¿Está en peligro la moralidad de la Iglesia?

Paglia El Papa Francisco con Vincenzo Paglia
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(Delphine Collin en La Nef)-La Pontificia Academia para la Vida ha promovido recientemente un libro que defiende una doctrina moral que contradice la enseñanza de la Iglesia, sin ninguna reacción de Roma, que incluso la alienta. Explicaciones sobre esta preocupante deriva.

El 1 de julio de 2022 se publicó el libro Etica teologica della vita bajo la dirección de monseñor Paglia, actual presidente de la Pontificia Academia para la Vida (PAV). Este libro recoge las actas de un seminario celebrado del 30 de octubre al 1 de noviembre de 2021 en Roma promovido por la misma Academia. Este seminario de estudio reflexionó sobre un texto base elaborado por un grupo de teólogos, la mayoría de los cuales han sido nombrados recientemente por el papa Francisco miembros de la PAV: Carlo Casalone, Maurizio Chiodi, Roberto Dell’Oro, Pier Davide Guenzi, Anne-Marie Pelletier, Pierangelo Sequeri, Marie-Jo Thiel y Alain Thomasset. Mons. Bordeyne, presidente del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia desde el 1 de septiembre de 2021, hace algunas observaciones finales.

Sin embargo, antes de la elaboración de este texto básico, se sabe que estos teólogos apoyan la licitud moral de los actos sexuales anticonceptivos, la reproducción médicamente asistida (RMA) homóloga (la RMA «homóloga» se realiza en el seno de una pareja heterosexual) y las uniones homosexuales estables. Por tanto, no es de extrañar, aunque sea muy grave, que este texto fundamental justifique los actos sexuales anticonceptivos poniendo al mismo nivel el recurso a los métodos naturales y a los medios anticonceptivos: «Hay situaciones en las que dos cónyuges, que han decidido o decidirán tener hijos, pueden hacer un sabio discernimiento en el caso concreto, que sin contradecir su apertura a la vida, en ese momento, no la prevé. La elección acertada se hará evaluando adecuadamente todas las técnicas posibles en función de su situación específica y excluyendo, obviamente, las que resulten abortivas» (Etica teologica della vita, 305).

Su pensamiento parte de una premisa real -la paternidad responsable-, que el Magisterio auténtico tiene en cuenta, para llegar a una conclusión falsa, rechazada por este mismo Magisterio, a saber: que el uso de técnicas anticonceptivas puede ser una «elección sabia en una situación específica». En efecto, cuando los cónyuges tienen «justos motivos» (Humanae Vitae 16) para decidir «evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido» (Humanae Vitae 10), su intención de no procrear es moralmente correcta. Sin embargo, los cónyuges no pueden utilizar medios anticonceptivos porque existe «la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador» (Humanae Vitae 12). Este es el precepto clave de la moral sexual, un precepto que procede de la intención del Creador. Por consiguiente, si se cuestiona este precepto, la moral de la Iglesia sobre el matrimonio y la unión carnal se derrumba y las consecuencias son numerosas.

Olvidar el objeto

Pero estos teólogos solo tienen en cuenta la intención del sujeto y la apreciación de las circunstancias, y no consideran la malicia del objeto del acto sexual anticonceptivo, en este caso la voluntaria puesta a un lado de la dimensión procreadora inscrita por Dios en la naturaleza del acto conyugal. Así, el «sabio discernimiento» para espaciar los nacimientos se convierte en la «sabia elección» de utilizar la anticoncepción, mientras que Pablo VI había recordado que razones «honestas y serias» nunca podrían hacer lícito «el uso de medios directamente contrarios a la fecundación» (Humanae Vitae 16). Para regular los nacimientos, el único medio honesto es la unión carnal solo durante los períodos infértiles de la vida de la mujer; es decir, renunciar a la unión, mediante el autocontrol, durante los períodos fértiles. Así, estos teólogos se oponen, descaradamente, al Catecismo de la Iglesia católica, según el cual «es intrínsecamente mala toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación» (CIC 2370), y a la enseñanza constante de la Iglesia sobre la maldad del acto sexual anticonceptivo.

