El Papa en la bendición ‘Urbi et Orbi’: «Podemos alegrarnos de celebrar el día más importante y hermoso de la historia»

Bendición y mensaje "Urbi et Orbi"
|

Miles de fieles se congregaron en la plaza de San Pedro para escuchar el mensaje y la Bendición ‘Urbi et Orbi’ del Papa Francisco.

La participación en esta bendición, ya sea presencialmente o a través de los medios de comunicación, da la oportunidad de ganar indulgencia plenaria bajo las condiciones que establece el Derecho Canónico: haber confesado y comulgado, y no haber caído en pecado mortal.

El Santo Padre volvió a centrar su mensaje en hacer un repaso sobre diversos conflictos y situaciones dramáticas que afectan a numerosos países en estos momentos.

Les ofrecemos el mensaje completo pronunciado por Francisco en la bendición ‘Urbi et Orbi’:

Queridos hermanos y hermanas: ¡Cristo ha resucitado!

Hoy proclamamos que Él, el Señor de nuestra vida, es «la resurrección y la vida» del mundo (cf. Jn 11,25). Es Pascua, que significa “paso”, porque en Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión. En Él, Señor del tiempo y de la historia, quisiera decirles a todos, con alegría en el corazón: ¡feliz Pascua!

Que sea para cada uno de ustedes, queridos hermanos y hermanas —en particular para los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad—, un paso de la tribulación a la consolación. No estamos solos, Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre. Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida. Sí, hermanos y hermanas, en Pascua el destino del mundo cambió; y hoy, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia.

Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado, como se proclama en las Iglesias de Oriente: Christòs anesti! Ese verdaderamente nos dice que la esperanza no es una ilusión, ¡es verdad! Y que, a partir de la Pascua, el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz. Nos lo muestran con su ejemplo los primeros testigos de la Resurrección. Los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua «las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos» (Mt 28,8). Y, después que María Magdalena «corrió al encuentro de Simón Pedro» (Jn 20,2), Juan y el mismo Pedro “corrieron los dos juntos” (cf. v. 4) para llegar al lugar donde Jesús había sido sepultado. Y después, la tarde de Pascua, habiendo encontrado al Resucitado en el camino de Emaús, dos discípulos “partieron sin demora” (cf. Lc 24,33) y se apresuraron para recorrer muchos kilómetros en subida y a oscuras, movidos por la alegría incontenible de la Pascua que ardía en sus corazones (cf. v. 32). Es la misma alegría por la que Pedro, viendo a Jesús resucitado a orillas del lago de Galilea, no pudo quedarse en la barca con los demás, sino que se tiró al agua de inmediato para nadar rápidamente hacia Él (cf. Jn 21,7). En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo.

Apresurémonos también nosotros a crecer en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, entre los pueblos y las naciones. Dejémonos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua, por la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo.

Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, empezando de aquellos que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza.

Pero a lo largo del camino todavía hay muchas piedras de tropiezo, que hacen arduo y fatigoso nuestro apresurarnos hacia el Resucitado. A Él dirijamos nuestra súplica: ¡ayúdanos a correr hacia Ti! ¡Ayúdanos a abrir nuestros corazones!

Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e infunde la luz pascual sobre el pueblo ruso. Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias. Abre los corazones de toda la comunidad internacional para que se esfuerce por poner fin a esta guerra y a todos los conflictos que ensangrientan al mundo, comenzando por Siria, que aún espera la paz. Sostiene a cuantos han sido afectados por el violento terremoto en Turquía y en la misma Siria. Recemos por cuantos han perdido familiares y amigos, y se quedaron sin casa; que puedan recibir consuelo de Dios y ayuda de la familia de las naciones.

En este día te confiamos, Señor, la ciudad de Jerusalén, primer testigo de tu Resurrección. Expreso mi profunda preocupación por los ataques de estos últimos días, que amenazan el deseado clima de confianza y respeto recíproco, necesario para retomar el diálogo entre israelíes y palestinos, de modo que la paz reine en la Ciudad Santa y en toda la región.

Ayuda, Señor, al Líbano, todavía en busca de estabilidad y unidad, para que supere las divisiones y todos los ciudadanos trabajen juntos por el bien común del país.

No te olvides del querido pueblo de Túnez, en particular de los jóvenes y de aquellos que sufren a causa de los problemas sociales y económicos, para que no pierdan la esperanza y colaboren en la construcción de un futuro de paz y fraternidad.

Dirige tu mirada sobre Haití, que está sufriendo desde hace varios años una grave crisis sociopolítica y humanitaria, y sostiene el esfuerzo de los actores políticos y de la comunidad internacional en la búsqueda de una solución definitiva a los numerosos problemas que afligen a esa población tan atribulada.

Consolida los procesos de paz y reconciliación emprendidos en Etiopía y en Sudán del Sur, y haz que cese la violencia en la República Democrática del Congo.

Sostiene, Señor, a las comunidades cristianas que hoy celebran la Pascua en circunstancias particulares, como en Nicaragua y en Eritrea, y acuérdate de todos aquellos a quienes se les impide profesar libre y públicamente su fe. Concede consuelo a las víctimas del terrorismo internacional, especialmente en Burkina Faso, Malí, Mozambique y Nigeria.

Ayuda a Myanmar a recorrer caminos de paz e ilumina los corazones de los responsables para que los martirizados Rohinyá encuentren justicia.

Conforta a los refugiados, a los deportados, a los prisioneros políticos y a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud. Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica.

