona las «reconstrucciones imaginativas y macabras que incluso insinúan que el abajo firmante – ahora habitualmente descrito como el corrupto por excelencia de la Curia romana – podría estar involucrado de alguna manera en la muerte de Pell.
El artículo australiano, al que siguieron otros en el mundo anglosajón, hablaba de los rumores sobre el estado del cuerpo del ex arzobispo de Sydney tras su muerte por un paro cardíaco en enero de 2023 y los supuestos misterios que se ciernen sobre el trágico acontecimiento, pero también de sus conflictos con Becciu en el momento de su convivencia en la Curia y del papel que habría tenido el ex Suplente en la destitución de Milone.
En Il Giornale, Becciu afirma que «en los últimos días ha comenzado una nueva y sórdida campaña mediática para demonizar mi persona» . En el comunicado, el cardenal de Pattada afirma: «Es también triste que entre estos periódicos haya también algunos sitios católicos que apoyan tal atrocidad».
Becciu hace, asimismo, referencia a las palabras del hermano de Pell señalando que los problemas cardiacos del difunto cardenal eran «una bomba de tiempo».
Becciu se declara víctima de la » violencia mediática» desde hace cuatro años y cuestiona «el deber de un hombre -y más aún de un cristiano- de dar testimonio de la verdad y del respeto a la memoria del cardenal Pell» que «me obligan a rebelarme y rechazar con desdén estas insulsas e infames insinuaciones y explotaciones».
«Ya he encargado a mis abogados que intervengan, haciendo uso de las disposiciones de la ley, para proteger mi buen nombre de cualquiera que siga dando sustancia a estas mentiras descubiertas», concluye.
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