La Santa Sede ha publicado el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación que se celebrará el próximo 1 de septiembre.
El Papa Francisco se suma al discurso más duro de los ecologistas que pretenden dar una visión de como si el mundo estuviera a punto de desaparecer. El Pontífice pide en su discurso escuchar «la llamada a estar al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a esta insensata guerra contra la creación».
El Santo Padre arremete contra «el uso desenfrenado de combustibles fósiles y la tala de los bosques están produciendo un aumento de las temperaturas y provocando graves sequías». También critica a las «industrias depredadoras están consumiendo y contaminado nuestras fuentes de agua potable con prácticas extremas como la fracturación hidráulica, para la extracción de petróleo y gas, los proyectos de mega-extracción descontrolada y la cría intensiva de animales».
El Papa vuelve a insistir en llamar a la «conversión ecológica» y que a partir «de la grata admiración del Creador y de la creación, arrepintámonos de nuestros pecados ecológicos”.
Les ofrecemos el discurso completo del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
“Que la justicia y la paz fluyan” es el tema del Tiempo ecuménico de la Creación de este año, inspirado en las palabras del profeta Amós: «Que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable» (5,24).
Esta expresiva imagen de Amós nos dice lo que Dios desea. Dios quiere que reine la justicia, que es esencial para nuestra vida de hijos a imagen de Dios, como el agua lo es para nuestra supervivencia física. Esta justicia debe surgir allí donde sea necesaria, no esconderse demasiado en lo profundo o desaparecer como el agua que se evapora, antes de podernos sostener. Dios quiere que cada uno busque ser justo en cada situación; se esfuerce siempre en vivir según sus leyes y, por tanto, en hacer posible que la vida florezca en plenitud. Cuando buscamos ante todo el reino de Dios (cf. Mt 6,33), manteniendo una justa relación con Dios, la humanidad y la naturaleza, entonces la justicia y la paz pueden fluir, como una corriente inagotable de agua pura, nutriendo a la humanidad y a todas las criaturas.
En julio de 2022, en un hermoso día de verano, medité sobre estos argumentos durante mi peregrinación a las riberas del lago Santa Ana, en la provincia de Alberta, en Canadá. Ese lago ha sido y sigue siendo un lugar de peregrinación para muchas generaciones de indígenas. Como dije en aquella ocasión, acompañado por el sonido de los tambores: «¡Cuántos corazones llegaron aquí anhelantes y fatigados, lastrados por las cargas de la vida, y junto a estas aguas encontraron la consolación y la fuerza para seguir adelante! También aquí, sumergidos en la creación, hay otro latido que podemos escuchar, el latido materno de la tierra. Y así como el latido de los niños, desde el seno materno, está en armonía con el de sus madres, del mismo modo para crecer como seres humanos necesitamos acompasar los ritmos de la vida con los de la creación que nos da la vida».[1]
En este Tiempo de la Creación, detengámonos en estos latidos del corazón: el nuestro, el de nuestras madres y abuelas, el latido del corazón creado y del corazón de Dios. Hoy no están en armonía, no laten juntos en la justicia y en la paz. A muchos se les impide de beber en este río vigoroso. Escuchemos entonces la llamada a estar al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a esta insensata guerra contra la creación.
Vemos los efectos de esta guerra en los muchos ríos que se están secando. «Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores», afirmó una vez Benedicto XVI.[2] El consumismo rapaz, alimentado por corazones egoístas, está perturbando el ciclo del agua en el planeta. El uso desenfrenado de combustibles fósiles y la tala de los bosques están produciendo un aumento de las temperaturas y provocando graves sequías. Horribles carestías de agua afligen cada vez más a nuestras casas, desde las pequeñas comunidades rurales hasta las grandes metrópolis. Además, industrias depredadoras están consumiendo y contaminado nuestras fuentes de agua potable con prácticas extremas como la fracturación hidráulica, para la extracción de petróleo y gas, los proyectos de mega-extracción descontrolada y la cría intensiva de animales. La “Hermana agua”, como la llama san Francisco, es saqueada y trasformada en «mercancía que se regula por las leyes del mercado» (Carta enc. Laudato si’, 30).
El Grupo Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma que una acción urgente por el clima puede garantizarnos no perder la ocasión de crear un mundo más sostenible y justo. Podemos, debemos evitar que se verifiquen las consecuencias peores. «¡Es tanto lo que sí se puede hacer!» (ibid., 180), si, como muchos arroyos y torrentes, al final confluimos juntos en un río potente para irrigar la vida de nuestro maravilloso planeta y de nuestra familia humana para las generaciones futuras. Unamos nuestras manos y demos pasos valientes para que la justicia y la paz fluyan en toda la Tierra.
¿Cómo podemos contribuir al río poderoso de la justicia y de la paz en este Tiempo de la Creación? ¿Qué podemos hacer nosotros, sobre todo como Iglesias cristianas, para sanar nuestra casa común de modo que vuelva estar llena de vida? Debemos decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad.
En primer lugar, ayudemos a este río poderoso transformando nuestros corazones. Esto es esencial si se quiere iniciar cualquier otra transformación. Es la “conversión ecológica” que san Juan Pablo II nos instó a realizar: la renovación de nuestra relación con la creación, de modo que no la consideremos ya como un objeto del que aprovecharnos, sino por el contrario, la custodiemos como un don sagrado del Creador. Démonos cuenta, además, que un enfoque integral requiere poner en práctica el respeto ecológico en cuatro direcciones: hacia Dios, hacia nuestros semejantes de hoy y de mañana, hacia toda la naturaleza y hacia nosotros mismos.
En cuanto a la primera de estas dimensiones, Benedicto XVI señaló la urgente necesidad de comprender que creación y redención son inseparables: «El Redentor es el Creador, y si nosotros no anunciamos a Dios en toda su grandeza, de Creador y de Redentor, quitamos valor también a la Redención».[3] La creación se refiere al misterioso y magnífico acto de Dios que crea de la nada este majestuoso y bellísimo planeta, así como este universo, y también al resultado de esta acción, todavía en marcha, que experimentamos como un don inagotable. Durante la liturgia y la oración personal en la «gran catedral de la creación»,[4] recordemos al Gran Artista que crea tanta belleza y reflexionemos sobre el misterio de la amorosa decisión de crear el cosmos.
En segundo lugar, contribuyamos al flujo de este potente río transformando nuestros estilos de vida. A partir de la grata admiración del Creador y de la creación, arrepintámonos de nuestros “pecados ecológicos”, como advierte mi hermano, el Patriarca Ecuménico Bartolomeo. Estos pecados dañan el mundo natural y también a nuestros hermanos y a nuestras hermanas. Con la ayuda de la gracia de Dios, adoptemos estilos de vida que impliquen menos desperdicio y menos consumo innecesarios, sobre todo allí donde los procesos de producción son tóxicos e insostenibles. Tratemos de estar lo más atentos posible a nuestros hábitos y decisiones económicas, de modo que todos puedan estar mejor: nuestros semejantes, donde quiera que se encuentren, y también los hijos de nuestros hijos. Colaboremos en la continua creación de Dios a través de decisiones positivas, haciendo un uso lo más moderado posible de los recursos, practicando una gozosa sobriedad, eliminando y reciclando los desechos y recurriendo a los productos y a los servicios, cada vez más disponibles que son ecológicamente y socialmente responsables.
Finalmente, para que el río poderoso sigua fluyendo, debemos transformar las políticas públicas que gobiernan nuestras sociedades y modelan la vida de los jóvenes de hoy de mañana. Las políticas económicas que favorecen riquezas escandalosas para unos pocos y condiciones de degradación para muchos determinan el final de la paz y la justicia. Es obvio que las naciones más ricas han acumulado una “deuda ecológica” (Laudato si’, 51).[5] Los líderes mundiales que estarán presentes en la cumbre COP28, programada en Dubái del 30 de noviembre al 12 de diciembre de este año, deben escuchar la ciencia e iniciar una transición rápida y equitativa para poner fin a la era de los combustibles fósiles. Según los compromisos del Acuerdo de París para frenar el riesgo de calentamiento global, es una contradicción consentir la continua explotación y expansión de las infraestructuras para los combustibles fósiles. Levantamos la voz para detener esta injusticia hacia los pobres y hacia nuestros hijos, que sufrirán las peores consecuencias del cambio climático. Hago un llamado a todas las personas de buena voluntad para que actúen en base a estas orientaciones sobre la sociedad y la naturaleza.
Otra perspectiva paralela se refiere específicamente al compromiso de la Iglesia católica con la sinodalidad. Este año, el cierre del Tiempo de la Creación, el 4 de octubre, fiesta de san Francisco, coincidirá con la apertura del Sínodo sobre la Sinodalidad. Como los ríos que se alimentan de miles de minúsculos arroyos y torrentes más grandes, el proceso sinodal iniciado en octubre de 2021 invita a todos los componentes, en su dimensión personal y comunitaria, a converger en un río majestuoso de reflexión y renovación. Todo el Pueblo de Dios es acogido en un apasionante camino de dialogo y conversión sinodal.
