No recojo firmas contra el Papa

Antonio Diufaín Mora Antonio Diufaín Mora
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NO ESTOY RECOGIENDO FIRMAS CONTRA EL PAPA

NO ESTOY CONTRA EL PAPA

Soy sacerdote católico. El pasado 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, se cumplieron 36 años desde que fui ordenado sacerdote en la Catedral de Cádiz. En esa celebración hice pública y solemnemente, ante Dios y su Iglesia, unas promesas sacramentales, que ratificaban las que hice cuando fui ordenado diácono unos meses antes. Entre ellas, prometí:

— Desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado de presbítero, como fiel colaborador del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor bajo la guía del Espíritu Santo.

— Desempeñar con dedicación y sabiduría el ministerio de la palabra en la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica y proclamar esta fe de palabra y obra, según el Evangelio y la tradición de la Iglesia».

— Obediencia y respeto a mí obispo y a sus sucesores.

Cada año, en la Misa Crismal, he renovado con gozo las promesas y pedido a Dios su gracia para cumplirlas con fidelidad.

Es verdad que, por mi debilidad y pecados, he tenido que recurrir muchas veces y con frecuencia al sacramento de la reconciliación, y recibir el perdón de Dios de manos de un hermano sacerdote. Aún así, a pesar de mis debilidades y por la misericordia de Dios, creo que puedo decir con humildad y agradecimiento, como san Pablo, que he combatido el noble combate y, aunque todavía pienso que no se ha completado mi carrera, he mantenido la fe (cf 2 Tim 4,7). Hoy vuelvo a repetir las palabras que puse en la estampa de recordatorio de mi ordenación: «Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio» (1 Tim 1,12).

De mis 36 años de sacerdote, la gran mayoría de ellos los he ejercido como párroco. 17 de ellos, los más gozosos de mi vida sacerdotal, como misionero fidei donum —enviado por mi obispo— en Hispanoamérica; entre los pobres, campesinos y braceros emigrantes, en los campos de caña del este de la República Dominicana y en las estribaciones de la selva amazónica de Perú. Y, por obediencia a mi obispo, regresé a mi diócesis de Cádiz y Ceuta, cuando fui requerido para ello.

En los años de mi ministerio (especialmente, en los años de misionero, en Hispanoamérica) he dado una infinidad de bendiciones a personas que por una u otra circunstancia (homosexualidad, adulterio, amancebamiento u otras) no podían recibir la absolución sacramental, pero que, conscientes de sus pecados y de su debilidad, deseaban ser ayudados por Dios para salir de la situación que les impedía recibir los sacramentos. Muchos de ellos, conscientes del pecado en que vivían, ordenaron su situación y comenzaron a recibir los sacramentos y vivir en gracia de Dios. Y, como yo, me consta, otros muchos compañeros sacerdotes. No sé si esas bendiciones eran litúrgicas o pastorales, pero ciertamente eran reales, y en los que no pusieron obstáculos, Dios actuó. Y la mayoría de ellas las impartí revestido de alba y estola y en la capilla o templo, o cuando no había templo, debajo de un árbol de mango. Por eso, por mucho que lo intento, y muchas veces que la leo, no entiendo a qué viene la Declaración del Prefecto de la Fe, ni qué aclara, ni que novedad aporta. Y sé que muchos de entre nuestros fieles, tampoco. Incluso a muchos nos parece escandalosa, por lo que, sin decir explícitamente, parece dar a entender. 

No seré yo quién acuse a nadie de herejía, pero no puedo dar mi asentimiento a lo que es confuso, contradictorio y daña la unidad de la fe y la comunión en la Iglesia. En estas circunstancia de confusión y escándalo, el silencio de los pastores sería una grave falta contra la caridad pastoral. Por eso, junto con otros hermanos sacerdotes misioneros, iniciamos la petición al Santo Padre para que, por el bien de la Iglesia, retirase la Declaración «Fiducia supplicans».

Nuestra intención no es otra que la de dar un cauce a los fieles para poder expresar su extrañeza con respecto a la declaración «Fiducia Supplicans» y hacerlas llegar al Papa. Insisto, no es una recogida de firmas contra el Santo Padre, ni mucho menos.

NO RECOGEMOS FIRMAS CONTRA EL PAPA. 

Creo en la Iglesia, como profesamos en el Credo. Y creo que el Papa es el sucesor de Pedro y Vicario de Jesucristo en la tierra. Y creo que es infalible cuando define expresa y solemnemente verdades relativas a la fe y las costumbres. Si no creyera esto, no sería católico. También creo que el Papa puede pecar, como todo hombre en este mundo, y que sólo las definiciones ex cathedra están bajo la certeza de la infalibilidad. 

Mi responsabilidad pastoral, por el sacramento del orden, incluye la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica, y proclamar esta fe de palabra y obra, según el Evangelio y la tradición de la Iglesia, como colaborador del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor. Así lo prometí ante mi obispo cuando fui ordenado, y así lo he intentado toda mi vida de sacerdote.

También sé que tengo la responsabilidad, el derecho y el deber, en razón de mi propio conocimiento, competencia y prestigio, como todo fiel cristiano, de manifestar a los Pastores sagrados mi opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarlo a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas. Así me lo reconoce la Iglesia en el canon 212 del Código de Derecho Canónico.

Por eso, cuando veo que muchos fieles han quedado sorprendidos y confundidos por algunos de los párrafos de la declaración «Fiducia supplicans», creo que mi responsabilidad, no sólo es aclarar los puntos difíciles, sino hacer posible que el Santo Padre, bajo cuya autoridad se firma dicha Declaración, pueda llegar a conocer la confusión creada y la inquietud de muchos fieles que no tienen manera de expresar su extrañeza ante lo «declarado» en ella.

No es una petición «contra el Papa», sino para intentar humildemente hacer conocer al Papa la reacción de los que, en la práctica, no tienen otro cauce eficaz para manifestar su rechazo a unas afirmaciones que consideran, por lo menos, confusas y diferentes a lo que siempre se les ha enseñado.

Puede que algunos piensen que el medio usado o la plataforma digital elegida, no sean lo más adecuado, pero no se nos ha ocurrido otro, aún sabiendo que en esa plataforma digital se dan toda clase de peticiones, con las que podemos o no estar de acuerdo. Tampoco el Santo Padre ha tenido inconveniente algunas veces en hacer declaraciones y dar entrevistas a medios que también pueden ser considerados muy discutibles. En este mundo, el bien y el mal andan entremezclados y todo instrumento puede ser usado para bien o para mal. Y, creo que no podemos dejar de usar algo que pueda ser útil para un bien, aunque pueda también ser usado para hacer el mal. El medio instrumental, sea un lápiz o un cuchillo, no es lo que califica la acción, sino la acción misma, la intención con la que se hace y las circunstancias que la envuelven. Y aquí, la acción es facilitar al Papa un conocimiento de lo que piensan muchos fieles, con la intención de ayudarle en sus decisiones y en ausencia de otros cauces medianamente eficaces y en circunstancias difíciles para la vida de la Iglesia.

Muchos medios de comunicación han tergiversado la Declaración distorsionando la intención y afirmando lo que no afirma. Y los mismos medios han tergiversado la petición pública que hemos hecho al Santo Padre para que retire o anule la Declaración como lo que no es. Y, repito, no es una recogida de firmas contra el Papa. Queremos ayudar al Papa y, por el bien de la Iglesia, le pedimos que anule la Declaración «Fiducia supplicans».

Los fieles tienen el derecho a ser confirmados en la fe por el Sucesor de Pedro. Y cuando algo no se entiende, tienen derecho a preguntar. Hay preguntas, provocadas por la Declaración que deben ser claramente respondidas por los Pastores de la Iglesia.

NOS HACEMOS PREGUNTAS QUE NO DEBEN QUEDAR SIN RESPUESTA CLARA:

En la Declaración y en la Aclaración de la Declaración, se habla de una nueva forma de bendición pastoral, distinta de la litúrgica, pero al igual que la litúrgica, impartida por un pastor. 

¿Es pastoral dejar que se condenen algunas ovejas?

¿Hay una nueva forma de interpretar los textos de la Palabra de Dios, diferente de la que ha hecho la Iglesia anteriormente en su Tradición y Magisterio?

