Colaboradores de la redención

Cristo redención
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Cortesía de la revista Magníficat:

Por Carlos Jesús Gallardo Panadero

El autor es sacerdote de la diócesis de Córdoba, ha sido director espiritual del seminario de San Pelagio, del cual actualmente es rector. Es director del Apostolado de la Oración. Se licenció en teología por la Universidad de Comillas con el estudio San Juan de Ávila y el Corazón de Jesús

El pecado y la necesidad de redención

Cuando mi obispo me nombró director diocesano del Apostolado de la oración en mi diócesis de Córdoba, un conocido jesuita ya fallecido me dijo: «Nunca olvides que la esencia del apostolado, lo verdaderamente importante, su nervio interior, es colaborar con Cristo en la redención del mundo. Esto hay que vivir y esto hay que transmitir». 

Una de las características que definen la identidad y misión del Apostolado de la oración es precisamente la unión con el Corazón redentor de Cristo, la colaboración con él en la redención del mundo. Esto implica mirar el mundo y sentir el mundo como lo mira y lo siente el mismo Jesús. Ser redentores con Cristo Redentor. 

En el quicio de la redención se encuentra el amor de Dios. Un amor que se manifiesta en el Corazón de su Hijo. La redención se hace necesaria porque el hombre ha respondido a tanto amor con el pecado. El pecado no es simplemente trasgredir una norma o una ley. Se trata de romper una amistad, de expulsar a Dios de mi vida, aunque sea de manera momentánea.

El pecado no es algo baladí, sino que se trata de un fracaso en el hombre. El pecado es devastador en el conjunto del hombre. En cierta manera, el pecado afecta a la esencia ética de la persona misma, con repercusiones de naturaleza psíquica, somática y hasta cósmica (Luis Mª Mendizábal, Así amó Dios al mundo [BAC, Madrid 2019] 5). 

El pecado rompe el orden natural de las cosas y, por tanto, corrompe el bien, la verdad y la belleza en la que hemos sido creados. Pero el pecado no tiene la última palabra. Dios no puede abandonar al hombre. El pecado no puede anular el poder de Dios, el amor del mismo Dios. Por eso nos encontramos ahora con el «meollo» de la redención, con el mismo amor loco de Dios. Se trata del amor de un Dios ofendido que quiere perdonar. Aun rompiendo su trato con Dios, el hombre queda dentro de sus planes, no puede escapar de ellos: entramos así en el misterio de la redención. Dios decide llegar a lo más profundo del corazón del hombre para llevar el testimonio supremo de la infinitud de su amor. Dios envía a su Hijo al mundo, por eso es la locura del amor (Luis Mª. Mendizábal, Los misterios de la vida de Cristo, 11). 

El abrazo de Dios al hombre

El mundo está necesitado de redención y, por ello, Dios decide hacerse carne, entrar en la historia para transformar nuestra historia. El egoísmo del mundo, del hombre, al que le lleva el pecado solo puede ser sanado por la donación, la entrega, la ofrenda del mismo Dios. Y es que Dios no deja de mirar al hombre con amor. El hombre se mira a sí mismo con egoísmo, pero Dios solo puede mirarle con amor. Ve a cada hombre como persona, ve a cada uno en lo íntimo de su Corazón. Le ama, le ama de verdad con un amor apasionado. 

El proyecto de redención consiste, precisamente, en asumir las consecuencias del pecado con amor. Se trata de este misterio tremendo del amor de Dios al hombre, que asume las exigencias que en Dios mismo tiene su justicia, como exponía san Juan Pablo II en Redemptor hominis, 9). El mismo Dios quiere reconciliar (volver a la relación) al mundo consigo y lo hace por la entrega, la oblación del Hijo, del Verbo encarnado. 

