¿Por qué el Vaticano no aplica la retroactividad en el caso de abuso denunciado por el sacerdote de Salamanca?

Policarpo Díaz Policarpo Díaz
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Esta semana el Dicasterio para la Doctrina de la Fe anunciaba que archivaba la denuncia del sacerdote Policarpo Díaz, ex vicario de pastoral de la diócesis de Salamanca y que ahora se encuentra por un tiempo indeterminado en la diócesis de León.

Este sacerdote, denunció ante la Santa Sede a otro cura de la misma diócesis al que acusó de haber abusado de él cuando tenía 16 años. La diócesis de Salamanca dio a conocer a ambas partes la resolución vaticana que ha sentado como un jarro de agua fría al denunciante.

Según el comunicado que emitió la diócesis, la razón principal por la que Roma archiva la denuncia es que los hechos denunciados en la misma “no han configurado técnicamente un tipo delictivo de la competencia del Dicasterio”, debido a que por tales hechos “no se ha configurado el tipo penal vigente” en la normativa canónica.

Ya sabemos que el derecho canónico se aplica según convenga. Cuando Roma quiere, lo aplica a rajatabla; y cuando no, se lo salta o directamente modifica el derecho a su antojo hasta puntos insospechados.

En un comunicado emitido por el sacerdote que ha denunciado (que reproducimos más adelante) afirma que la Iglesia -a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe «no es que haya dicho que no haya habido abuso, sino sencillamente que en la legislación del año 1984-año en el que a mí me sucedió el primer episodio de abuso sexual con 16 años- ya se me consideraba adulto y por tanto esos hechos no eran constitutivos de delito en aquel momento».

Si acudimos al Código de Derecho Canónico, el punto nueve dice que «las leyes son para los hechos futuros, no para los pasados, a no ser que en ellas se disponga algo expresamente para éstos». En este caso, el Vaticano aplica el derecho y no ha querido disponer algo expresamente para este caso concreto.

En cambio, con el famoso ‘caso Gaztelueta‘ el Vaticano si decidió disponer «algo expresamente» para ese caso. Tal es así, que durante el proceso el Papa aprobó una ley ‘ad hoc’ para poder juzgar canónicamente a un laico. Además, decidió cargarse el principio de irretroactividad para poder aplicar esa nueva ley a un suceso que ocurrió antes de la entrada en vigor de la reforma de ese punto concreto del derecho canónico.

Con todo esto, es de suponer que el numerario José María Martínez se pregunte por qué el Vaticano ha sido tan severo con él y decide saltarse el derecho y retorcerlo hasta límites denunciables. Con este antecedente es legítimo también que el sacerdote Policarpo Díaz se pregunte por qué el Vaticano -ya que ha demostrado que puede hacerlo cuando le venga en gana- no se salta también en su caso el principio de irretroactividad. Son preguntas que por ahora no tienen respuesta.

Policarpo Díaz ha compartido a través de un blog su pesar por la decisión del Vaticano. Reproducimos a continuación lo escrito por el sacerdote ante la noticia del archivo de su denuncia:

1.- Está claro que ayer, 11 de diciembre, no fue un buen día. Y no sólo para mí: tampoco lo fue para mi familia, la de la carne y la del Espíritu, y para tantas personas que en la infancia o adolescencia vimos “mancillada” nuestra inocencia por las garras del abuso de un adulto. Pero la vida sigue y, gracias a Dios, en la vida de todas las personas hay más temas que lo que durante este tiempo puede haber sido el “monotema”.

Confieso y declaro que yo soy más, mucho más que los abusos que he sufrido.

He de seguir caminando por los caminos que siempre han configurado la pasión de mi vida: el seguimiento del Señor en su Iglesia (que también es más amplia que mi diócesis).

Seguiré viviendo, como lo he hecho hasta ahora con el permiso de mi Obispo, en la diócesis de León, por un tiempo por ahora sin determinar.

2.- La Iglesia -sin duda- va avanzando en el descubrimiento de este tipo de delitos y, por tanto, también en el reconocimiento oficial de los mismos y sobre todo el la sensibilidad y en el dolor por los mismos.

Pero va despacio, inmensamente despacio, ya que no es fácil mover una maquinaria tan densa en poco tiempo. ¡Pero va avanzando! Aunque, para mi desgracia, ¡avanza muy despacio!

