El Papa defiende construir «puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular»

Papa Francisco inmigrantes
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La Santa Sede ha hecho público el mensaje del Papa Francisco para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que se celebrará en septiembre.

En su escrito, el Santo Padre defiende que las personas sean libres de elegir si emigrar o quedarse en su país. «Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es. Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir», defiende Francisco.

El Papa subraya que «entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria» al mismo tiempo que pide acabar con «el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común».

El Pontífice también ha señalado que «habrá de garantizarse que esa decisión (emigrar) sea informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos».

Francisco defiende que «mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular».

Les ofrecemos el mensaje completo del Papa Francisco para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

Libres de elegir si migrar o quedarse

Queridos hermanos y hermanas:

Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, incluyendo un eventual regreso. Con la intención de contribuir a ese esfuerzo de lectura de la realidad, he decidido dedicar el Mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado a la libertad que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra.

“Libres de partir, libres de quedarse”, recitaba el título de una iniciativa de solidaridad promovida hace algunos años por la Conferencia Episcopal Italiana como respuesta concreta a los desafíos de las migraciones contemporáneas. Y de mi escucha constante a las Iglesias particulares he podido comprobar que la garantía de esa libertad constituye una preocupación pastoral extendida y compartida.

«El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”» (Mt 2,13). La huida de la Sagrada Familia a Egipto no fue fruto de una decisión libre, como tampoco lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel. Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es. Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir. Ya en el año 2003, san Juan Pablo II afirmaba que «crear condiciones concretas de paz, por lo que atañe a los emigrantes y refugiados, significa comprometerse seriamente a defender ante todo el derecho a no emigrar, es decir, a vivir en paz y dignidad en la propia patria» (Mensaje para la 90a Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 3).

«Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia» (Gn 46,6). Fue a causa de una gran hambruna que Jacob con toda su familia se vio obligado a refugiarse en Egipto, donde su hijo José les había asegurado la supervivencia. Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades. Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común.

«Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno» (Hch 2,44-45). ¡El ideal de la primera comunidad cristiana parece muy alejado de la realidad actual! Para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia. Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables. Sin embargo, aquellos han de estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos. Y allí donde las circunstancias permitan elegir si migrar o quedarse, también habrá de garantizarse que esa decisión sea informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos.

«En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad» (Lv 25,13). La celebración del jubileo para el pueblo de Israel representaba un acto de justicia colectivo; todos podían «regresar a la situación originaria, con la cancelación de todas las deudas, la restitución de la tierra, y la posibilidad de gozar de nuevo de la libertad propia de los miembros del pueblo de Dios» (Catequesis, 10 febrero 2016). Mientras nos acercamos al Jubileo del 2025, es bueno recordar este aspecto de las celebraciones jubilares. Es necesario un esfuerzo conjunto de cada uno de los países y de la comunidad internacional para que se asegure a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra. Se trata de un derecho aún no codificado, pero de fundamental importancia, cuya garantía se comprende como corresponsabilidad de todos los estados respecto a un bien común que va más allá de los límites nacionales. En efecto, debido a que los recursos mundiales no son ilimitados, el desarrollo de los países económicamente más pobres depende de la capacidad de compartir que se logra generar entre todas las naciones. Hasta que este derecho no esté garantizado —y se trata de un largo camino— todavía serán muchos los que deban partir para buscar una vida mejor.

«Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (Mt 25,35-36). Estas palabras resuenan como una exhortación constante a reconocer en el migrante no sólo un hermano o una hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta. Por eso, mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular. Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera.

El camino sinodal que, como Iglesia, hemos emprendido, nos lleva a ver a las personas más vulnerables —y entre ellas a muchos migrantes y refugiados— como unos compañeros de viaje especiales, que hemos de amar y cuidar como hermanos y hermanas. Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de mayo de 2023

FRANCISCO

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Comentarios
33 comentarios en “El Papa defiende construir «puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular»
  1. Palabrería hueca, vacía y demagógica de un político peronista. La inmigración requiere tanto de puentes y muros para disminuir la emigración descontrolada. La buena política migratoria debe velar por una emigración sostenible, que no afecte a los recursos ecológicos y energéticos nacionales, la identidad politica, social y cultural, el orden público interior, la demografía, la economía…

    1. Hombre, Bergoglio ha de ser necesariamente fiel al depósito de su fe, cuyas fuentes son: la tradición de Naciones Unidas recogida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la escritura de la Agenda 2030. Bueno, depósito o sumidero, es lo mismo; fe o superchería, qué más da…

    2. Mañana migro al Vaticano con mi esposo y 8 hijos y con 30 familiares más y me le meto a la cama al Papa migracionista.

