Obispo español contra Fiducia supplicans: «Daña la comunión de la Iglesia, pues tales bendiciones contradicen la Divina Revelación y la doctrina»

Rafael Escudero López Brea Mons. Rafael Escudero López Brea
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Monseñor Rafael Escudero López Brea, obispo español de la prelatura de Moyobamba en Perú, ha escrito una de las mejores cartas hasta el momento sobre la declaración Fiducia supplicans.

El escrito de este obispo español reúne cuatro características fundamentales: es claro, concreto, conciso y contundente.

«Ante el desconcierto sin precedentes provocado por la Declaración Fiducia supplicans en el clero y muchos fieles de esta Prelatura y de tantos lugares del orbe católico, me he tomado unos días de oración y reflexión para contestar con sosiego y serenidad», comienza diciendo la carta del obispo.

Escudero López, sostiene que «la Declaración permite “la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo” (FS, 31) y de modo muy confuso insiste en que tales bendiciones se realizan “sin validar oficialmente su estado ni cambiar de ninguna manera la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio» (FS, 31), dejando claro que el matrimonio es la unión estable del varón y la mujer bendecida por el Sacramento».

Sin ambages, el obispo afirma que «este documento daña la comunión de la Iglesia, pues tales bendiciones contradicen directa y seriamente la Divina Revelación y la doctrina y práctica ininterrumpida de la Iglesia Católica, incluido el magisterio reciente del papa Francisco, por eso no hay citas en toda la Declaración que se apoyen en el magisterio anterior. En su Responsum de 2021, nos decía la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la rúbrica de Santo Padre que «La Iglesia no dispone, ni puede disponer, del poder para bendecir uniones de personas del mismo sexo»».

«Bendecir a las parejas en una situación irregular y a las parejas del mismo sexo es un abuso grave del Santísimo Nombre de Dios, que se invoca sobre una unión objetivamente pecaminosa de fornicación, adulterio, o aún peor de actividad homosexual», se lee en la misiva del prelado de Moyobamba.

«Además, en el último caso hay que recalcar que “los actos homosexuales son desordenados y, sobre todo, contrarios a la ley natural” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 2357). Dios no bendice nunca el pecado. Dios no se contradice. Dios no nos miente. Dios, que siempre ama incondicionalmente al pecador, por eso mismo, busca que se arrepienta, se convierta y viva. Dios desea para todos nosotros el bien», añade el obispo.

Monseñor Rafael Escudero López Brea explica que «la presente Declaración distingue entre bendiciones litúrgicas y bendiciones pastorales y permite bendecir parejas, pero no uniones, con ‘bendiciones pastorales'».  Acto seguido, no oculta que «esta distinción nos deja perplejos y confusos, pues el acto de bendición, ya sea realizado en una asamblea litúrgica o en privado, impartida por un ministro, sigue siendo una bendición, de idéntica naturaleza. Bendecir una pareja es bendecir la unión que existe entre ambos, no hay modo lógico, real, de separar una cosa de otra. ¿Por qué, si no, pedirían una bendición juntos y no dos por separado?» A pesar que desde el Dicasterio para la Doctrina de la Fe insisten en que se trata de una declaración «clara», lo cierto es que sigue generando una enorme confusión ya no solo entre los fieles sino también entre cada vez más obispos de todo el mundo.

Para el prelado de Moyobamba, «el problema de fondo es mucho más grave, y es que no pocos hermanos en el episcopado y sacerdotes, contraviniendo la moral objetiva de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, llevan mucho tiempo confundiendo al pueblo de Dios con la bendición indiscriminada de estas uniones objetivamente desordenadas y por lo tanto pecaminosas, incurriendo en horrendo sacrilegio».

López Escudero insiste en su carta en señalar «la falta de claridad del documento» y es por ello que anima a «seguir la praxis ininterrumpida de la Iglesia hasta la fecha, que es bendecir a toda persona que pida una bendición, y no a las parejas del mismo sexo o en situación irregular».

«La Iglesia bendice a los pecadores, pero nunca su pecado ni su relación pecaminosa», explica el obispo, natural de Toledo. En ese sentido, subraya que «nuestra caridad pastoral hacia quienes están en situaciones de pecado nos obliga a llamarles a la conversión. Todo pecador sinceramente arrepentido con la firme intención de dejar de pecar y poner fin a su situación pública de pecado (como, por ejemplo, la convivencia fuera de un matrimonio canónicamente válido o la unión entre personas del mismo sexo), puede recibir una bendición e incluso mejor, la absolución sacramental y la Sagrada Comunión».

Con gran claridad y contundencia, el obispo pide a sacerdotes y fieles laicos que «no minimicemos las consecuencias destructivas y de corto alcance, resultantes de este esfuerzo hecho por algunos jerarcas de la Iglesia por legitimar tales bendiciones, en algunos casos con buena intención y en otros, como vienen manifestando no pocos, con la intención de destruir el Sagrado Depósito de la Tradición de la Iglesia«.

«El día de mi ordenación episcopal juré solemnemente “preservar el depósito de la fe en la pureza y la integridad, de acuerdo con la Tradición siempre y en todas partes observada en la Iglesia desde la época de los Apóstoles”», escribe en la carta. Por todo lo expuesto, este obispo ha prohibido a los sacerdotes de la Prelatura de Moyobamba realizar bendiciones a parejas en situación irregular o a parejas del mismo sexo.

López Escudero recomienda a «aquellas personas que sienten atracción hacia el mismo sexo o viven en unión homosexual o irregular que se acerquen a Cristo mediante la oración, la escucha de la Palabra, el ayuno, la penitencia y el auxilio de la Virgen María con miras a su conversión y aprovechar la oportunidad de conversión que Dios les brinda para una vida más feliz y la consecución de la vida eterna».

El prelado concluye su escrito pidiendo a los sacerdotes y fieles de la Prelatura que sigan cultivando «su filial unión al actual Pontífice de la Santa Iglesia de Dios el Papa Francisco, a los que le precedieron y a los que vendrán. Esta comunión es la que me mueve a suscribir estas letras».