3.- Yo soy víctima también de esa lentitud…

La Iglesia -a través del dicasterio para la doctrina de la fe- no es que haya dicho que no haya habido abuso si no sencillamente que en la legislación del año 1984 -año en el que a mí me sucedió el primer episodio de abuso sexual con 16 años- ya se me consideraba adulto y por tanto esos hechos no eran constitutivos de delito en aquel momento.

Es decir: que la Iglesia ha comenzado a reconocer tarde que

⁃ Los menores lo son hasta los 18 años. Antes, en mi época, era 16 años. Por tanto, a mí me reconoce como adulto.

⁃ Los abusos cometidos por sus agentes a otros adultos no se han reconocido hasta hace unos años. En mi época un “adulto” no era vulnerable, aunque fuera un seminarista de 16 años frente a su párroco o su formador, aunque éste le sacara 20 años.

Si yo hubiera denunciado estos hechos en el año 2050, hubieran sido recibidos como delito… es decir: la ciencia ficción es más viable que la propia historia. La sincronía es mala aliada para mí en este caso.

4.- Aunque estoy disgustado, comprendo que las reglas del juego son las que son (o las que eran) y tengo que comprender que mi denuncia (y todo lo que ella significa y supone como desgaste psicológico personal, eclesial y social…) es una inversión a largo plazo. No recogeré yo mismo los frutos de un éxito en el reconocimiento judicial, pero estaré poniendo los peldaños necesarios para que otros (Dios quiera que no existan) puedan pisar por sendas de mayor defensa, reconocimiento. protección y credibilidad.

5.- El comunicado del obispado de Salamanca trata de explicar las cosas que de Roma han recibido, pero no ofrece datos importantes para la propia comprensión del texto que han redactado. Por ejemplo, no dicen lo más sustancial, el motivo por el que Doctrina de la fe no entra a juzgar el caso: la edad. No me consideran menor porque la ley de aquel momento marca la mayoría de edad en los 16 años. Decir solo: “no han configurado técnicamente un tipo delictivo de la competencia del Dicasterio, debido a que por tales hechos no se ha configurado el tipo penal vigente en la normativa canónica” es un tanto confuso. No han explicado que la Doctrina de la Fe NO ha entrado al fondo del asunto, a sentenciar si ha habido abuso o no, sino que ha desestimado la denuncia alegando que la ley de aquel momento en el que ocurren los hechos no me ampara porque no cumplía la edad establecida para considerarme menor: 16 años.

En otro orden de cosas, sí que ha dicho que Doctrina de la Fe se abre a posibles acciones judiciales posteriores por las partes y eso deja la puerta abierta a posibles reclamaciones a la misma instancia o -incluso y si cabe- a depositar la denuncia en otras instancias; de esto sabrán encargarse las personas profesionales en derecho que me ayudan.

6.- Creo que poco (o muy poco) les hubiera costado añadir en ese comunicado una línea en la que -de alguna forma- se hicieran cargo de manera expresa de mi sufrimiento y así la sociedad y la Iglesia supieran -un poco más detalladamente- del deseo que a mí sí me han manifestado el obispo y el vicario general de ejercer conmigo el oficio de “madre”: acogerme, sanarme, ponerse a mi lado, resarcirme de manera integral. Posiblemente piensen que no era necesario escribirlo, pero, como suele ocurrir en estos casos, una línea -una simple línea- hubiera contribuído a subir mucho la temperatura de ese frío comunicado…

7.- Ojalá todos aprendamos de este caso, aparentemente fallido.

– Que el obispo se pregunte: ¿puedo hacer algo mejor la próxima vez?

– Que la víctima y el victimario también nos revisemos sobre nuestro proceder, por si acaso descubrimos modos mejores de proceder en el futuro. A estas alturas, quizá yo no hubiera recorrido el mismo camino.