Sin embargo, dado que estos teólogos presentan las técnicas anticonceptivas no abortivas como «una sabia elección para una situación específica», es necesario considerar sin «angelismo» en qué consisten realmente. Los dos métodos más utilizados en el mundo son la píldora y el preservativo. Sugerir que la píldora es moralmente permisible es una aberración desde el punto de vista de la salud. Nueve expertos internacionales (médicos y especialistas en métodos naturales) advirtieron en una carta abierta a la APV que «cuestionar hoy la aplicación pastoral de la Humanae Vitae […] podría conducir a uno de los mayores escándalos de salud pública de todos los tiempos, ya que afectaría a la salud de millones de mujeres». Por otro lado, sería una victoria sin precedentes para la industria farmacéutica. Hoy se sabe que «los anticonceptivos orales aumentan el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular en un 60%, y el riesgo de cáncer de mama a escala pandémica». Además, estas hormonas sintéticas aumentan el riesgo de depresión e intentos de suicidio y reducen el deseo sexual femenino. Hoy en día, la Iglesia da mucha importancia a las preocupaciones ecológicas. Con mayor razón, las mujeres esperan que la Iglesia defienda su integridad corporal.

Anticoncepción abortiva

Y lo que es más grave, aunque ya es un mal objetivo perjudicar la salud de los demás, todas las píldoras ordinarias (píldora anticonceptiva combinada y la píldora de progestina sola) tienen, entre sus mecanismos de acción, la eliminación precoz de embriones al impedir su implantación. Estos expertos señalan que «muchas mujeres no querrían utilizar la píldora si supieran que es posible la destrucción de un embrión». Así, la «sabia elección» de utilizar técnicas anticonceptivas no abortivas excluye de entrada la píldora, método en el que sin duda pensaban estos teólogos, puesto que está muy extendido y el padre Thomasset ya se pronunció a favor de la anticoncepción química.

En cuanto al jesuita Roberto Dell’Oro, recién nombrado profesor de bioética en Los Ángeles (octubre de 2022), que está abiertamente a favor del aborto y recientemente se pronunció en contra de la decisión Dobbs que anuló la sentencia Roe v. Wade que permite el aborto, alegando que «Dobbs no respeta la democracia que maximiza en lugar de restringir un espacio para la libertad personal», suponemos que no tiene ningún problema moral con los DIU, cuyo modo de acción es esencialmente la eliminación de embriones tempranos. En sentido estricto, solo los preservativos (y el coito interrumpido) son exclusivamente anticonceptivos.

Pero, ¿quién en la Iglesia podría reconocer como «elección sabia» los medios que provocan un acto sexual truncado, rechazado por la Sagrada Escritura (cfr. Gn 38,8-10)?

Como es lógico, la disociación voluntaria del vínculo unión-creación naturalmente inscrito en el acto conyugal permite, para estos teólogos, recurrir a la RMA, pero solo «homóloga», precisan, «evitando, claro está, obtener embriones supernumerarios» (Ibid., 305), lo que debería descartar automáticamente la fecundación in vitro (FIV). Pero en la página web de la revista Choisir, el jesuita Carlo Casalone precisa que su reflexión incluye la FIV: ¿a quién queremos engañar cuando sabemos que la FIV requiere la concepción de múltiples embriones humanos para que nazca un número limitado de niños? (Solo el 5% de los embriones fecundados in vitro y transferidos sobreviven inmediatamente).