El misterio de la redención es, en definitiva, el abrazo de Dios en Cristo al hombre porque «solo lo que se ama puede ser salvado. Solo lo que se abraza puede ser transformado», como afirma Francisco en Christus vivit, 120. Nuestra tarea es acoger ese don. Lo que Cristo realiza como redención objetiva, debe ser acogido por el hombre personalmente. Por eso, podemos afirmar que Dios crea el mundo, Dios redime al mundo y pide al mismo tiempo la colaboración del hombre. 

La clave del misterio redentor es dejarse amar por el Corazón de Cristo. Dios realiza la redención; esa redención se la confía al hombre y la Sangre de Cristo la pone en las manos de los hombres para que lleven adelante la redención(Luis Mª Mendizábal, Así amó Dios al mundo, 218). Dios quiere contar con nosotros en esta obra de la redención del mundo. 

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Comentarios
32 comentarios en “Colaboradores de la redención
    1. Sacerdote mariano,

      Que la Virgen fuera corredentodra no es dogma de fe pero yo creo q todos los católicos lo sabemos ya q ella fué la primera, (y la q màs ) en sufrir,no en su carne como dijo S.Pablo pero sí en su corazón, los dolores q faltan a la cruz de Cristo. Fué la primera con S.Juan y otras mujeres pero ella fué la q màs lo sufrió.

      1. Precioso escrito de Don Carlos Jesús, verdadero y hermoso.¡ Gracias por traernoslo, Infovaticana!
        ¡Cómo se notan los buenos pastores y cuan diferentes son de los malos!!!!!
        Diametralmente opuestos….
        Demos gracias a Dios por ellos.

  1. Dios quiere q nosotros colaboremos en la redención llevando a Cristo a los hombres. Así es. El problema es el » cómo» y eso veo q genera bastante división en la Iglesia.Y de hecho tengo mis dudas en al respecto:
    – amar a la persona y hacerle ver q el pecado destruye al hombre? Saber dsperar, tener paciencia,rezar…

    – amar al pecador y hablarle de las maravillas q Dios hace en nosotros, decirle q su vacío sólo puede llenarlo Cristo?

    – denunciarle su pecado y amenazarla con el infierno? Ser insistente.

    -decirle lo q tiene q hacer y si no lo hace despreciarla. Ver solo cizaña en ella. No ver su trigo.Acosarla.Agobiarla.Denunciar su pecado ante el mundo?

    Pienso en la paràbola de los viñadores homicidas.O en el pueblo de Israel. Primero Dios envia profetas pero les matan.Al final envia a su hijo. También le matan pq se refiere al pueblo de Israel y así sucedió.

    Sigue

    1. Pero si lo trasladamos ,figuradamente, al nivel personal, seguramente Dios le envia al ateo, muchos profetas, los colaboradores de Cristo: nosotros. Pero si aún así persiste en el pecado, si es ciego y paralítico, tal vez al final envie a su propio hijo a esa «viña» alma atea.

      Si llega el caso, y hablo con propiedad pq así lo hemos vivido los màs ciegos, si Dios nos envia a su hijo este sólo nos manifiesta su amor.Y en el acto, por ese Amor, le damos nuestro Fiat, nos arrepentimos, nos confesamos etc.

      Así q concluyo q cada cual debe colaborar con Cristo de la forma q el Espíritu Santo le mueva pero descartando desprecios y actitudes q van contra el amor de Cristo pq entonces en lugar de colaborar entorpecemos la labor de Dios.

  2. Dios quiere q nosotros colaboremos en la redención llevando a Cristo a los hombres. Así es. El problema es el » cómo» y eso veo q genera bastante división en la Iglesia.Y de hecho tengo mis dudas en al respecto:
    – amar a la persona y hacerle ver q el pecado destruye al hombre? Saber dsperar, tener paciencia,rezar…

    – amar al pecador y hablarle de las maravillas q Dios hace en nosotros, decirle q su vacío sólo puede llenarlo Cristo?

    – denunciarle su pecado y amenazarla con el infierno? Ser insistente.

