Del catolicismo militante al catolicismo arrodillado

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DIARIO DE UNA FILOTEA

15 julio 2023

“De rodillas ante Dios. De pie ante el mundo”, se leía en una gran valla publicitaria camino del aeropuerto a la ciudad de Caracas, en plena dictadura comunista.

En una situación como la que viven en Venezuela, un país rico en recursos, con una gente magnífica, esta gran valla lanzaba el mensaje; era un resumen claro y conciso de lo que la Sagrada Escritura misma dice que ha de ser la actitud del creyente, como expresa el salmo 149: Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas: / con vítores a Dios en la boca / y espadas de dos filos en las manos.

La Iglesia que peregrina en la tierra es la Iglesia militante. El catecismo de Trento lo explicaba así: “Divídese la Iglesia, ante todo, en triunfante y militante. La militante está integrada por todos los fieles que aún viven en el mundo. Llámase así porque sus miembros deben aún sostener una dura lucha contra los terribles enemigos espirituales: mundo, demonio y carne (…); mas no se crea que son dos iglesias diferentes, sino dos partes de una misma. La Iglesia triunfante terminó ya su camino y goza de la patria celestial; la militante sigue peregrinando día a día, hasta que, unida a su divino Salvador, llegue también a gozar de la eterna bienaventuranza” (BAC, Madrid, 1951, Cap IX).

Para comprender qué significa esto, porque todos nosotros formamos parte de la Iglesia militante, y por tanto es importante para nuestra vida de fe, vamos a recurrir a la etimología: en el latín se encuentra el origen de esta palabra, siendo la suma de dos componentes: “militaris”, que se emplea para referirse a todo lo concerniente a soldados y ejércitos; y la partícula “-nt”, que se usaba para indicar “agente”. 

Así pues, en el sentido etimológico de la palabra, un militante es un soldado. Por tanto, la Iglesia militante es la que lucha en la tierra que lucha contra “mundo, demonio y carne”. Es una milicia. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define militia, del latín, como: 1) arte de hacer la guerra y disciplinar a los soldados para ella; 2) servicio o profesión militar; 3) tropa o gente de guerra; 4) “coros de los ángeles”, la milicia angélica. Muy interesante, ¿verdad? Pero es que, además y, sobre todo, esto significa que, puesto que nosotros aquí en la tierra formamos la Iglesia militante, cada uno de nosotros es un soldado, un milites de Cristo. Dice san Jerónimo que “Dios nos ha puesto aquí para la lucha, para que siempre luchemos. Luego, este lugar, este valle de lágrimas, no lo es de paz, no es de seguridad, sino de lucha y de guerra” (comentario al salmo 83). Por su parte, san Alfonso María de Ligorio dijo que “para salvarse, hay que hacerse violencia; el cielo no es para los haraganes”. Concepto muy interesante y complementario, puesto que militar, hacer la guerra, implica violencia. Y el Evangelio nos dice que “el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt 11, 11-12).

Tal vez a muchos esto les resulte muy obvio. Pero a mí no me lo parece tanto cuando vemos que gran parte de la Iglesia actual parece militar poco o nada contra mundo, demonio y carne. De hecho, en la mayor parte de los diccionarios, al tratar el concepto de la militancia, lo refieren al campo de la política y, así, queda amputado de él la cuestión de la guerra y la violencia, reduciéndose a una actividad de participar en un partido. Quizás, por eso, en expresión de Carlos López Holgueras, hemos pasado del catolicismo militante al catolicismo arrodillado (“La distensión de las masas. El anti-progre”; Homo Legens, 2023). Porque hemos olvidado su verdadero significado. Y, así, en lugar de luchar contra mundo, demonio y carne, nos arrodillamos ante el mundo, chocante auto-definición de un movimiento eclesiástico.

Porque nosotros, la Iglesia militante, además de luchar contra mundo, demonio y carne, en palabras de Tertuliano, “formamos una agrupación y un batallón para asediar a Dios con nuestras plegarias, como cerrando filas ante Él. Esta violencia le agrada a Dios” (Charles P. Connor, Defensores de la fe, Homo Legens, 2018). Es esta violencia con que “arrebatan” el reino de los cielos, en palabras de san Mateo. Tertuliano continúa diciendo que “rezamos también por los emperadores, por los ministros, por las autoridades, por la situación presente del siglo, por la paz del mundo. Pero, sobre todo, practicamos la caridad”.

Es decir, nos hacemos violencia, militamos, luchamos por la santidad, colaborando con la gracia de Dios. Y con esta misma militancia, luchamos por el nombre de Dios, por su Iglesia y por la salvación de las almas. Entonces, ¿es incompatible esta lucha con la caridad, con el amor debido al prójimo, y también a nuestros enemigos? Tertuliano, en el siglo III, lo tenía muy claro, como lo tuvieron los Apóstoles, que lo aprendieron del mismo Jesucristo. Pero, insisto, parece que lo hayamos olvidado, y por eso nos ponemos de rodillas no sólo ante el prójimo, sino también ante el mundo, con “diálogo”, “tolerancia”, “escucha” y, básicamente, un relativismo que, de facto, niega que la única Verdad que es Cristo y de la que solamente la Iglesia Católica Apostólica Romana es portadora. Ya lo decía la declaración Dominus Iesus, que provocó la ira de los tibios en la Iglesia contra Ratzinger (una de tantas ocasiones…).

¿Por qué parece en tantas situaciones que los católicos queremos parecer tan majos a ojos del mundo, que estamos tan desesperados por recibir la aceptación de los indiferentes y hasta de los enemigos de la Iglesia? ¿De verdad creemos, además, que puede “funcionar”? Juan Manuel de Prada, a mi juicio de una manera muy realista, opina que no. En su libro “Una enmienda a la totalidad” (Homo Legens, 2021), que recoge sus columnas en el ABC, de Prada considera que el diálogo con el mundo ya no es posible. Que ya sólo nos queda la marginalidad cuando somos firmes y fieles en proclamar en su integridad la fe, la doctrina y la moral cristianas. Que nuestra militancia hoy tiene por modelo al Qujiote, y que el pensamiento tradicional católico es la única alternativa a las ideologías modernas, furibundamente materialistas y anti-cristianas.

Pero eso no implica que renunciemos a militar por el reinado de Cristo, sino que seamos conscientes de que seguramente nuestra lucha en este mundo nos conducirá al aparente fracaso con el que han vivido tantos santos a lo largo de la historia. Porque luchamos en primer lugar contra poderosísimas fuerzas invisibles (demonio) y contra nuestra propia flaqueza (carne), pidiendo siempre la gracia de Dios. Y también estamos intrínsecamente abiertos y disponibles siempre a los que no creen. Porque “Dios quiere que todos los hombres se salven” (1Tim 2).

 

Filotea 

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Comentarios
26 comentarios en “Del catolicismo militante al catolicismo arrodillado
      1. Hidaspes, hay especialistas en enredar.
        Cuando dos cosas son iguales, o van juntas, y el crecimiento de una lleva al de la otra, no se pueden poner en dicotomía.
        A una persona con recta conciencia le hace ruido.

        1. Paciencia

          Otra/o q tampoco entiende.

          Pues nada, acusémosla de especialista en enredar, que eso es gratis! O se lo piensan…

          Pues no es lo mismo Paciencia, no es lo mismo. Ni van de la mano. Ni dan los mismos frutos: ni en nosotros, ni en el prójimo ni en el mundo.

          1. ACS Araceli Campos sarmiento. Tú ya eres una especialista en enredarlo todo.
            Conviértete a la verdadera fe, y cuando eso suceda, nadie te reprenderá. Pero si continúas por ese derrotero, todos te corregiremos para hacerte notar tus errores.
            ¡Orgullosa y soberbia! A ti te gusta corregir a los demás, condenándonos a todos al infierno, pero nunca has aceptado que se te digan las cosas.

    1. No ACS, una cosa no quita la otra. Es «luchar contra el mundo» Y (no «o» como tú escribiste) «luchar a favor de Dios». No son acciones incompatibles, mutuamente excluyentes, sino complementarias.

      1. Ruben,

        Los frutos que cada una de las opciones produce en nosotros, son o se corre el peligro de q sean, contrarios entre sí.

        A nivel personal sería lo mismo: nuestra lucha contra mundo,demonio y carne,puede ser ascética o mística, eso dicen los santos, y en este orden. Los frutos son distintos.La ascética puede llevarnos incluso a caer en soberbia: lo hemos conseguido ( con nuestras fuerzas), la mística llevaría a la humildad pues es el Señor quien lo hace todo.

        A nivel no personal, sino del mundo como sociedad paganizada, la lucha contra el mundo sería una acción ascética pero la lucha a favor de Dios se asemejaría màs a la mística pues luchar a favor de Dios implica llevar a Dios al mundo dejando q sea Cristo quien viva en nosotros y quien llegue al prójimo a traves nuestro sin q nuestro ego ensucie su acción Divina.

        La meta es luchar a favor de Dios.

        1. ACS, la meta es la santidad.

          Y el camino es, siempre, de oración, de evangelización completa y sin excepciones, y de arrepentimiento para una conversión auténtica, y de supeditar lo mundano a lo divino.

          Siempre.

          1. Catholicvs,

            Pues eso, como todos lo han leido y es claramente católico no hay razon para marear la perdiz.

            Dios le bendiga

          2. ACS, todos lo hemos leído como siempre, y como siempre, todos menos usted apreciamos un hilo central contrario a la fe católica.

            Por eso, insistimos: arrepentimiento siempre, evangelización siempre, anuncio completo de la Verdad siempre.

        2. ACS, tanto escribir para no decir nada. No se puede luchar a favor de Dios SIN luchar al mismo tiempo contra el mundo. De otra forma, es servir a dos señores. Sé que a ti lo que diga la Escritura te importa tres pepinos, pero por cualquiera que esté leyendo esta cadena, transcribo lo que nos dicen los apostoles Santiago y Juan:

          «Oh almas adulteras, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Quien, pues, quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios». Santiago 4:4

          «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él». 1 Juan 2:15

          ES PALABRA DE DIOS ACS, nada más que hablar; sigue tú adulterando espiritualmente al defender la no lucha contra el mundo.

  1. La iglesia de hoy no habla de iglesia militante si no de iglesia «peregrina». Y siendo cierta la acepción de «caminar por un lugar extraño», extraño como el mundo, no es lo mismo ser un miliciano de Cristo que un peregrino.

    1. Totalmente de acuerdo.
      Que por cierto no hace falta citar a ningún escritor para apoyar lo que dice.
      Ya nos damos cuenta, desde hace décadas

      1. San Pablo dice que los màs formados (o enterados, como parece su caso), que se adapten a los que no lo estàn tanto, por caridad…

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