Mi ‘sinodal’ fin de semana en Roma

Mi ‘sinodal’ fin de semana en Roma

A punto de concluir la Asamblea sinodal, he querido acercarme este fin de semana a palpar de primera mano el ambiente que se respira en Roma.

Aunque la previsión meteorológica había anunciado un sábado pasado por agua en la capital italiana, lo cierto es que la lluvia aguantó más de la cuenta y solo llovió un poco por la tarde.

Acompañado por otro colega periodista, fuimos desde Madrid a la Ciudad Eterna para ver el ambiente sinodal. Un viaje ‘exprés’ (de sábado a domingo) pero muy intenso. Viajamos a Roma con agenda cerrada y allí mantuvimos algún que otro encuentro con miembros de la Curia.

En primer lugar, he de señalar que algo raro ocurre con los horarios en el Vaticano… o con los empleados de allí. El sábado quisimos asistir a Misa de 12 en el Vaticano. Como llegábamos tarde, hicimos todo lo posible por saltarnos las largas colas de turistas que aguardaban para entrar en San Pedro para hacer fotos. Uno de seguridad nos negó tajantemente que hubiera Misa de 12 en la Basílica del Vaticano a pesar de que el horario oficial decía que sí, cosa que pudimos comprobar que era cierta al día siguiente. Pues la primera en la frente.

Encuentros fortuitos con el obispo Stefan Oster y el cardenal Víctor Manuel Fernández

De allí fuimos a comer… y ahí me quedo. A las 16:00 nos esperaba en su casa monseñor Pablo Colino, maestro de capilla emérito de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Mientras esperábamos en la plaza del Santo Oficio a que los guardias suizos nos dejaran entrar, vi pasar al obispo alemán Stefan Oster, de la diócesis de Passau.

Oster es uno de los pocos obispos alemanes que con gran valentía ha sabido llevar la contraria a la mayoría de obispos alemanes que apuestan por romper con la Iglesia tal y como la conocemos hoy. El obispo Oster ha sido siempre un gran defensor de Benedicto XVI y de la comunión con la Iglesia católica en todos los campos. Al ver que se dirigía hacia la plaza del Santo Oficio le abordé antes de que rebasara la línea de defensa de la guardia suiza. He de reconocer que los idiomas no es mi punto fuerte, pero conseguí transmitirle en inglés mi admiración y agradecimiento por la gran labor que está desarrollando en Alemania.

Stefan Oster
Stefan Oster

Minutos más tarde de este encuentro fortuito con el prelado alemán, salía de la plaza dispuesto a darse un paseo don Víctor Manuel Fernández, cardenal prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Aunque hemos hablado en alguna ocasión, aún no nos conocíamos personalmente por lo que también fui tras él para saludarle.

Fue un encuentro breve a pie de calle. Intercambiamos impresiones sobre algunas cuestiones y no le quise robar más tiempo de su paseo vespertino. La impresión que me lleve del cardenal Víctor Manuel Fernández fue muy grata. Es un hombre amable, de trato fácil y accesible y siempre dispuesto a hablar las cosas, lo cual es siempre de agradecer.

Encuentro con monseñor Pablo Colino

Una vez me despedí de él, fuimos a ver a Pablo Colino a su apartamento dentro del Vaticano. Con él pasamos cerca de dos horas charlando sobre su vida, obras y alguna que otra cuestión de actualidad. El próximo 25 de enero, monseñor Colino cumplirá 90 años, pero a pesar de la edad, este sacerdote navarro que lleva en Roma desde septiembre de 1957 sigue desbordando vitalidad y energía. La labor de don Pablo Colino a lo largo de su vida, es algo de lo que aún no somos conscientes. A sus casi 90 años, rebosaba sabiduría por los cuatro costados. Fue también una gran experiencia poder visitar la habitación en la que vivió el famoso escultor Miguel Ángel, desde donde vigilaba y seguía las obras de la cúpula de la Basílica de san Pedro.

Al tener una agenda tan apretada el sábado, tuvimos que salir corriendo pues nos esperaba un cardenal. Fueron dos horas con Pablo Colino que se nos quedaron escasas.

El domingo, Roma despertó con un sol que hacía presagiar que tendríamos la suerte de gozar de una mañana espléndida en el Vaticano. Conforme nos íbamos acercando a San Pedro desde nuestro alojamiento, el cielo romano se fue encapotando hasta que empezó a jarrear. Una vez conseguimos acceder al interior de la Basílica de San Pedro, decidimos pararnos un rato a rezar frente a la tumba de san Juan Pablo II. En ese momento, por circunstancias de la vida que no viene al caso, tanto mi colega periodista como yo nos quedamos sin batería en el móvil, por lo que no fuimos conscientes de que pasamos un buen rato rezando frente a los restos del Papa polaco en el día de su festividad.

Mientras tanto, tenía lugar la Misa de 11 en el altar central. Me llamó poderosamente la atención la cantidad de turistas haciendo fotos en el interior y dando vueltas por los alrededores mientras el cardenal Gambetti celebraba la Misa. Creo recordar que dentro del Vaticano siempre se ha cuidado muchos más estos aspectos. La sensación de ahora, es la de cierta dejadez y permisividad y poco respeto por lo sagrado.

Terminamos el día tal y como empezamos el del sábado, con otro error o bien de los horarios del Vaticano o bien de los trabajadores de allí. Según el horario que hay en la entrada a la Basílica, había Misa a las 13 horas en la Capilla del Santísimo. Decidimos ir para allá con cierta antelación, pero para sorpresa nuestra, no había ninguna Misa allí a esa hora por lo que tuvimos que ir corriendo y conformarnos con la que ya había comenzado a las 12:30. Dos errores en dos días que nos dejaron sensación de caos.

Este viaje a Roma concluyó con nuestra presencia en la plaza de San Pedro para rezar el Ángelus junto al Papa Francisco. Allí pudimos comprobar de primera mano que la presencia de españoles e hispanohablantes sigue siendo la más destacada.

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