    -decirle lo q tiene q hacer y si no lo hace despreciarla. Ver solo cizaña en ella. No ver su trigo.Acosarla.Agobiarla.Denunciar su pecado ante el mundo?

    Pienso en la paràbola de los viñadores homicidas.O en el pueblo de Israel. Primero Dios envia profetas pero les matan.Al final envia a su hijo. También le matan pq se refiere al pueblo de Israel y así sucedió.

    Sigue

    1. Nuestro Señor Jesucristo lo hacía fatal, según usted, por amenazar a los pecadores impenitentes con el infierno, ¿no? ¡Hasta en quince ocasiones (15) lo hace en el Evangelio! Si hubiera vivido usted entonces podría haberle corregido. Una lástima.

      A ver si se le mete a usted en la cabeza: su disquisición entre «amar al pecador» y advertirle de las consecuencias del pecado, como si fueran cosas opuestas, es totalmente falsa. No demuestra mucho amor quien, a ejemplo del Señor, no le advierte del peligro real de acabar condenado para siempre. Eso es una falta de caridad inexcusable.

      Y, como siempre, usted no entiende nada de las Sagradas Escrituras pero, en vez de ceñirse a lo que siempre ha enseñado la Iglesia, la interpreta libremente, como ha en los protestantes, y sin tener el más mínimo conocimiento de exégesis bíblica, con el resultado esperable: disparates.

      1. Cuando el Señor emplea la parábola del trigo y la cizaña, no se está refiriendo a ningún bien o mal que tenga cada persona en su interior, sino a personas diferentes, pues son plantas diferentes: unas buenas, como el trigo, y otras malas, como la cizaña, que están juntas en la sociedad. Por eso dice que hay cizaña ENTRE nosotros, no DENTRO de nosotros. Pero, en este caso, ni siquiera se requieren conocimientos exegéticos o de interpretación, sino sólo creer a Cristo y no poner en duda su Palabra o tratar de enmendarle la plana, pues Él mismo lo explica perfectamente y de forma expresa: «el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del Maligno» (Mt 13, 38). Y más adelante dice lo que ocurrirá con ellos: los ángeles los separarán en el día del Juicio «y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes» (lo repite dos veces en el mismo pasaje). Más claro, el agua.

  3. Redemptor Hominis no es bueno citarlo porque tiene un cierto regusto a salvación universal.
    El artículo habla de la redención en relación al hombre en general, como no, y al género humano en su conjunto, pero, ¿y qué pasa con la salvación dentro de la Iglesia y la no salvación fuera de ella? ¿Se sobreentiende? ¿No se sobreentiende? ¿Qué debo pensar? ¿Ni siquiera alguna ligera referencia a esta idea? ¿Se evita la idea por algún motivo?
    ¿Alguna cita donde aparezca esta idea? ¿Nada, omisión? ¿No es necesaria?
    A mí se me ocurre, pensando mal, que esto es como lo que se enseña en los seminarios habitualmente: que la Iglesia era muy mala porque restringía la salvación sólo a los católicos y que ya está bien con eso, y arriba la salvación para todos y para el género humano.
    Qué malpensado soy.

    1. Uno,

      Yo creo q se sobreentiende q llevar a Cristo a la gente es para q vengan a su Iglesia sinó ¿ que sentido tiene?

      No entiendo un ecumenismo q no tenga como fin q las ovejas de otros rediles vengan al de Cristo. Eso no tiene sentido para mí.

        1. «Redemptor Hominis no es bueno citarlo porque tiene un cierto regusto a salvación universal»

          Si usted no comprende la diferencia entre «redención» y «salvación», el problema no es de la encíclica citada, sino de usted, que no tiene ni idea de Teología pero le encanta meterse en jardines.

          «A mí se me ocurre, pensando mal […] Qué malpensado soy»

          Efectivamente. Pero esa confesión la tendrá que hacer ante un sacerdote después de arrepentirse (previo levantamiento de la excomunión por negar pública y pertinazmente la doctrina definida en el Concilio de Trento y, además, provocar escándalo). Aquí no sirve para nada, salvo de excusa para seguir diciendo disparates y reincidir, además, en el juicio temerario (De internis neque Ecclesia).

        2. Los más difíciles para «traerlos»son los que se han ido del catolicismo al ateismo, al protestantismo y a otras religiones. por algo será……

    2. Exacto, acs, siendo bien pensados no pasa nada. Los progresistas que cambian la doctrina no son tan bien pensados con esto.
      En Redemptor hominis se dice por ejemplo que: «Cristo por su encarnación se ha unido a todo hombre para siempre». ¿Qué significa tal cosa?
      Si no aparece por ninguna parte el dogma «fuera de la iglesia no hay salvación» la cita puede significar cualquier otra cosa.
      Escriben siempre en la cuerda floja.

      1. «‘Cristo por su encarnación se ha unido a todo hombre para siempre’. ¿Qué significa tal cosa?»

        Pues exactamente lo que dice, no es ninguna adivinanza o jeroglífico. Lo dice la propia palabra empleada: ENCARNACIÓN. Hacerse CARNE. Dios se ha unido a todos los hombres en éso. Porque todos los hombres tienen carne, ¿sabe? No se precisa bautismo para tener carne (no sé si usted creerá éso, contra tida evidencia; pero los católicos no lo creemos). En vez de repetir siempre sus disparatados mantras (¿cuántas veces ha puesto éso mismo en los últimos años? ¿50? ¿100 veces? ¿Más aún?), debería salir a que le diera el sol y el aire, en vez de desbarrar aquí en sesión continua como lo hace, castigando a todos los lectores con su enfermiza obsesión.

  4. La práctica cristiana en España baja anualmente en forma alarmante. Me pregunto por qué. Parece que hay un contraste muy notable entre todo ese fervor imaginero de la Semana Santa, con sus cofradías, pasos, desfiles, músicas, silencios, saetas, cargadores, etc., y la práctica del Evangelio en un país de estructuras sociales tan injustas como España, con millones de desempleados y más millones en la pobreza o en el límite de la misma. No me cuadran bien ambas cosas. Tal vez sea hora de revisar todo ese bochinche religioso de la Semana Santa, del que, una vez transcurrida, queda muy poco.

    1. Quedan 4 en cada hermandad que son los que la llevan a lo largo del año y un pueblo devoto sobre todo en los barrios y en los pueblos que las sostienen pero cada vez en menor cantidad. El resto es un espectáculo bello pero vacío de fe para la inmensa mayoría de los espectadores que son los turistas, que salen despavoridos de sus ciudades y de sus rutinas desesperantes, y que lo mismo se apuntan a una procesión, que a los carnavales, a los conciertos, al fútbol o a los toros. Todo este montaje que en Andalucía es grandioso, no tiene nada que ver con que la apostasía siga creciendo y el número de sacerdotes bajando. Llegará un momento en que el fenómeno seguirá años tras años, pero muy pocos recordarán cuales fueron el origen de las raíces profundas y espirituales del mismo. Sobre todo a medida que el modernismo eclesial triunfante decida ir suprimieno espectáculo tan sangriento que afecta a sus delicados estómagos.

  5. ¡Muy bonito, muy místico y muy sentimental!
    Ya sabemos que Dios es amor, que nos amó primero, que su amor es infinito…
    En todas las homilías escucho lo mismo.
    ¿Alguien ha escuchado una homilía, en toda la Semana Santa, hablando de los novísimos?
    Si con amarnos bastaba, ¿por qué fue necesario que el mismo Dios se encarnara y PADECIERA?
    ¿Por qué, como dice José María Pemán, prueba con mayor dolor, a las almas que más quiere y que más le aman a Él? ”… en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación» (Eclesiástico 2:5).
    ¿Por qué el único camino que lleva al cielo pasa por la cruz?
    ¿Cómo puedo ayudar yo en la redención? San Pablo lo dice muy claro: SUFRIENDO [«…completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Colosenses 1:24)].

