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Hoy les ofrecemos este extracto del libro El Amor llega suavemente de Janette Oke. El amor llega suavemente (Love Comes Softly), best seller en Estados Unidos, ha vendido más de un millón de copias desde su publicación y se ha convertido en un gran e inspirador clásico de la ficción. Toda una generación de lectores ha reído, ha llorado y se ha alegrado con Marty y Clark Davis, cuyas trágicas circunstancias los reunió en las praderas de la frontera del siglo XIX en un matrimonio de conveniencia. Una memorable novela de pérdida y amor ambientada en la era de La casa de la pradera.
La historia contenida entre estas páginas no es sino una muestra de lo que el cariño, la paciencia y el amor pueden conseguir. Así, a lo largo de la novela, un amor paciente, reflejo del amor de Dios, se esforzará por conquistar y curar un corazón roto a contrarreloj en medio de la inmensidad del inhóspito Oeste.
Preparativos navideños
─Señor Nuestro ─Clark se dirigió al Todopoderoso en su oración matutina─ al acercarnos al tiempo del nacimiento de tu Hijo, haz nuestros corazones agradecidos a su llegada, y ayúdanos a querer a nuestro vecino con el amor que Él nos enseñó.
«Está hablando de Navidad», pensó Marty, con una consciencia repentina de la temporada. «Oh, Dios míos, solamente quedan dos semanas y no he estado pensando en ello».
Su mente fue sumergiéndose de idea a idea, por lo que de nuevo se perdió el resto de la oración y se sentó con los ojos aún cerrados tras el «amén». Missie tiró de su manga queriendo su desayuno.
Marty alzó su cara, enrojecida y rápidamente preparó las gachas de Missie, soplando para enfriarlas antes de dárselas a la pequeña.
─Sabes ─se atrevió a decir más tarde─ olvidé por completo lo cerca que estaba la Navidad.
Clark levantó la vista de su propio plato de gachas.
─Sé que la Navidad será un poco difícil este año. Si es muy duro para ti, podemos olvidar el día, excepto por la lectura de la Historia y quizás un calcetín para la pequeña Missie.
Marty reflexionó unos minutos.
─No ─contestó finalmente─ No estaría bien. Missie necesita su Navidad, una apropiada y decente, y reconozco que a nosotros también nos hará bien. No podemos anclarnos en el pasado curando nuestra pena, ya no por su bien sino por el nuestro. La Navidad me parece el mejor momento para dejar a un lado el dolor y buscar algo que sane.
Clark se quedó mirándola un rato y luego bajó los ojos de nuevo a su plato. Finalmente dijo en bajito:
─Creo que nunca he escuchado un sermón mejor de ningún predicador visitante, que este ─se detuvo un momento y luego dijo─ Tienes razón, por supuesto ¿en qué estás pensando entonces?
─Bueno… ─Marty viajó en su mente tratando de recrear exactamente lo que sucedía en su casa para preparar la Navidad. No tenían la lectura de las Escrituras, pero eso se podía añadir fácilmente. Y solía haber suficientes provisiones de licor de maíz, aunque se podía prescindir de eso. De cualquier forma, había varias cosas que podría hacer de la misma manera que su madre. Esta sería su primera Navidad fuera de casa. La primera Navidad en que ella haría para otros en lugar de que otros hicieran para ella. Pensarlo le hacía sentir al mismo tiempo incómoda y emocionada.
─Bueno ─comenzó de nuevo─ yo haré dulces navideños. Puede que Ma tenga algunas recetas especiales que compartir. Luego pondremos un árbol para Missie. En Nochebuena lo pondremos todo cuando Missie se acueste, haremos palomitas y guirnaldas de colores, pondremos algunas velas en las ventanas, mataremos un par de los mejores gallos, y buscaré algo para hacerle a Missie.
La emoción que crecía en ella debía ser contagiosa, porque Clark se sumó con sus opiniones sobre la Navidad que asomaba.
─Nada de gallos. ─anunció─ Iré yo mismo y les compraré un pavo a los Vickers, la señora Vickers cría unos excelentes. Quizá haya algo que podamos hacer para Missie juntos. Iré hoy a casa de Ma y cogeré las recetas, o mejor aún, ya que parece hacer buen día, ¿quieres que prepare a Dan y a Charlie, y te acercas tú misma?
─ ¿Oh, podría? ─el tono de Marty recogía una súplica en su corazón─ Me encantaría ver a Ma para charlar, si es que estás seguro de que no hay problema.
