La eutanasia como método de ahorro en Sanidad y pensiones

Bélgica y Holanda, países pioneros en la aprobación de la eutanasia, se han dado cuenta de que matar al débil o ‘improductivo’ es un medio muy conveniente para aliviar la carga que estas personas imponen al omnímodo Estado del Bienestar, con las consecuencias inevitables

El sentimentalismo divorciado de una moral objetiva lleva inevitablemente a las mayores crueldades, y lo que empieza aprobándose por una ‘compasión’ desnortada a menudo acaba en exterminio.

Es, por supuesto, el caso de la eutanasia, aprobada siempre en todas partes recurriendo a los casos más lacrimógenos, extremos y excepcionales y que invariablemente termina por ampliar su alcance a personas, como en el caso canadiense, que no tienen cómo pagarse una casa.

Y la combinación de la eutanasia con la crisis del Estado del Bienestar acelera el proceso. En torno al 80% del coste sanitario que representa un ciudadano de países con sanidad pública se incurre en los últimos cuatro o cinco años de vida. Imaginen el ahorro que supone ‘adelantar’ la fecha fatal.

Cuenta Luca Volonté en el portal Crisis que, ante el aumento de los costes de la atención a las personas mayores, Luc Van Gorp, presidente de la mayor caja de seguro médico belga, Christelijke Mutualiteit » (Mutua Cristiana), propone la eutanasia como solución para ahorrar. Todavía hoy se exige «sufrimiento insoportable» para aplicar la eutanasia (¿cuándo es ‘insoportable’ el sufrimiento?¿Quién lo mide?), pero Van Gorp ve necesario evolucionar y permitir que la gente recurra a la muerte asistida cuando sientan que su vida está acabada.

Van Gorp declaró en entrevista con Het Nieuwsblad que “hay que eliminar el estigma de la vida y la muerte”, pidiendo que nos preguntemos “cómo se relaciona la cantidad con la calidad de vida… incluso si no hay un sufrimiento insoportable, las personas que están cansadas de la vida deberían tenerlo… El diez por ciento de las personas mayores luchan contra la depresión o se quejan de estar cansadas de la vida». Piensen: de aquí a 2050, el número de belgas mayores de 80 años se duplicará, alcanzando los 1,2 millones.

La de Van Gorp no es una posición excepcional; si acaso, es la norma. El caso de las jóvenes holandesas Jolanda Fun y Zoraya ter Beek, que pronto morirán, después de haberlo planeado, porque están deprimidas y tristes, ha sacado a la luz muchas opiniones similares en toda la prensa internacional. Jolanda Fun decidió morir la próxima semana, cuando cumpliera 34 años, y pudo preparar las invitaciones para el funeral con antelación.

A medida que se descristianiza Occidente, aumenta la sensación de pérdida de sentido en la población y la carga financiera del Estado del Bienestar se hace insoportable, es esperable que el argumento económico gane peso y la eutanasia, la supuesta ‘muerte digna’, se convierta en una maquinaria masiva de exterminio de ‘vidas que no merecen la pena vivirse’ (lebensunwerten Lebens), en expresión que se hizo usual en la Alemania nazi. Para un mundo sin Dios, la dignidad del ser humano está ligada a su utilidad y es cualquier cosa menos ‘infinita’.