    1. Se presenta el pecado como si en vez de ser la causa fuera la consecuencia. Si a Dios no le importara el pecado, en cuanto ofensa a su majestad infinita, a su amor infinito y a su justicia infinita… ni le importaría al pecador, ni hubiera sido necesaria la redención en ningún caso. Cristo vino a redimirnos del pecado, en tanto y cuanto el pecado es causa de la perdición eterna del hombre [«Que por nosotros los hombres y POR NUESTRA SALVACIÓN bajó del cielo» (símbolo niceno-constantinopolitano)].¿Necesita Dios el amor del hombre? ¡Para nada!
      Cristo vino a ponerse con los brazos abiertos en la puerta del infierno, para evitarnos caer en él, y, para eso fue necesario que como nuevo Adán, desde su dignidad infinita, que decía San Anselmo, diera satisfación a la justicia divina.

      1. Los progres nunca hablarán de eso, la propiciación, la necesidad de satisfacción de la divina justicia les parece indigna de un Dios de amorcito.
        La pasión de Cristo queda reducida a una demostración de amor sin sentido, como un amante tonto, como Van Gogh que se cortó una oreja para demostrar cuanto amaba a su put*.

        1. El sacrificio de amor sin satisfacción según «introducción al cristianismo», como los protestantes. Porque Dios no puede querer que su Hijo muera porque sería un acto de crueldad. San Anselmo era muy malo y se lo inventó y él es muy bueno y lo corrigió con su libro.
          Esta antidoctrina es la que se sigue enseñando en todos los seminarios neocones, no vale decir que es un libro del año catapún, sigue siendo el libro de a seguir. No lo retiran.

          1. Fíjese como cambiaron la doctrina sustituyendo en el Padrenuestro «deudas católicas por meras ofensas protestantes».
            Esta gente tan santa no quiere deudas que satisfacer con el Padre.
            Si no hay deudas, no hay purgatorio.
            Pero de esta conclusión progre, esta gente no se hace responsable. Como con todo lo demás.
            Ellos ponen la semilla del mal para quejarse de que salen brotes podridos, hasta que los brotes les han sobrepasado y ya no los pueden cortar pq no dan abasto con tanto.
            Y ellos seguirán con el sacrificio de amor omitiendo el resto de la doctrina. Como siempre.

          2. «… la teoría de la satisfacción ideada por Anselmo de Canterbury [San Anselmo] en el dintel de la Edad Media y que luego determinó casi exclusivamente el pensar de occidente; tal teoría no puede sustraerse a la parcialidad, incluso en su forma clásica, pero cuando se la considera con las lentes de aumento que ha creado la conciencia popular, parece un MECANISMO GROSERO, COMPLETAMENTE IRREALIZABLE…
            Sin entrar en detalles, podemos exponer así su pensamiento: El pecado del hombre se dirige contra Dios; así se viola infinitamente el orden de la justicia, y a Dios se le ofende también infinitamente. Por otra parte, la magnitud de la ofensa se mide por la grandeza del ofendido… La ofensa es, pues, mayor o menor según la grandeza del ofendido; ahora bien, como Dios es infinito, la ofensa que el hombre le ha causado por el pecado ha de ser también infinita.

          3. El derecho así violado tiene que ser reparado y como la ofensa es infinita, también la reparación necesaria debe ser infinita…
            Dios mismo repara la culpa, pero no mediante una simple amnistía (cosa posible) que no restablecería el orden desde dentro, sino mediante la encarnación del infinito que, como hombre, pertenece al género humano; pero al mismo tiempo tiene la capacidad de llevar a cabo la reparación, cosa que no le está permitida al hombre. La redención es, pues, graciosa, pero a la vez es la reparación del derecho violado…

            ¿no es indigno de Dios pensar que exige la muerte de su hijo para aplacar su ira? A esta pregunta sólo puede responderse negativamente: Dios no pudo pensar así; es más, un concepto tal no tiene nada que ver con la idea veterotestamentaria de Dios» (Ratzinger. Introducción al cristianismo).