Estaba decidido entonces, Marty iría a casa de los Graham. Pero Clark añadió algo al plan. Si le parecía bien, él las llevaría a casa de Ma y luego él y Missie irían a casa de los Vickers para coger el pavo. De esa manera, se asegurarían de tenerlo para el gran día y Missie disfrutaría del aire fresco y de un rato con su papá.
Marty se apresuró con los platos mientras Clark fue a por el equipo. Enrolló a Missie cómodamente y se metió en su largo abrigo. Era la primera vez que se lo ponía y pensó, mirándose a sí misma, con una sonrisa, puede que la última por una temporada. Dos botones se resistían a ser abrochados. Suspiró.
─Bueno ─le dijo a Missie cogiendo su chal─ supongo que tendré que cubrir el resto de mí con esto.
El día que pasó con Ma fue un regalo. Leyeron cuidadosamente sus recetas, y Marty seleccionó tantas que sería imposible ponerlas todas en marcha. Pero ya escogería algunas otras más adelante. También escribió cuidadosamente las instrucciones sobre cómo estofar y asar el pavo, siendo su primer intento en tal empeño. Compartieron planes y devenires para las fiestas. Marty sintió un remolino de sensaciones en su interior, ante lo que venía. Durante demasiado tiempo había sentido que el pequeño que llevaba dentro era lo único vivo en ella. Ahora, por primera vez en meses, comenzaba a sentirse viva de nuevo.
Antes de darse cuenta, escuchó la carreta aproximarse. Clark fue llamado por una taza de café antes de reanudar la marcha hacia casa, y entró portando una Missie de mejillas sonrojadas, emocionada por el viaje y ansiosa por contarle a todo el mundo el pavo que tenían en el vagón para «Naidad».
Marty podrá escuchar el pavo vivo y pataleando vigorosamente por haber sido separado del resto de la bandada. Clark dijo que lo tendrían en el corral de las gallinas y le darían generosas raciones de grano y otras cosas que le engordaran hasta acercarse la Navidad.
Missie jugueteó con la joven Lou mientras los mayores tomaban su café, demasiado emocionada incluso para acabar su vaso de leche.
De camino a casa, Marty se puso nerviosa por verbalizar un pensamiento que gradualmente había ido tomando forma. Estaba un poco nerviosa y apenas sabía cómo expresarlo.
─Crees que… quiero decir, ¿te importaría si invitamos a los Graham a cenar por Navidad?
─ ¿A todos? ─el impacto de Clark era evidente.
─Por supuesto, a todos ellos ─replicó Marty tenazmente─ sé que habrá trece de ellos y tres de nosotros, y eso hace dieciséis. La mesa de la cocina, alargada aguantará ocho. Los cuatro mayores y los cuatro pequeños de los Graham. Missie estará en su silla. Y eso nos deja a siete pequeños de los Graham. Les arreglamos un sitio en la sala de estar y Laura y Sally Anne podrán cuidar de ellos.
Habría continuado, pero Clark con una risa y una mano levantada, la paró.
─ ¡Hala! ─luego dijo─ ya veo que tienes todo pensado. ¿Ya hablaste con Ma sobre ello?
─Por supuesto que no. ─dijo Marty─ nunca lo haría sin consultar primero contigo.
Él miró a ambos lados y su voz se agravó.
─No lo sé ─dudó─ Me parece que será un gran follón organizar una cena de Navidad de dieciséis y servirla en nuestras pequeñas dependencias y estando en el estado en el que estás y todo.
Marty supo que tendría que pelear por su idea si quería que saliera adelante.
Se burló ante su propuesta.
─Bah, no hay nada de malo en el estado en que estaré. Me siento más en forma que nunca. Y sobre la cena, dejaré listo con antelación todo lo que pueda. Dejaré los jamones preparados y luego no será un problema. Cuando lleguen Ma y las niñas, echarán una mano con los platos y todo eso, ¡oh! ─paró y chilló de pronto─ ¡platos! Clark, ¿tenemos suficientes platos para tantos?
─No lo sé, pero si no tenemos, Ma puede traer alguno consigo.
─Bien.
Sonrió para sí misma. Él había aceptado. Le había arrastrado de alguna manera trasladando su atención a los platos. Se sintió un poco culpable, pero no lo suficiente para que le inquietara.
─Entonces lo haremos así ─se aventuró, afirmando más que preguntando.
***
Este fragmento ha sido extraído del libro El Amor llega suavemente (2021) de Janette Oke, publicado por Bibliotheca Homo Legens.
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