Francisco, Strickland y Burke

Strickland, Francisco y burke
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(Massimo Faggioli en Commonweal Magazine)-La pausa de un año entre la primera y la segunda asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad comenzó con el papa Francisco disciplinando a dos de sus críticos más abiertos.

En primer lugar, destituyó al obispo Joseph Strickland como cabeza de la diócesis de Tyler, Texas; días más tarde, expulsó al cardenal Raymond Leo Burke de su apartamento subvencionado por el Vaticano y le quitó el salario que recibía como cardenal retirado.

Como una cuestión de procedimiento, la decisión de Strickland fue un caso sencillo: seguir las medidas que la Iglesia proporciona -en este caso, una visita apostólica- en relación con el derecho del pueblo de Dios a ser gobernado por el pastor de la diócesis, y garantizar el respeto de todos aquellos, incluido el clero, bajo la jurisdicción de un obispo diocesano.

El caso de Burke es diferente, y dice algo más sobre esta fase del pontificado de Francisco. Independientemente de la opinión que cada uno tenga sobre la teología de Burke o la compañía que frecuenta, la forma en que su castigo ha sido manejado y comunicado a través de canales no institucionales habla claramente de lo que Francisco piensa sobre el colegio cardenalicio y la dignidad del propio título de «cardenal».

Francisco intentó eliminar la corte papal no yendo a vivir en el apartamento papal sino a Santa Marta; al mismo tiempo, debilitó los órganos intermedios, especialmente el colegio cardenalicio y la secretaría de Estado. Un ejemplo de ello es la historia del cardenal Giovanni Angelo Becciu, que era el segundo funcionario de mayor rango en la Secretaría de Estado del Vaticano cuando fue destituido por Francisco en septiembre de 2020 mientras estaba en el centro de un juicio histórico por delitos financieros; en abril siguiente, Francisco eliminó el derecho de todos los cardenales a ser juzgados por el papa. A partir del inicio del juicio de Becciu, Francisco publicó la constitución de reforma de la curia romana (marzo de 2022) y la nueva constitución para el Estado de la Ciudad del Vaticano (mayo de 2023), que han aumentado los poderes papales a expensas de otros organismos eclesiásticos.

Aunque el papa tenga un poder «supremo, pleno, inmediato y universal», no es absoluto; es decir, el papa está sujeto a la supremacía de la ley divina natural y positiva. Y ciertos usos del poder papal pueden resultar contraproducentes. Burke, exprefecto de la Signatura y arzobispo emérito de St. Louis, recibe generosas ayudas económicas de aliados en Estados Unidos; una posible consecuencia no deseada del castigo de Francisco puede ser dar poder a Burke a la manera de los «cardenales de la corona» de principios de la Edad Moderna. Y Burke sigue siendo cardenal, conservando el derecho a participar en un cónclave hasta que cumpla ochenta años, el 30 de junio de 2028.

Sin embargo, no es una coincidencia que las medidas de Francisco se dirigieran a dos prelados estadounidenses. Sus casos forman parte de la cuestión más amplia de cómo ha evolucionado el catolicismo conservador estadounidense, que puede dividirse en tres fases generales. La primera es la oposición en Norteamérica a Francisco -el primer pontífice latinoamericano-, que en la última década ha crecido significativamente. Los primeros signos de inquietud fueron evidentes en el verano de 2013, mucho antes de que Francisco anunciara lo que en los meses venideros desencadenaría la oposición más ruidosa y organizada que vemos ahora. Más tarde, en el otoño de 2013, hizo los primeros gestos evidentes que señalaban el cambio respecto a sus dos predecesores: el anuncio de las asambleas sinodales de 2014-2015 (familia, matrimonio, católicos LGBTQ), y luego la publicación de Laudato si’ y Amoris laetitia. Pronto, la oposición aumentó notablemente hasta que, en 2018, los críticos de Francisco intentaron utilizar las revelaciones sobre el excardenal Theodore McCarrick y los propios errores de Francisco en relación con los abusos clericales en Chile para derrocar a un papa legítimamente elegido. Los esfuerzos no solo fracasaron, sino que también quedaron desacreditadas sus figuras más temerarias, quizás ninguna más que el exnuncio papal en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò. No obstante, los críticos se reagruparon y desde entonces han adoptado una estrategia diferente (salvo Strickland, cuyas críticas abiertas le hicieron merecedor de las sanciones que se le impusieron). Esa estrategia se basa más en el juego a largo plazo: no esperar al final del pontificado de Francisco, sino construir una red intelectual y clerical católica de «nueva generación» entre los segmentos tradicionalmente papalistas y ultramontanos de la Iglesia estadounidense y las élites católicas conservadoras.

