El Papa Francisco invitó este domingo a no tener miedo. Desde el balcón del san Pedro, el Pontífice se dirigió a los fieles presentes para recordar que aunque «el anuncio del Reino de Dios es un mensaje de paz y de justicia», a veces se «encuentra oposición, violencia y persecución».
El Santo Padre recordó que solo hay una cosa a la que debemos temer, según Jesús, es «es el de desechar la propia vida». «Como si dijera: no hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas por permanecer fieles al Evangelio, no, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida», añadió el Pontífice.
Francisco reconoció que «incluso hoy uno puede ser objeto de burlas o de discriminación si no sigue ciertos modelos de moda, que, sin embargo, a menudo ponen en el centro realidades de segunda categoría: por ejemplo, seguir las cosas en lugar de personas, rendimientos en lugar de relaciones».
Tras el rezo del Ángelus, el Pontífice tuvo unas palabras para recordar el 40º aniversario de la desaparición de Emanuela Orlandi. «Quiero aprovechar esta ocasión para expresar, una vez más, mi cercanía a los familiares, especialmente a la madre, y asegurarles mis oraciones», agregó.
Les ofrecemos las palabras completas pronunciadas por el Papa Francisco en el Ángelus del domingo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡buen domingo!
En el Evangelio de hoy, Jesús repite tres veces a sus discípulos: «No tengan miedo» (Mt 10,26.28.31). No tengan miedo. Poco antes, les habló de las persecuciones que tendrán que soportar por causa del Evangelio, una realidad que sigue siendo actual: la Iglesia, de hecho, desde el principio ha conocido, junto con sus alegrías, y tenía tantas, ha conocido también persecuciones, muchas, ¿eh? Parece paradójico: el anuncio del Reino de Dios es un mensaje de paz y de justicia, fundado en la caridad fraterna y en el perdón y, sin embargo, encuentra oposición, violencia y persecución. Jesús, no obstante, nos dice que no temamos: no porque todo irá bien en el mundo, no, no por eso, sino porque para el Padre somos preciosos y nada de lo que es bueno se perderá. Por eso nos dice que no dejemos que el miedo nos detenga, sino que temamos otra cosa, una sola cosa. ¿Pero cuál es la cosa que Jesús nos dice que debemos temer?
Lo descubrimos a través de una imagen que Jesús utiliza hoy: la imagen de la «Gehenna» (cf. v. 28). El valle de » Gehenna» era un lugar que los habitantes de Jerusalén conocían bien: era el gran vertedero de basura de la ciudad. Jesús habla de él para decir que el verdadero miedo que hay que tener es el de desechar la propia vida. Desechar la propia vida, y sobre esto Jesús dice: “Sí, tengan miedo de eso”. Como si dijera: no hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas por permanecer fieles al Evangelio, no, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida.
Y esto es importante para nosotros. De hecho, incluso hoy uno puede ser objeto de burlas o de discriminación si no sigue ciertos modelos de moda, que, sin embargo, a menudo ponen en el centro realidades de segunda categoría: por ejemplo, seguir las cosas en lugar de personas, rendimientos en lugar de relaciones. Veamos algunos ejemplos. Pienso en los padres, que necesitan trabajar para mantener a su familia, pero no pueden vivir solo para el trabajo, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos. Pienso también en un sacerdote o en una religiosa, que deben comprometerse en su servicio, pero sin olvidarse de dedicar tiempo a estar con Jesús, de lo contrario caen en la mundanidad espiritual y pierden el sentido de lo que son. Aún más, pienso en un joven o una joven, que tienen mil compromisos y pasiones: la escuela, el deporte, intereses varios, el teléfono móvil y las redes sociales, pero necesitan encontrarse con personas y organizar grandes sueños, sin perder el tiempo en cosas que pasan y no dejan huella.
Todo esto, hermanos y hermanas, conlleva cierta renuncia frente a los ídolos de la eficacia y el consumismo, pero es necesario para no perderse en las cosas, que luego se tiran, como se hacía entonces en la “Gehenna”. Y en las “Gehennas” de hoy, por el contrario, suele terminar la gente: pensemos, pensemos en los últimos, a menudo tratados como material de descarte y como objetos no deseados. Permanecer fiel a lo que importa es costoso; cuesta ir contracorriente, cuesta liberarse de los condicionamientos del pensamiento común, cuesta ser apartado por los que “siguen la moda”. Pero no importa, ¿eh?, no importa. Jesús dice: lo que cuenta es no desperdiciar el mayor bien, es decir, la vida. No desechen la vida. Solo esto debe asustarnos.
