Arzobispo de Pamplona: «La sociedad necesita creyentes humildes que con valentía y firmeza manifiestan sus convicciones»

Monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona Monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona
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Cientos de jóvenes se dieron cita en Javier, Navarra, este pasado fin de semana en la primera Javierada del 2023.

Peregrinos llegados de diversos puntos del país se congregaron a las 10 de la mañana para asistir a la Santa Misa presidida por el arzobispo de Pamplona, monseñor Francisco Pérez.

Muchos peregrinos habían salido el sábado, pernoctando en localidades cercanas y participando en la Misa de acogida del peregrino, que tuvo lugar a las cinco de la tarde, presidida por el Vicario General, Miguel Larrambebe. El Vía Crucis desde Sangüesa fue el arranque de esta primera Javierada. A las ocho de la mañana dio comienzo, recorriendo los 9 kilómetros que separan esta localidad de Javier.

Asistentes a la Misa de la primera Javierada (Archidiócesis de Pamplona)
Asistentes a la Misa de la primera Javierada (Archidiócesis de Pamplona)

Una vez en Javier, miles de peregrinos abarrotaron la explanada del Castillo para participar en la primera Misa, que tuvo lugar a las diez de la amañan y que fue presidida por el Arzobispo don Francisco Pérez y concelebrada por numerosos sacerdotes, entre los que se encontraban Mons. Jesús Esteban Sádaba y el Vicario General, don Carlos Esteban Ayerra.

Homilía de Monseñor Francisco Pérez

El arzobispo de Pamplona, deleitó a los presentes con una maravillosa homilía. «Dios se nos manifiesta de forma imperceptible y supera todo lo sensible porque es más grande que todas las realidades tangibles. Por eso hemos de prepararnos con el silencio y la escucha. Dios se hace presente en la sencillez del corazón cuando se abre a la sorpresa del misterio. Y eso es lo que quiero hacer hoy junto a vosotros: vivir, de nuevo, la experiencia de Dios. Dios es el principio y fin de todo, no lo olvidemos», comenzó diciendo monseñor Francisco Pérez.

Pérez González alertó de que «estar apegados a las cosas de la tierra, a veces, nos paraliza y nos impide mirar mucho más alto. En el momento actual manifestar que somos cristianos nos resulta costoso y se nos puede ridiculizar. No podemos caer en la tentación de la cobardía y menos en pensar que el creyente es un parásito de la misma sociedad. A veces se nos quiere convencer de que esto es así y no es cierto. “Sin Dios el hombre pierde su grandeza, sin Dios no existe el verdadero humanismo” (Benedicto XVI). La misma naturaleza es testimonio de su amor ordenado. “En nuestra época, la infracción de la ley natural es con frecuencia percibida como una conquista del progreso” (C.S. Lewis). Y esto es muy grave puesto que la ley natural siempre pasa factura para bien o para mal».

Francisco Pérez afirmó en su homilía que «la sociedad necesita creyentes humildes que con valentía y firmeza manifiestan sus convicciones, porque Dios merece que sus hijos le glorifiquemos con gestos, palabras y obras. De esta forma lo vivió San Francisco de Javier y así lo reconoció la Iglesia hace 400 años cuando fue canonizado».

De igual modo alentó a los presentes a «no tener miedo de dar la cara por el Señor, aunque esto, a los ojos de la sociedad aparezca como algo necio y débil. La fe es un regalo que hemos recibido de Dios y no la podemos ocultar como si fuera algo extraño a nuestra realidad humana. Así se lo dice Jesucristo a los discípulos: “Levantaos, no tengáis miedo” (Mt 17, 6). Al contrario, la fe hemos de ponerla encima del celemín para que los demás vean. Si yo ocultara mi fe Jesucristo no tendría un punto de referencia. Guardemos este tesoro de la fe y vigilemos, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros, y hagamos una manifestación de la fe gozosa y entusiasta».

«La fe no es algo triste y apagado sino la luz que ilumina nuestras vidas y aporta el gozo de vivir con ilusión. Vivamos con fe y con amor cristiano de tal forma que convenza, que arrastre y que lleve alivio a aquellos que nos rodean. Creer no es una devoción más o menos piadosa sino una vida que aporta al ser humano lo único novedoso que le hace exultar de alegría. Queridos peregrinos hagamos más espacio en nuestra vida a Dios, no cerremos la puerta al que viene siempre y nos llama, no le dejemos pasar de largo. Quien pretenda marginar a Dios, tenga cuenta, que poco a poco perderá su propia identidad», recordó con gran sabiduría monseñor Francisco Pérez.

Así mismo, hizo hincapié en que «no son las promesas temporales las que colman el corazón, del ser humano, son las promesas eternas que Jesucristo nos ha traído las que hacen posible que podamos exultar de alegría y de felicidad siempre. Vivimos en una época en la que el pesimismo se ha convertido en lo normal y el motivo es porque miramos mucho hacia abajo y poco hacia arriba. La fe es un don, una gracia. Nadie puede conquistarla ni comprarla, solamente se le puede pedir al Señor con sencillez y humildad. Es un regalo de Dios».

«Todos buscamos milagros en nuestra vida: el milagro de la salud, el milagro del bienestar, el milagro de la fortuna, el milagro de las buenas notas… Son deseos justos y buenos pero no suficientes porque el milagro fundamental es creer y quien cree tiene confianza en Dios y en su providencia. Sin ella nos sentiríamos huérfanos, angustiados, hundidos y hastiados. Cuanto más leo a los santos más encuentro en ellos, a personas, que se han realizado, que han encontrado su verdadera identidad», añadió el arzobispo.

Finalmente concluyó su homilía pidiendo a «la Virgen María y a San Francisco de Javier que nos ayuden a vivir como creyentes y que no nos dejemos arrastrar por ideologías nocivas y perecederas sino por la Luz del evangelio que trasciende hasta la eternidad».

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Comentarios
1 comentarios en “Arzobispo de Pamplona: «La sociedad necesita creyentes humildes que con valentía y firmeza manifiestan sus convicciones»
  1. La sociedad necesita a prelados valientes que den testimonio de la Verdad y que no se arranen ante el poder político por miedo o por prebendas.

    El pueblo de Dios no necesita a prelados cobardes que profanen las tumbas de los mártires de la Tradición, siguiendo las órdenes de los sin Dios,ni por si fuera poco, se dispongan a demoler piqueta en ristre el Panteón de los Caídos en la Cruzada en Navarra por Dios y por España.
    Algún día el pueblo de Dios arderá en ira y enojo y no habrá marcha atrás.

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