La segunda fase es el cambio de actitud de los católicos conservadores y tradicionalistas hacia el Vaticano II. A principios del periodo posterior al Vaticano II, las polémicas contra las reformas y la teología conciliares se limitaban generalmente a los medios de comunicación católicos independientes y a los comentaristas de revistas marginales animadas por el ultramontanismo decimonónico (Triumph, The Wanderer, The Remnant). La naturaleza de la oposición al Vaticano II empezó a cambiar en los años 90, mostrando signos de neoconservadurismo, que duraron hasta la elección de Benedicto XVI. Luego, durante su papado, el neoconservadurismo católico se transformó en neotradicionalismo, mientras que la legitimidad y la autoridad del Vaticano II pasaron a definirse dentro de los estrechos límites de una interpretación antiliberal estadounidense de las enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Esta evolución no puede separarse de la forma en que los medios de comunicación y las tecnologías de la información han cambiado desde el Concilio. La atención que los medios de comunicación prestaron al Concilio Vaticano II contribuyó a crear una impresión positiva en el mundo en general, pero también contribuyó a la reacción en contra, dando voz a quienes creían que simbolizaba el «catolicismo descarriado». La llegada de internet ayudó a amplificar aún más estas voces, y luego las redes sociales llevaron las cosas a un nivel aún más alto. Y no se trataba solo de las plataformas en sí: todo un nuevo ecosistema con su propio lenguaje tomó forma, más allá de los principales canales eclesiales, académicos y periodísticos. También surgieron nuevos tipos de comunicación: se crearon audiencias en torno a la televisión por internet, los podcasts, YouTube y otros canales de vídeo que difundían el catolicismo «fundamentalista», además del tradicionalismo a la antigua usanza. Esto se sumó a los medios ya establecidos, como EWTN y sus filiales, que también han experimentado un crecimiento, «democratizando» así el mensaje tradicionalista que, a principios del periodo posterior al Vaticano II, se limitaba sobre todo a las publicaciones más pequeñas.

El auge del «conservadurismo del agravio», las incursiones católicas neoconservadoras en la política estadounidense durante las tres últimas décadas y los debates en curso sobre el papel de la religión en la plaza pública han contribuido a redefinir el tradicionalismo como oposición al Vaticano II. Esto, a su vez, ha fomentado una alineación entre el catolicismo políticamente conservador y el evangelicalismo blanco. Una nueva generación de líderes católicos en el clero, el mundo académico y empresarial entiende la «tradición católica» no como algo dado -una noción definida de lo que todo el mundo está de acuerdo en que es católico-, sino como otra opción en el mercado de las identidades católicas. Así pues, Strickland no representa en absoluto esa visión a la antigua de la «tradición católica», sino que ha surgido paradójicamente de lo que el teólogo Peter Berger llamó «el imperativo herético«. El catolicismo de Strickland está más centrado, no menos, en los deseos individuales idiosincrásicos y narcisistas y en el mismo liberalismo hedonista que cree estar excoriando.

Esta forma de tradicionalismo no desaparecerá pronto. Con el declive del papel de la teología en la cultura popular y académica (incluidos los colegios y universidades católicos), siguen surgiendo nuevas subculturas católicas: escuelas clásicas K-12 [toda la carrera escolar]; programas de «estudios católicos» y «humanidades» en universidades religiosas; centros de pensamiento cristiano en universidades seculares y nuevas revistas cristianas. En la mayoría de los casos, reflejan una ortodoxia católica resuelta y antiliberal, moldeada por las interpretaciones políticas estadounidenses de Juan Pablo II y Benedicto XVI y combinada con un enfoque polémico del Vaticano II. Estas expresiones de la «tradición» son más sutiles y aparentemente más sofisticadas que los burdos pronunciamientos de Strickland, y por tanto es probable que trasciendan el ámbito de las redes sociales y sigan ejerciendo una mayor influencia en el catolicismo estadounidense.

La tercera fase afecta al cristianismo global. Se pueden encontrar tipos análogos al tradicionalismo de Strickland en las iglesias ortodoxas orientales que siguen el ejemplo del patriarcado de Moscú. Estos tradicionalistas intentan deshacer la adaptación de la enseñanza de la Iglesia al liberalismo tardío, al tiempo que se oponen a la inculturación y el desarrollo de la tradición. No solo pretenden «proteger el magisterio de la contaminación», sino también movilizar a los laicos militantes en pos de objetivos políticos, a nivel local, nacional e internacional, tanto a nivel eclesiástico como legislativo. No expresa en modo alguno el ecumenismo posterior a 1948, que consistía en el acercamiento eclesial, la comunión y la unidad. Es una reagrupación internacional del cristianismo a lo largo de las líneas de falla de los derechos LGBTQ, el papel de la mujer en la Iglesia, el aborto y la eutanasia, el matrimonio tradicional y la familia, y la «libertad religiosa».

Durante mucho tiempo se ha considerado que la década de 1960 fue decisiva para el encuentro del cristianismo con la modernidad secular y pluralista. En cuanto al impacto de la modernidad secular en las relaciones entre las diferentes tradiciones cristianas, la década de 1990 -con la explosión de las guerras culturales- fue crucial. Ahora, pasados poco más de diez años del papado de Francisco, hemos pasado a un cristianismo global que refleja más el hemisferio sur, y en Estados Unidos, un catolicismo y protestantismo que es, para ser francos, menos «blanco» y menos «masculino». Es difícil no ver a Strickland y lo que representa como una reacción a esta nueva realidad demográfica.

Y además de todo esto, la sana eclesiología de una iglesia local, en la que las relaciones personales y las celebraciones sacramentales son fundamentales para la comunidad cristiana, está siendo suplantada por una versión despersonalizada y deslocalizada de la religión vivida, parte de una desconfesionalización y una desculturización más amplias de las identidades religiosas. Al menos el arzobispo Marcel Lefebvre, antes y después de convertirse en cismático, había publicado libros que articulaban un rechazo teológico del Vaticano II. Hoy en día, lo que se premia es la capacidad de proyectar una versión simplificada y estereotipada de la tradición católica, despojada de su complejidad intelectual y su riqueza espiritual: el catolicismo como meme. La actuación de Strickland en noviembre en Baltimore, prácticamente haciendo un piquete en el hotel donde se reunía la Conferencia Episcopal estadounidense, fue solo eso: una actuación. Y la actuación muestra ahora signos preocupantes de estar sustituyendo a lo que se conocía como testimonio.

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Comentarios
44 comentarios en “Francisco, Strickland y Burke
  1. Lamentable artículo. Parece escrito por algún miembro de la CIA en la búsqueda de crear divisiones en la Iglesia americana contra todo tipo de tradicionalismo. El comentario sobre Lefevre es de traca. Lamentable en todas sus desautorizaciones que, a la vez, se convierten en autorizaciones de lo peor que está sucediendo en la Iglesia.

    1. Me parece extraño que infovaticana publique un artículo tan fuera de objetividad, mas bien con una visión de corte masónico de ataque visceral.

      1. Coincido plenamente, es un ataque, un intento de desestabilizar la Iglesia en EEUU, que vive un reflorecimiento de las comunidades de Misa tradicional en latín, tratando de que aparezca como movimiento político.