Preguntémonos entonces: Yo, ¿de qué tengo miedo? ¿De no tener lo que me gusta? ¿De no alcanzar las metas que la sociedad impone? ¿Del juicio de los demás? ¿O más bien, de no agradar al Señor y de no poner en primer lugar su Evangelio? María, siempre Virgen, Madre Sabia, nos ayude a ser sabios y valientes en las decisiones que tomamos.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Me ha entristecido mucho lo ocurrido hace unos días en el Centro Penitenciario Femenino de Támara, en Honduras. Una terrible violencia entre bandas rivales sembró la muerte y el sufrimiento. Rezo por las fallecidas, rezo por sus familias. Que la Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y a dar espacio a la convivencia fraterna, incluso dentro de las cárceles.
En estos días se cumple el 40 aniversario de la desaparición de Emanuela Orlandi. Quiero aprovechar esta ocasión para expresar, una vez más, mi cercanía a los familiares, especialmente a la madre, y asegurarles mis oraciones. Hago extensivo mi recuerdo a todas las familias que soportan el dolor de un ser querido que ha desaparecido.
Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de diversos países, especialmente a los fieles de Bogotá, Colombia.
Saludo a la Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar de Pisa; a los jóvenes de Gubbio, Perugia y Spoleto; al grupo de Limbadi que celebra al joven Leo; a los participantes en la peregrinación motorizada de Cesena y Longiano; y a los voluntarios de Radio María Italia, que con una gran pancarta nos invitan a ponernos «todos bajo el manto» de la Virgen Madre María, para implorar a Dios el don de la paz. Y esto lo pedimos especialmente por el atormentado pueblo ucraniano.
Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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Los discursos de Francisco son normalmente erráticos, pero es que éste se lleva el premio a los discursos malos. Francisco ha salido del hospital peor que entró.
Vaya bodrio.
La anterior traducción de los libros litúrgicos decía: “temed al que puede destruir con fuego alma y cuerpo”, pero Francisco y sus seguidores, prefieren utilizar eufemismos, y por eso la nueva traducción dice: “Temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.”
De hecho, Geena (Γεέννα); en hebreo: Gai Ben Hinnom (גיהנום, valle de Hinón) en el judaísmo, es el i n f i e r n o, un lugar en el que algunos estarán eternamente.
Después del año 638 a. C. el valle de Hinón se convirtió en el lugar utilizado para incinerar los desperdicios de Jerusalén, y de ahí que se refiere al fuego eterno.
En su discurso, Francisco, de forma deliberada, no ha querido hablar en ningún momento de c o n d e n a c i ó n eterna, ni de fuego, e incluso dice que Jesús “utiliza una imagen”, como si no fuera algo real.
Según el argentino, “el verdadero miedo que hay que tener es el de desechar la propia vida… y sobre esto Jesús dice: Sí, tengan miedo de eso. Como si dijera: no hay que tener tanto miedo…sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida.”
Estas palabras de Francisco se mueven en una perspectiva inmanente, sin ninguna referencia al castigo eterno, con todo lo cual está tergiversando el mensaje de Cristo.
Al leer el discurso, uno esperaría que un buen pontífice, al enumerar las cosas que pueden ser causa de reprobación y persecución, enumerara ejemplos como el hecho de predicar la fe, combatir el aborto, la ideología de género o la Agenda 2030, etc., pero de esto no dice ni una palabra, sino que Francisco pone unos ejemplos insulsos y ridículos: “los padres, que … no pueden vivir sólo para el trabajo, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos”, “un sacerdote o una religiosa, que …(no deben) olvidarse de dedicar tiempo a estar con Jesús,” “un joven o una joven, que tienen mil compromisos y pasiones… pero necesitan encontrarse con personas y organizar grandes sueños…”, etc.
El problema no es lo que el Papa llama “los ídolos de la eficacia y del consumismo”, sino la ideología de la Agenda 2030 que promueve el nuevo orden mundial y a la que Francisco se ha sumado, así como los graves errores teológicos que fomentan el sínodo de la sinodalidad, el sínodo alemán, y numerosas intervenciones de Francisco (Fratelli Tutti, Amoris Laetitia, homilías y discursos, etc.).
En cuanto a la discriminación que denuncia el Papa, él es el primero que la practica, cuando manda una visita apostólica a la diócesis de monseñor Stryckland, cuando cancela al Padre Pavone (presidente de Sacerdotes por la Vida), o al Padre Altmann, cuando a los obispos les da la consigna “controlen a los rígidos”, etc.
Y tanto, que se lo digan a los que no seguimos las modas del apocalipsis climático, o la del relativismo multicultural sin fronteras, o la de la autopercepción de género.
Una lástima que el Papa secunde todas ellas y discrimine a quienes no lo hacemos.
Bergoglio dice sanata, o sea, bla blabla, bla ble, la nada del nihilista.
Bergoglio hace notoria y flagrante acepción de personas. Según si son auspiciantes de la Agenda 2030, de la reduccion de población y del viva la pepa. A ésos los trata bien o re bien según cargo y prestigio o potencial de desastre, como Martin.
A los fieles al depósito de la fe los trata mal sin disimulo, porque él se cree un semidios.