Presión sobre el Magisterio

Lo preocupante es que estos teólogos definen su trabajo como un «servicio al magisterio» (Ibid., 11). En términos más pragmáticos, pretenden influir en el papa para que admita la licitud moral de la anticoncepción y de la RMA homóloga. Monseñor Paglia precisa en la presentación del libro: «El papa Francisco ha sido informado en cada etapa y ha alentado este proyecto». Por lo tanto, no es imposible que el papa se pronuncie oficialmente sobre estas innovaciones, ya sea dentro de este año o con una exhortación después del sínodo sobre la sinodalidad. Pero las intenciones de estos teólogos se remontan a tiempo atrás, antes del sínodo de los obispos sobre el matrimonio y la familia, durante la jornada de estudio por invitación de los presidentes de las Conferencias Episcopales de Francia (mons. Pontier), Alemania (mons. Marx) y Suiza, que tuvo lugar a puerta cerrada el 25 de mayo de 2015 en la Universidad Gregoriana. El padre Alain Thomasset, que estaba presente, lo dijo sin rodeos: «La interpretación de la doctrina de los actos llamados ‘intrínsecamente malos’ me parece una de las fuentes fundamentales de las dificultades actuales en la pastoral familiar, ya que determina en gran medida la condena de la anticoncepción artificial, la de los actos sexuales de los divorciados vueltos a casar y la de las parejas homosexuales, aunque sean estables» (los artículos de dicha jornada de estudio pueden consultare en internet). El padre Maurizio Chiodi, actual profesor de bioética en el nuevo Instituto Juan Pablo II, declaró el 14 de diciembre de 2017, durante una conferencia, de nuevo en la Gregoriana: «Hay circunstancias -me refiero a Amoris laetitia, capítulo VIII- que, precisamente en nombre de la responsabilidad, exigen la anticoncepción. En estos casos, la intervención tecnológica no niega la responsabilidad de la relación generadora. La insistencia del Magisterio de la Iglesia en los métodos naturales no puede interpretarse, en mi opinión, como una norma que sea un fin en sí misma».

Además, la supresión del vínculo intrínseco entre la unión y la procreación en el acto conyugal facilita la justificación de los actos homosexuales, ya que por naturaleza no son fecundos. Estos teólogos esperan que la Iglesia legitime las uniones homosexuales estables. Mons. Bordeyne propone una oración de bendición para parejas homosexuales unidas civilmente y que hayan acogido a un niño: «En la medida en que la Iglesia católica […] está en proceso de discernimiento moral y pastoral con respecto a las uniones homosexuales, podemos formar el deseo de que se atreva a enraizar este trabajo en la oración litúrgica» (Philippe Bordeyn, «L’Église catholique en travail de discernement face aux unions homosexuelles», Transversalités, n. 157, 2021, 104.6). Marie-Jo Thiel espera que se lleve a cabo una revisión de la ética sexual y familiar: «Por el momento, la norma que exige el respeto del vínculo intrínseco entre el acto sexual y la procreación ha muerto, pero no ha sido abrogada. Lo mismo ocurre con la prohibición de mantener relaciones sexuales a una pareja homosexual o LGBT. O con respecto al acceso a la procreación médicamente asistida, en su versión homóloga. […] Está claro que el papa Francisco por sí solo no puede renovar las estructuras y doctrinas de la Iglesia. ¿Es una señal que invita a los teólogos a ponerse manos a la obra? Pero hay que dejarles trabajar […] sin crearles problemas cada vez que presenten propuestas potencialmente fructíferas para la ética sexual y familiar. Hoy en día, esto aún está por resolver» (Marie-Jo Thiel, «L’éthique sexuelle et familiale mise en cause», Revue d’éthique et de théologie morale, n. 305, marzo de 2020, 103.7).

La supresión de los actos intrínsecamente malos

Más fundamentalmente, el pensamiento de estos teólogos destruye la doctrina de los actos intrínsecos malos, que es un principio central de la moral católica, oponiéndose así a la encíclica Veritatis Splendor de Juan Pablo II. En efecto, esta encíclica enseña con fuerza que hay actos que son siempre malos por su finalidad, independientemente de las circunstancias y aunque la intención sea recta. Por tanto, estos actos nunca pueden ser elegidos «porque la elección de ese comportamiento en ningún caso es compatible con la bondad de la voluntad de la persona que actúa, con su vocación a la vida con Dios y a la comunión con el prójimo […]. La Iglesia ha enseñado siempre que nunca se deben escoger comportamientos prohibidos por los mandamientos morales, expresados de manera negativa en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Como se ha visto, Jesús mismo afirma la inderogabilidad de estas prohibiciones: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos…: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso» (Mt 19, 17-18)» (Veritatis Splendor 52). Ahora bien, el acto sexual anticonceptivo es uno de esos actos intrínsecamente desordenados que «contradicen radicalmente el bien de la persona, creada a su imagen [de Dios]» (Veritatis Splendor, 80). Sin embargo, estos moralistas objetan, apoyándose en santo Tomás (Suma teológica Ia-IIae, q. 94, a. 4), que las normas generales no pueden abarcar todas las situaciones particulares en un sentido absoluto, lo cual es cierto, de modo que en una «situación específica» recurrir a la anticoncepción sería una «elección sabia», lo cual es falso. Pues estos moralistas siempre omiten deliberadamente aclarar la distinción que santo Tomás hizo entre normas positivas y negativas (Suma teológica IIa-IIae, q. 33, a. 2). En efecto, los preceptos positivos (por ejemplo, «Honra a tu padre y a tu madre») no obligan siempre y en toda circunstancia, mientras que los preceptos negativos (por ejemplo, «El hombre no puede privar deliberadamente al acto conyugal de su poder natural de procrear vida») obligan siempre y en toda circunstancia.

Esta doctrina es claramente recogida por el Magisterio: «En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el papel de verificar su incumbencia en una determinada situación, por ejemplo, teniendo en cuenta otros deberes quizás más importantes o urgentes. Pero los preceptos morales negativos, es decir, los que prohiben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la creatividad de alguna determinación contraria» (Veritatis Splendor 67).

Un mal nunca puede ser un bien

Este límite impuesto por Dios mediante preceptos morales negativos puede parecer insoportable, pero en realidad protege al hombre y le hace feliz, porque solo Dios sabe perfectamente lo que es bueno para el hombre. Entonces, ¿cómo consiguen estos teólogos eliminar la obligación sin excepción que imponen los preceptos morales negativos? Se apoyan en «formas concretamente posibles» que remiten a la noción de «bien posible» expuesta en Amoris laetitia 308 y Evangelii gaudium 44-45: «En la perspectiva que hemos esbozado, vamos más allá de la alternativa entre métodos naturales y artificiales: la cuestión radical se juega en las formas concretamente posibles de una responsabilidad generosa, aunque no por ello menos exigente, por el don de la generación» (Etica teologica della vita, 305, con nota en pie de página AL 308 y EG 44-45). Así, esta noción de «bien posible» se convierte en la noción decisiva para su argumentación. En nombre de este «bien posible» justifican la «sabia elección» de utilizar métodos anticonceptivos en diferentes situaciones. Según ellos, un mal intrínseco se convertiría en un bien en determinadas circunstancias, porque la gente no podría hacer más. Pero un mal intrínseco no es un bien posible, ni siquiera en situaciones concretas, por la razón de que no es un bien y nunca lo será.

Estos teólogos parecen desesperar de la acción de la gracia y se hacen dueños de la ley divina: «La Iglesia no ha sido la autora de éstas [enseñanzas], ni puede por tanto ser su árbitro, sino solamente su depositaria e intérprete, sin poder jamás declarar lícito lo que no lo es por su íntima e inmutable oposición al verdadero bien del hombre» (Humanae Vitae 18). Como afirmó con fuerza Juan Pablo II: ««Sería un error gravísimo concluir… que la norma enseñada por la Iglesia es en sí misma un «ideal» que ha de ser luego adaptado, proporcionado, graduado a las —se dice— posibilidades concretas del hombre: según un «equilibrio de los varios bienes en cuestión». Pero, ¿cuáles son las «posibilidades concretas del hombre»? ¿Y de qué hombre se habla? ¿Del hombre dominado por la concupiscencia, o del redimido por Cristo? Porque se trata de esto: de la realidad de la redención de Cristo. ¡Cristo nos ha redimido! Esto significa que él nos ha dado la posibilidad de realizar toda la verdad de nuestro ser; ha liberado nuestra libertad del dominio de la concupiscencia» (Veritatis Splendor 103).