– Que los sacerdotes y los consagrados de la diócesis (con encargos y responsabilidades varias con niños, adultos, padres…) aprendamos a gestionar este tipo de situaciones con la frescura que la ciencia está descubriendo y sirviendo en libros, artículos, congresos, etc… desde muchos prismas: la teología, la pastoral, la espiritualidad, la psicología, el derecho…

– Que el pueblo fiel de Dios, entero, sea formado e informado de todo lo que esta lacra está rompiendo en la iglesia y en la sociedad, de manera que todo creyente se convierta en un garante de la protección de los menores y vulnerables, y puedan colaborar a descubrir a nuevas víctimas y acompañarlas a la búsqueda de soluciones reales para su drama.

8.- Cinco deseos:

– Que palabras y expresiones que signifiquen o den a entender encubrimiento queden erradicadas, tales como “cállate”, “no hables”, “llévatelo a la tumba”… Que se destierren absolutamente del vocabulario y del corazón de la Iglesia, y que ella descubra en cada víctima una posibilidad de conocer la verdad profunda de lo que le ocurrió, y que esa verdad se haga pedagogía y que esa verdad se difunda para el bien de muchos.

– Que acciones como poner a la víctima en el centro y escucharla, dejarla expresar, creerla, defenderla de los ataques públicos, etc… salgan de oficio y por inercia y que se instalen en los protocolos de actuación con absoluta naturalidad.

– Que las oficinas de defensa del menor sean centros pastorales de trabajo evangelizador que se sientan enviados a salir por todos los territorios diocesanos y concienciar, explicar y aplicar los protocolos de prevención…

– Que no le tengamos miedo a los medios de comunicación, porque pueden ayudarnos a poner altavoces de nuestro compromiso por la defensa de las víctimas y por el destierro definitivo de estos delitos tan vergonzantes.

Estamos a tiempo de aprovechar esta oportunidad de oro que el Señor pone en nuestras manos. Hagamos de la desgracia Kairós, es decir: espacio y tiempo de presencia liberadora y sanadora del Señor.

9.- Y un último aviso…

Yo lo estoy pasando mal con todo esto. Muy mal. Es una verdadera convulsión en mi propia vida. Me gustaría ser también tan militante y estar tan cabreado ante otras injusticias y sufrimientos del ser humano: tragedias en la naturaleza, injusticias clamorosas, violencias desgarradoras, guerras inútiles y cruentas, terrorismo devastador, enfermedades terribles y profundamente limitantes… Hay muchísimo sufrimiento en nuestra sociedad, y muchísimo mayor que el que yo, que soy un privilegiado y un afortunado, pueda experimentar.

Quien odia una injusticia debe comprometerse a luchar contra todo lo que atenta contra la dignidad del ser humano.

“Bendigo a Dios en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”

(Salmo 34,2)

Policarpo Díaz Díaz

Presbítero de la Diócesis de Salamanca 12 de diciembre de 2023

El Vaticano archiva la denuncia por abusos del ex vicario de pastoral de la diócesis de Salamanca contra otro sacerdote

 

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Comentarios
14 comentarios en “¿Por qué el Vaticano no aplica la retroactividad en el caso de abuso denunciado por el sacerdote de Salamanca?
  1. Hay una campaña de publicidad orquestada en la Santa Sede, para fortalecer la imagen de los papas postconciliares, y por ello los entierran en lugares prominentes, que son desproporcionados para el papel que desarrollaron. Por eso el Papa Francisco ya está pensando en una sepultura en Sta. María la Mayor.
    Lo que correspondería, en cambio, sería que los sepultaran en las grutas vaticanas, como un papa más.

    1. Hasta en su proyecto de sepelio se percibe el histrionismo del Santo Padre, que se considera un reformador, como si la «Iglesia de Francisco» recuperara el genuino sabor del Evangelio que los pontífices predecesores no hubieran sabido captar. (En lo cual Francisco está muy equivocado).
      Y en esa misma línea se sitúa su actuación en el caso Gaztelueta, que contrariamente al derecho, se está llevando desde un subjetivismo oportunista, no en el deseo de hacer justicia, sino de agradar al mundo. Y la diferencia de criterios con el caso de Salamanca, como bien dice este artículo de Infovaticana, así lo demuestra.

  2. A ver si lo entendéis de una vez: el caso del maestro inocente de Gaztelueta ha tomado esta deriva porque Cuatrecasas, los Vidal-Bastante y demás familia tienen mano con Bergoglio. Todo lo referente al bananero Bergoglio es tan tropical, que se salta los principios y las normas más sagradas si se trata de compadres. Lo habéis visto con Zanchetta o Rupnik, pero parece que no lo veis con Cuatrecasas y demás Évoles.

  3. Buen titulo para el articulo. ¿Porque una injusticia tan flagrante? pues porque todo en el corrupto y corruptor Don Bergoglione y sus mamporreros es mentira, trola, trile y tampantojo. Es el Trilero Pataagónico. Un inutil con complejo de inferioridad que no soporta el explendor de la Verdad, y que destesta el brillo de sus dos antececesores al que el ni en mil vidas podría acercarse. Porque aparte de su proyecto de la herejía perfecta corrompiendo la Iglesia desde dentro, tiene esos odios patagonicos, hacia cualquiera que haya podido haberle desairado en el pasado en el presente, o piense que lo puede hacer en el futuro. Es un mentiroso malvado, podrido y acomplejado.

  4. Estoy de acuerdo con la decisión de la Santa Sede. Si Don Policarpo tenía 16 años cuando ocurrieron esos supuestos hechos, ya era suficientemente mayor para poder resistirse si hubiera querido, y por eso la legislación consideraba que no podía tratarse eso como abusos.
    Si luego ha cambiado la ley, no procede aplicar retroactividad.

    1. SACERDOTE CATOLICO
      Creo que comete usted un error grave, muy grave con sus valoraciones personales. Deberia hacerselo mirar por la importancia de los hechos.
      Puede usted decir que no procede aplicar retroactividad. Es correcto y es un derecho de todo reo. Puede usted decir que si el Vaticano ha reusado la demanda es porque seguro que la han estudiado y no procede juridicamente, algo que estan obligados a respetar aunque a Bergoglio le traiga sin cuidado.
      Pero lo que no puede usted es valorar, aunque la sentencia lo hiciera el hecho de que si se abusa de un joven de 16 años no es abuso. Eso es una barbaridad, la diga usted o quien la diga. Si ese cura abusa de mi con 16 años problablemente le parto la cara sin mayor problema. Pero que yo pueda hacerlo, y ademas con fundamento, no quiere decir que otros puedan. No es cuestión de edad, sino de personalidad y capacidad.
      Mi impresión es que el abuso se produjo, y le dejó una herida terrible, como todas supongo al abusado….

  5. Otra cosa es que juridicamente se haya presentado mal la demanda, o que pudiera haber prescrito que no lo se, o que no encaje en un tipificado legal del CDC, pero afirmar como usted hace que con 16 años no es abuso es gravisimo, y si lo hace la sentencia entonces es grave y sus perpetradores tendran que responder de cargos gravisimos en el dia del juicio, por negar justicia a un desgraciado. Creo que si usted es sacerdote sabra mejor que yo que a Cristo le repateaba el abuso y la injusticia de cualquier tipo. Repito, a mi con 16 para abusar de mi tienen que noquearme, y yo me voy a defender. Y pueden abusar de mi si estoy inconsciente, pero solo en esa circunstancia, y para ello tienen que trabajarselo. Y si eso sucediera probablemente yo me cabraría y en cuanto me despertase agarraría una estaca y a la primera oportunidad le partiría la cabeza al abusador y cuando me detuviesen lo explicaría. Mi trauma sería que igual me imputaba la policía por daños importantes, no por el abuso….

  6. … sino por la posibilidad de ir a la carcel por moler a palos a un cura abusador, y es decir, romper todas las costillas, las claviculas y los dos brazos. Un trabajo a conciencia.
    A mi si abusan me dejaría un cabreo importante, pero inmediatamente me haría yo mismo justicia, logicamente exponencial.
    Pero usted por edad, dignidad y gobierno como decían los antiguos, deberia saber que hay gente apocada, o indecisa, o temerosa o simplemente debil de cuerpo o de mente, en fin. Hay gente que se puede quedar tan sorprendida que hasta parezca que consiente porque no llega a decir nada. Es injusta su proposición, porque parece que si uno no se pega inmediatamente con el abusador es que consiente. Es una grave injusticia. A veces siento que no hayan intentado abusar de mi, porque estoy seguro de que me haría yo mismo una justicia contundente y habría creado las condiciones para que al menos un abusador se lo pensase otra vez, aunque me constasen antecedentes penales.

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