Una hostia aún viva, los últimos hechos

Consagración
|

(Lorenzo Formicola en Il Timone)-De Connecticut a Massachusetts, de Sudán a Polonia, de México a Italia. Estos son los supuestos milagros eucarísticos más recientes en el mundo.

«Gracias al Santísimo Sacramento, el obispo y los sacerdotes se salvan de morir en el bombardeo de la catedral». En la era de los ideólogos compulsivos de la investigación, que encuentran placer exclusivamente en compartir las críticas, los fracasos o la tristeza de la verbigeración de todo, de la omnipotencia cientificista, algunas noticias parece que no merecen ser publicadas. Sin embargo, existen. Porque si al verdadero científico le mueve «la pasión por la realidad», entonces ahí es donde hay que ir.

Era el 20 del pasado mes de abril, en Sudán: el alto el fuego seguía siendo inestable y las bombas llovían sobre la catedral María Reina de África. El presbiterio y la puerta principal volaron por los aires, y con ellos todas las vidrieras de la iglesia, entretanto parcialmente destruida. El obispo Yunan Tombe Trille Kuku Andali y otros sacerdotes rezaban ante el Santísimo Sacramento en la iglesia bombardeada: a su alrededor, y alrededor del área del sagrario, los tiros volvían hacia atrás. En la Iglesia de Sudán la gente clama al milagro.

Signo de contradicción 

Ha habido un momento en la historia de la Iglesia en que los milagros eucarísticos se consideraban fruto de una época ingenua, fácilmente propensa a fabricar prodigios. Que los hechos hablaban sin ambages lo ha decretado la ciencia, pero los hechos sorprendentes no han dejado de sucederse a lo largo de los siglos, y en los últimos años, en particular, con una frecuencia sin precedentes.

Fue durante el siglo XIII cuando se registró el mayor número de milagros eucarísticos de cuantos ha transmitido la historia. Un siglo rico en fervor espiritual que, sin embargo, al mismo tiempo fomentó las herejías. Desde los valdenses hasta los albigenses y los cátaros, fueron muchas las ideologías que difundieron dudas y mentiras sobre la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Para superar las herejías intervinieron los santos, los papas, los concilios, pero especialmente lo sobrenatural: aquellos signos «misteriosos», unos quince, sirvieron para restablecer la definición real de Eucaristía. No eran fantasías, sino milagros confirmados por la ciencia. Entonces, como ahora, la Eucaristía continúa siendo un «signo de contradicción», y no puede no serlo, porque un Dios que se hace carne y se sacrifica por la salvación del mundo socava cierta razón humana.

Indemne a las llamas 

Era la mañana del 13 de abril, en el Thomas Aquinas College, en Massachusetts. El capellán del campus abría la puerta para una hora de Adoración eucarística, cuando le dio la bienvenida una pared de humo negro. La iglesia recién renovada estaba en llamas. El fuego, que ya había destruido la sacristía, se había propagado por todas partes; solo una parte de la iglesia permanecía indemne: la capilla, recién renovada, que contenía el tabernáculo. Todo milagrosamente a salvo de las llamas.

«Todavía se podía oler el perfume, es algo que nos conmueve». Así comentaba Giovanni D’Ercole, arzobispo emérito de Ascoli Piceno, el milagroso hallazgo de cuarenta hostias, perfectamente intactas, un año y medio después del terremoto que asoló la región de Las Marcas en 2016. El seísmo había sepultado el sagrario de la iglesia de Santa María Assunta de Arquata del Tronto; lo encontraron ochenta semanas después y aún conservaba las hostias consagradas, a las que el tiempo no había alterado. Perfectas, blancas, sin ningún signo de descomposición, como recién consagradas en el agosto de dos años antes.

Músculo cardíaco agonizante

«La mancha roja encontrada en la hostia consagrada es un fragmento de un músculo cardíaco sometido a un gran estrés, como durante la agonía»: es lo que decretaron el Instituto de Medicina Forense de Wroclaw y el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Szczecin. Legnica, Polonia, diciembre de 2013, el padre Andrzej Ziombra, párroco de la iglesia de San Jacek, lo cuenta así: «Siguiendo las recomendaciones litúrgicas, se puso en agua una hostia consagrada que había caído al suelo durante la distribución de la Sagrada Comunión, para que se disolviera. Al cabo de diez días, se descubrió que la hostia no solo no se había disuelto, sino que se había formado una mancha roja en ella. Los expertos encargados de realizar la investigación científica, tras un examen histopatológico, determinaron que la mancha roja era un fragmento de músculo cardíaco sometido a un gran estrés, como durante la agonía». Se realizaron tests más exhaustivos y todos confirmaron que se trataba de una fibra de músculo cardiaco en estado de agonía. Es el más reciente de los milagros eucarísticos analizados por la ciencia y las circunstancias que rodearon el caso de Legnica son idénticas a las de otros milagros como los de Lanciano, Sokółka y Buenos Aires. 

México, 23 de julio de 2022: en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario se está llevando a cabo la Adoración Eucarística. Alguien está filmando el momento de alabanza con un teléfono móvil, la calidad es baja y la grabación no pretende captar inicialmente al Santísimo Sacramento, cuando en un momento dado las imágenes dejan pocas dudas: la Sagrada Eucaristía se balancea en la custodia como al ritmo de un corazón que late. Esto dura casi un minuto. La escena no la vio solo el autor del vídeo.

Multiplicación inexplicable

La archidiócesis de Hartford, en Connecticut, investiga últimamente la posibilidad de un milagro eucarístico. Domingo 5 de marzo de 2023, iglesia de Santo Tomás, momento de la comunión. En la píxide hay muy pocas hostias consagradas en comparación con los fieles que hacen cola, el sacerdote baja la mirada, la vuelve a levantar e inexplicablemente se han multiplicado. «Dios se ha multiplicado a sí mismo», dice el padre Joseph Crowley.

En Manila, Filipinas, hay una conocida iglesia dedicada al Niño Jesús de Pandacan. La venerada imagen del Niño Jesús tiene cuatrocientos años y la iglesia que la conserva posee un gran valor histórico, pues fue construida en 1732 por misioneros franciscanos. Sin embargo el 10 de julio de 2020 un misterioso incendio lo arrasa todo. O casi. «Cuando se abrió el ciborio, la hostia consagrada estaba allí. Es el milagro más grande. Mientras buscábamos la estatua, encontramos la hostia consagrada. Esto nos ha llevado a Jesús. Dejemos de llorar y levantémonos con más fuerza», dijo el párroco, el padre De Claro.

Son muchos los milagros eucarísticos en los últimos diez años. En una nueva época de apostasía y herejía, ¿la llamada a la fe en el único Salvador es tal vez un recordatorio, como en el siglo XII?

 

Publicado por Lorenzo Formicola en Il Timone

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana