Una de las escenas más conocidas de las leyendas de Occidente es la espada que arrancó de la roca Arturo Péndragon para convertirse en rey de Britania. Lo que ignora la mayoría, en cambio, es que existe realmente una espada clavada en la roca en la Toscana, en la Abadía de San Galgano, conectada a la historia de este santo medieval.
Hacia el siglo XII, en el pueblecito toscano de Chiusdino, había un joven caballero llamado Galgano a quien sus padres habían encomendado a la protección del Arcángel San Miguel y que decidió entregarse a la carrera militar.
Según la tradición, Galgano vivió una juventud disipada hasta que tuvo dos visiones del arcángel San Miguel. Fue durante la segunda de estas visiones cuando el arcángel acompaña a Galgano hasta el Monte Siepi dónde se encuentran con los doce apóstoles y con Jesús. Deseando colocar en el lugar una cruz que marque el lugar de su conversión y no hallando árbol alguno cerca del que pudiera arrancar ramas para hacerla, clavó en el suelo su espada de soldado, que quedó fundida en la roca.
La leyenda podría quedar en eso mismo, mera leyenda, como la propia Excalibur artúrica. La diferencia, en este caso, es que todavía puede verse la espada hundida en la roca cerca de las ruinas de la Abadía de San Galgano.
Aparece totalmente clavada en la piedra formando la empuñadura una cruz. Se rompió en 1992 al intentar sacarla un turista, de modo que ahora, después de pegarla de nuevo, se muestra bajo un cristal.
La espada de San Galgano en la roca se ha dado por falsa durante siglos, pero tras examinar la composición del metal en 2011, el doctor en Química Luigi Garlaschelli confirmó que »La composición del estilo y del metal son compatibles con la era de la leyenda». El análisis también confirmó que la pieza superior y la parte que no se ve son auténticas y pertenecen a una misma espada. Un estudio con rádar de penetración revela que debajo de la espada hay una cavidad, de unos dos metros por un metro, que se cree que es un nicho de entierro, y que posiblemente contenga el cadáver del santo caballero.
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No conocía esta espada en la roca. Conocía otra, la espada Durandal . Se trata de una espada incrustada en un peñasco de Rocamadour, un centro de peregrinación y famoso monasterio. La leyenda dice que perteneció al famoso caballero Roldán, que siendo su espada favorita, no se atrevió a arriesgarla en la expedición Carolingia a la Marca Hispánica y la dejó allí incrustada bajo la atenta mirada de los monjes, con la esperanza de recogerla al regreso. Bueno, ya sabemos como acabó el caballero, quien pereció en una emboscada de vascones en 788, tal y como dice «La canción de Roldán». Así pues, ahí se quedó la espada, a la vista de todo el mundo, y va para 1236 años.