  2. Este artículo publicado sin el nombre del autor manifiesta unos no es posible criticar aquí. «la decisión de Strickland fue un caso sencillo: seguir las medidas que la Iglesia proporciona -en este caso, una visita apostólica». Una destitución arbitraria de un obispo de una diócesis no se debe darse, si no ha habido un JUICIO CANÓNICO y no una «visita apostólica» llevada acabo por unos obispos muy contrarios a Strickland. No se le dio la oportunidad de defenderse contra delitos canónicos inexistentes. Hacer una crítica del Papa no es un delito canónico. . No corresponde aplicar a la Iglesia conceptos políticos como «neoconservadurismo» y otros presentes en este articulo. El Cardenal Burke no tiene una teología personal ni defiende tal, es canonista. En el Concilio de Trento había representantes de varias escuelas teológicas: Tomistas, escotistas y agustinianos, considerados ortodoxos. Una cosa es el Magisterio que defiende Burke y otra la teología.

  3. Artículo sospechoso.
    No es que no haya entendido nada; sino que habiendo entendido, intenta desarticular la Tradición.
    Pretende aparentar que da una de cal y otra de arena, pero es interesadamente manipulador.

      1. Le recuerdo que Juan Pablo II ordenó «por su propia cuenta», sin mandato pontificio (y contra la prohibición expresa de Pablo VI) cuando era cardenal (y la pena canónica es la misma para todos). En vez de meterse en camisas de once varas, hablar de lo que no sabe, y fingir una papolatría que nadie se cree (usted ha puesto a Juan Pablo II a caer de un burro en esta misma página), debería estudiar un poco, dejar de trollear, y someterse a un exorcismo, farsante.

  4. «la decisión de Strickland fue un caso sencillo: seguir las medidas que la Iglesia proporciona -en este caso, una visita apostólica-»

    La visita apostólica, llevada a cabo para tratar de encontrar alguna excusa para echarle, no dio resultado. La destitución de Strickland no es consecuencia de la visita apostólica, como afirmó la propia Santa Sede en el momento en que se produjo, pues señaló unas supuestas causas acaecidas después del verano; y la visita se produjo antes de éste.

    «Francisco intentó eliminar la corte papal no yendo a vivir en el apartamento papal sino a Santa Marta»

    Esto es una mentira como una catedral: sigue teniendo la misma corte papal que han tenido todos los Papas, salvo que ahora pululan por el hotel de lujo de Santa Marta y no por los viejos y sobrios apartamentos papales del Palacio Apostólico, donde tampoco compartía cuarto con ningún cardenal. La diferencia es que se ha rodeado de heterodoxos, a diferencia…

    1. …de sus predecesores.

      «los críticos de Francisco intentaron utilizar […]  derrocar a un papa legítimamente elegido»

      El autor de esta frase, o es Antoñita la Fantástica, o un mentiroso compulsivo: esa patraña, publicitado por los jesuitas de la revista «América» y de la «Civiltà Catolica» de Spadaro (que daba vergüenza ajena leerlo), sólo se la pueden creer personas muy ignorantes que no saben absolutamente nada de la Iglesia católica: a los Papas no se los puede «derrocar» de ninguna manera; la Iglesia no existen mociones de censura para echar un Papa. Incluso si es un anti-papa, ya lo declarará como tal un pontífice posterior.

      «Strickland, cuyas críticas abiertas le hicieron merecedor de las sanciones que se le impusieron»

      ¿Qué críticas? Pero, además, el Código de Derecho Canónico no establece que se pueda destituir a un obispo por «crítica» alguna, y menos cuando ésta consiste en exponer fielmente la fe y la moral…

      1. …católicas, que siempre se ha llamado corrección, no crítica.

        «difundían el catolicismo «fundamentalista», además del tradicionalismo a la antigua usanza»

        ¡Qué horror! ¿Cómo se le ocurre a alguien basar y transmitir la fe católica en su fundamento, Cristo, y hacerlo de forma íntegra a la antigua usanza de hace 2.000 años? ¡Dónde vamos a parar!