      Se pondrá feliz de “cuidarnos como hermanos y hermanas” como lo ha expresado claramente.

  2. Lo que hace Francisco es fomentar la invasión musulmana de Europa. Este hombre es un grave peligro para el cristianismo.

    1. Es que es el destructor. Se ve ya con achaques y edad avanzada y acelera la cosa. No tiene temor de Dios, es más, parece que lo rete. Va a destruir todo lo que pueda ¿preparando el camino para el sucesor? Ojalá no logre sus planes.

  3. Los puentes se puede crear sin necesidad de alentar una inmigración masiva e irresponsable. De hecho, los puentes funcionan mejor con fronteras seguras.

    Es una idea infundada, y además muy irresponsable, la de que para tener buenas relaciones con el resto es menester que las fronteras sean porosas y débiles.

    Los muros de una casa son algo santificador y natural, no tienen ningún componente maligno ni contrario a la fe. Y eso reza igual para los muros de la casa propia como para los muros de una nación.

    1. Es que la emigración descontrolada no sólo hace entrar gente indeseable sin control de fronteras, es que además, si es masiva, implica un consumo peligroso de los recursos hídricos (estamos en sequía), habitacional (han de ser alojados en pisos), alimenticio (consumen dentro de una cadena alimenticia tensionada con problemas), seguridad (hay una pérdida de ley y orden), identitaria (proceden de derechos e identidades no propias)… en definitiva, desequilibran el ecosistema nacional del país receptor…

  4. Esta obsesión indietrista del Papa por sostener a toda cosa un inmigracionismo radical que se ha demostrado catastrófico, al no solucionar los problemas del país de origen y crear otros nuevos en el país de rece`pción.

    Hay que superar ese ramalazo y mirar con esperanza las nuevas corrientes identitarias que reivindican un sano y cristiano apego a la conservación de la cultura propia.

    1. El apego a la cultura propia -con todo lo impreciso que es el término “cultura”- puede ser muchas cosas, pero no necesariamente cristiano, porque si algo ha demostrado el cristianismo a lo largo de su historia es su capacidad de imbricación con las realidades antropológicas de cada lugar, de cada “cultura”. El apego es necesariamente mundano y se compadece mal con el sentido de trascendencia cristiano. Así, p.ej., qué duda cabe que la lengua es un elemento central de una cultura, y sin embargo el castellano no tiene más de mil/mil cien años; el concepto de “cultura propia” de que vd. habla es una foto fija del momento presente, que pasa por alto la diacronía del devenir del hombre.

      1. ¿Y qué nos cuenta de 1.000 años, si la vida del hombre dura apenas 100? Nuestra cultura es la de ahora. La de dentro de otros mil años que la defiendan los de entonces. Por otro lado, usted es de los que no se quieren enterar de que el cuarto mandamiento implica también el amor a la patria, con todo lo que eso implica, incluyendo su defensa en todos los órdenes. Así lo ha enseñado la Iglesia siempre, por lo que lo poco cristiano que es el patriotismo lo dice usted. El sentido de la trascendencia cristiano no significa alienación y dejación con respecto a lo temporal. Que se lo pregunten a Francisco, que no hace otra cosa que preocuparse por lo temporal, olvidándose, él sí, de cualquier sentido trascendente. No veo muy cristiano hacer de agente voluntario y gratuito de las mafias que trafican con seres humanos o de los oligarcas occidentales que quieren mano de obra esclava y más votos de inmigrantes «agradecidos» por las limosnas.

        1. Creo q el hombre cristiano tiene dos voces en su interior: la de Cristo y la propia. Y muchas veces se genera en nosotros una lucha entre estas dos voces.

          Podemos preguntarnos: Qué haría Jesús?
          Qué haría yo?

          Para mí està claro q Jesús acogería al necesitado. Pero nosotros tenemos 2 cosas en contra:
          1- el miedo.
          2- no vemos el corazón ajeno.

          Quizàs falta una tercera pregunta:

          Y si fuéramos nosotros, nuestros hijos…si hubiéramos nacido allí? Si viéramos una oportunidad de vida en una patera?

          Qué haríamos y qué esperaríamos de las gentes de nuestro destino?

          Pero si tenemos miedo, que lo tenemos, me incluyo, ¿no es signo de falta de confianza en Dios?

          Somos pura miseria , ni empatizamos lo suficiente con el prójimo ni confiamos lo suficiente en Dios.Pobre ejemplo de cristianismo somos.

          Señor, enséñanos a amar como tú, infunde tu Amor en nosotros para q podamos amar al prójimo con él.
          🙏🙏🙏

          1. ACS, contradicción falaz y tendenciosa.

            No hay contradicción entre el amor a Dios y el sano apego a la defensa de la cultura tradicional de la Patria terrenal.

            Lo que haría Jesús, no hace falta preguntárselo, porque la Iglesia lo viene enseñando desde siempre: defender el Bien Común.

            Y el Bien Común no se defiende con inmigracionismo masivo y descontrolado, sino con una política inmigratoria seria, responsable, adaptada a las necesidades de la nación de recepción.

            La oportunidad de vida no es un derecho absoluto, yo no puedo ganarme la vida como me apetezca o como me resulte más cómodo, vivo en sociedad y mi oportunidad debe agradar a Dios y debe respetar al prójimo.

            Por tanto, si yo pretendo acceder ilegalmente a otro país, asumo y entiendo que sus habitantes me exijan amoldarme a unos procedimientos y requisitos, y que si pretendo violentarlos, se defiendan. No les haría responsables de mi propia decisión.

          2. Mira, ACS Araceli Campos Sarmiento. Ya que muuuy cristiana eres, acoge en tu casa a cualquiera, sin preguntar ni averiguar nada. ¿Lo harías?
            Piensas como Santa Cruz. ¿serán parientes?

          1. No pierdan su tiempo intentando razonar con el cretino irredento del ASCo, es un repelente sujeto, encantado de haberse conocido que pretende dar lecciones a los demás desde su buenismo ridículo e izquierdoso……en definitiva un majadero al que hay que ignorar como el excremento fétido que es

        2. El cristiano no puede alejarse de la realidad que le rodea y la Fe no debe entenderse separada de la promoción del hombre, como siempre ha enseñado la Iglesia y viene recordando especialmente desde el siglo xix con su Doctrina Social.
          Pero “cultura” es una palabra fetiche que por designar ámbitos de la realidad tan heterogéneos termina por significar cada vez menos, por lo que demando un poco más de precisión. Así, la civilización actual es la científico-técnica y en ella estamos todos los hombres; también hay muchas otras sustancias culturales -lengua, música, etc.- con ámbitos más reducidos de vigencia, espacial y temporal. En fin, el tema es inabordable por su vastedad y complejidad. Solamente apunto que hay expresiones culturales que son puramente contingentes y superficiales en la antropología cristiana, de modo que deberíamos atender más a lo esencial, pues la visión del cristiano debe ser a largo plazo.

          1. ACS: «Para mí està claro q Jesús acogería al necesitado»

            No, Cristo no colaboraría con los traficantes de seres humanos promoviendo la inmigración ilegal. Sólo insinuarlo resulta blasfemo.

            Enrique: «de modo que deberíamos atender más a lo esencial, pues la visión del cristiano debe ser a largo plazo.»

            Es decir, lo contrario de lo sostenido por los pobristas y de lo que hace Francisco y sus ecos mediáticos, que no ven más allá de sus narices ni les preocupa un pimiento lo esencial: la salvación de las almas (los pobres e inmigrantes también tienen una).

      2. Enrique, se lo resumo: patriotismo, amor a la tierra de los padres, declarado por la Iglesia como expresión elemental de la virtud teologal de la caridad cristiana. Amar a tu Patria, defender su integridad y su honor, es santificarse a los ojos de Dios. Y en el caso de España, cuya fundación va vinculado a la profesión de amor a la Cruz, es un honor doble.

          1. ACS, enésimo dilema falso.

            Amar a la Patria es amar al prójimo.

            Cómo es un provocador descarado, pretende pasar por encima del argumento central: el patriotismo es declarado por la Iglesia como expresión básica de la virtud teologal de la caridad cristiana.

            Farsante, cese en su teatrillo barato y conviértase.

  5. una temporadita en una de las «no go zones» que abundan en Europa le vendrìa bien.
    Que manera de dinamitar el prestigio del papado!

  6. Seguro que Francisco está mandando un mensaje a Biden «El Católico» por endurecer la ley inmigratoria de EEUU, que ha sido noticia hoy en casi todos los medios, aunque contando una verdad a medias: todos los telediarios y periódicos cuentan que se acabaron las «devoluciones en caliente», para que el crédulo telespectador/lector piense: «¡Ay qué bueno es Biden!». Lo que no explican es lo que realmente ha hecho Biden: reemplazar el Título 42 (la norma sanitaria durante la pandemia de coronavirus para rechazar inmigrantes de forma exprés) con el Título 8, la sección de la ley de inmigración de EEUU que era usada en la frontera antes de la pandemia, elevando las multas comprendidas en el Título 8 de 50 a 250 dólares, y de 6 meses a 2 años de prisión por cada intento de cruzar la frontera ilegalmente. El Título 42 había suspendido esas penas, lo que hizo incrementarse el número de personas que cruzaron la frontera varias veces después de…

    1. …una expulsión. Y ya no se permitirá pedir asilo si el inmigrante no demuestra haberlo hecho previamente en otro país y haber sido rechazado. A todo ello se suma la movilización de 1.500 soldados que vigilarán la frontera. Seguro que Francisco ahora sí dirá de Biden que «no es cristiano», como dijo de Trump por mucho menos, ¿a que sí?

  7. Yo abogo por un puente bien largo todos con destino al Vaticano. ¿Cuántos ilegales acoge el Vaticano, si puede saberse? Es un mini-Estado, así que debería «acoger» a todos los que quisieran, y a unas cuantas decenas meterlos a vivir donde Bergoglio, que seguro que tiene estancias «amplias» y gente de sobra para atenderles…

  8. Creo q el hombre cristiano tiene dos voces en su interior: la de Cristo y la propia. Y muchas veces se genera en nosotros una lucha entre estas dos voces.

    Podemos preguntarnos: Qué haría Jesús? Qué haría yo?

    Para mí està claro q Jesús acogería al necesitado. Pero nosotros tenemos 2 cosas en contra:
    1- el miedo.
    2- no vemos el corazón ajeno.

    Quizàs falta una tercera pregunta:

    Y si fuéramos nosotros, nuestros hijos…si hubiéramos nacido allí? Si viéramos una oportunidad de vida en una patera?

    Qué haríamos y qué esperaríamos de las gentes de nuestro destino?

    Pero si tenemos miedo, que lo tenemos, me incluyo, ¿no es signo de falta de confianza en Dios?

    Somos pura miseria , ni empatizamos lo suficiente con el prójimo ni confiamos lo suficiente en Dios.Pobre ejemplo de cristianismo somos.

    Señor, enséñanos a amar como tú, infunde tu Amor en nosotros para q podamos amar al prójimo con él.
    🙏🙏🙏

    1. «Para mí està claro q Jesús acogería al necesitado»

      No, Cristo no colaboraría con los traficantes de seres humanos y oligarcas occidentales que buscan mano de obra esclava, promoviendo la inmigración ilegal, que lleva a unos inmigrantes a la muerte y al resto a sobrevivir a costa de la beneficencia o la delincuencia, negándose además las autoridades religiosas a convertir a dichas personas para salvar sus almas (lo contrario de lo ordenado por Cristo), hasta el punto de prohibir los responsables de Cáritas (por dar un sólo ejemplo) a sus voluntarios hablar de Dios a las personas que atienden, desentendiéndose de su obligación de predicar el evangelio. Sólo insinuarlo resulta blasfemo, además de carente de la más elemental caridad, lo cual se pretende ocultar en muchos casos con mera filantropía, que sólo persigue que los que la ejercen se sientan bien consigo mismos, sin valorar las consecuencias reales de su autoengaño egoísta.

    2. ACS, enésima falacia tendenciosa.

      Defender la integridad de la frontera patria no es «miedo», es simplemente amor a la Patria y a su preservación.

      En procurar la caridad cristiana no hay miedo de ninguna clase.

      Por supuesto, no podía faltar la blasfema invocación a la confianza en Dios como excusa para que seamos cómplice silentes de grandes males.

      Confiamos en Dios, y a la par, proclamamos que la explotación esclavista que significa el inmigracionismo radical nada tiene de cristiano ni de caritativo.

      Farsante, deja de protagonizar un teatro que a nadie engaña.

  9. ¿Ya no tienen los pueblos el derecho a decidir quién entra o sale en su territorio?. ¿Debemos resignarnos los pueblos cristianos de Europa a nuestra islamización?. Pero la novedad histórica es que ese llamamiento a la derrota de la Cristiandad provenga de la máxima autoridad de la Iglesia Católica. ¿Incomprensible?. Cuando se tienen todos los datos no lo es. El detalle que lo explica todo, absolutamente todo, en este papado catastrófico para la Iglesia es que el pontífice es un ROTARIO. Esta afirmación no la hago yo, sino los propios rotarios, quienes le otorgaron la membresía en 1999 (http://www.rotaryclubcaceres.org/noticias/el-papa-fue-socio-rotario-honorario-del-rc-buenos-aires-en-1999/13/1 ). Los rotarios fueron repetidas veces condenados por la Iglesia y catholic.net los califica como masones disfrazados (https://es.catholic.net/op/articulos/1908/cat/17/el-club-rotario-el-hermano-menor-de-la-masoneria.html) . El rotarismo del pontífice explica sus habituales errores doctrinales.

  10. La inmigración segura y regular pasa por ir a la embajada con el pasaporte y pedir un visado de entrada.
    El problema es que solo parecen tener interés en venir varones en edad militar.

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