Cuando, el pasado día 2, el cardenal Kevin Farrell fue nombrado presidente del Tribunal de Casación del Vaticano, se convertía así en uno de los prelados con más cargos de peso de la Curia romana, una anomalía especialmente en la jerarquía norteamericana en este pontificado.
Como es bien sabido, el Papa Francisco no siente una especial simpatía por Estados Unidos, algo que ha manifestado en numerosos gestos y decisiones a lo largo de su ya no breve pontificado. Pero hay excepciones. A poco de iniciar su mandato y con el acercamiento a China en mente, el Santo Padre sacó de su forzado retiro al entonces cardenal Theodore McCarrick, discretamente sancionado por Benedicto XVI, para llevar a cabo conversaciones informales en Pekín que prepararan el camino a lo que serían los pactos secretos con la Santa Sede.
Precisamente de la ‘escudería McCarrick’ -los obispos norteamericanos que el infame cardenal ayudó a conseguir el solideo púrpura- es Kevin Farrell, un hombre al parecer muy poco observador ya que, a pesar de vivir durante años en la misma residencia que su protector, entonces arzobispo de Washington, jamás pudo sospechar que el ‘hacedor de obispos’ gringo pudiera dedicarse a tomarse libertades con jovencitos, como ya ha determinado la justicia.
Esta falta de atención congénita, que también le llevó a vivir en cercanía al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcel Maciel, sin notar nada raro en la conducta de este pedófilo serial, no ha impedido en absoluto una carrera meteórica que culminó -por ahora- con el nombramiento de presidente del Tribunal de Casación, un cargo que suma, siempre por obra de Francisco, al de cardenal, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Camarlengo y supervisor de las decisiones financieras del Vaticano.
Es, quizá, significativo que su último nombramiento se haya producido al iniciarse el Mes del Orgullo, teniendo en cuenta que Farrell ha tenido abundantes gestos de simpatía hacia el lobby. Tuvo la peregrina idea, por ejemplo, de invitar al Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Dublín al mediático jesuita padre James Martin, autodesignado apóstol de los LGTBI, quien en la ocasión llegó a insinuar que la Iglesia haría bien en pedir perdón a este colectivo que se identifica por sus tendencias sexuales.
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Kevin Farrell es favorito de Francisco porque es malo.
Francisco siempre elige lo peor.
Según el dicho: «Las alimañas se reconocen oliéndose la m…». También aupó al G9 a Omella, alias Jijí-Jojó, DESPUÉS de haber recibido más de mil firmas quejándose por la proyectada demolición de la parroquia del Espíritu Santo, una parroquia viva, para darle el solar a la Universidad Blanquerna, que aunque se supone que es católica, defiende y promueve oficialmente la subversiva Agenda 2030 y está actualmente dirigida por Pipo Carbonell, un tío bastante turbio en comunicaciones del PSC.
¡Verdad!
Dime con quién andas, y te diré quién eres.
Los puestos relevantes a los peores… la decadencia de la jerarquía eclesiástica cada vez es más patente… ¿Quién va a defender la sana doctrina si no queda en la jerarquía nadie que quiera hacerlo? En fin…
Los malos jefes suelen escoger a gente dudosa, para asegurar su fidelidad inquebrantable y evitar sus criticas.
Los buenos jefes suelen escoger a los mejores, porque valoran su valia, y no temen sus criticas.
Todo bien, salvo que Kevin Farrell Es IRLANDES
Es irlandés de nacimiento, pero lleva prácticamente toda su vida en Estados Unidos, donde ejerció de cura en la archidiócesis de Washington, en la que luego fue nombrado obispo auxiliar; y después fue obispo de Dallas. Así que, jamás fue cura irlandés, obispo irlandés, ni, desde luego, cardenal irlandés. Pero gracias por aclarar un dato que lleva décadas publicado en Internet. No se preocupe por haber sido usted el último en enterarse, pues tal dato no cambia la catadura moral de este individuo.