Carmelitas texanas rechazan ser supervisada por la federación organizada por Roma

Monjas carmeltas Arlington
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Las carmelitas de Arlington están en pie de guerra. El monasterio texano de la Santísima Trinidad ha rechazado someterse a la federación carmelita estadounidense que Roma les impone para supervisarlas. Y todo en medio de una disputa en curso con su obispo.

El pasado 20 de abril, el monasterio del Carmelo de Arlington hizo pública una declaración en la que definían la orden de someterse a la Asociación Carmelita de Cristo Rey como “una OPA hostil que no podemos aceptar en conciencia. Aceptarla pondría en riesgo la integridad de nuestro monasterio como comunidad, amenazando las vocaciones de monjas individuales, nuestra vida litúrgica y espiritual y los bienes materiales del monasterio», dice el comunicado, del que se hace eco The Pillar. “En consecuencia, ni la Presidenta de la Asociación de Cristo Rey, ni ningún delegado suyo, son bienvenidos a entrar en nuestro monasterio en este momento”.

La declaración se produce dos días después de que el obispo Michael Olson de Fort Worth anunciara que el Dicasterio del Vaticano para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica había aprobado una solicitud de la Asociación de Cristo Rey para que se le diera gobierno y supervisión directos sobre el convento, con efecto inmediato.

Mientras, en una carta dirigida al monasterio la semana pasada, el citado dicasterio recuerda que el mandato de la priora de los Carmelitas expiró en enero de 2024.

El obispo local es responsable de presidir la nueva elección siguiendo las constituciones de los carmelitas. Pero dada la disputa de la comunidad con el obispo y el rechazo de parte de su autoridad, las hermanas se encuentran actualmente sin gobierno legal, afirma el dicasterio al explicar su decisión de confiar el convento a la federación carmelita.

Las monjas, por su parte, del Monasterio Carmelita de la Santísima Trinidad han estado enfrascadas en una disputa con el obispo Olson durante el último año. La primavera pasada, Olson inició una investigación canónica sobre la superiora de la comunidad, la Madre Teresa Agnes Gerlach, por confesar, supuestamente, haber violado su voto de castidad con un sacerdote inicialmente anónimo. Pero sus abogados alegan que esta confesión se hizo tras un tratamiento médico agresivo, bajo la influencia de analgésicos y con una consciencia intermitente.

Olson dice que la priora le reiteró la confesión personalmente, en presencia de testigos, y que hay una grabación que parece confirmarlo.

La disputa ha sido amarga y a veces extraña. En junio pasado, el Vaticano nombró a Olson “comisario pontificio” para las hermanas y saneó retroactivamente todas y cada una de las cuestiones procesales canónicas planteadas por las acciones anteriores de Olson que involucraban al monasterio. Posteriormente, Olson emitió un decreto despidiendo a Gerlach.

Pero las monjas aparentemente siguieron reconociendo a Gerlach como su superiora. En agosto pasado, las monjas emitieron un comunicado rechazando la autoridad de Olson después de soportar meses de “interferencia, intimidación, agresión, humillación pública y privada y manipulación espiritual sin precedentes”.

Olson reaccionó señalando que semejante declaración conllevaba para las monjas la excomunión latae sententiae, con lo que las hermanas respondieron señalando que reconocían su autoridad como obispo diocesano, pero no la conferida por el Vaticano para intervenir sobre la comunidad carmelita.

En su declaración más reciente, las hermanas sugieren que actualmente están utilizando los ritos litúrgicos anteriores al Vaticano II, en aparente desobediencia a la supervisión litúrgica de la comunidad por parte de Olson.

Las monjas dijeron que están obteniendo fuerza de “nuestra mayor y más profunda inmersión en las riquezas del usus antiquior (la tradicional Misa en latín y el Oficio Divino, etc.). Esto es algo que nosotros, como comunidad, hemos deseado desde hace muchos, muchos años y que habíamos comenzado a explorar hace algún tiempo, pero a lo que al final el obispo se opuso”.