Consagrar la hostia en tierras de persecución

Consagración
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(Massimiliano Tubani en Il Timone)-Allí donde la pobreza y la opresión dificultan la vida de la comunidad cristiana, las ofrendas son fundamentales. Las donaciones a Ayuda a la Iglesia que Sufre aportan ayuda a más de 50.000 sacerdotes del mundo.

En muchas naciones del mundo los cristianos son tan pobres que no consiguen sostener a sus sacerdotes y, a veces, tampoco los obispos disponen de los medios económicos para cubrir las necesidades de los presbíteros. A menudo, a la pobreza se une la discriminación o la persecución violenta. En situaciones tan dramáticas, las ofrendas recibidas por la celebración de misas representan la única fuente de ingresos para los ministros de Dios.

A través de las donaciones, el benefactor confía al sacerdote sus intenciones de oración, que pueden ser por un difunto, o para pedir la intercesión en una situación de sufrimiento o para agradecer o alabar a Dios, también en ocasión de un acontecimiento feliz.

La caridad organizada

La Fundación pontificia «Ayuda a la Iglesia que Sufre» ayuda y sostiene desde hace 76 años a los cristianos perseguidos, entre los cuales también hay numerosos sacerdotes diocesanos y religiosos. Cada año se celebran alrededor de dos millones de misas según las intenciones de los benefactores de Ayuda a la Iglesia que Sufre, y las donaciones correspondientes ayudan a más de 50.000 sacerdotes. Los fondos recibidos se utilizan, no solo para el propio sustentamiento, sino también para cubrir los costes de la actividad pastoral. En algunas naciones, los sacerdotes utilizan parte de las donaciones para ayudar a la población afligida de extrema pobreza. Pensemos en Venezuela, país en el que muchas parroquias ofrecen a miles de pobres la única comida del día, preparada en las que se han definido como «ollas solidarias».

Muchísimas voces agradecidas

La caridad de los benefactores suscita, en cada parte del mundo, la gratitud de los sacerdotes destinatarios de las ayudas. En la martirizada Nigeria, y sobre todo en la diócesis de Bauchi, a 65 sacerdotes se les han confiado 3.575 celebraciones eucarísticas. El padre Samson Habila Komi ha escrito «para daros sinceramente las gracias por la generosa ayuda económica que habéis dado a los sacerdotes de la diócesis. Seguimos estando agradecidos […]. Vuestras donaciones representan un ulterior impulso para la difusión del evangelio de Cristo en beneficio del pueblo de Dios en este ambiente hostil». En Pakistán, y más concretamente en la diócesis de Multan, se han celebrados 800 misas y 30 ciclos de gregorianas. Don Shaq Ghulam ha escrito a Ayuda a la Iglesia que Sufre: «Con vuestras donaciones para misas estáis facilitando mi actividad pastoral. Os estoy muy agradecido por el amor, el cuidado, la colaboración y la simpatía que sentís por los sacerdotes. Ofrezco las santas misas según vuestras intenciones y rezo por vosotros. Que Dios os bendiga por los esfuerzos que estáis llevando a cabo por el bien de la Iglesia».

El padre Ignacio Chang, uno de los 106 sacerdotes de la diócesis camerunesa de Kumbo, a los que el pasado 2022 se les confió la celebración de 3.180 misas, escribe a Ayuda a la Iglesia que Sufre: «Es con gran alegría y corazón agradecido que os escribimos para daros las gracias por las ofrendas que hemos recibido. Reiterando cuán útiles son para nuestra misión pastoral, también para sostener el gasto de transporte a las zonas más remotas de la parroquia, acogemos con alegría las intenciones de oración que seguimos recibiendo».

En el Oratorio de San Felipe Neri de Port Elizabeth, en Sudáfrica, se han celebrados 90 triduos de misas y 15 ciclos de gregorianas según las intenciones de los donantes; el padre Grant James ha escrito a la Fundación: «Vuestra generosidad y la de vuestros benefactores […] nos ayuda a servir al pueblo de Dios en Sudáfrica. Varios de nuestros sacerdotes llevan a cabo su labor en comunidades que sufren de extrema pobreza. […] Vuestra organización y vuestro donantes están cada día en nuestra oraciones. Que Dios bendiga vuestro trabajo. De nuevo, gracias por vuestra ayuda».

El año pasado, en la diócesis misionera de Kohima, Nagaland, la India, se celebraron 3.750 misas. El padre Vekupa George Rhakho, dirigiéndose a los donantes de Ayuda a la Iglesia que Sufre, escribe: «Escribo estas pocas líneas en referencia al apoyo que nos dais y que es de gran ayuda para nuestra diócesis. Os agrademos las ofrendas para las celebraciones de la misa, vuestro caritativo gesto ha beneficiado también a muchos estudiantes de nuestras escuelas, sobre todo a los que no pueden pagar las tasas escolares. […] Hay otros que no pueden satisfacer las exigencias diarias alimentarias; y algunos las necesidades médicas. Expreso mi más sincero agradecimiento por la noble misión de vuestros benefactores. Lo que deseo, por lo que rezo, es que reciban una gran recompensa cuando acabe su peregrinación en la tierra». Son solo algunos de los mensajes procedentes de las cuatro esquinas de la Tierra, enviados por los ministros de Dios que han celebrado misas porque se han beneficiado de la caridad de muchos.

La misión de la Iglesia continúa también este 2023, entre «las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios», como escribió san Agustín. Y mientras tales persecuciones se intensifican y agravan en muchos países del mundo, muchos fieles contribuyen consolando a sus hermanos que sufren con una oración ardiente y una caridad compasiva.

Publicado por Massimiliano Tubani en Il Timone

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
2 comentarios en “Consagrar la hostia en tierras de persecución
  1. Yo siento mucho lo que pasa pero a partir de ahora solo voy a contribuir económicamente a iniciativas que promuevan la misa tradicional, porque si sigo contribuyendo al Novus Ordo protestante estaré ayudando a la falsa Iglesia a seguir machacando a los católicos de siempre.

  2. Título malsonante. Se dice «celebrar la Misa».
    Hay que hablar de forma respetuosa de las cosas santas.
    Dicho esto, es una gran obra de caridad ayudar al sostenimiento de los sacerdotes con estipendios de misas: para el sacerdote, para su comunidad y para las almas por quien se aplica la Misa. Difícilmrnte se puede usar mejor el dinero.

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