Si tratáramos de resumir la tesis histórica del libro que presentamos del joven autor, doctor en Teología y sacerdote, D. Gonzalo Pérez-Boccherini Stampa, sobre D. Marcelo —cardenal González Martín; obispo de Astorga, arzobispo de Barcelona y arzobispo de Toledo y primado de España—, diríamos que el autor trata de demostrar que éste representa una de las versiones sacerdotales y pastorales más luminosas de lo que podríamos llamar «el modelo de obispo del Concilio Vaticano II» en su realización concreta en la España contemporánea: tanto en la vida de la Iglesia, como en la de la sociedad española de los últimos cincuenta años de su historia.
‘El alma católica de España’ es uno de los últimos libros que se la editorial Homo Legens pone a su disposición. Les ofrecemos el prólogo escrito por el cardenal Rouco Varela.
Don Marcelo —cardenal González Martín, arzobispo de Toledo y primado de España— es una de las figuras más egregias del episcopado español de la segunda mitad del siglo XX. Un obispo del Concilio Vaticano II, no solo por los datos cronológicos que encuadran su biografía episcopal —nombrado obispo de Astorga el 31 de diciembre; el 21 de febrero de 1966, arzobispo coadjutor de Barcelona, y el 31 diciembre de 1971, arzobispo de Toledo y primado de España— sino, sobre todo, porque supo encarnar de manera honda y vibrante el modelo de obispo diseñado por la teología conciliar para nuestro tiempo doctrinal, tanto espiritual como pastoralmente. El tiempo de la modernidad que se inclinaba a su fin histórico (Romano Guardini), lo vivió D. Marcelo con pasión apostólica en una de las encrucijadas más dramáticas de la historia de España. Si se ha hablado con extraordinaria competencia científica del «modelo de obispo» de la era de la reforma católica, madurada histórico-espiritualmente en el Concilio de Trento con especial significación hispánica (José Ignacio Tellechea), con no menor peso de argumentación historiográfica se puede sostener hoy la tesis de «el modelo de obispo» del período histórico de la renovación eclesial del Concilio Vaticano II, todavía en curso y referida especialmente a la vida de la Iglesia en España, iniciado ya con el siglo XXI, el tiempo histórico del segundo milenio de la era cristiana.
Si tratáramos de resumir en una fórmula intelectual concisa la tesis histórica del libro que presentamos del joven doctor en Teología y sacerdote, D. Gonzalo Pérez-Boccherini Stampa, sobre D. Marcelo —cardenal González Martín; obispo de Astorga, arzobispo de Barcelona y, muy sobresalientemente, arzobispo de Toledo y primado de España—, diríamos que el autor trata de demostrar que D. Marcelo representa una de las versiones sacerdotales y pastorales más luminosas de lo que podríamos —y deberíamos— llamar «el modelo de obispo del Concilio Vaticano II» en su realización concreta en la España contemporánea: tanto en la vida de la Iglesia, como en la de la sociedad española de los últimos cincuenta años de su historia. Tesis probada al hilo del estudio minucioso y «empático» del pensamiento del cardenal sobre «el alma católica de España», en la forma en que se explicita y manifiesta en el decurso de las situaciones históricas, tan singulares —por no decir, excepcionales— por las que ha atravesado en ese largo período histórico, desde las posguerras civil y mundial hasta las puertas del segundo milenio del cristianismo.
cia espiritual y pastoral del Concilio Vaticano II vivida por la Iglesia en España; desde la fase de su preparación, hasta la de su celebración y aplicación teórica y práctica, que se entreverán con las circunstancias del cambio político, de trascendencia constitucional, vivido por el pueblo y la nación española en el último tercio del siglo XX. Es ya muy abundante la bibliografía que se ha ocupado y ocupa de la personalidad de D. Marcelo en su proyección espiritual, social y cultural, en todos los campos del ejercicio de la misión de la Iglesia ad intra y ad extra en la España del tránsito de siglo y de milenio. Proyección extraordinariamente fecunda, abundante y valiosa. El mérito científico y publicístico de la investigación de nuestro autor, basada en un sólido conocimiento de las fuentes principales y secundarias y de un buen manejo metodológico de una selecta bibliografía, estriba precisamente en la fijación, teológica e histórica, de la categoría «alma católica de España» como criterio de interpretación típica de la personalidad humana y espiritual de D. Marcelo y, muy singularmente, de su modélica configuración apostólica y pastoral al servicio de una nueva evangelización de la España contemporánea, cuya historia, desde sus inicios hasta el presente —tanto en los aspectos culturales y espirituales como en los socioeconómicos y políticos—, había venido marcada con una amplitud e intensidad apenas conocida en la historia de otros pueblos, debido a la profunda fe católica de los españoles.