Del mismo modo, como una cuenca fluvial con sus muchos afluentes grandes y pequeños, la Iglesia es una comunión de innumerables Iglesias locales, comunidades religiosas y asociaciones que se alimentan de la misma agua. Cada manantial añade su contribución única e insustituible, para que todas confluyan en el vasto océano del amor misericordioso de Dios. Como un río es fuente de vida para el ambiente que lo circunda, así nuestra Iglesia sinodal debe ser fuente de vida para la casa común y para todos aquellos que la habitan. Y como un río da vida a toda clase de especies animales y vegetales, también una Iglesia sinodal debe dar vida sembrando justicia y paz en cualquier lugar a donde llegue.
En julio de 2022 en Canadá, recordé el Mar de Galilea donde Jesús curó y consoló a mucha gente, y donde proclamó “una revolución de amor”. Escuché que también el Lago de Santa Ana es un lugar de curación, consolación y amor, un lugar que «nos recuerda que la fraternidad es verdadera si une a los que están distanciados, que el mensaje de unidad que el cielo envía a la tierra no teme las diferencias y nos invita a la comunión, a la comunión de las diferencias, para volver a comenzar juntos, porque todos —¡todos!— somos peregrinos en camino».[6]
Que en este Tiempo de la Creación, como seguidores de Cristo en nuestro común camino sinodal, vivamos, trabajemos y oremos para que nuestra casa común esté llena nuevamente de vida. Que el Espíritu Santo siga aleteando sobre las aguas y nos guíe a la “renovación de la superficie de la tierra” (cf. Sal 104,30).
Roma, San Juan de Letrán, 13 de mayo de 2023
FRANCISCO
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[1] Homilía junto al Lago Santa Ana, Canadá, 26 de julio de 2023.
[2] Homilía en ocasión del solemne inicio del ministerio petrino, 24 de abril de 2005.
[3] Encuentro con el clero de la diócesis de Bolzano-Bressanone, 6 de agosto de 2008.
[4] Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, 21 de julio de 2022.
[5] «Porque hay una verdadera “deuda ecológica”, particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países» (Laudato si’, 51).
[6] Homilía junto al Lago Santa Ana, Canadá, 26 julio 2023
[00869-ES.01] [Texto original: Italiano]
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La nueva Iglesia.
Y las referencias, todas «autorreferenciales». El solipsismo, que llaman.
A propósito, esta nueva iglesia, ¿cómo piensa salvar a la Tierra de la muerte, si está viva?. Y si esta tierra es sujeto inanimado, qu´é clase de milagro hará para que tenga «vida». Cosas que se pregunta uno.
Bergoglio está como unas maracas.
Que coincide con el nuevo orden mundial que pretende lo peor de este mundo.
Pero ahora como ya no disimula más, se muestra tal como es: un miserable impostor y gran apóstata.
Él dijo que había ido a Santa Ana junto con indígenas que tocaban el tambor. Pero lo que debió decir a todos, que fue a Canadá para poder perjurar mejor.
Dale y dale con el proselitismo ecológico.
Torciendo la Palabra de Dios para meter a la fuerza la ecolatría.
Estuvo buena la entrada del discurso proselitista: «que la justicia y la paz fluyan», ¿Cristo por algún lado?, ¡ah, es que se sobreentiende!, ¿será que sí?
Y la asistencia de millones de personas a la JMJ, no supone cantidades ingentes de combustible fósil?
Por favor, coherencia…
Francisco no predica doctrina católica, sino que discursea con la ideología medioambientalista del nuevo orden mundial. Detrás de esta supuesta defensa de la naturaleza, se esconden turbios manejos de las élites globalistas que promueven un reinicio económico afín a sus intereses.
Lo lamentable es que Francisco, por ingenuidad o por malicia, ha caído en esa ideología, y se ha convertido en uno de sus principales propagandistas.
Yo ya no puedo creer que sea ingenuidad; lo he estado creyendo durante varios años, pero ya no; esto es demasiado.
Es intencional, está claro…
Hay que tener en cuenta que Laudato si es del 2015.No surge como una seta. Hay que tomar conciencia y redactarla. Es decir, desde el minuto cero lo tenía claro.
Ya lo he dicho otras veces. La Carta de la Tierra (mencionada en Laudato si) busca un decalogo, que amalgame a todos, sustituyendo a los 10 Mandamientos. Gorbachov, su cara mediática, lo dice de manera explícita.
Nos quieren meter con calzador lo de la «conciencia ecológica» y esto solo puede ser posible por medio de un falso pontificado.
Los hechos son tozudos.