        En fin, que dejo de comentar todas las majaderías y calumnias de este zurdo de la heterodoxa Escuela de Bolonia (vean su curriculum), porque no merece la pena. Que disfrute del momento, porque a su queridísimo pontificado subversivo le quedan dos telediarios.

          1. No, qué va: es una pensión familiar de cuarta; casi un albergue de mochileros. Seguro que se me pegan chinches, de tan sobria, que no tiene ni servicio de limpieza. Ya.

  5. Podría decir muchas cosas sobre la amalgama de hechos y controversias que plantea el columnista, para no llegar a parte alguna, sino al caos que ya reina. De nuevo felicito a Josef Strinkland, por ser valiente y alzarse, frente a la opresora burocracia vaticanista y política que cubre hoy a una Iglesia no sé de quien. De Cristo no. Cristo es mucho más sencillo, más abierto, menos enrevesado y por supuesto NADA POLÍTICO. Celebro que haya en la Iglesia todavía personas como Raymond L. Burke y Strinland, Müller , Gadenwski y algunos otros, cuya actitud trata de reivindicar a Nuestro Señor. No quieren enterarse de que lo único importante como afirma S. Pablo, es JESUCRISTO. ¡Y deberían! Va a llegar, a manifestarse y los hallará dormidos, sumidos en debates inconsistentes, en tomar medidas inútiles y hechas a la salvaguarda de privilegios y poder, Él, que huyó porque querían nombrarlo rey, Y LO ES, pero de un reino no de este mundo. En las altas esferas no se enteran de eso aún.

    1. INFOVATICANA, no sé a que vienen esos artículos del extranjero que los fines de semana nos lo meten con calzador, ajenos a nuestras tradiciones y que nadie lee, salvo los cuatro de aquí que somos masoquistas, y por no despreciar la magnífica labor que está haciendo esta página por recuperar nuestras tradiciones y luchar contra el modernismo herético. El contenido del artículo es una patraña modernista aunque trate de pasar de incógnito como neutral. Tras el Vaticano II golpe de estado brutal contra la Tradición, solo hubo un justo y este lo fue monseñor Lefevre, gracias a el se fueron abriendo los ojos de esta estafa conciliar, que rompió con toda la tradición secular de los papas anteriores, derrocando a Cristo en su reinado social e imponiendo un liberalismo tantas veces condenado, por medio de libertad de cultos, ecumenismo salvaje, y reforma de la liturgia, ante un pueblo inocente que nunca había desobedecido a sus pastores. Carlismo Rebelde.

  6. Muy lamentable articulo. Pierde el centro material del evangelio de vista y lo reduce todo a lo que es formalmente católico. Hace una caricatura de quienes defenden la doctrina y reivindica aparatosamente a los reformadores. Y qué es eso de meter puntos de vista estilo black lives matter, casi que puedo apostar que lo escribió un estadounidense que son los únicos que ven en los blancos a los enemigos de la humanidad (y lo digo siendo negro). Definitivamente ridiculo este articulo e irrespetuoso.

  7. No se entiende para qué hemos de perder el tiempo en semejante basura. Es obvia la mala leche que tiene. Alude a una cantidad de categorías casi todas contradictorias entre sí y con total naturalidad, vuelca su estiércol conceptual sin molestarse en justificar ni una sola de sus posturas. Hay que ser serios. Publicar algo así es dar entidad a un balbuceo abstruso y pedante. Qué le pasó a Infovaticana? Qué patinada, por Dios!!!

  8. Yo siempre y en todo lugar, total completa y plenamente con Strickland y Burke.

    Cuando Francisco desaparezca, ya ni nos acordaremos de él, será un simple mal sueño, una pesadilla que pasó, un dato biográfico que ya está sumergido en la historia, un mal educado y tiránico gobierno, carente de belleza, verdad y bondad, que no ha creado unidad, irrelevante del todo, cuya obra jurídica y teológica será totalmente arrasada por ser heterodoxa, inicua e injusta, y que sólo hasta ahora ha causado no más que infelicidad.

