El Papa elogia al cardenal Simoni: el sacerdote que estuvo 28 años en prisión y celebraba clandestinamente en latín

El Papa saludando al cardenal Ernest Simoni El Papa saludando al cardenal Ernest Simoni
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Cuentan los medios vaticanos que La primera vez que el mundo vio llorar a Francisco, entonces Papa electo hace año y medio, fue el 21 de septiembre de 2014, cuando en su primer viaje internacional a Albania, durante un encuentro con el clero en Tirana, escuchó el testimonio de un sacerdote, el padre Ernest Simoni Troshani.

Aquel anciano sacerdote de voz delgada, de la diócesis de Shkodrë-Pult, habría cumplido 88 años pocos días después; unos 28 de ellos los había pasado en la cárcel, entre torturas, amenazas de muerte y trabajos forzados durante la persecución del régimen de Enver Hoxha, que había proclamado a Albania «el primer Estado ateo del mundo».

Dos años después, en el Consistorio de 2016, lo había creado cardenal como signo de gratitud por este testimonio de «martirio».

Saludo del Papa en la audiencia del miércoles

El cardenal Simoni estuvo presente en la audiencia general de este miércoles sentado entre las sillas laterales del escenario del Aula Pablo VI reservado a obispos y cardenales. Francisco, tras la catequesis en el momento de los saludos en las distintas lenguas, dirigió su mirada hacia él para saludarle «de manera especial» y elogiarle ante los miles de fieles presentes.

Ayer, el Pontífice le dirigió unas palabras: «Me permito saludar de modo especial a un mártir vivo», el cardenal Simoni. «Él, como sacerdote, obispo, vivió 28 años en la cárcel, en la prisión comunista de Albania, quizás la persecución más cruel», dijo el Papa. Hoy, el cardenal albanés «sigue dando testimonio. Y como él, muchos, muchos. A sus 95 años, sigue trabajando por la Iglesia sin desanimarse. Querido hermano, te agradezco tu testimonio. Gracias».

En una entrevista con Vatican News, el cardenal albanés solo tiene palabras de agradecimiento con Dios. «Estoy vivo gracias a Dios. Incluso cuando era párroco en las lejanas montañas de Albania, cuatro veces corrí el riesgo de caer sobre el hielo a mil metros del abismo. Y fui salvo… Todo es divina providencia, todo es gracia divina», asegura Simoni.

El cardenal cuenta que cuando fue encarcelado por el régimen comunista albanés, pudo celebrar Misa clandestinamente en la cárcel, «de memoria, en latín». «Sé tanto latín como albanés, teníamos un método de estilo alemán mediante el cual aprendíamos los idiomas clásicos», cuenta Simoni. 

Preguntado cómo logró perdonar inmediatamente a sus verdugos, el cardenal responde lo siguiente: «¡La fe católica! Jesús con infinito amor amó y ama a todos los hombres y dice que el mayor gozo en el Cielo será por un pecador que se convierte y se salva y no por miles de millones de ángeles y santos».

A sus 95 años sigue celebrando Misas por todo el mundo y haciendo exorcismos. Es por ello, que en la entrevista también agradece la ayuda que recibe a «la Virgen, al Padre Pío y a Juan Pablo II que me ayudan en los exorcismos».

Detención y persecución a manos de los comunistas

El padre Ernest fue detenido la noche de Navidad de 1963, al final de la misa en Barbullush. Le habían acusado de ser un «enemigo del pueblo» por la misa sufragista celebrada por el alma del presidente Kennedy, fallecido un mes antes. Misa que, según contó, «celebré según las instrucciones dadas por Pablo VI a todos los sacerdotes del mundo». En el confinamiento solitario, donde permaneció durante dieciocho años, le llevaron a un amigo con la tarea de espiarle y a los demás compañeros les ordenaron grabar la «previsible rabia» contra el régimen.

Había poco que informar sobre el padre Ernest, sólo palabras de perdón y oración salían de la boca del sacerdote. Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos y a perdonarlos, y que debemos trabajar por el bien del pueblo», continuó diciendo. Inicialmente condenado a muerte, su pena fue conmutada por trabajos forzados. Veinticinco años de trabajos forzados en los oscuros túneles de las minas de Spac y luego en las cloacas de Shkodra.

Durante su estancia en prisión, Simoni contó que celebraba la misa en latín de memoria, confesaba a otros presos, se convertía en padre espiritual de algunos de ellos y distribuía la comunión, con una hostia cocinada en secreto en un pequeño hornillo y vino elaborado con el zumo de las uvas. Todo siempre en secreto.

Una vez libre, el 5 de septiembre de 1990, confirmó su perdón a sus torturadores, invocando para ellos la misericordia del Padre. Entonces empezó a servir en los pueblos, sobre todo ayudando a la gente «en venganza con la cruz de Cristo» a reconciliarse y a desterrar el odio de sus corazones. Un servicio que nunca se interrumpió, ni por su edad ni por su nombramiento como cardenal. Lo que, se esforzó en señalar el cardenal, no es más que un reconocimiento a todos los mártires y perseguidos católicos de su tierra.

Esto incluye también al primer cardenal albanés de la historia, creado en 1994 por Juan Pablo II: Mikel Koliqi (1902-1997), su conciudadano de Shkodra y, como Simoni, largo tiempo encarcelado en las prisiones del régimen, donde cumplió nada menos que 31 años.

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Comentarios
1 comentarios en “El Papa elogia al cardenal Simoni: el sacerdote que estuvo 28 años en prisión y celebraba clandestinamente en latín
  1. El islam y el comunismo siempre han perseguido a la Iglesia. Pero no son los únicos, pues también hay otras persecuciones, aunque incruentas, como la que ejerce el nuevo orden mundial, que recientemente en el Foro de Davos ha defendido la censura contra los que no pensamos como ellos y nos oponemos al aborto, a la ideología de género, a la dictadura globalista, etc.
    El Papa, siempre dentro del lenguaje políticamente correcto, denuncia las persecuciones de reconocidos totalitarismos del siglo pasado, pero en cambio se niega a condenar la persecución actual del NOM. Lo cual no es de extrañar, cuando Francisco está «colonizado» por esta ideología de las élites globalistas, y es el primero que se suma a esa persecución cancelando a obispos y sacerdotes fieles como Stryckland, Pavone, James Altmann, etc.

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