Tolkien versus Lewis

¿Símbolo o sustancia?
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Hoy les ofrecemos este extracto del libro ¿Símbolo o sustancia? de Peter Kreeft. El autor acomete en este libro una empresa tremendamente difícil: armar una conversación sobre la Eucaristía entre tres de las grandes figuras de la historia del cristianismo reciente, C.S. Lewis (anglicano), J.R.R Tolkien (católico) y Billy Graham (protestante). Pero, a pesar de la dificultad, el filósofo estadounidense da en la diana. ¿Símbolo o sustancia?, de hecho, está a la altura de los mejores diálogos platónicos; no sólo no desentona, sino que será recordada como una de las mayores contribuciones jamás brindadas al ecumenismo real, a ese que, lejos de mercadear con la verdad, la pone en el centro para rendirle pleitesía.

Tolkien versus Lewis

GRAHAM: ¿Qué me dices de la Biblia? También es un hecho histórico, y nos narra los hechos históricos sobre Cristo.

TOLKIEN: Sí, pero también tiene que ser transmitida a lo largo de la historia. La Biblia es la parte escrita de la Sagrada Tradición, pero no es nuestro vínculo inmediato con Cristo. La Iglesia sí. La Iglesia es también el vínculo entre Cristo y la Biblia. Jesús no escribió la Biblia, y tampoco ordenó a sus apóstoles que enseñaran la Biblia. Les ordenó que enseñaran todo lo que Él había dicho y hecho. No les dio la Biblia; les dio la Iglesia. Y, sin embargo, años más tarde, la Iglesia escribió la Biblia, el Nuevo Testamento.

GRAHAM: Son hechos históricos, sí, pero no demuestran que la Iglesia sea tan infalible como la Biblia.

TOLKIEN: Sí lo hacen, porque no puede ser más el efecto que su causa: si negamos la infalibilidad de la Iglesia, tenemos que negar la infalibilidad de la Biblia. Esto es lo que están haciendo muchas iglesias protestantes, que se están transformando en iglesias modernistas o liberales. Qué es exactamente lo que sucede cuando se niega el vínculo intermedio en la cadena.

GRAHAM: ¿Qué quieres decir?

TOLKIEN: Cristo es el primer vínculo. Y tú dices que la Biblia es lo que nos vincula a Él. Pero la Iglesia es el vínculo de unión entre Cristo y la Biblia, y si deshaces el segundo vínculo de la cadena, deshaces también el tercero. Supongamos que cambiamos la imagen. Cristo es un imán y Su autoridad es el magnetismo. Pensemos en cuatro anillos de hierro pegados al imán. El primer anillo es la Iglesia, que Él nos entregó. El segundo es la Biblia, que nos fue donada por la Iglesia. El tercero somos aquellos de nosotros que predicamos la Biblia, y el cuarto son los fieles a los que predicáis. El magnetismo simboliza la verdad, la verdad autorizada, la verdad infalible, la verdad divina. Nos llega de Cristo, pero primero llega a través de la Iglesia y, despúes, de la Biblia. Si negamos cualquiera de estos vínculos, toda la cadena se rompe.

[…]

GRAHAM: La Bilblia es también nuestro vínculo con Cristo. La verdad es la verdad, ya venga directamente de Cristo, que es como la recibieron los apóstoles, a través de la Iglesia, que es como la recibes tú, o a través de la Biblia, que es como yo la recibo.

TOLKIEN: Supongo que puedes recibir la verdad a través de un libro o de las personas, está claro. Pero no puedes recibir los sacramentos a través de los libros. Y Él nos dijo no sólo que predicáramos sus verdades, sino también que lleváramos a cabo las obras sagradas, el trabajo público (esto es lo que significa «liturgia»), los ritos sagrados. Es una parte esencial de lo que Cristo quería que sus apóstoles transmitieran («transmitir» es el significado literal de la palabra «tradición». Es como pasar el testigo en una carrera de relevos). Y la «Sagrada Tradición» incluía no sólo palabras, sino también hechos que claramente incluyen los sacramentos. Leamos las palabras de lo que llamamos «el gran mandamiento» en Mateo 28. Se podrían traducir como: «Sé católico».

LEWIS: Por cierto, Cristo no dijo: «Sé católico romano». Nosotros los anglicanos creemos que seguimos compartiendo lo que el Credo llama la Iglesia una, santa, católica y apostólica, así como su Tradición y autoridad.