Estos no se leyeron el Apocalipsis, antes o después la tierra y la creación incluido el universo desaparecerán, y solo quedará la Civitas Dei.. Y los malvados ya saben donde irán, al caminito de Jeréz, la prisión del Puerto pero en versión infernal.
Es que están inmersos en su propia «sabiduría». Es que pretender enseñar que «la Tierra» está viva, y quererla mantener «viva» eternamente es como de locos, y si por otra parte reconocen que efectivamente esa «Tierra» no es un ser vivo, ¿de qué es que la van a salvar -hablando en términos sobrenaturales-?
Pero ese miserable insensato tiene una Biblia mutilada, porque al Apocalipsis, le faltan los últimos cinco versísulos del capítulo 16, en que se dice que se arrojará la séptima copa.
Mejor que promoviera la adoración eucarística. Pobres Sagrarios abandonados! Malvado
Lo que sí es una guerra contra el Creador es la ideología LGTBI, sobre la cual guarda silencio. Es una verdadera rebelión contra Dios y sobre ello no hay nada que decir al parecer.
Y más cosas, como igualar a Jesús con Buda o Mahoma… o decir que todo el mundo se salva, que el infierno no existe, que Judas Iscariote no era tan malo, que la Cruz fue un fracaso, que por Cristo corre sangre pagana, el ritual pagano de la Pachamama, ceder una basílica tan importante como la de Letrán para que unos herejes anglicano «celebren» su falsa misa, instar a los católicos a que se inyectasen un experimento porque «era un acto de amor», el intento de extinguir la Misa tradicional… etc, etc, etc…
Y negar la Inmaculada Concepción de la Virgen María como hizo al afirmar que no nació libre de pecado si no que se fue haciendo santa a lo largo de su vida, según leí en infovaticana hace unos meses.
Vale, perfecto, pero entonces, ¿por qué en la lamentable y célebre entrevista pontificia con un grupo mayoritario de paganos asintió y dió apoyo tácito a esa guerra contra la creación?
Cuando a un católico se le inquiera acerca de la falsedad de «personas no binarias», manifestación característica de esa guerra contra la creación, la respuesta no puede ser un «si», escueto y lacónico. Debe defender la Verdad y denunciar que esa cosa no existe, y que pretender que exista es dar alas a Satanás.
¿Desde cuando un país entero tiene «deudas»? ¿Y a santo de qué el Occidente va a tener una deuda ecológica?
La ideología del papa le ciega por completo, y le impide ver los datos contrastados, que nos evidencian que la contaminación es principalmente de naciones asiáticas. En el Occidente hace tiempo que el medio ambiente es cuidado y conservado con diligencia.
El ridículo prejuicio antioccidental del Papa, producto de sus trasnochados clichés sesenteros, no debiera mezclarse con el magisterio pontificio.
Una vez dijo que los católicos no tenían que ser como conejos , sino tener una paternidad sostenible.
Sostenible para salvar el planeta, supongo.
Y ¿qué de la salvación que verdaderamente importa? A quien servimos? al mundo?
No santidad , no hay que salvar la creación , eso no es el mensaje de Nuestto Señor.
La creación no és el prójimo, sino el medio en el que subsistimos. no hay que amarlo ni salvarlo, sino servirnos de este con inteligencia, dominarlo y hacerlo prospero.
Sálgase de la ONU y de la diabólica agenda masónica, y defienda la fe que nos ha sido dada.
No cambie ni una coma, y ensalce el tesoro que se le ha encomendado custodiar.
Bergoglio instó a los católicos a inyectarse el experimento vacunal diciendo que era «un acto de amor»… cerró iglesias, retiró agua bendita, el momento donde más se tenía que acudir a Dios, va y lo niegan… esos son los representantes actuales de la jerarquía eclesi´ástica, mucho peor que los fariseos, pues estos al menos sí cumplían los preceptos… Bergoglio y secuaces, pues escucho ya a demasiados curas en Radiomaría.(España) adulando y halagando las ocurrencias-sandeces de Bergoglio… en Fin…
Este hombre está para que lo vea el psiquiatra. ¡Don Bergoglio, que Dios ha cuidado su Creación siempre! ¿Es que aún no se ha enterado?
Si todavía existen ingenuos que deseen ir a vivir con él, que lleve algún antiofídico, porque es como querer acariciar la cabeza a una serpiente venenosa.
Quién sabe qué cosas inconfesables hará cuando las cámaras fotográficas no lo pueden fotografiar.
Blanca. ¿No te parece que si un psiquiatra lo ve podría tornarse un enajenado como él?
Jajaja, es posible, porque es muy enredador y difícil de comprender.
¡Gran Hijo de la madre tierra, dimisión!
En mi pueblo a los tipos así les llaman que están como una haza pitos, lo de pitos es una planta que no sirve para nada, de ahí la necedad de plantar algo que no da fruto y está condenado a extinguirse. Otros en mi pueblo, los mas radicales les llaman follapavas, cuya explicación se las dejo a los lectores. Buenas noches nos de Dios.
Nota, mi pueblo está en la zona de la cuna del hombre, en Orce, Granada.
Se anuncia el fin del mundo, vuesas mercedes pierdan el tiempo miserablemente en Pachamamadas, colibrís y coles de Bruselas, no salven almas, no se centren en lo esencial…
Qué pena me da este pobre hombre, no sé para qué rezo por él todos los días, pues día a día sigue igual o peor. Quiero pensar que está mal de la cabeza, para eximirle de sus graves errores.
Está poseído, pero su cerebro le funciona bien.
Yo nunca recé por él, porque sabía como era, antes de ser papa.
Dejas entender que vives en estado de pecado mortal …?
Y ¿Por qué habla de los bosques que talan, de la extracción de materiales fósiles que contaminan y no habla de los incendios provocados por la mano del hombre, pagados por el gobierno? ¿por qué no critica las fumigaciones desde aviones (chemtrails) que impiden llover y contaminan la tierra y el agua?? ¿Por qué no habla de la destrucción de presas y vaciamiento de pantanos, que nos deja sin recursos para vivir y alimentar el ganado? ¿Por qué no habla y defiende la verdadera creación, que es la concepción del ser humano, en vez de apoyar a Biden con sus mataderos abortistas? Menuda lección le dio Meloni el otro día, sobre defensa de la vida. Menuda cara tenía de verguenza.
No se preocupe tanto por la defensa de la naturaleza, que de eso ya se encarga Dios, enviando lluvias y teniendo el sol, para que florezca la vida natural. En fin, pobre hombre, se acabará condenando por haberse puesto del lado de satanás y, si se arrepiente del mal que está haciendo, pasará tiempo en el purgatorio.
Aquí los únicos que actúan en contra de la Creación son los amigos de Bergoglio, la patulea del NOM que se han creído dioses de andar por casa. Les sobra el dinero y quieren poder. Son la oposición directa al Orden establecido por Dios, no hay más que leer su asquerosa Agenda para darse cuenta de lo que pretenden. Y ya no me creo que el papa esté engañado; ya no.
No es tan raro que estuviese hablando de natalidad hace poco. Fue la buena letra del disimulo, para después venir con toda la Agenda 2030.
Como política, el ecologismo fue una invención de la izquierda, auspiciada en ese momento por la Unión Soviética, como un acto desesperado del comunismo por detener el desarrollo económico en Occidente, con el que se veía incapaz de competir. El ecologismo perseguía detener ese progreso económico criminalizando a las centrales nucleares, productoras baratas de electricidad, intentando detener la instalación de cualquier fábrica o construcción, así como cualquier explotación minera o forestal. El objetivo era parar el desarrollo económico de Occidente y servir, claro está, al comunismo, por eso los partidos ecologistas son siempre de izquierda y no existen ecologistas de derecha. Ciertamente, lograron algún éxito, pero el desarrollo de Occidente, su objetivo último, no lo consiguieron. En los países del Pacto de Varsovia no existían partidos ecologistas, ni corrientes ni movimientos sociales tales, sólo en Occidente.
Desde el punto de vista cristiano, dedicar los esfuerzos a «hacer un mundo mejor», ya bien sea desde el punto de vista político, social o medioambiental es una especie de sinsentido por varias razones. La primera es que los esfuerzos primordiales del cristiano deben estar dirigidos a la salvación de su alma. Pensemos en nuestro divino Maestro: su país estaba ocupado por una potencia extranjera, militarmente invencible en ese momento, parte de sus compatriotas colaboraban con el ocupante recaudando sus impuestos. El rey «judío» Herodes era, simplemente, un colaborador más de Roma. Jesús no denuncia jamás esta situación, claramente injusta. Su mensaje es «¡Convertíos, está cerca el reino de los Cielos!». Para Él, sólo hay una cosa importante: la salvación de las almas. El mundo y ni siquiera el Universo, tienen la más mínima importancia. Dios mismo ha decretado su fin, pues promete una nueva creación. La Tierra no es nuestra madre, es un planeta puesto a nuestro servicio por Dios.
La paranoia en estado puro. Este pontificado es la mayor plaga que nos ha podido asolar. Siento decirlo, pero como lo que dice no lo dice «ex Cátedra», simplemente, ni caso y sí, recemos por él, falta le hace, como a todos.