En el Antiguo Testamento, por ejemplo:

— Cuando Dios castiga el pecado de los sodomitas (Gn 19,1-19). 

— O las citas de Levítico 18,22 y 20,13: “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación» y “Si alguien se acuesta con varón como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos».

O algunos textos del Nuevo Testamento:

— «Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio» (Mc 10,11s; cf Mt 5,32).

— «Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío» (Rom 1, 26-27; cf. 1 Cor 6, 9-10; cf. 1 Tim 1, 9-11; cf. Ef. 5, 1-7; cf. Gál. 5, 19-23; cf. Ap. 21,8).

¿Ya no es el Catecismo de la Iglesia Católica «la exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. … regla segura para la enseñanza de la feal servicio de la comunión eclesial»? (cf. FIDEI DEPOSITUM, 4).

En el Catecismo podemos leer:

La fornicación (cf. CEC 2353), ¿ya no es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana?.

Los actos homosexuales (cf. CEC 2357), ¿ya no son intrínsecamente desordenados? ¿ya no son contrarios a la ley natural? ¿pueden ser aprobados (bendecidos, consentidos, tolerados…) en algunos casos?

El adulterio (cf. CEC 2380), la infidelidad conyugal (cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional), ¿se puede consentir en algunos casos? ¿Ya no sigue estando siempre y en todas partes prohibido en el sexto mandamiento y en el Nuevo Testamento? (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10). ¿Ya hoy no son válidas las palabras de condena, incluso del deseo de adulterio, pronunciadas por Cristo? (cf Mt 5, 27-28). ¿Ya no son adecuadas las palabras con la que los profetas denuncian su gravedad; viendo en el adulterio la imagen del pecado de idolatría? (cf Os 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27). ¿No fue por denunciar un adulterio por lo que le cortaron la cabeza a san Juan Bautista? ¿Ya no es una injusticia? (CEC 2381). ¿Se puede «bendecir» a quién lo comete y se quiere mantener en esa relación faltando a sus compromisos,  lesionando el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial, quebrantando el derecho del otro cónyuge y atentando contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen y comprometiendo el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres?

El divorcio (cf. 2382, 2384, 2386). ¿Ya no hay que tomar tan al pie de la letra la insistencia de Cristo en la indisolubilidad del vínculo matrimonial? (cf Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10-11). ¿Se puede volver a «tolerar», como en el Antiguo Testamento? (cf. Mt 19, 7-9). ¿Ya no es una ofensa grave a la ley natural? ¿Ya no importa tanto que atente contra la Alianza de salvación, de la cual el matrimonio sacramental es un signo? ¿Ya no hay que decir que el divorcio es inmoral por el desorden que introduce en la célula familiar y en la sociedad? ¿No importa tanto que este desorden entrañe daños graves para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en tensión a causa de sus padres; por su efecto contagioso, que hace de él una verdadera plaga social? ¿No importa la diferencia considerable entre el cónyuge que se ha esforzado con sinceridad por ser fiel al sacramento del Matrimonio y se ve injustamente abandonado y el que, por una falta grave de su parte, destruye un matrimonio canónicamente válido? ¿Ya no aumenta la gravedad de la ruptura el hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil? ¿Ya no tiene importancia que el cónyuge casado de nuevo se halle en situación de adulterio público y permanente? ¿Era muy rígido y poco pastoral San Basilio Magno?: «No es lícito al varón, una vez separado de su esposa, tomar otra; ni a una mujer repudiada por su marido, ser tomada por otro como esposa» (Moralia, regula 73).

¿Se podrá en conciencia bendecir (de la manera que sea) a dos personas que forman una pareja que sabemos que están objetivamente en situación de pecado grave? ¿o no sería más pastoral decirles que mantener esa relación les pone en grave peligro de condenación? ¿Será mejor dejarlas en la ignorancia o fingir que no nos parece mal lo que hacen, para no incomodarles? ¿Podemos, en conciencia, dejarlas conformes con su mal y su pecado? ¿Podemos, en conciencia, no advertirles del mal que se hacen y hacen? ¿Podemos, en conciencia, falsificar o camuflar la verdad, para no incomodarles y que se queden «tranquilos y agradecidos» bendecirles en su pecado? ¿Podemos, en conciencia, preocuparnos más de su bienestar temporal, de que no se sientan rechazados o excluidos, que de su salvación eterna? 