    Pasado este catastrófico Papado, nos tendremos que enfrentar ante el nuevo Papa que será la nueva realidad, y el muy problemático colegio cardenalicio y episcopal que ha incumplido sus deberes durante éste el mayor peor pontificado de la historia eclesial, el bergogliato.

      1. Porque estamos acostumbrados a la malaria de ste pontificado y al estado deplorable de la iglesia católica, que no se reconoce. Un pontifice católico sería un shock.

    1. Bergoglio no es la única causa de… Bergoglio. El es el triunfo del aparato eclesial enemigo de los papas anteriores, que seguirá ahí vivito y coleando cuando muera o cese Bergoglio, y seguirán en el favor de la bestia del mar y de sus cuernos mediáticos. Hay bergoglismo hasta que se dicte la gran purificación.

    1. Le aconsejo que se pongan las gafas cuando haga búsquedas: ésa no es la foto «más desfavorable» de Francisco, que ya traía de fábrica la cara de pepinillo en vinagre de la que acusa a los demás (y que no es lo peor que tiene, ni a nadie le interesa su cara, al contrario de lo que le ocurre a él con las caras ajenas). Da mucho más miedo cuando finge risa, sólo comparable con el Trucho y con el difunto Carlo Maria Martini.

  9. siento decirlo. lector asiguo de esta. No he enendido nada, cantidad de palabras nuevas y no significadas en fin que este articulo no me ha gustado nada.

    1. Cómo en tiempos de los escribas y fariseos, el templo lleno de comerciantes. Solo falta Jesús con el látigo y su espada de dos filos, para recordar, que con el pecado no hay negociación, al pan, pan, al vino, vino, lo que es si, es si, lo que es no, es no, lo demás procede del pecado. Cabe recordar que la humildad no se imita, ni puede haber matrimonio entre la luz y la oscuridad. Cambiar el norte, es más posible con un cambio climático, que cambiar la letra de la ley divina. Solo estamos presenciando, el culmen de la cizaña ahogando el trigo, y los angeles que se aprestan, para preparar las gavillas. Con Dios no se juega, como lo hacen con los cimientos de la Iglesia. Mucho que decir, sobre la postulación del Falso Profeta, dentro de la viña exclusiva del Señor.

  10. ¡Viva Strickland, Burke y todos aquellos que defienden la sana doctrina! Quienes los critican son simplemente papólatras, anticatólicos y/o mercenarios a sueldo del Vaticano…

  11. Pues me parece muy bien la publicación de este artículo en Infovaticana. No porque esté de acuerdo con lo que dice, sino por la razón elemental, de saber que piensa y por donde anda el enemigo.

  12. Lamentable artículo. Me gustaría saber si Infovaticana comparte lo que dice su autor, o bien simplemente se le ha colado este artículo durante el fin de semana o bien se le olvidó escribir su crítica y oposición a este artículo con una argumentación tan torticera.
    Sería bueno que nos lo aclarasen, pues a los asiduos lectores de Infovaticana, que tanto la apreciamos, nos ha descolocado.
    Saludos cordiales.

    1. ¿Qué ha hecho aquí en los últimos años, aparte de trollear? ¿No ha leído ningún artículo ni noticia? Lo que no hay es argumentos a favor, aunque los busque con sabuesos. Y, si encuentra alguno, es falso.

  13. Al contrario de muchos comentaristas pienso que Infovaticana no ha malmetido con este artículo al tratarse del autor que es, la voz que el mainstream escucha, Massimo Faggioli, profesor ayudante de teología en la Universidad de St. Thomas se convierte en cita de referencia sobre todo lo relacionado con el Vaticano en The New York Times, The Wall Street Journal, Chicago Sun-Times y Tribune, National Catholic Reporter, The Washington Post, y periódicos religiosos y tradicionales de Italia, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Brasil y Argentina.

    1. ¿Por qué cree que es «cita de referencia sobre todo lo relacionado con el Vaticano en The New York Times» (que es el equivalente yanqui de «Lo País»? Si no dijera falsedades sobre la fe católica o calumniase a los pastores de sana doctrina, ni siquiera le nombrarían, ni le publicarían.

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