(George Weigel/First Things)-El mes pasado, en veinticuatro horas, tres de los principales sitios web católicos publicaron noticias sobre la reunión del Papa Francisco con los miembros y consultores del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con los siguientes titulares:
«El Papa Francisco defiende la bendición de parejas en ‘situaciones irregulares’, incluidas las uniones del mismo sexo» (America Media, 26 de enero);
«El Papa defiende un documento que ofrece bendiciones a parejas ‘irregulares'» (La Croix International, 27 de enero);
«En medio del furor por el documento del Vaticano, el Papa dice que el objetivo es bendecir a las personas, no a las uniones homosexuales » (Crux, 27 de enero).
Existe una legítima diversidad teológica en la Iglesia católica. Hay diferencias legítimas de método teológico en la promoción de una ortodoxia dinámica. (Véanse las obras del P. Thomas Joseph White, O.P., y del P. Robert Imbelli.) Existen incluso formas legítimamente diferentes de expresar las verdades perdurables de la fe católica. (Compárese el estilo de los capítulos primero y tercero de la encíclica de Juan Pablo II de 1993, Veritatis Splendor, con el del capítulo segundo).
Y luego está Tohu wa-bohu (Jer. 4:23, citando Gen. 1:2): una frase hebrea que puede traducirse como «caos y confusión».
Lo que hoy tenemos emanando de Roma es Tohu wa-bohu.
El caos y la confusión, del tipo sugerido por esos tres titulares, perturban la paz y la unidad de la Iglesia, especialmente entre los más fieles. El caos y la confusión son impedimentos para las vocaciones al sacerdocio: muchos están dispuestos a asumir las cargas y los retos de la vida sacerdotal o consagrada en aras de un misterio de amor divino; pocos van a dar su vida por un signo de interrogación (y los que lo hacen, casi con toda seguridad, van camino de tener problemas). El caos y la confusión son graves impedimentos para la evangelización: ¿Quién quiere unirse a la Iglesia del “Tal vez”, que no es más que la Iglesia del Zeitgeist, el Espíritu de la Época aderezado con incienso y campanas?
Y para mitigar el Tohu wa-bohu -caos y confusión- es precisamente para lo que se creó el Oficio petrino en la Iglesia.
Cristo prometió que, por obra del Espíritu Santo, la Iglesia sería preservada en la verdad (Juan 14:16-17). Habiendo prometido eso, Cristo estableció el Oficio petrino -lo que conocemos como el papado- para dar forma específica e histórica a esa promesa. Así, la descripción del trabajo del Papa, el Obispo de Roma, se resume en Lucas 22:32, cuando el Señor Jesús, en la Última Cena, ordenó a Pedro «confirma a tus hermanos».
Confirmar a los hermanos no significa confundirlos. Tampoco significa permitir que queden sin corregir las confusiones propuestas por otros con autoridad en la Iglesia. La diversidad-dentro-de-la-unidad que el Oficio petrino también está llamado a proteger no es una diversidad de opinión en asuntos ya establecidos de la fe católica, sean estos asuntos doctrinales o morales. La diversidad-dentro-de-la-unidad no es Tohu wa-bohu.
El mundo del siglo XXI está lleno de caos y confusión, en gran parte letales. El mundo no necesita más caos y confusión proveniente de la Iglesia Católica; si el mundo quiere Tohu wa-bohu con un barniz religioso, hay un rico menú de opciones entre las que elegir. Lo quiera o no, lo que el mundo necesita de la Iglesia católica es una proclamación convincente, creativa, accesible y compasiva de las verdades del Evangelio, y de las verdades de la vida moral que abrazar a Cristo nos ayuda a comprender, aunque también las comprendamos por la razón (otro bien que escasea en 2024).
El tercer capítulo de mi pequeño libro El próximo Papa: El ministerio de Pedro y una Iglesia en Misión comienza con lo que podría parecer una afirmación de lo obvio: «El próximo Papa debe tener una sólida comprensión de la naturaleza del Oficio petrino y de sus funciones en la Iglesia de la Nueva Evangelización». Pero las afirmaciones de lo obvio parecen necesarias en el Año de Nuestro Señor 2024.
A decir verdad, me sentí alentado cuando, en la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, el Papa Francisco utilizó un argot argentino al instar a los jóvenes a «hacer lío», lo que interpreté como una llamada a la valentía y la creatividad en el avance de la Nueva Evangelización: Sed valientes. No tengáis miedo de probar algo nuevo para ofrecer a los demás la amistad con Jesucristo. Dejo que otros juzguen si fue una interpretación demasiado benigna.