¿Juan Bautista no tenía amor pastoral? ¿Y aquello de que «la verdad os hará libres» (Jn 8,32)? ¿Y lo de «que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno» (Mt 5,37)? ¿Podemos, en conciencia, disimular o avergonzarnos del Evangelio? ¿Es “pastoral” o, simplemente es más cómodo y guay …y mundano? 

Y ¿tiene cada sacerdote que cargar con la responsabilidad ante Dios, que no quieren cargar sus superiores, dejándonos a nosotros la última decisión?

¿Transparencia, sinodalidad, escuchar a «todos», corresponsabilidad? ¿Cuál sería el «cauce interno» adecuado para que la inmensa mayoría del pueblo fiel haga llegar su opinión a los pastores?

Con todo respeto.

Antonio Diufaín Mora, pbro.

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Comentarios
37 comentarios en “No recojo firmas contra el Papa
  1. Muy bien, es usted un sacerdote justo de los que al final de sus días podrán decir que han ganado la batalla de la salvación, de los que me gustaría conocer, cada vez mas raros de ver. Pero está perdiendo usted el tiempo, esta caterva de la cúspide vaticana presidida por Francisco está envilecida. está corrompida, les importa un carajo los sentimientos de los sacerdotes y del pueblo fiel, les encanta el escándalo y mancillar la santa pureza que es lo que mas odia el maligno, y sobre todo detestan la Santa Tradición, por que lo que pretenden es la destrucción de la iglesia y convertirla en un engendro modernista.. Por desgracia es a la conclusión a la que he llegado tras muchos años de reflexión y estudio. En todo caso enhorabuena por el escrito, lo comparto plenamente, salvo su eficacia y que Dios le bendiga. Viva Cristo Rey

    1. Es impecable y así siempre ha hablado la siempre Iglesia en sus documentos y en todo. Yo, personalmente soy un poco más bruto y creo que en tres palabras para mí está claro el asunto: infiltración masónica absoluta.

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  3. Ninguno de nosotros está contra Francisco, sino contra los errores de Francisco, de igual modo que no estamos contra Lutero sino contra los errores de Lutero.
    Lo que resulta lamentable es que Francisco ha creado tal estado de miedo, que cualquiera que ose refutar sus errores, tiene que acudir a muchos argumentos para justificarse.
    Y encima se atreven a hablar de sinodalidad. Es evidente que la sinodalidad sólo la quieren para una parte de la Iglesia.

      1. ¿Cómo que «venga ya»? Si Pedro Sánchez lo hiciera todo bien y siempre dijera la verdad, ¿quién iba a estar en contra y por qué motivo?

  4. Magnífico artículo, con las ideas muy clara, repitiendo lo que la Iglesia siempre ha dicho y, por visto, no ha dejado de decir.
    Muchísimas gracias D. Antonio por asumir su responsabilidad para la salvación de las almas.
    Está claro que si una «declaración» aunque sea de un Dicasterio, si provoca interpretaciones contrarias, quiere decir que es confusa, por lo que debería retirarse. Seguir haciendo aclaraciones provocará más confusión.

  5. Yo he firmado el texto redactado por ustedes para el Papa, padre Antonio. Me ha parecido sumamente prudente e impecable. Les agradezco la iniciativa y agradezco, también, que un grupo de seglares la haya retomado. Me parece muy necesaria y pertinente, por los motivos que usted ha manifestado.

  6. Magnífico y valiente este escrito. Por lo que hablo, la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos piensa igual. Todo mi apoyo y admiración para su autor. Digno de ser obispo!!!

  7. Don Antonio actúa como buen pastor y no lleva a sus ovejas al precipicio para congraciarse con el lobo y que no le ataque.
    Que Dios le bendiga.