          4. «El sacrificio de amor sin satisfacción según «introducción al cristianismo», como los protestantes»

            ¿A qué viene un libro escrito por un muerto? Bueno, cosas de su TOC. ¿Y dónde dice tal cosa, M E N T I R O S O?

            «Esta antidoctrina es la que se sigue enseñando en todos los seminarios neocones»

            ¿Y éso que es? En los seminarios católicos (que es como llaman los falsos «tradicionalistas» que niegan la doctrina del Concilio de Trento (tanto criticar un concilio pastoral que no precisa creerse nada de él), no se enseña que «Dios no puede querer que su Hijo muera porque sería un acto de crueldad». ¿Cómo puede ser usted tan mentiroso y encima dar la barrila con sus n e u r a s?

            «cambiaron la doctrina sustituyendo en el Padrenuestro»

            ¿En serio? ¿Cuándo cambió la doctrina? Rece en latín u otras lenguas (las traducciones son cosa de cada Conferencia Episcopal)

            «Ellos ponen la semilla del mal…»

            Y por eso le afecta a usted, ¿no? En fin…

          5. Y ésto, dedicado al eco que se pasa la vida poniendo citas de BXVI que demuestran: 1) que BXVI tiene razón; y 2) que el eco es un ser malintencionado y calumniador para el cual todo vale (incluida la mentira, la calumnia y la manipulación más pedestre). Veámoslo:

            «¿NO ES INDIGNO DE DIOS pensar que exige la muerte de su hijo para aplacar su ira? A esta pregunta SÓLO PUEDE RESPONDERSE NEGATIVAMENTE»

            Es decir: NO, no es indigno de Dios pensar tal cosa. Y lo mismo que Dios no pudo pensar que fuera indigno, a los católicos tampoco nos lo parece (al eco, por lo visto, sí le parece indigno que Dios exigiera la muerte de su Hijo para aplacar su ira (que sería la respuesta positiva a la pregunta formulada).

        2. «El sacrificio de amor sin satisfacción según «introducción al cristianismo», como los protestantes»

          Aparte de que no sé a qué viene un libro escrito por un muerto (bueno, sí lo sé: es su TOC), ¿Dónde dice tal cosa, MENTIROSO?

          «Esta antidoctrina es la que se sigue enseñando en todos los seminarios neocones»

          ¿Qué son «seminarios neocones», tarado? En los seminarios católicos (que es como llaman los falsos «tradicionalistas» viejos que niegan la doctrina del Concilio de Trento (tanto criticar un concilio pastoral que no precisa creerse nada de él), no se enseña que «Dios no puede querer que su Hijo muera porque sería un acto de crueldad». ¿Cómo puede ser usted tan mentiroso y encima dar la barrila con sus neuras?

          «cambiaron la doctrina sustituyendo en el Padrenuestro»

          ¿En serio? ¿Desde cuando la doctrina cambia? Récelo en latín, que sigue igual, lo mismo que en otras lenguas.

          «Ellos ponen la semilla del mal…»

          …y le afecta a usted.

  6. Es así, cuando tuve un cáncer y dos operaciones al límite de la vida, con 40 años, mi padre que había sido seminarista con los jesuítas en los años 40 me dijo; A quien Dios quiere lo prueba. Considérate afortunado. Ofréceselo a ÉL. Al final me salvó, supongo que seria para algo importante. La vida del cristiano está unida inseparablemente a la Cruz. Somos en definitiva corredentores. El modernismo eclesial, los neocones y demás renegados, huyen de la cruz como alma que lleva el diablo y nunca mejor dicho.

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