Control, posesión y exorcismo

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¿Qué forma concreta puede adoptar la acción de los demonios sobre el hombre? Hay muchas formas y grados diferentes de acción demoníaca. He aquí algunas explicaciones.

Padre Jean-Baptiste Édart

Nuestra sociedad es aficionada a lo sobrenatural. La posesión demoníaca es una de esas manifestaciones que atraen la curiosidad. El éxito de El exorcista del Papa, película sobre el padre Gabriel Amorth, da fe de este interés permanente. Pero la posesión es la forma paroxística de una acción que suele ser mucho más discreta. Comprender la naturaleza de la acción demoníaca y sus diferentes formas es una forma de salir del miedo, emoción cultivada por el enemigo. No hablamos aquí de la acción ordinaria del demonio, la tentación, sino de la llamada acción extraordinaria, es decir, fuera del orden habitual de su actividad, que es la de la tentación.

La naturaleza del control demoníaco

La característica de la impugnación demoníaca es atacar la libertad de la persona para hacerla sufrir y desesperar. El demonio busca obtener la condenación del hombre. La forma habitual de hacerlo es tentándonos a pecar mortalmente. En ciertos casos, Dios le permite, misteriosamente, hacer sufrir al hombre, ejerciendo su poder de diferentes maneras.

Esta acción del demonio es consecuencia de su capacidad para actuar sobre la materia. Santo Tomás de Aquino concluye que la criatura espiritual, ángel o demonio, solo puede actuar sobre la materia desplazándola, no transformándola o multiplicándola directamente. Este desplazamiento se produce de forma visible, por ejemplo cuando una chispa es transportada del hogar mal apagado a la paja de la cama del Cura de Ars, pero también a nivel microscópico. El diablo puede actuar sobre las moléculas, los neurotransmisores, etc., es decir, sobre todos los componentes materiales que constituyen nuestro cerebro. Así, actúa sobre nuestra memoria, nuestras emociones y, por tanto, influye en nuestra cognición. En última instancia, puede incluso tomar el control de nuestro cuerpo y de nuestra voz, como en la posesión. En la tentación, suscitará en nosotros movimientos emocionales que, con la gracia de Dios, podremos resistir. En el control, estos movimientos serán tales que será imposible luchar contra ellos. Es importante señalar que, dado que entonces se impide el ejercicio de nuestra libertad, los actos malos cometidos bajo el control demoníaco no son imputables como pecados, a menos que este control sea fruto de nuestra voluntad.

Las formas de control

La Iglesia no ha establecido una nomenclatura precisa para esta acción extraordinaria. Tampoco habla de posesión, término teológicamente erróneo porque el demonio no posee a la persona. Solo pertenecemos a Dios. El término utilizado en los textos litúrgicos es obsesión, que viene del latín obsidere que significa «asediar». El demonio asedia la psicología de una persona, privándola de su libertad.

Los exorcistas suelen utilizar una clasificación propuesta por la Asociación Internacional de Exorcistas y que nosotros utilizamos aquí. La primera forma es la infestación. En ella, el demonio ejerce su poder sobre un lugar, un objeto, un animal o una planta. El objetivo de esta acción es perjudicar al hombre actuando sobre su entorno. Suele ser el resultado de prácticas gravemente contrarias a la ley divina en un lugar (asesinato, suicidio, orgías, brujería, etc.) o la consecuencia de hechizos (sobre animales, objetos o plantas).

La segunda forma es la vejación. Es una acción que se ejerce sobre el exterior de la persona, el cuerpo. Puede tratarse de cortes, quemaduras, arañazos, picaduras, mordeduras, golpes con un palo, golpes que dejan hematomas, heridas sangrantes, fracturas, dermografismo, percepción de olores nauseabundos, piedras o excrementos arrojados de la nada, ser arrojado de la cama, lanzado al aire o al suelo, ser transportado a gran distancia.

La tercera forma es la obsesión. Se trata de una acción que se dirige más directamente a la psicología de la persona. La persona se ve afectada por pensamientos racionalmente absurdos, pero cuya intensidad hace imposible apartarlos. Pueden ser ideas o fantasías molestas, constantes e intrusivas, o la percepción de una voz incesante durante la oración que repite lo que se dice o dice otras oraciones. Puede tratarse de angustia o desesperación sin relación con el contexto, blasfemias, pensamientos obscenos o imágenes que se intensifican durante la oración o la misa. Discernir una obsesión puede ser difícil, ya que existen muchas similitudes con las enfermedades mentales.

La cuarta y última es la posesión. En este caso, la persona está totalmente privada de su libertad en los momentos de crisis. Otra personalidad puede manifestarse a través del habla y los movimientos corporales. Una persona que sufre de este modo no siempre será consciente de su estado. Percibirá que está sufriendo, que algo va mal, pero a menudo sin comprender lo que ocurre. Los que le rodean pueden percibir violencia o malicia que no son propias de la persona, pero de nuevo a menudo sin comprender de qué se trata. Solo cuando se enfrenta a la acción de Dios, a menudo en la oración, el demonio mostrará su dominio sobre la persona. Se habla de posesión parcial o total, según el grado de esta posesión. Una persona consagrada a Satanás experimentará la sujeción, pero en este estado no se produce ninguna manifestación mientras permanezca sumisa a su amo. Si surgiera el deseo de poner fin a este vínculo, experimentaría entonces un sufrimiento intenso y una posesión total y grave.

