El cardenal Dziwisz defiende que fue Juan Pablo II quien inició la lucha contra los abusos dentro de la Iglesia

Cardenal Stanisław Dziwisz Cardenal Stanisław Dziwisz
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Con motivo del 45º aniversario de la elección de Wojtyła como Papa, Vatican News ha entrevistado al cardenal Stanisław Dziwisz, quien fuera su secretario personal.

En alusión a san Juan Pablo II, el cardenal asegura que “el Santo Padre vio y padeció mucho mal, experimentó las consecuencias de las guerras y de los totalitarismos, se solidarizó con el sufrimiento de los más débiles, fue defensor y vocero de aquellos a quienes se les había quitado la voz y, en tiempos de confusión, siempre trató de brindar esperanza a la gente».

El secretario de Juan Pablo II afirmó que cuanto más tiempo pasa, “más fuerte es el resplandor de la sabiduría insustituible de su legado y más viva es la inspiración que brota de él”. “Esto se aplica incluso, o quizás en especial, a aquellas cuestiones por las que en la actualidad diversos sectores intentan criticar al Santo Padre, como por ejemplo la cuestión de la protección de los menores en la Iglesia”.

“Muchos intentan callar o manipular el hecho de que fue Juan Pablo II quien inició el difícil proceso de depurar a la Iglesia de los delitos que afectaban a niños inocentes. Este proceso está siendo continuado por sus sucesores, pero fue el Papa polaco el primero en pronunciarse de manera tan rotunda y firme contra la minimización o el callamiento de estas dolorosas cuestiones”, señaló el purpurado polaco.

El cardenal Dziwisz también se refirió al Sínodo en curso dedicado a la sinodalidad. “Creo que no exagero si digo que sus raíces se encuentran en la visión del Papa polaco, que vio y reconoció el papel de los laicos en la Iglesia, estuvo abierto al diálogo con diversos grupos no siempre afines al cristianismo y escuchó atentamente lo que el mundo tenía que comunicar a la Iglesia”, afirmó.

Recuerdos del Cónclave

Remontándose al 16 de octubre de 1978, el cardenal Dziwisz recuerda que, poco después de su elección, Juan Pablo II quiso verle. “Cuando apareció la fumata blanca, mi corazón tembló, agarrado por una premonición poderosa. Cuando oí el nombre ‘Carolum’ desde el balcón de la Basílica de San Pedro, lo supe todo”.

Desde entonces han pasado cuarenta y cinco años, en los que han sucedido muchas cosas, pero aquel momento ha quedado grabado en mi corazón para siempre. “Me sentí orgulloso y feliz”, afirma.