El arzobispo Georg Gänswein, secretario de Benedicto XVI hasta su muerte, regresa a Roma para celebrar una misa en memoria de Joseph Ratzinger el domingo por la mañana, un año después de su fallecimiento.
“Cuanto más pasa el tiempo, más fuerte se vuelve la enseñanza de Benedicto XVI, de ello estoy convencido”, asegura el arzobispo Georg Gänswein, que vuelve a Roma para celebrar una misa en memoria de Joseph Ratzinger este domingo por la mañana, un año después de su muerte.
Inicialmente iba a celebrarse la ceremonia en el altar de su tumba, en las Grutas Vaticanas, pero el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica, propuso hacerlo arriba porque mucha gente quiere asistir, así que se celebrará la misa en el altar de la Cátedra de San Pedro a las ocho de la tarde.
Ha sido un año difícil para el arzobispo, ‘expulsado’ de Roma por Francisco, instalado en Friburgo sin oficio ni beneficio, blanco de calumnias y rumores maliciosos tras la publicación de su libro sobre Benedicto, Nada más que la verdad.
Así las cosas, lo último que querría el alemán es que la celebración del domingo sea polémica. “Presidiré la misa para recordar al Papa Benedicto”, ha declarado. “Fui su secretario, viví con él veinticinco años, estoy muy agradecido y sigo sufriendo. Espero que no se quiera interpretar esta ocasión de manera torcida o manipularla».
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Qué raro que la fiera se lo permita.
Si no se lo permite, daría demasiado el cante. Y ese cante no sería favorable para él.
No había motivo para impedir la Santa Misa de quien fue su secretario durante veinticinco años sirviéndole como secretario. No hay que ser tan estrechos y tan faltones como se empeñan los que se creen los católicos de verdad, cuando a mucha distancia está de el y de la Iglesia. Dios juzgará a cada uno por sus actos y así como trataron a quien debían, se encontrarán con la misma misericordia.