Mons. Bernardito Auza en El Rocío: «A nuestra Madre celeste le he pedido por vuestro pueblo andaluz y español»

Mons Bernardito Auza Bernardito Auza, nuncio apostólico en España
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En este 2023, cuando se cumplen 30 años de la visita de San Juan Pablo II a la Romería del Rocío, la Misa Pontifical ha sido presidida por el Nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Cleopas, que ha recordado las palabras de Su Santidad desde el balcón de la ermita rociera.

Tras su llegada este sábado a la aldea almonteña, Mons. Bernardito Cleopas ha mostrado su alegría e interés en una devoción mariana de tal calado como la que se celebra en este punto de la provincia de Huelva.

La emoción era patente, dibujando la impronta de la comunión en la Eucaristía, reencuentro por excelencia con el Señor. La Solemne Misa ha sido concelebrada por el obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra; el vicario general de la diócesis, padre Emilio Rodríguez, y vicarios episcopales; el vicario episcopal del Condado, párroco de Almonte y rector del Santuario de Nuestra Señora del Rocío, Francisco M. Valencia; el vicario parroquial, José Antonio Castilla; y buena parte del clero diocesano y por los capellanes de las hermandades -presentes las 127 filiales con sus simpecados e insignias junto a la Hermandad Matriz de Almonte-, además de otros sacerdotes concelebrantes y diáconos. También han asistido seminaristas y autoridades civiles y militares.

El silencio orante ha impregnado esta celebración, un silencio interior llenado con la proclamación de la Palabra que alimenta el corazón y acompañado por el Coro de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Puebla del Río y la banda sinfónica.

“Con ocasión del trigésimo aniversario de la visita de San Juan Pablo II, he acogido con sumo gusto la invitación presentada por el Sr. Obispo y la Hermandad Matriz, para visitaros como representante del Santo Padre en España. A todos y a cada uno de vosotros, y también a cuantos siguen la celebración a través de los medios de comunicación, os transmito de corazón, por esta ocasión tan señalada, la Bendición y un afectuoso saludo de parte del Papa Francisco”, ha expresado el Nuncio al inicio de su homilía.

Bernardito Cleopas continuaba recordando cómo “el día 14 de junio de 1993, después de rezar a los pies de la imagen de Nuestra Señora del Rocío, el Papa Juan Pablo II dirigió un vibrante mensaje a la multitud de los rocieros y peregrinos venidos aquí, como ahora, desde diversos lugares, y congregados para encontrar al Papa en este centro de devoción mariana andaluza. “¡Qué todo el mundo sea rociero!”, os dijo. Él mismo, el Papa santo mariano, quiso ser peregrino, quiso ser «rociero”, y dejó aquí su huella con el cariño a vosotros y, sobre todo, por su amor a María. Porque estaba siempre lleno de amor a la Madre de Dios: “Totus Tuus” ese fue su lema. “Todo tuyo”, oh María, totalmente tuyo. El Papa, atraído por la fama de este antiquísimo Santuario, quiso ver cómo queríais a la Virgen y, al apreciar personalmente y ser testigo de vuestro amor a Ella, os aconsejó muy bien para poder amarla todavía mucho más y mejor.”

“La Iglesia, dirigiéndose a Cristo en la fiesta de la Maternidad divina de la Virgen canta secularmente en el oficio divino una antífona que aplicando a María una figura analógica con el pasaje bíblico de Gedeón. Este Juez del Antiguo Testamento, escogido por el Señor para liberar al pueblo de Dios de sus opresores, dice la Escritura que era “revestido del espíritu del Señor” (Jue 6, 34). Pero quiso tener una prueba antes de afrontar a los opresores. Primero pidió el rocío solo para el vellón dejando seca su era. Luego pidió solo el rocío para la era, dejando seco el vellón. Y fue entonces, al comprobarlo, que se convenció del éxito que revertiría del cumplimiento de su misión (Cf. Jue, 6, 33-40).”

Continuaba Bernardito Cleopas resaltando y ensalzando la figura de la Blanca Paloma. “María sin pecado, con su amor, siempre es una luz en nuestro mundo que se debate entre gozos y esperanzas, entre el bien que desea y el mal que muchas veces realiza por no superar en su corazón las fronteras de un inoportuno egoísmo. El recordado Pontífice del “totus tuus” nos ha dejado un ejemplo apostólico y de unidad de todos en Cristo por María. Él mismo decía que esto de lo que fue en su vida el trato con la Virgen: «no es una simple expresión de devoción: es algo más… [es un] especial ligamen que me une a la Madre de Dios de forma siempre nueva” (JUAN PABLO Il, Cruzando el umbral de la esperanza, 208. Barcelona 1994). Ese “ligamen” es el vínculo objetivo que todos tenemos con María y que brota de aquel Vinculo que el Verbo encarnado tiene con la Virgen por la Maternidad divina. La expresión «Que todo el mundo sea rociero” posee una fuerte dimensión evangelizadora, para que todo el mundo entre a formar parte de la familia de Dios.”

El Nuncio de Su Santidad en España finalizaba su homilía pidiendo la intercesión de San Juan Pablo II pues “Él declaró lo que había dicho a la Madre estando de rodillas ante su Sagrada imagen aquí, en este lugar, y ahora lo hace en el cielo: “A Ella, nuestra Madre celeste, Asunta en cuerpo y alma al cielo, le he pedido por vuestro pueblo andaluz y español… He pedido a María que siga concediéndoos, en la alegría de vuestra forma de ser, la firmeza de la fe, y engendre en vosotros la esperanza cristiana que se manifieste en el gozo ante la vida.

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