Novak: «El Papa justo aquí, justo ahora, no es mera coincidencia»

Katalin Novák Katalin Novák
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La presidenta de Hungría, Katalin Novak, fue la encargada de recibir y dar la bienvenida al Papa Francisco a su llegada a Hungría.

Les ofrecemos el discurso íntegro que pronuncio Katalin Novak ante las autoridades civiles y religiosas y ante el Papa Francisco:

Santo Padre:

¡Dios nos ha traído a Usted, el Hombre de la Paz, a Hungría!

¡Bienvenido! En húngaro se dice: «Isten hozta», que literalmente significa: Dios nos lo ha traído para estar con nosotros.

Szentséges Atya!

Isten hozta Önt, a béke emberét Magyarországra.

Bienvenido! – azaz: Isten hozta. Ez magyarul szó szerint úgy hangzik: Isten elhozta Önt hozzánk.

 Así saludamos los húngaros a nuestros queridos invitados. Este saludo cobra ahora un significado más profundo y elevado a la vez. Creo, creemos, que la llegada del Santo Padre justo ahora, justo aquí, a Hungría, no es mera coincidencia. Ni tampoco es el simple resultado del contexto político mundial. Es algo más que la aceptación de la invitación de la Iglesia Católica Húngara y del Estado húngaro. La visita de Su Santidad a Budapest es “kairós”. Es el momento y el lugar adecuados y oportunos para reunirnos, tocar las campanas y proclamar una paz justa. En el momento oportuno, Dios reúne y dota de fuerza a los que confían en el poder del amor, la unión y la paz. Los húngaros queremos elevarnos a las alturas – sursum corda – donde encontraremos la unión evidente de los fieles de Cristo y de todas las personas de buena voluntad que buscan la paz, sin distinción. Donde nos espera la renovación de nuestras vidas.

El difunto cardenal József Mindszenty, «practicante de las virtudes cristianas en grado heroico», en espera de beatificación, lo dijo así: «El ascenso de una nación siempre empieza en el día de hoy. Incluso en los agotados hay ascuas bajo las cenizas, esperando el fuego».

Deseamos que la visita del Santo Padre a Hungría sirva de punto de partida para dicho ascenso. Sea una cima desde la cual podemos ver el camino hacia la renovación espiritual y la paz. Emprender la marcha y mantenernos en el buen camino ya nos corresponde a nosotros, húngaros y europeos. Para ello, podemos esperar – y esperamos  – aliento, orientación y reafirmación, pero únicamente nosotros, ciudadanos y líderes de Europa, podemos hacer uso del libre albedrío que se nos ha otorgado, para que nos dirija hacia una Europa más pacífica, democrática y fuerte.

La necesidad expresada en nuestra Ley Fundamental de 2011 nos habla a todos: «tras las décadas del siglo XX en las que se produjo una desintegración moral, necesitamos imperiosamente una renovación espiritual e intelectual.»

San Juan Pablo II nos visitó cuando más lo necesitábamos: en el momento del nuevo comienzo tras la caída del comunismo. Lo mismo cabe afirmar de la visita de hoy: Su Santidad ha llegado en el momento en el que Hungría y Europa más lo necesitan. En los últimos treinta años, el ecumenismo de católicos, ortodoxos y protestantes arraigado en el martirio se ha renovado en el ecumenismo de la preservación de los valores cristianos. Su Santidad ahora nos confirma que la vida basada en los valores cristianos tiene fundamento, sentido y futuro en el siglo XXI también. Y nosotros también se lo confirmamos a Su Santidad. Esto es lo que nos damos mutuamente: la protección de la vida humana, de la familia, la fuerza de la fe cristiana que nos mantiene. Por eso declaramos en nuestra Ley Fundamental que «Hungría protege la institución del matrimonio como comunidad de vida entre un hombre y una mujer, basada en el consentimiento voluntario, y la familia como fundamento de la supervivencia de la nación», así como que «todo ser humano tiene derecho a la vida y a la dignidad humana, y la vida del feto será objeto de protección desde el momento de la concepción.»

Somos aliados. Juntos, defendemos la vida humana, a las mujeres y a los hombres por separado y unidos, a nuestros hermanos cristianos perseguidos, pero también la libertad de los que piensan y viven de forma diferente.

Nuestra alianza es grave y trágicamente oportuna debido a la sangrienta guerra que azota nuestra vecindad inmediata.

Con dolor y esperanza me dirijo ahora a Su Santidad. Los húngaros podemos casi palpar la devastadora realidad de la guerra. Mostramos una solidaridad ejemplar para prestar apoyo al millón y medio de personas que han huido de Ucrania hacia nuestro país, vemos el dolor de las familias divididas, oímos los llantos de las madres que lloran por sus hijos. Entre ellas, los de las madres húngaras de Transcarpatia. Vemos la injusticia. Queremos proteger nuestros valores y nuestro futuro común. Pero las madres, antes que nada, queremos ganar la paz, no la guerra. No queremos enviar a nuestros hijos ni maridos al frente.

¡Y qué lejos estamos aún del camino hacia la paz! ¿Dónde está la auténtica voluntad para un alto el fuego? ¿Dónde está el reconocimiento de que la guerra, las emociones, no deben calentarse, sino enfriarse?