D. Marcelo sabía muy bien que el título de «primado de España» después del Concilio Vaticano II y del Código de Derecho Canónico del año 1983 no implicaba competencia canónica alguna: había sido reducido a un título honorífico. Pero sí creía que comportaba una responsabilidad espiritual y pastoral en una doble dirección: de guardar para el presente eclesial, cultural-espiritual y social-político lo más valioso de la historia de España; y de promover su actualización teológica, doctrinal y pastoral, de cara a un futuro enriquecedor, de acuerdo con la visión cristiana del hombre y de su historia, trazada tan magistralmente por la Escuela de los teólogos y juristas de Salamanca que tanto influyó en la historia de las ideas culturales y políticas de la Ilustración humanista. La doctrina sobre la tradición de la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II estaba latente en su renovada concepción histórica del título de «primado de España».
El uso hermenéutico de la idea del «alma católica de España» —expresión más analógica que metafórica de la realidad histórica de España— le permite al autor una atrayente interpretación, por igual, de la obra escrita de D. Marcelo y de su actuación pastoral en el interior de la Iglesia en España —sobre todo, en sus años en Toledo—, con una singular relevancia dentro de la Conferencia Episcopal Española y no menor en el campo de las relaciones de la Iglesia y el Estado, antes y después de la aprobación de la Constitución de 1978. Sus conclusiones respecto a la aportación de D. Marcelo a la historia contemporánea de la Iglesia, de la sociedad y de la comunidad política de España y a su valor pastoral para «un hoy» espiritualmente renovado de su vida y de su servicio evangelizador, son claras y oportunas.
Para el que escribe este prólogo, recomendar la lectura del libro prologado —fruto de la tesis doctoral defendida en la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid, el 9 de junio de 2022—, se debe, más que a una exigencia académica, a la gozosa comprobación del buen hacer doctrinal y pastoral de un joven sacerdote de una Diócesis también joven, la de Getafe, perteneciente a la Provincia Eclesiástica de Madrid. Su lectura es no solo recomendable por lo que atañe al conocimiento más vasto y, simultáneamente, más preciso y penetrante de D. Marcelo, el cardenal González Martín —uno de los actores de la historia de la Iglesia en la España contemporánea más influyente, en el mejor y más fructífero sentido de la palabra—, sino también por una actualizada comprensión y presentación de sus contextos históricos que el autor recorre: desde el III Concilio de Toledo hasta los acontecimientos eclesiales, culturales, sociales y políticos de la España «de la Transición política», con su culmen constitucional de 1978 y su despliegue institucional en los últimos años del siglo XX. El autor merece una sincera y efusiva felicitación.
Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal arzobispo emérito de Madrid
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¡Que cardenal, Señor, nos regalaste. Toledo fue la que se benefició de tan gran pastor de almas y, cómo cambio la fisonomía de esa diócesis. Creó un seminario ejemplar de donde salieron una gran cantidad de grandes sacerdotes y todos en plena obediencia a su pastor, y así funcionó magistralmente. Muchos son los documentos hermosos que dejó, libros y su palabra llena de calor evangélico. Mal lo pasó en Barcelona donde se le odiaba, porque no era catalán y esa turba asquerosa lo puso a prueba. No le importó mucho, pero se creyó oportuno sacarle de allí, de esa tierra baldía y, al fin, encontró el lugar apropiado. Se lo merecía como todas las obras creadas por el, como el canal de radio de Santa María de Toledo, digna de escuchar. Gracias don Marcelo y que Dios ya le ha premiado sus muchos afanes.
dentro de Cataluña aún quedan personas que aman a Cristo y a su Iglesia, y por ende aman su tierra, aunque al presente sea espiritualmente estéril en gran parte…En esta situación dolorosa para los católicos de esta región, unos pocos hacen mucho apoyados en la Gracia omnipotente de Dios. Meternos a todos en el mismo bote es al menos atrevido y poco inteligente.
En ese páramo activamente esterilizado, lleno de traición y de blasfemia doy fe que se encuentran los mejores, más católicos y más valientes españoles.