Impugnación en el plan divino

¿Por qué permite Dios esta acción del demonio, causa de intensos sufrimientos? Desde el punto de vista del diablo, el propósito de este sufrimiento es llevar al hombre a la desesperación. Desde el punto de vista de Dios, este sufrimiento se permite para santificar a la persona. Dios puede permitir que una persona experimente la impugnación demoníaca, ya sea en virtud de su justicia -la impugnación es entonces una forma de penitencia para llevar al pecador de vuelta a Dios- o para implicar a la persona oprimida a participar en la Redención ofreciendo su amor en este sufrimiento particular, o como medio de purificar a la persona. La beata María Eugenia del Jesús menciona esta posibilidad para ciertas almas muy avanzadas en la vida mística; pensemos en santa Mariam Baouardy, que experimentó la posesión cuatro veces a lo largo de su vida. Pensar que esta acción espiritual está siquiera parcialmente fuera de la voluntad divina, como una voluntad de permiso, implicaría que el demonio podría tener un poder superior al de Dios, que la criatura escapa al Creador, lo cual es imposible. Todo en la acción demoníaca está enteramente sometido a la voluntad divina. Solo podremos comprenderlo plenamente en la gloria, cuando descubramos cómo esta acción ha sido puesta al servicio del plan divino, sin conocimiento de su malvado autor, por supuesto.

Exorcismo y liberación

Siguiendo las huellas de Cristo, la Iglesia tiene el poder de poner fin a esta acción mediante la oración del exorcismo. El CIC (1673) afirma: «Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf Mc 1,25-26; etc.), de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17)».

Esta oración adopta varias formas. Puede rezarse en nombre de la Iglesia. Entonces hablaremos de exorcismo público. Se hace en el bautismo, no para expulsar al demonio, que no posee a los no bautizados, sino para preparar el corazón del futuro bautizado a recibir la gracia divina. Esta es también la forma del exorcismo solemne o mayor, comúnmente llamado el gran exorcismo. Este último solo puede ser celebrado por un sacerdote delegado por el obispo y tras una minuciosa y cautelosa investigación para discernir la realidad de la grave obsesión o posesión, para no confundirla con una patología mental.

También puede realizarse de forma privada, es decir, no bajo la autoridad de la Iglesia, sino en virtud de nuestro bautismo o sacerdocio ministerial en el caso de los sacerdotes. Estos exorcismos menores o privados (o pequeños exorcismos), también llamados oraciones de liberación, pueden liberarnos de formas menores de impugnación demoníaca: pequeñas obsesiones o vejaciones. Pueden rezarse durante la confesión, después de la absolución o en el marco de un proceso específico. La Conferencia Episcopal francesa ha publicado una colección de oraciones con este fin titulada Protection, Délivrance, Guérison (Protección, Liberación, Curación).

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
5 comentarios en “Control, posesión y exorcismo
  1. Vaya, el troll multinicks, que es el perejil en todas las salsas, no aparece por aquí ni por el artículo titulado ¿»Cómo luchar contra el diablo?», a pesar de ser el único tema que realmente domina (o, más bien, del que es dominado), y del que podría hablar por propia experiencia. Curioso, ¿verdad? Entre que aquí no puede atacar a los católicos (especialmente a los sacerdotes, obispos y cardenales de sana doctrina), y que no hay que mentar la soga en casa del ahorcado, no hay peligro de que asome la patita por aquí (la patita… o la pezuña).

    1. Hola Catholice, cuánto tiempo! En los momentos de dificultad la amistad demuestra quienes son los verdaderos amigos. Te mando un cordial saludo, con el deseo de pases muy feliz domingo. Ya lo dijo santa Teresa: “el diablo es un pobre desgraciado que no sabe amar”. Por eso, para que el diablo no haga de las suyas llenándonos de bronca, ayuda mucho recordar lo que enseñó san Juan en su primera carta: “Dios es Amor y quien vive en el amor vive en Dios y Dios en El”; “Cristo Jesús dio su vida por nosotros; nosotros tenemos que darla por los hermanos”. Oraciones ad invicem. Pax tecum!

  2. El texto dice que «posesión» es un término teologicamente errado. Explicación: el demonio no puede poseer a nadie.
    Sin embargo, en cuarto punto de la Asociación Internacional de Exorcistas, qué sale en la cuarta forma de control? Posesión!
    Será un error de traducción o está mal escrito el artículo?

  3. Interesante que el réprobo que está consagrado a las tinieblas, no realiza una manifestación exótica mientras siga aceptando la voluntad satánica.
    Tiene la sujeción demoníaca, sin signo de perturbación.
    ¿Serán así todos los políticos y los cuasi-políticos eclesiásticos?

  4. De verdad, este artículo lo pueden firmar perfectamente Iker Jiménez y Enrique de Vicente!. Que cosa consigue Satanás o sus secuaces poseyendo a una persona que por este motivo es «inimputable»?. Es mucho más grave la sutil tentación hacia el placer mundano, el gozo sensual y el poder por ser Presidente del Gobierno a toda costa, tal y como tentó el Señor de las Moscas a Nuestro Señor en el desierto, que con imágenes escatológicas cuando se consagran y elevan las Especies por el sacerdote, por ejemplo.

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