Diario de una Filotea

Santuario Cataluña
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El día uno se celebró en el Santuario el tradicional “Aplec” o Romería de la Virgen, que fue trasladado del lunes de Pascua al primero de mayo en los años 1970s. 

Fue un verdadero regalo del Señor. Más de ciento cincuenta vecinos de los pueblos circundantes, de todas las edades, se acercaron a celebrar la santa Misa y a venerar a la Virgen. Pues en eso consiste el aplec; no hay entretenimientos y tiene competencia en lugares cercanos (carreras por circuitos de montaña, otras romerías, etc). Adoración a Dios y veneración a la Virgen. Ciento cincuenta vecinos rezando juntos el Padre Nuestro y cantando el Ave María en un rincón envejecido, despoblado, rural, de la secularizada Cataluña. Muchas personas a las que no vemos en todo el año en la iglesia pero que no fallan el uno de mayo a venerar a la Virgen. Y muchos más niños de los que recordamos de años anteriores, cuando antes sólo escuchábamos decir a los mayores del lugar que, “cuando eran jóvenes, subían al santuario a cantar caramelles”. ¿Qué para algunos o muchos sólo se trata de cumplir con una tradición? Sólo Dios lo sabe; pero las oraciones subieron firmes al cielo, y María pudo escuchar un año más centenares de intenciones, peticiones, penas y alegrías que sólo ella y su Hijo conocen mientras todos desfilaban ante ella al acabar la Misa.

La cotidianidad en este pequeño santuario rural no es ésta, por supuesto. Es bastante distinta. Aquí tan sólo se celebra Misa los domingos y días de precepto (a Dios gracias), congregándonos entre 4 y 40 personas, nunca se sabe. Hace unos años, enfervorecidas tras leer a James Mallon en “Una renovación divina”, apostamos por “invertirlo todo al domingo”, esperando que, en poco tiempo, de un lugar que estaba deshabitado a uno que se convertía en iglesia “de puertas abiertas”, como se nos pide, afluyesen las personas hasta llenar la pequeña ermita cada semana; y, sobre todo, que vinieran los jóvenes y la incipiente comunidad recibiera rápidamente vocaciones. “Invertimos” toda la energía, la imaginación y la oración en una “Misa atractiva”; pero no afluyeron las multitudes. De hecho, no hubo cambio sustancial en el número de asistentes a la celebración. Y pensábamos una y otra vez en lo que nos dijo una vez un sabio claretiano de que le gustaría “ver a Mallon en la Cataluña rural”. 

Sin embargo, sí somos testigos de un discreto goteo. De un encuentro persona a persona con Jesús, al modo del Evangelio, como decía Klaus Berger. En el último lugar, escondido, en esta “cueva de Belén” como definieron una vez a esta ermita, nos dedicamos a abrir la iglesia, a rezar y a acoger a cada persona que se acerca. Y el Señor nos ha concedido ser testigos privilegiados de su actuar poderoso y silencioso. Y, nota curiosa, sí, cada vez son más personas. 

¿Tiene esto algo que ver con la primavera de la Iglesia? No lo sé, pero yo sí creo, porque lo veo – en la línea de Santo Tomás – en un resurgir de la fe católica en nuestro país, incluyendo a Cataluña. Es más evidente en Barcelona, pero también está en el mundo rural. Pequeño, escondido, firme, fiel a la Iglesia apostólica, que no tiene nada que ver con “el espíritu” del Concilio. Con muy pocos jóvenes en el mundo rural, cierto, donde sobre todo los hay no tan jóvenes y muchos ancianos. Pero para Dios cada alma es importante en la misma medida. Y todo ello sin olvidar a las familias que, cada vez más, acuden desde Barcelona, Lleida, Girona y hasta Valencia, a orar y compartir la fe. Con la Misa en el centro, siempre que encontramos un sacerdote; y con adoración eucarística, rosario, Oficio Divino. Con Jesucristo presente entre nosotros. Es el “ejército” de que habla Natalia Sanmartín citando al Cardenal Newman “que la Providencia prepara para hacer frente a una demolición de la fe cristiana nunca vista antes, una milicia desperdigada nacida para pelear “en las próximas centurias”

Filotea.

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Comentarios
4 comentarios en “Diario de una Filotea
  1. ¡España, tierra de María!
    Se lo aseguró Nuestra Señora a Santiago.
    Mucha gente, en los pueblos, lleva una vida alejada de Dios, pero, si quieres tener problemas, métete con la Virgen de su pueblo.
    Evidentemente, no es bueno, pero queda un rescoldo que, al más mínimo soplo de Dios, prende fuego.
    En 1517 surgió el protestantismo, en 1534 el anglicanismo, 500 años antes el cisma ortodoxo.
    ¿Por qué los ortodoxos siguen como congelados en 1054 y anglicanos y protestantes han degenerado? ¿Por qué la Virgen Santísima prometió la plena comunión de los ortodoxos con la Iglesia Católica, cuando haya un papa que la obedezca, en lugar de hacer marraneos ecumaniacos, y consagre Rusia de una vez a su Inmaculado Corazón? ¡De los herejes protestantes no dijo nada!
    Muy sencillo: ¡jamás han abandonado los ortodoxos la devoción a la Madre de Dios!

    1. Será Ella, por voluntad de su Divino Hijo, quien una a todos sus hijos menores, no la mierd* de diálogo promovido por quienes la obedecían solo de boquilla, y nunca cumplieron su pedido para no perjudicar el diálogo con los hermanitos separados.

    2. Primeramente: gracias por el compartir; segundo: mi visión sigue la de Ratzinger. El siglo 21 y otros eventualmente tendrán pequeñas comunidades. No me la creo más en la esperada primavera eclesial, si entendida como renovación católica masiva. Tercero: pido que me perdonen pero tampoco creo en esta difundida oposición entre la Iglesia fiel a los Apóstoles y la posterior al Vaticano II. Entiendo las problemáticas, cambios, etc… Pienso que yerran mucho los que ven jóvenes en pequeños grupos, quizás muy interesados por latín y la Tradición o el supuesto aumento vocacional y lo atribuyen a la Tradición. Muy temerario concluir que grupos pequeños y revestidos de un ambiente cultural tradicional tienen vocaciones a la lata. Claro que es igualmente temerario pensar que después de 1965 las cosas han mejorado gracias al Concilio. Vean: si un grupo tiene 100 católicos y una vocación consagrada nace luego de una anterior dirán que el crecimiento es de 100%. Aún en la FSSPX, es poco. Sigo…

  2. Cité el punto vocacional porque es el más delicado quizás. Sé que aquí nada fue dicho explicitamente sobre causas y efectos ni siquiera el rito usado en la Misa del domingo o de qué se trató la «inversión» pastoral en lo que ciñe a la Misa dominical.
    He vivido en el campo. Parece que la tónica es igual o parecida en todos los lados. Gente anciana y unos cuantos de media edad con unas gotas de jóvenes. Quien soy yo para medir la fe y amor por Dios de toda gente del campo y de las grandes ciudades. Pero, sabemos que muchos dentro de áreas rurales tienen una fe basada en devociones populares (en sí buena cosa) con una vida pública no pocas veces hipócrita.
    ¿Los grupos pequeños, citadinos o rurales bastan para formar la tal milicia? Pienso que no. El desafío es de paradigma científico cultural. Y eso no empezó en 1965. Tampoco la crisis. Muchos no son más cristianos porque la fe les sabe irracional con una cosmovisión irreconciliable con el presente. No es problema de latín y 1965.

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