Factores subjetivos

Sin embargo, la reflexión sobre la acción moral también tiene en cuenta factores subjetivos, de modo que un trastorno objetivo no conduce necesariamente a una culpabilidad subjetiva, sobre todo en esta época, en la que los condicionamientos a favor de la anticoncepción son apremiantes. La gente puede ser muy ignorante sobre la maldad intrínseca de la anticoncepción.

Pero la reducida o incluso casi inexistente culpabilidad de los sujetos no convierte el acto sexual anticonceptivo en un acto bueno y, por tanto, defendible como elección: «Hay comportamientos concretos cuya elección es siempre errada porque esta comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral» (CIC 1761). Por tanto, la pastoral debe asumir el considerable reto de anunciar la verdad sobre la unión carnal y la formación de sujetos morales de tal modo que, en su situación concreta, reconozcan la maldad intrínseca de la anticoncepción y se sientan motivados a rechazarla.

Pero estos teólogos van más allá para lograr el «cambio radical de paradigma» deseado por Francisco. «Se trata del intento […] de acoger la invitación de Veritatis gaudium (n. 3) a un cambio radical de paradigma en la reflexión teológica», afirma monseñor Paglia. Pero si este cambio radical significa poder elegir lo que nunca se puede elegir, no es una evolución, sino una ruptura radical con la moral perenne de la Iglesia.

Es un momento grave para la moral católica y el bien de los fieles. Dado que la responsabilidad de la enseñanza de la Iglesia recae principalmente en el papa, esperemos, con la ayuda de la Santísima Virgen María, que Francisco resista las presiones de estos teólogos. Esperemos también que los obispos, doctores de la fe y la moral, se opongan con valentía a semejante derrumbe de la moral católica. Por último, en las batallas espirituales, el pueblo cristiano está llamado a orar y ayunar para pedir al Señor la victoria, lo que no le impide utilizar medios concretos para hacer oír su deseo de ser fiel a la voluntad divina.

 

Publicado por Delphine Collin en La Nef

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
13 comentarios en “¿Está en peligro la moralidad de la Iglesia?
    1. Si la Iglesia evoluciona es porque está sana, está viva; ustedes quieren una iglesia enferma, encerrada en su tradicionalismo, una Iglesia al servicio de los intereses de la ultraderecha más rancia y retrasada, pues a ustedes les digo: si no les gusta pertenecer a la Iglesia fundada por Jesús y quieren su iglesia farisaica agarrada de su legalismo y tradicionalismo, mejor funden su secta y váyanse al infiern o.

      1. Y porque no te vas tu al infierno que es la casa de tu dios. Pero antes haz caso de lo que te han dicho varios, sometete a un exsorcismo.

  1. Esto es inadmisible! “La Academia por la Vida y la Familia” fundada por San Juan Pablo II para frenar el avance de -en aquel entonces- la incipiente presión de naciones unidas (brazo de la masonería) para imponer el aborto, y todas las aberraciones que hoy son una realidad, fue vaciada de sus miembros fundadores y sus estatutos reemplazado por otros ambiguos, su nombre también. Ahora sus nuevos miembros; abiertamente a favor de la anticoncepción y la sodomia, guardando silencio desgarrador y complice mientras en toda Europa se legaliza la zoofilia, eutanasia, sodomia, pedofila, ademas publicando libros -como bien explica el artículo- donde aprueban precisamente los designios de la masonería. Estamos ante una encrucijada monumental, no podemos callar más! Penitencia, penitencia, penitencia!!!!

  2. La moral de la Iglesia está siendo atacada por Francisco, y lo más grave es que muchos sacerdotes y fieles no se dan cuenta de esto y no resisten contra Francisco.

    1. No solo Francisco, se lleva años con un «buenismo irracional» y con la errónea y perversa idea de que la Misericordia de Dios salva a todos y nadie se condena.
      Pero al preguntarles que para que sirven los sacramentos se callan.
      Y además, si Dios perdona a todos porque si, su Divino Hijo no tendría que haberse encarnado y padecer

  3. Esta basura de los auto proclamados teólogos conciliares y demás ralea, deberían estar en la cárcel concordataria de Zamora como en la época del Franquismo, un poco de soledad, de humildad, de oración, y de penitencia no les vendría nada mal para su problema de soberbia. Estos libertinos acabarán bendiciendo los condones y permitiendo los anticonceptivos abortivos, pero que obsesión tienen estos degenerados con el sexo. Cualquiera que sea un poco inteligente entenderá que el sexo es solo un medio de procreación, no lo creó Dios para nuestras orgías. El sexo en el matrimonio forma parte de la castidad, salvo que seas un depravado y abuses con prácticas inmorales con la madre de tus hijos. El sexo es en definitiva una carga que hay que llevarla con visión sobrenatural, y cuando deja de azuzar se descansa y todo lo carnal desaparece resplandeciendo lo espiritual que es a donde vamos. Carlismo Rebelde

  4. Esto es la tecnica asamblearia marxista. El mandamas Bergoglio quiere normalizar la anticoncepción, mas de lo que todavía esta entre muchos bautizados.
    Pero no se levanta un dia y dice que la anticoncepción es buena. Sino que llena la Academia Ponfificia de JPII de corruptos como el, para que elaboren escritos como ese, donde con mucha palabrería se altera completa y burdamente la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción.
    Cuando ese escrito y otros vayan calando entre muchos desnortados e ignorantes bautizados que los hay, ya habrá tiempo de hacer gestos que indiquen que el papa despenaliza de facto o no le da importancia a la anticoncepción.
    Y que conste que yo pienso que en determinadas circunstancias los metodos no abortivos podrían ser validos, pero jamas se me ocurriría contraponer una idea mia a la enseñanza de la Iglesia, pero la de verdad no la de Bergoglio. La de Doctores tiene la Iglesia…, la de antes.

  5. Con todo respeto la traición es siempre desde dentro. Es una muy antigua técnica la de inventar un caso, casus, crearlo de la nada, y luego inventar una solución técnico académica para resolverlo.
    La trampa consiste en que se omite, se elude, que los casos existen en forma concreta, tienen forma «humana», con voluntad humana, con moralidad humana, con intenciones humanas.
    Las normas morales que distinguen entre el bien y el mal de una acción precisan el conocimiento de la norma y la gravedad de su no cumplimiento, tiene que haber responsabilidad moral.
    Lo que hacen Paglia y otros en esa Academia es aplicar la doctrina de Groucho Marx «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros».

  6. No veo nada nuevo, aunque lo considero escandalosamente deplorable, porque llevo escuchando esas razones hace muchos años a muchos sacerdotes. Incluso aceptando como justificadas esas pr´ácticas contrarias a la Humanae Vitae, en el confesionario. Todo en razón de preservar la armonía conyugal. Puede que, imitando la frase de Adolfo Suarez para la política, en moral, la alta jerarquía de la Iglesia quiera elevar a la categoría de normal, lo que a nivel de calle se ha hecho casi normal.

  7. El interrogante, sobra. El Diablo y sus Ayudantes INFILTRADOS se carcajean.
    PURA PAJA luciferina. A estas alturas no caben ya matices.
    La foto que encabeza el relato es un poema

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