Olvidemos el Vaticano II y enmendemos sus ERRORES. Gracias
En la figura de Don Marcelo se ve claramente que Dios hace mucho, con frecuencia, por la fidelidad y el amor de un solo discípulo fiel.
Busquemos en nuestra propia vida esa Voluntad divina que nos centra en Su propia Fecundidad inexpugnable.
Gratias Tibi Deus!
EL ALMA CATÓLICA DE ESPAÑA. ¿Que alma?, ¿qué catolicidad?, ¿qué España?.
El emérito cardenal de Madrid, calladito estaría mejor, haciendo penitencia en un convento por la apostasía de España.
¿y tú qué sabes lo que hace en su vida privada?
¿ep viene de ente pensante?
Pues claro que lo sé y me lo callo, desde luego no es un convento ni una cueva de ermitaño. Cotilla.
Don Antonio Mª Rouco Varela ha sido un auténtico faro luminoso para Madrid y un ejemplo a seguir en toda España.
Solo los mediocres como tú no son capaces de darse cuenta y honrar a este hombre de María.
¿ Cómo sabes que soy mediocre ?. Me conoces acaso. NO. Yo tampoco conozco personalmente a tu mentor y nada tengo en contra de el, así que no lo critico y mucho menos lo juzgo. Solo he insinuado que lo mejor que puede hacer en vez de hacer apología del modernismo conciliar y de todos sus pútridos frutos, es callarse, rezar y hacer penitencia en un lugar austero, si es posible, si no se le molesta mucho a su eminencia reverendísima. La verdad es que viendo como está Madrid, ciudad de pecado, como el mismo reconoció un día, en comparación, Sodoma y Gomorra fueron unas ciudades santas. No sé que santo tuvo una visión del infierno, y quedó espantado, por que estaba lleno de coronillas, la antigua tonsura eliminada por Montini. Por eso lo de la penitencia, es un consejo de buena fe.
Sigo en desacuerdo contigo, pero te pido disculpas por escapárseme lo de «mediocre». Solo te decía que no somos quien para menospreciar públicamente a hombres de Iglesia que han hecho tanto bien durante mucho tiempo, en especial con la que está cayendo ahora….
¿Tienen defectos? Claro, y yo también, y tú…Pero hay que ser capaz de ver la Luz que han diseminado por gracia de Dios.
Claro que se pueden comparar los obispos; por ejemplo, entre los que tienen seminarios vacíos y los que tienen buen número de seminaristas.
RESULTA IMPOSIBLE IMAGINAR MAYOR REFINAMIENTO EN LA VILEZA, y triste asumir que el odio que mueve a este gobierno, sea una serpiente de cabeza tan afilada. Profanar los restos mortales de quien cayó asesinado con 33 años por tus propios esbirros, convierte a Pedro Sánchez en el indiscutible campeón de la infamia y a quienes la amparan, a los que cobardemente callan,(ver CEE) y a los que se han negado a dar protección legal al Valle de los Caídos ( Gobierno de Ayuso) en cómplices de una actuación miserable………
De la nota oficial de la fundación Francisco Franco.
fnff es
Si Tarancon hubiese sido la mitad que D. Marcelo otro gallo nos cantaria
Las comparaciones siguen siendo odiosas. No creo que se pueda hablar de modelo de obispo, ya que cada uno tiene una vocación y una forma de realizarla, distinta. Tampoco sé qué es eso de «el alma católica de España».
Curas liberales besando banderas liberales, anticatólicas según las manos de quien estén. Herederos del siervo y coronador de Napoleón.
España era católica a la fuerza, cuando se acabó la fuerza, menguó el catolicismo.
MENGUÓ LA FE, MIS ABUELAS CON SUS VECINAS. TODOS LOS DÍAS REZABAN EL ROSARIO JUNTAS, EN EL PATIO DE SUS CASA RESPECTIVAS. EN CUALQUIER PUEBLO DE ESPAÑA. DESPUÉS EN LOS AÑOS 70 LLEGARON LOS CURAS ¨»GUAIS» Y DIJERON QUE TONTERÍA ERA ESA . Y SE DEJO DE REZAR NADIE LES OBLIGO NI HACERLO, NI DEJARLO. SOLO SEGUÍAN EJEMPLOS, QUE ENTENDÍAN PARA SU BIEN.