TOLKIEN: Pero la Iglesia de la que dices formar parte, la Iglesia católica, asegura que no debes romper, a causa de Enrique VIII, la sucesión apostólica cuando él rompió su unión con Roma y empezó una iglesia disidente. Tú la llamas «Iglesia de Inglaterra», pero nosotros la llamamos «la iglesia de Enrique» o, a veces, «la iglesia de las hormonas de Enrique».

LEWIS: Vamos, Tollers, estás dejando que la aliteración sustituya a la precisión. No fue el sexo; fue la descendencia. Enrique necesitaba un sucesor. Y vosotros tenéis más esqueletos malolientes en el armario de los que tenemos nosotros: ahí tienes a los papas Borgia, por ejemplo.

TOLKIEN: Claro que los tenemos. Uno de nuestros obispos fue Judas Iscariote. Fue el primer obispo católico en aceptar dinero del gobierno. Y no ha sido el último.

LEWIS: Touché, Tollers. Ambos albergamos a criminales en nuestra casa.

GRAHAM: Cuando vosotros dos hayáis acabado, nosotros, los protestantes, seguiremos aquí.

LEWIS: Volvamos a lo que suponía debía ser el tema de conversación, Tollers: tu fe, no la mía.

TOLKIEN: Bueno, parte de mi fe es que la tuya está basada en una autoridad cuestionable. Una con seis esposas y varias enfermedades.

LEWIS: Odio desencantar tus fantasías, Tollers, pero los anglicanos no hemos cambiado aún las palabras del himno The church’s one foundation is Henry the Eighth, her lord.

TOLKIEN: Jack, ¿de verdad nunca tienes dudas sobre si tus sacerdotes han sido válidamente ordenados y si realmente tienen la potestad de consagrar la Eucaristía y hacer efectiva la presencia real y alimentarnos con Cristo, no sólo con pan? ¿Nunca dudas sobre si tus pecados han sido realmente perdonados en el confesionario cuando tus sacerdotes disidentes dicen que lo han sido? Sé que te tomas muy en serio ese sacramento; de hecho, te confiesas cada semana ¿sabes? Cuando le preguntaron a Chesterton por qué se había convertido del anglicanismo al catolicismo, respondió: «Para que me perdonen mis pecados».

LEWIS: Como he dicho hace un instante, se supone que ahora debíamos hablar sobre tu fe, no sobre la mía, y centrarnos en la Eucaristía.

TOLKIEN: Y como he respondido hace un instante, estamos hablando sobre mi fe: sobre lo que mi fe me dice sobre la tuya y, en concreto, sobre la Eucaristía. Y mi fe me dice estas dos cosas: que tienes razón sobre lo que heredaste de nosotros —la teología de la Eucaristía, la naturaleza de la Eucaristía— sobre su esencia —la presencia real de Cristo— y que te falta sólo una nimiedad: ¡su existencia!

LEWIS: Pero creemos que te equivocas sobre esto porque no creemos que tu Iglesia sea infalible. Creemos tener la presencia real en nuestros sacramentos, igual que tú.

TOLKIEN: Pero creerlo no hace que esté; sólo Cristo puede hacer que sea así. Y Él la prometió sólo a sus apóstoles, que se la prometieron sólo a sus sucesores a lo largo de los siglos. Y vosotros rompisteis esa cadena.

LEWIS: Entonces el problema con tu Iglesia no es la teología de la presencia real —podría incluso afirmar la transubstanciación si pudiera comprenderla y si no tuviera detrás la reivindicación de la infalibilidad papal—, sino la cuestión de si nosotros, anglicanos, realmente tenemos la presencia real y de si nuestros obispos y sacerdotes han roto la sucesión apostólica.

TOLKIEN: Exacto: tienes el poder si, y sólo si, tienes la autoridad. En la Iglesia, el poder no da el derecho; el derecho da el poder.

 

***

Este fragmento, ha sido extraído del libro ¿Símbolo o sustancia? (2020) de Peter Kreeft, publicado por Bibliotheca Homo Legens.

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Comentarios
3 comentarios en “Tolkien versus Lewis
      1. Es más: en el idioma inglés, que es el de los susodichos, el tuteo no tiene sentido ni entre amigos, ni entre enemigos. Sencillamente, porque no existe («tú» y «usted» se dicen de la misma forma).

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