Lo que es seguro es que provocar un lío no es el cometido del hombre que ocupa el Oficio petrino en la Iglesia. Habrá siempre algo de Tohu wa-bohu en la Iglesia hasta que el Señor regrese en gloria. Una de las tareas del Oficio petrino es mantener al mínimo el caos y la confusión inevitables. No exacerbarlo. Y ciertamente no darle alas.
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Y todavía se entiende menos, que habiendo en la actualidad un buen grupo de mujeres católicas, Doctoras en Teología y con una excelente formación, se tenga que acudir en «busca de Consejo» a una obispa (que en realidad no lo es, ya que estas ordenaciones desvirtúan el Evangelio y se oponen a la voluntad de Jesús), y una salesiana cumbaya, que muestra una llamativa empanada doctrinal. ¿Pero el Papa y el consejo de cardenales desconocen lo que estoy apuntando? Qui lo sá.
Al igual que he escrito en otras ocasiones en la magnífica oportunidad que nos ofrecen estos comentarios de Infovaticana, no existe tal confusión excepto para quien quiera verla. En la Iglesia de Roma gobierna un señor que a San Juan Bautista, el precursor, a Sir Thomas Moore, lord canciller de Inglaterra y a SE John Fisher, obispo y vicecanciller de la Universidad de Cambridge, les está diciendo: «Pero ¿Cómo sois tan rígidos?, ¿Por qué perder la vida por denunciar uniones ilícitas?, haced como yo, que no sólo no las denuncio, sino que las bendigo». La confusión no es tal, simplemente gobierna un señor que predica cosas opuestas a lo que enseña Cristo, empezando por su oposición al proselitismo y terminando por la bendición de la sodomía y el adulterio. Porque no olvidemos que la infausta declaración fiduciaria dice que se bendicen «parejas», no personas, como luego han repetido Bergoglio y sus seguidores. Los que no quieren admitir este hecho viven en «confusión» y los demás no.
Perdón por el error: el comentario que envié al artículo anterior debía ir aquí. Lo reproduzco: Escribe Emmanuel Todd en su último libro La défaite de L’Occident: «Los años 2000 pueden definirse de manera precisa y absoluta, como los años de la desaparición efectiva del cristianismo en Occidente». Y Frédéric Eparvier, comentando el libro de Todd en la revista Polémia, lamenta que, efectivamente, con « Fiducia supplicans», «la Iglesia católica ha dejado de ser cristiana en 2023».
Estás en la Iglesia. Le haces apostolado a alguien. ¿Dónde lo llevas? Ojalá fuera «solo» esta confusión del documento FS. Pero no.
Pare y piense… donde indicas una Misa celebrada de manera decente que no esté llena de rigoristas o de progres, de gente muy trastornada o anciana?
Es verdad que la Iglesia fue dejada por el Señor para los enfermos del pecado, pero necesitamos admitir que muchos ambientes eclesiales están enfermos, atraen gente mentalmente insana, muchas veces, carismaniáticas. Y hay ambientes, algunas comunidades religiosas, parroquias, movimentos eclesiales que enferman personas con sus entornos tóxicos y culturas internas y estilos y disciplinas muy locas. Sin contar, los abusos de autoridad, sexuales, carrerismo,… No sé donde andaba la mente del Santo Padre cuando habló de la Iglesia como hospital y tienda de campana? Qué vá a sanar?
Naturalmente no es toda la Iglesia, pero creo que entienden. Quien está fuera y mira a la tienda, suele pensar: mejor me quedo afuera.
«Pare y piense… donde indicas una Misa celebrada de manera decente que no esté llena de rigoristas…»
¿Una misa a la que no asistan católicos («rigoristas» es el término empleado para referirse a quienes profesan íntegramente la fe católica, y la moral que se deriva de ella, por parte de herejes y otros especímenes de moral laxa)? ¿Qué significa exactamente eso? ¿Que queda abolido el precepto dominical y los católicos ya no tienen que ir a misa? Menudo disparate.
«Quien está fuera y mira a la tienda, suele pensar: mejor me quedo afuera»
Esa es precisamente la intención de Francisco, que afirma que el proselitismo ordenado por Cristo no sólo es malo, sino que es pecado (no hace falta recordar que, para él, Dios quiere las religiones falsas, que van a ir al cielo «todos, todos, todos» y que «le gusta pensar que el infierno está vacío»).