Santo Padre, los húngaros y millones de personas de todo el mundo consideran que Su Santidad es el hombre de la paz. El hombre del que esperamos que sea capaz de hablar con Kiev y Moscú, con Washington, Bruselas y Budapest y con todos los demás, el hombre sin el que no puede haber paz. Aquí, en Budapest, le pedimos, Santo Padre, que actúe en persona para que cuanto antes se alcance una paz justa.

Santísimo Padre, en mi calidad de primera Presidenta de nuestro país, le agradezco que Su Santidad aliente y empodere a las mujeres en la creación de familias, la crianza de los hijos y en nuestras funciones de liderazgo al frente de las comunidades.

El camino de la guerra está bordeado de sangre, muerte y una pobreza cada vez más profunda. Hoy en día debemos prestar especial atención a los necesitados, y nuestra historia nos dio a los húngaros una serie de santos que mostraron un magnífico ejemplo en este sentido. Ochocientos años atrás, tuvimos una princesa, Isabel, que gobernó la provincia en nombre de su esposo, un margrave que se fue a la guerra, y más tarde llevó a escondidas en su delantal los alimentos recogidos en secreto para los pobres. Cuando se quería revelar su caridad prohibida, Dios convirtió las limosnas en rosas para preservar la veracidad de Isabel. Desde entonces, las rosas de Santa Isabel se han convertido en alimento espiritual para millones de personas: un símbolo de la misericordia, de la ayuda a los necesitados, a los vulnerables, a los refugiados. Esta rosa es también el símbolo en Hungría del programa común del Estado y la Iglesia, que cada año ofrece a más de cien mil niños pobres la oportunidad de pasar unas vacaciones en los campamentos de Isabel y disfrutar de un refrigerio físico y espiritual. La propia vida de Santa Isabel también demuestra que las mujeres tienen una responsabilidad especial en recalcar que la buena gobernanza es imposible sin misericordia y solidaridad con los más vulnerables.

Entre nuestros regalos, Santo Padre, encontrará los rosales de Santa Isabel. Y cuando estos florezcan en los jardines del Vaticano, piense en todos aquellos, incluidos los pobres, los necesitados que buscan apoyo, y en nosotros, los húngaros, a los que aporta alimento espiritual, alegría y esperanza con su visita y su servicio. Bienvenido – Dios nos ha traído a Su Santidad.

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Comentarios
12 comentarios en “Novak: «El Papa justo aquí, justo ahora, no es mera coincidencia»
  1. Por cortesía le dan la bienvenida, pero la presencia de Francisco es peligrosa, porque allí donde va expande errores.

    1. Sí. Le dan la bienvenida en cualquier lugar del mundo y a cualquier hora. Esa es una gracia divina.
      Mientras que tú en tu cuarto andas solo en calcetines y nadie en el planeta te daría la bienvenida. A pesar de que crees que eres la luz de los cristianos xD jaja.
      🤣🧦🧦

      1. Jajajajaj, «gracia divina»?…. No me hagas reír…. Cuando un Papa es bien recibido en todos lados, que queda bien con todo mundo o que le cae bien al mundo, es porque no está haciendo bien las cosas.

  2. Hungría, al rechazar el aborto, la ideología de género, la invasión inmigratoria musulmana, y al ser neutral ante la operación militar rusa en Ucrania (entre otras razones) está aislada por la totalitaria UE que promueve el NOM con su pensamiento único. Y por eso ve una oportunidad en la visita del Papa, ya que aunque Francisco no es precisamente un pro vida ni defensor de la familia, sino que su discurso es voluble, ambiguo e inconsistente, sin embargo, la Santa Sede a la que representa, supone uno de los pocos asideros a los que puede agarrarse Hungría.
    Lo que busca inteligentemente la Presidente Novak, son alianzas, y puestos en esta cuestión, no es momento de buscar apoyos perfectos, sino que alguien tan confuso como el Papa actual, puede ser una posible ayuda.

    1. Es probable que el Papa será más moderado en la conservadora Hungría, que en otras ocasiones, porque es muy camaleónico, y cambia de actitud y de imagen según su conveniencia. Sin embargo, lo que diga en esta nación no puede tomarse aisladamente, sino que debe valorarse en relación a sus demás pronunciamientos, y sabemos que constantemente Francisco está defendiendo la gobernanza mundial, la Agenda 2030, la obediencia a la ONU, está felicitando a los políticos abortistas y promoviendo que comulguen, está promocionando pastores y profesores pro lgtbi, está cancelando sacerdotes pro vida como los padres Pavone y Altmann, etc. Por todo ello, no podemos poner esperanzas fundadas en Francisco, salvo como una simple ayuda colateral para que Hungría no se encuentre tan perseguida.

      1. Me recuerda (salvando las distancias) el caso de la entrevista del Caudillo con Hitler. Es evidente que entre ambos había una distancia abismal, pues el Generalisimo era un buen católico e íntegro en sus principios morales, mientras Hitler era un tirano. Sin embargo, una alianza estratégica (que no alianza militar, pues Franco se mantuvo neutral) convenía a los intereses de la aislada España.
        Y de modo análogo, a Hungría le interesa buscar apoyos como el Vaticano, a pesar de que el Papa actual sea tan calamitoso.

    2. La Presidenta de Hungría recibe al Papa con un discurso sincero, ligado a la defensa de la paz, de la vida, de la familia, del matrimonio entre hombre y mujer, de la acogida a los refugiados de la guerra.. y a las demás realidades que el pueblo húngaro defiende noblemente hoy. Es una realidad gozosa para Europa, y debiera serlo también para el Papa, que constatamos hoy. Gracias Hungría

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