  8. Gracias, Antonio, por tu clara y fuerte confesión de la verdad.
    Gracias antes a Dios, por supuesto, ya que «es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar, según su beneplácito» (Flp 2,13).
    Pero gracias también a ti, que libremente, fielmente, te has dejado mover por Su gracia.
    Un abrazo + JMIraburu

  9. MARIA ESTELA TE PARECE TIBIO?.ESTE SACERDOTE ASUMIO LA DEFENSA DE LA FE CATOLICA Y APOSTOLICA COMO NADIE SIN INFRINGIR SU JURAMENTO COMO SACERDOTE DE OBEDIENCIA AL PAPA Y A SUS SUPERIORES. QUE QUERES QUE SEA OTRO LUTERO? EN REALIDAD ASUMIO DE FACTO EL DICASTERIO DE DEFENSA DE LA FE. EXCELENTE

    1. Le recuerdo que la obediencia debida no implica que se tengan que obedecer normas u órdenes contrarias al magisterio y a la sana doctrina de la Iglesia Católica, y lamentablemente el Papa Francisco está creando confusión y es más, dará inicio tras su fallecimiento a un gran cisma en la Iglesia Católica. Por eso hay que orar por su conversión. Amén.

  10. Cada vez les entiendo menos . Acaba de afirmar que usted mismo daba las bendiciones a personas que vivían en situación irregular cuando ejerció su ministerio en misiones ,y luego habla de las bendiciones que ha aprobado su Santo Padre a través del cardenal Tucho. Y que encabeza unas firmas, que por cierto ya se han cerrado , en contra de FS . Repito, no lo entiendo ,alguien me puede explicar la diferencia entre lo que usted hace y lo que hacen desde el Vaticano ? Pues como veo que todos los comentarios le defienden y aplauden y yo no veo diferencia alguna,pues por favor , que alguien me lo explique .
    Lo que si se puede observar es su protagonismo y comparto con un comentario que habla de su tibieza. Y como la única diferencia que veo entre lo que hace usted ( sin que nadie se entere) y lo que dice monseñor Tucho en FS, se ha enterado todo el planeta y ha puesto el grito en el cielo y a usted le aplauden . Pues eso de toda la vida se llama HIPOCRESÍA,TIBIEZA . Lo que esta mal,está mal

    1. Amiga Myriam, sólo la mala fe o la falta de la más elemental capacidad de entendimiento impiden ver la diferencia. Escoja.
      No ve la diferencia entre personas conscientes de sus pecados y que desean salir de tal situación y quienes están «,orgullosos» de ella?

      1. Ese es el problema de muchos, ya no piensan, solo siguen consignas y slogans, y por tanto no pueden diferenciar entre, un pecador, penitente, buscando la gracia de Dios, para salir del pecado y un par de pecadores empedernidos que buscan aprobación. Está clarísimo que ha hablado de conciencia de pecado y eso es lo que falta.

      2. Gracias por su manifiesta caridad . Espero que Dios le pague como merece .
        Pero no responde a mis pregunta. Veo mucho odio en la iglesia el mismo que en la sociedad llamada civil .
        Que Dios se lo demande

        1. Y usted lee y juzga las conciencias . Ande , conviértase y crea en el evangelio . Que juzgar las conciencias si que es pecado y de los gordos

    2. «Y que encabeza unas firmas, que por cierto ya se han cerrado»

      ESO ES FALSO: las firmas que se están recogiendo en Change.org para que Francisco anule o tire a la papelera la «Sodoma supplicans» escrita por el Trucho, NO ESTÁ CERRADA: está perfectamente abierta y desde ayer, en que ya llegó a las 10.000 firmas, ya está a punto de llegar a las 11.000.

  11. Personalmente no estoy de acuerdo con este sacerdote en lo referente a la recogida de firmas, pues si esa recogida de firmas está encaminada a que el Papa Francisco corrija sus errores en lo referente a la sana doctrina católica, como es el caso del escándalo de las bendiciones para parejas homosexuales y demás desordenes mundanos, como la pachamama o el que personajes siniestros proaborto reciban la Sagrada Eucaristía, bienvenida sean esas firmas. En el Evangelio nuestro Señor Jesucristo nos recuerdas que hay que corregir al hermano con caridad y eso es precisamente el fin de la recogida de firmas contra el famoso documento polémico. No seamos ambigüos a ejemplo del Papa Francisco.
    OREMOS POR SU CONVERSIÓN Y POR LA IGLESIA EN GENERAL. AMÉM.

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