Jefe de la Casa Pontificia de dos Papas, secretario e íntimo de Benedicto, el arzobispo Georg Gänswein era una presencia incómoda en Roma y Francisco lo envió de vuelta a Alemania, a Friburgo, sin encargo alguno. Allí, Gänswein no sabe aún que será de él aunque es muy consciente de que es “un grano en el culo”, como confesó a Il Corriere della Sera.
«Llegué hace cuatro días, es muy pronto para saber cómo será esta nueva vida. Todavía tengo que pensar qué voy a hacer», confiesa al Corriere el arzobispo Gänswein, recién instalado en Friburgo. “En unos días veré al arzobispo Berger, lo discutiremos. Soy un grano en el culo, en el sentido de que soy un engorro».
Se le ha asignado un apartamento de 150 metros cuadrados, pero su destino es un misterio para todo el mundo, empezando por él mismo. «Tiene casi 67 años y le faltan ocho años para jubilarse”, escribe el diario alemán Bild. “El arzobispo de Friburgo, ya inestable por un escándalo de abuso sexual, no está autorizado para darle directivas. Una situación inédita por lo que su colaboración tendrá que negociarse sobre premisas complejas”.
“Prometí callarme y obedecer», recuerda Gänswein. «Friburgo es bonita, estudié aquí hace 40 años, se vive bien».
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