Hermanos, hermanas, encontremos también nosotros el gusto del camino, aceleremos el latido de la esperanza, saboreemos la belleza del cielo. Obtengamos hoy la fuerza para perseverar en el bien, hacia el encuentro del Bien que no defrauda. Y si, como escribió un Padre antiguo, «el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección» (San Isaac de Nínive, Sermones ascéticos, I,5), hoy creemos y «sabemos que Cristo verdaderamente resucitó» (Secuencia de Pascua). Creemos en Ti, Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue. Tú, Señor de la vida, aliéntanos en nuestro caminar y repítenos, como a los discípulos la tarde de Pascua: «¡La paz esté con ustedes!» (Jn 20,19.21).

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
16 comentarios en “El Papa en la bendición ‘Urbi et Orbi’: «Podemos alegrarnos de celebrar el día más importante y hermoso de la historia»
    1. Jajajaja lo dices tú no, la voz de la Iglesia? XD
      Aunque lo las triste no son esos delirios de errores.
      Sino que al no estar en comunión con el Papa. Ninguna bendición de la iglesia te llega. Sería interesante que hablaras de eso. 🤐

      1. Apreciado Alonso: Debemos mantener la comunión de la Iglesia y secundar la enseñanza del Magisterio Pontificio, y precisamente por eso, no podemos estar en comunión con los errores del Papa Francisco. Por poner un ejemplo, como los papas han enseñado que la consubstanciación es un error, y quien la defienda es anatema, por eso no podemos estar de acuerdo con Francisco cuando en la catequesis del 29 de marzo dijo que en la misa «el pan y el vino no desaparecen.» Si fuera un desliz, Francisco ya se habría retractado, pero no habiéndolo hecho, se entiende que ese es su verdadero pensamiento, luego el Papa se mantiene contumaz en su error doctrinal, y por eso los católicos debemos refutar a Francisco.

    2. Francisco no se ha retractado de su defensa de la consubstanciación en la catequesis del 29 de marzo, cuando dijo que en la misa «el pan y el vino no desaparecen» (error condenado por varios concilios como el de Trento).
      Y en el mensaje del Domingo de Pascua, enumera un largo listado de problemas y como siempre, se «olvida» de lo más grave: del aborto y del lgtbi, que al Papa no le duelen.

      1. Ya se te explicó. Los errores no los pones tú. Sino la Congregación para la Doctrina de la fe en conjunto con los obispos del mundo. Y eso no ha pasado ni pasará.
        Pero claro. No nos cuentas sobre el hecho de que no recibes las bendiciones por no estar en comunión con el Papa.
        Eso es más grave no? Jaja

        1. Apreciado Alonso: Ya se le explicó a usted, que muchos cardenales y obispos han corregido los errores del Papa Francisco (Burke, Müller, Brandmüller, Caffarra, Schneider, Stryckkland, etc.). Lo que ocurre es que Francisco no escucha y no se convierte.

          1. Bergoglio es el «destructor», es evidente que hace y dice lo que quiere con todo el conocimiento.

  1. Cardenales como Müller han dicho cosas críticas. Eso es cierto.
    Pero no han corregido nada.
    Ninguno de ellos ha rechazado un «.» punto del magisterio del Papa Francisco.

    1. Don Alonso: Puede usted leer, por ejemplo, las dubia, y verá que sí han rechazado lo que usted llama «el magisterio de Francisco.» Los católicos debemos oponernos a las enseñanzas equivocadas de Francisco.

      1. También se ve rechazo a los errores de Francisco en la Correctio Filialis de 2017, así como en muchas otras intervenciones de buenos cardenales, obispos, sacerdotes y teólogos.

  2. Sacerdote mariano

    Todos sabemos lss cosas malas que le ve al Papa pero si tuviera q hacer una lista de las buenas, ¿ qué escribiría en ella?

  3. Este error lo han tenido TODOS los Papas pos conciliares que han seguido la nefasta y anti católica «teología» del misterio pascual. El día más importante es el viernes santo, porque se consuma el misterio de la encarnación de Cristo. La resurrección cosecha los frutos y da sentido a la redención, pero la redención ya se efectuó el día viernes santo. Aquí no le echemos la culpa a Francisco, porque JP II y B XVI ya estaban en la misma parada. Y esa seudo teología es también la base de la denominada nueva «misa».

    1. ¡Ay qué malo era el apóstol San Pablo, al decir aquello de que sin resurrección «vana es nuestra fe»! Y eso a pesar de la muerte de Cristo, que, por lo visto, para el apóstol no bastaba. Seguramente fuera un malíssssimo modernista influenciado por los malíssssimos JPII y BXVI. Ay, calle, que no puede ser: San Pablo se les adelantó en 2.000 años, además de que la Iglesia SIEMPRE ha considerado el Domingo de Pascua la solemnidad más importante del calendario litúrgico. Bueno, da igual: que la realidad no le estropee un bonito Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Sigamos, pues: ¡Ay qué malos eran JPII y BXVI!

    2. Franciscus, uno de los errores fundamentales de la falsa doctrina del misterio pascual es diluir el sacrificio del calvario en múltiples acontecimientos de la vida de Cristo como si todo fuese lo mismo. Para no molestar a los protestantes.

      1. ¡Oh claro! El que la Iglesia durante dos mil años diese la primacía a la Resurrección (incluyendo al apóstol San Pablo) y a la celebración de la Pascua sobre las demás festividades, era para no molestar a los protestantes. Sobre todo cuando estos no existían. ¡Ay qué perverso neocón era el apóstol San Pablo! ¡Y qué equivocada la Iglesia durante dos mil años hasta que ha llegado Uno a sacarnos del error!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles