Los obispos escandinavos explican cómo vivir la sexualidad humana desde la fe

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Los obispos escandinavos han publicado una carta pastoral este pasado Domingo V de Cuaresma sobre la sexualidad humana.

Con un tratamiento exquisito, los obispos escandinavos arrojan luz en estos tiempos confusos. Explican en la carta, que tras el diluvio universal «a la humanidad le pidió justicia: honrar a Dios, construir la paz, ser fecundos. Estamos llamados a vivir bendecidos en la tierra y a encontrar gozo los unos en los otros. Nuestro potencial es maravilloso siempre que recordemos quienes somos: «a imagen de Dios hizo él al hombre» (Gen 9, 6)».

«Estamos llamados a convertir en realidad esta imagen a través de nuestras elecciones de vida. Para ratificar esta alianza, Dios puso un signo en el cielo: «pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Aparecerá el arco en las nubes, y al verlo recordaré la alianza perpetua entre Dios y todos los seres vivientes, todas las criaturas que existen sobre la tierra» (Gen 9, 13.16)», añaden los prelados del norte de Europa.

Los obispos afirman en su misiva pastoral que «el signo de esta alianza, el arcoíris, ha sido reivindicado en nuestro tiempo como el símbolo de un movimiento político y cultural. Reconocemos todo aquello que es noble en las aspiraciones de este movimiento. En la medida en que hablen de la dignidad de todo ser humano y su anhelo de ser visto por lo que es, compartimos esas aspiraciones. La Iglesia condena toda forma de discriminación injusta, incluyendo aquellas basadas en el género u orientación afectiva».

Acto seguido, sostiene que «discrepamos, en cambio, cuando este movimiento propone una visión de la naturaleza humana separada de la integridad corporal de la persona, como si el género físico fuera accidental. Y protestamos cuando se fuerza esa visión sobre los niños presentándola como una verdad probada y no como una hipótesis temeraria, y cuando se la impone a los menores como una pesada carga de autodeterminación para la que no están preparados. Resulta llamativo que una sociedad tan atenta al cuerpo en los hechos lo trate con superficialidad al no considerarlo como un significante de identidad. Así, se presupone que la única identidad que cuenta es la que emana de la autopercepción subjetiva, la que surge a medida que nos vamos construyendo a nuestra imagen».

Los prelados escandinavos argumentan que «el camino hacia la aceptación de sí mismo pasa por confrontarnos con la realidad. Nuestras heridas y contradicciones están comprendidas en la nuestra realidad vivida. La Biblia y las vidas de los santos nos muestran como nuestras heridas, por la gracia de Dios, pueden volverse una fuente de sanación para nosotros y para los demás».

«La imagen de Dios en la naturaleza humana se manifiesta en la complementariedad de lo masculino y lo femenino. El hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: el mandato de ser fecundos depende de esta relación recíproca, que es santificada por la unión matrimonial», subraya este grupo de obispos.

Además, recuerdan que «en la Escritura, el matrimonio de un hombre y una mujer se convierte en imagen de la comunión de Dios con la humanidad, que encuentra su perfección en el banquete de bodas del Cordero en la consumación de los tiempos (Ap 19:7). Sin embargo, esto no significa que para nosotros esta unión nupcial sea sencilla y desprovista de sufrimiento. Para algunas personas parece incluso una opción imposible. En nuestra intimidad, la integración interior de las características masculinas y femeninas puede resultar ardua. La Iglesia es consciente de esto. Ella desea acoger y consolar a todos aquellos que experimentan dificultad en este ámbito».

«Como obispos vuestros queremos decir esto claramente: estamos a disposición de todos para acompañar a todos. La aspiración al amor y la búsqueda de una sexualidad integrada tocan a los seres humanos en su fibra más íntima. Es un aspecto en el que somos vulnerables. El camino hacia la plenitud requiere paciencia pero hay alegría en cada paso hacia adelante. El paso de la promiscuidad a la fidelidad, por ejemplo, es ya un salto enorme, independientemente de que esa relación, ahora fiel, corresponda enteramente o no al orden objetivo de una unión nupcial bendecida con el sacramento», añaden en la misiva pastoral.

Los obispos escandinavos remarcan que «nuestra misión y tarea como obispos es señalar la orientación del camino de los mandamientos de Cristo que son fuente de paz y de vida. El camino es estrecho al inicio pero se ensancha a medida que avanzamos. Ofrecer algo menos exigente sería defraudaros. No hemos recibidos el Orden Sagrado para predicar ideales pequeños de nuestra propia fabricación».

Estos obispos plantan cara a la tesis difundida hoy en día de que la Iglesia no puede seguir negando la comunión a determinados grupos. «Puede suceder que las circunstancias de vida de un fiel católico le impidan, por un tiempo, recibir los sacramentos. Él o ella no deja por eso de ser un miembro de la Iglesia. La experiencia del exilio interior vivida en la fe puede conducir a un sentido de pertenencia más profundo. Esto es lo que sucede frecuentemente en los exilios bíblicos. Cada uno de nosotros tiene que recorrer su propio éxodo, pero no caminamos solos», enfatizan estos pastores.

Es por ello, que piden «hacer nuestros los principios fundamentales de la antropología cristiana a la vez que nos acercamos con amistad y respeto a aquellos que se sienten alejados de ellos. Dar testimonio de aquello en lo que creemos y por qué creemos que es verdadero es nuestro deber ante el Señor, antes nosotros y ante el mundo».

Los obispos escandinavos reconocen que «la enseñanza cristiana sobre la sexualidad causa perplejidad en muchos». A ellos, les piden «familiarizarse con la llamada y la promesa de Cristo: conocerlo mejor en la Escritura y en la oración, a través de la liturgia y del estudio de la enseñanza integral de la Iglesia, y no de fragmentos encontrados aquí y allí».

«Necesitamos un vocabulario adecuado para hablar estos temas tan importantes. Tendremos una preciosa contribución para aportar si recuperamos la naturaleza sacramental de la sexualidad en el plan de Dios, la belleza de la castidad cristiana, y la alegría en la amistad. Esta última nos permite descubrir que una intimidad grande y liberadora también puede encontrarse en relaciones de carácter no sexual», añaden los obispos en la carta.

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Comentarios
7 comentarios en “Los obispos escandinavos explican cómo vivir la sexualidad humana desde la fe
  1. ¿Protestamos? Negamos.
    Comparado con lo que hay por el mundo por ejemplo en Roma o Alemania estan muy bien, pero son un poco blanditos. Que lean a San Pablo y aprendan claridad y falta de miedos.

    1. El paso de la promiscuidad a la fidelidad solo significa la fidelidad al pecado si esa fidelidad esta fuera del matrimonio. Fidelidad en sodomia o fidelidad en adulterio es fidelidadxal pecado.

  2. Sinceramente, con valor de una encíclica!

    Y viene de Escandinavia, la tierra más liberal o libertina en esta materia durante décadas.

    Para esculpir en piedra!!

  3. Esta carta pastoral incurre en varios errores de los que destaco cinco:
    1- Habla de género cuando en el hombre no hay género masculino y femenino.
    2- Valora «todo lo que es noble» de la ideología de género, cuando al ser gravemente inicua en su conjunto, no debería decir eso, ya que hacerlo, es similar a si dijera, por ejemplo, que valora los elementos positivos del nacional socialismo.
    3- Valora la «fidelidad» fuera del matrimonio, a la que define como «un salto enorme», cuando la única fidelidad ha de ser para el bien, no para el pecado.
    4- No aborda la gravedad que supone vivir sin poder comulgar porque se permanece en el pecado.
    5- Habla de los «que se sienten alejados» de los principios de la antropología cristiana, cuando debería decir «los que están alejados.»

  4. Leo y releo y encuentro este documento lleno de errores. Concuerdo con el sacerdote mariano. Ser fieles en concubinato, sodomia, adulterio o fornicacion es fidelidad al pecado. No es ningun avance. Estos religiosos adhieren a Amoris Laetitia por lo que veo.

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